VERANEO
TEATRAL
(TEATRO A MIL
Y OTROS...)
Por: Manuela
Grau
Hay que
Apagar el Fuego.
Chico de Mi Barrio.
Loco Afán.
La Huida.
Homo Zapping.
En Algún
Departamento de la Remodelación San Borja.
Los meses estivales van llegando a su
fin.
Enero nos brindó una programación
teatral abundante.
Febrero, mes de asueto general, fue
también un "desierto" dramatúrgico (con excepciones como
Huechuraba que, en esa época del año, lleva entretención
a su gente. El público asiste numeroso a la iniciativa y respondió
entusiasta y cautivado a la representación de TORRE DE
VIENTO del grupo Aucabutoh dirigido por Carla Lobos)
Durante el primer mes vivimos la "orgía"
escénica del Festival Teatro a Mil que para nada hace
ya honor a su nombre. El precio de las entradas era bastante más
elevado (entre $ 2500 los lunes, martes y miércoles; $ 5000 las
entradas generales y $ 7000 las internacionales) y dada la concentración
de las representaciones, era difícil para el bolsillo y el cuerpo
seguir el ritmo.
La programación fue amplia, variada
y, predominantemente, contemporánea.
Teatro extranjero (con compañías
eslovenas, francesas, uruguayas, bolivianas), de movimiento, de vanguardia...
Estrenos, reposiciones de éxitos
de la pasada temporada...
Las calidades y envergaduras de las
obras oscilaban bastante.
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Mario
Bustos (arriba),
Sandro Larenas y
Lina Boitano en
"Hay que apagar el fuego".
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Se acogieron tanto a pequeñas
compañías como a otras de reconocido recorrido. Aunque
a veces las calidades diferían grandemente para un mismo importe,
en sí, fue más bien positivo puesto que dio la oportunidad
de producirse y darse a conocer a grupos nacionales.
Entre ellos, descubrí a la Cia.
Buvas que se produjo con la pieza HAY QUE APAGAR EL FUEGO
del argentino Carlos Gorostiza. Se trataba, para este
grupo, del estreno previo a las representaciones que tendrán
lugar todo el mes de mayo en el Galpón 7. Nos ofrecieron una
comedia social simple y sin pretensiones cuyo argumento giraba en torno
al triángulo de Cayetano
(bombero al servicio del prójimo), de su esposa Libertad bastante
abandonada por éste y harta de una vida mediocre), y de Pascual
(el carnicero, "mejor amigo" del primero y sin escrúpulos para
solazarse con su mujer). Un grato momento, una situación universal
en la que el público podía fácilmente reconocerse.
Las actuaciones, correctas, estaban aún algo retenidas en este
preestreno, las representaciones venideras habrán de contribuir
a un mayor ímpetu del conjunto.
La Cia. Salitre dirigida por
Jacqueline Roumeau practica un teatro de inserción social
con experiencias en centros penitenciarios. Su montaje precedente fue
actuado por cuatro reclusas con gran éxito. En esta ocasión,
de tal elenco sólo se mantuvo a
Nury Carmona que goza ahora de libertad condicional. CHICO DE
MI BARRIO de Daniel Naranjo es un "melodrama pop" En él,
un "huacho" transformista imitador de Diana Ross evoca el recuerdo de
su progenitora que lo abandonó ante el miedo de ser madre soltera.
Así se realiza un viaje por el Chile de los años 60 al
ritmo de sus baladas inolvidables para ofrecernos las existencias de
unas adolescentes típicas de la época, sus conflictos
familiares, sociales, sueños y frustraciones... Una reflexión
sobre la intransigencia, la violencia intra familiar.
Una estética "kitsch", actuaciones
generosas, un buen ritmo para un argumento liviano y simple que, por
momentos, presentaba complejidades de puesta en escena que perturbaban
al espectador.
Otro aspecto bastante patente en las
tendencias actuales del teatro chileno es la fase de "destape" que atraviesa,
de trasgresión, en consonancia con el momento socio-histórico.
Así las escenas están
pobladas de desnudos, de una "fauna" proscrita en el pasado: prostitutas,
seres marginales, homosexuales, travestis ...
Dos de los mejores montajes del panorama
actual se encargan de romper tabúes y de sacar de la penumbra,
desde prismas bien diferentes, al universo gay.
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Julio
Milostich en
Loco Afán.
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La Cia. La Comarca, dedicada
esencialmente hasta ahora al teatro infantil, nos deleitó con
un fantástico y completo espectáculo en el más
pleno sentido de la palabra: LOCO AFÁN basada en
las crónicas de Pedro Lemebel con dirección y adaptación
de Alejandro Trejo.
Casi dos horas de verdadero goce, viajando
a través del humor, la ironía y el pensamiento comprometido
y profundo de Lemebel.
La puesta en escena de Trejo sabe ser
su perfecta "encarnación", capta la esencia de sus textos, de
su universo con una estética completamente almodovariana, colorida
, vistosa y un estilo crudo, directo
no exento de poesía.
La estructura también corresponde
al estilo radiofónico de las crónicas de Lemebel: tres
historias con deliciosos intermedios musicales (geniales los "shows"
al ritmo de boleros inolvidables de Leo Marini, Cecilia, Lucho Gatica)
La primera recrea el increíble
caso de Miguel Ángel quien aseguraba hablar con la Virgen en
Villa Alemana. Unos años después, regresa del extranjero
convertido en mujer, y por designios marianos.
La segunda trata del violento asesinato
de un travesti, reflejo de la intransigencia social, reforzándose
tal propósito con el conmovedor y fuerte manifiesto de Lemebel.
La tercera y última historia,
de carácter más rural, se sale de la unidad de tono y
prolonga una obra hasta entonces redonda. Se centra en la historia de
ese "huacho" afeminado que emigra a la capital bajo la identidad de
una mujer ya fallecida: Berenice. Así, logra trabajar como empleada
doméstica y en un arrebato maternal, secuestra al niño
de sus patrones lo que la convierte en triste celebridad de un día.
Los actores deslumbraban por su implicación,
energía y talento, enfrentando sin problemas diferentes roles,
bailes, canciones y desnudos más que asumidos. Un gran bravo
a Cecilia Godoy, Jorge Becker, Julio Milostich,
Verónica Santiago, Tito Farías y Sergio
Cantillano
Por suerte, a partir del 7 de Marzo
la obra se representará de nuevo. ¡ Corran a verla al Galpón
7 !
La otra pieza que se adentra en el universo
homosexual es LA HUIDA escrita y dirigida por Andrés
Pérez que se representó en el nuevo y disputado espacio
de las Bodegas Matucana (propuesto también por Luisa Durán
como sede de la Fundación Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles
de Chile). Pareciera que Pérez disfruta, por ahora, de dos meses
de prolongación de residencia en este lugar por él descubierto
y destinado a la investigación teatral.
Se trata de la recreación de
la enraizada leyenda, nunca verificada, en torno a la persecución
de homosexuales llevada a cabo en los años 30 por el gobierno
de Ibáñez del Campo y que consistía en hacerlos
desaparecer tirándolos al mar arrastrados por el peso de los
bloques de cemento en que se atrapaban sus pies.
Joaquín, dueño de una
botillería y homosexual encubierto, se dedica, a cambio de un
buen dinero, a ayudar a escapar a otros "invertidos" de su trágico
destino. Esa noche, la llegada de su amante bisexual y la de unos violentos
clientes, complica su propósito de hacer huir a la pareja de
muchachos escondida en su subterráneo.
En un único espacio se evocan
los diferentes lugares de la trama ( tienda, sótano, calle)
Las proyecciones de Super-8 nos hacen
viajar a otras temporalidades y lugares
Se juega también con los niveles
narrativos: los personajes salen de la ficción desdoblándose
en actores que opinan sobre la historia. Búsqueda de distanciamiento
de la puesta en escena que no aporta gran cosa al montaje.
Quizás con este mismo propósito,
el inicio de la representación, servido por Andrés Pérez
(que daba vida en esta reposición de la obra al personaje principal
de Joaquín) nos sumerge en un prolongado silencio que trata de
introducirnos lentamente y sin facilidades.
Los personajes evolucionan en una atmósfera
densa y tensa.
Proliferan las escenas descarnadas,
de violencia sexual, crudos desnudos masculinos.
El tono y desenlace de la obra tiende
hacia un marcado dramatismo que no deja indemne al espectador.
El nuevo elenco se entrega con pasión
y sudor a esta aventura que más allá de inscribirse en
cierta "moda" gay teatral trata de denunciar, con sinceridad, todas
las represiones e intolerancias pasadas y actuales, creándose
un triste paralelo con la actualidad de los desaparecidos chilenos de
la dictadura.
Con este resumen del verano teatral
quedan fuera muchas obras, por supuesto ...
Algunas con propuestas interesantes
como las de la Cia. Movimiento Reflejo en HOMO ZAPPING,
un espectáculo en la línea del "happening", interacción
con el público sumido en todo un mar de emociones, olores, sabores...
Fuera del Teatro a Mil se producían
otras manifestaciones :
En el Museo de Arte Contemporáneo
se representó EN ALGÚN DEPARTAMENTO DE LA REMODELACIÓN
SAN BORJA (que seguramente retomará, dado su éxito)
con texto de Andrés
Hernández y dirección de Vanessa Montero. La
increíble historia de un matrimonio de profesores que, cansados
de las penurias económicas, deciden incrementar sus ingresos
proponiendo servicios sexuales. Obra bien servida por las actuaciones
de Patricio Parra, M. Paz Grandjean y Cristóbal Gumucio.
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María
Paz Grandjean y Cristobal Gunucio en
"EN ALGÚN DEPARTAMENTO DE LA REMODELACIÓN SAN BORJA".
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El decorado (Marcelo Parada y Mercedes
Marambio) ingenioso y realista, hacía que el público rodeara
a los personajes y se sintiera casi dentro del pequeño departamento
(con anterioridad se realizó la experiencia en los verdaderos
departamentos de la remodelación San Borja y el público
asistía desde la torre de enfrente a las escenas, cual "voyeur"
o mirón) Prometedor equipo a seguir de cerca...
Concluyendo este resumen veraniego,
el teatro pasa por un momento de efervescencia: Plataforma de expresión
de actualidad, ofertas que proliferan, público en crecimiento...
Se esperaría, en el futuro, una mayor coordinación para
un mejor reparto de la oferta escénica. Con todo y con eso, es
respetable y loable la iniciativa que se inscribe en la línea
de festivales europeos como el de Avignon en Francia o Edimburgo en
Escocia. Tan sólo, la realidad chilena no es para nada la de
estos países que cuentan con un teatro firme, subvencionado y
presente todo el año.
Veamos qué nos depararán
Marzo y el comienzo de temporada.