Santiago de Chile.
Revista Virtual. 
Año 2
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 22.
12 de Octubre al
12 de Noviembre de 2000.

OLIMPIADAS 2000
(SYDNEY, AUSTRALIA)

Cheo Morales H.
Frankfurt a.M.- Alemania.

Las modernas Olimpiadas, herencia de los juegos griegos más importantes de la Era antigua, se están desarrollando estos días, y con seguridad cuando usted esté leyendo estas líneas los juegos sean ya historia, como todas las cosas temporales. Pero de todas maneras conviene dejar algún precedente o, por lo menos, decir algo aunque no sea estrictamente deportivo. Más allá de las grandes competencias mundiales, especialmente las de fútbol, las olimpiadas son un conjunto de juegos en que se combinan las más varias disciplinas, las que van desde un "simple" lanzamiento de jabalina hasta un partido definitorio, en donde miles de espectadores pujan por uno u otro equipo (léase país) y millones de televidentes, lectores de diarios y revistas, oyentes de radio están con las mentes en vilo y los nervios hechos trizas. Ya no son los hombres y mujeres los que compiten entre si (no por sexos), sino que las competiciones son por países, por lo tanto los que pueden mantener mejores infraestructuras deportivas y de educación física serán los que se lleven las ramas de olivos (las que han sido cambiadas por medallas de metales nobles y jugosos cheques como premios y contratos millonarios).

Así es que de esto se desprende que aquellas naciones con más poderío económico estarán (están) mejor preparadas para poder enfrentar estas pruebas, ya que disponen de muchos más medios, técnicos y económicos. Por lo tanto, estoy casi seguro que un país pobre, en que la media de ingresos per capita esté por debajo de tan solo un par de miles de dólares al año, entonces apenas tendrá plata para comprar los trajes para sus deportistas y, así, poder presentarlos en las paradas oficiales. En el atletismo se rompen las barreras, no tan solo de alta resistencia, como es el caso de Etiopía, por ejemplo, en donde escuálidos competidores, nómades que se han pasado la vida corriendo de un extremo a otro en las grandes extensiones de pastoreo, tienen la ventaja de correr a su antojo como si lo hicieran a favor del viento; pero el resto de los deportistas provenientes de países paupérrimos ni siquiera logran salir de sus comarcas, ya que allí tan solo practican sus deportes favoritos por amor a la camiseta y los únicos honorarios que perciben son escuálidos aplausos, y de vez en cuando salen en las páginas deportivas de algún periódico local, como si de un bicho raro se tratara. Pero ser campeón olímpico y ganador de medallas a granel, ya es otra cosa; ya que la vida del atleta cambiará radicalmente. Ya no será el simple corredor de los cien metros planos o con obstáculos, en adelante será una verdadera estrella de la televisión y modelo para las firmas más prestigiosas. En resumidas cuentas será una máquina humana de hacer dinero a montones.

Es increíble como muchachitas que andan por los diecinueve años parecen chicas de escuela primaria; lo que pasa es que ciertas disciplinas, como gimnasia, barra, caballete, etc... requieren de agilidad, equilibrio y de menor masa física, entonces, al contrario que en otras especialidades, hay que achicar al máximo los cuerpos, y para esto se utilizan técnicas que tal vez se hayan obtenido de fórmulas de los indios jíbaros del Amazonas. Y con esto se obtiene al final de cuentas, empequeñecer física y cerebral a mujeres, especialmente, quienes llenas de gloria vegetan en un estadio de pigmeismo irreversible. Y esto no es todo, otras pruebas requieren de cuerpos gigantes, y para esto está la industria genética, la que a base de química hace desarrollar los cuerpos hasta obtener una explosión de músculos increíble, cuestión que afecta a corto plazo el metabolismo de estos deportistas al servicio de las empresas de laboratorios, las que acaparan éxitos en las pistas de los grandes polideportivos. El lema de los deportistas del siglo, por el que se desarrollarán las competiciones más increíbles, el lema ya no será: en cuerpo sano, mente sana, ni tampoco se dirá: lo principal no es ganar, sino competir. Estos eslóganes serán de necios y de mentes vírgenes; los nuevos tiempos nos dicen que mientras más sustancias metabólicas contengan los cuerpos, mejores serán sus marcas.

Detrás de toda marca corre una marea y un enjambre de intereses creados, que no será extraño que en unas cuantas décadas más rápido será desplazarse corriendo a ras del suelo que tomar un taxi o viajar a través de un congestionado tráfico urbano, etc... Las multinacionales, las que confeccionan las indumentarias para los deportistas, especialmente para aquellos que destacan, están haciendo el negocio del siglo, y marcas tradicionales, como Puma, Adidas y otras (perdón, este aviso es sin lucro comercial) están uniformando a la humanidad. Y ya son millones de niños que no van a las escuelas si no van vestidos con estas marcas; ya los niveles de superación y conquistas no se miden por cualidades sino que simplemente, por lo que se viste, y mientras más deportivo, mejor!!

Y continuando con lo estrictamente deportivo, que en estas últimas olimpiadas - y en las recientes - esto ha estado casi ausente, y esto debido a que ya no importa mucho como se gana, sino que lo importante es lo que los deportistas digan y hagan fuera de las pistas. Lo de adentro, en las pistas, dura tan solo minutos. Claro desde luego, mientras más fulminante sea el éxito, más taquilla harán los empresarios de los medios de comunicación, los vendedores de imágenes y otros, que a la sombra de los grandes eventos se llenan los bolsillos, gracias al triunfo ajeno.

Desde luego, no solamente hay que ver estas olimpiadas de una manera muy crítica, sino que también constructiva. Por ejemplo, gracias a las olimpiadas millones de seres les entra la vena por los ejercicios, los clubes, sean de fútbol y otros, ven engrosar las listas de quienes desean participar de una manera organizada y minuciosa. Y esto es positivo, ya que una vez pasados estos juegos mundiales (o globales, para no quedarse desfasados) queda el sabor de que para una próxima no hay que quedarse a la saga, sino que hay que prepararse concienzudamente. Tampoco hay que salir a las pistas con el único propósito de ganar, sino que hay que pensar que millones de ojos están haciendo de árbitros y entrenadores. Por lo tanto todos tenemos algo que decir. Y para darse cuenta que la generalización del deporte ha avanzado más allá de los cuerpos sanos, hasta los minusválidos compiten por una medalla. También tienen derechos, ¿porqué no? Lo importante que todos participemos; claro como no todos podemos inscribirnos para participar en Sydney, como si de una competencia de barrio se tratase, entonces hagámoslo desde nuestros predilectos puestos de observación, como si parte del jurado fuésemos. Todo será historia, y muy pronto, y la batalla por las plusmarcas terminará y nos quedaremos a la espera de otros eventos, mientras otras marcas, que son mucho más interesantes, quedarán batiendo sus propios récords, tales como la mortalidad infantil, la desnutrición, el hambre, la pobreza, el paro laboral, la prostitución, y un largo maratón de secuelas sociales que no reciben medallas, pero que están ahí, compitiendo como si nada.

Fotos: http://www.olympics.com/
http://cbc.ca/olympics

© Derechos Reservados en exclusiva para la revista "Escáner Cultural"
Frankfurt a.M. / Alemaia Octubre 2000
http://www.escaner.cl/reflexiones

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