Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 27.
12 de Marzo al
12 de Abril de 2001.

EL REMEDIO PEOR QUE LA ENFERMEDAD

Cheo Morales H.
Frankfurt a.M.- Alemania.
Marzo 2001

L

amentablemente si queremos hacer un análisis sobre la guerra de la fármacos, producidos, por supuesto, por los fabricantes, quienes producen diariamente millones de todo tipo de medicamentos (preventivos y curativos), los que a través de las farmacias y hospitales son distribuidos a todo lo ancho y largo del planeta, tenemos que meternos en política. A muchos no les gusta la idea de que si tenemos que hablar de la salud tengamos que inmiscuir la política, como quien dice: ¿qué tiene que ver lo uno con lo otro? Pero es así, ya que la industria farmacéutica esta estrechamente ligada a los intereses económicos de la humanidad, y estos intereses se discuten en las mesas de los políticos y las soluciones, por supuesto, son políticas también.

Por ejemplo, un medicamento cualquiera, que en los Estados Unidos u otro país desarrollado cuesta una media de 25 dólares, en Latinoamérica o en Africa vale más del doble. Acaso el transporte hace que los precios suban a las nubes? Creo que en esto no radica la diferencia. Muchos países son capaces de producir medicamentos y drogas curativas a precios mucho más bajos y de acuerdo al nivel de vida de la población local, pero no pueden hacerlo ya que los lobbys que controlan la producción y venta de los fármacos no autorizan la concesión de patentes. Verdaderas mafias controlan tanto la producción y ventas de valiosos medicamentos. Las ganancias netas que produce la salud (o insalubridad) mundial es tal que se podrían producir guerras si no es porque estos lobbys tuvieran todo tan controlado como hasta ahora. Enfermedades, tales como el SIDA, que produce millones de víctimas en el llamado Tercer Mundo, se podrían evitar si las medicinas adecuadas estuvieran libres de producirse fuera de los laboratorios controlados por estas verdaderas mafias. Otra cosa, también existe una guerra declarada en la tecnología la que podemos visualizar como entre las plantas naturales y la química. La industria química ha desplazado casi definitivamente a la elaboración de medicamentos a base de plantas medicinales las que son tan y más eficaces que las elaboradas artificialmente. Desde luego, los costos de las químicas permiten elevar las ganancias y dejar fuera de juego a las naciones con tecnologías aun dependientes y atrasadas.

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lantas medicinales como la menta, la ruda, el apio y un largo etc...se están perdiendo de vistas; en las grandes urbes ya casi no se conocen. Existen medianas industrias que elaboran en bolsitas algunas de estas plantas para el consumo casero, pero así y todo los barbitúricos llevan todas las de ganar, ya que casi no quedan médicos que receten a un enfermo de diarreas aguitas de menta. Junto con la desaparición sistemática de los pueblos con culturas antiguas de tipo ecológicas se están perdiendo las costumbres de utilizar lo que la naturaleza pone a nuestro alcance.

La cadena del comercio de los modernos medicamentos es bastante oscura y tiene entresijos difícil de dejar al descubierto. Antes que nada cualquier industria de medicamentos necesita una patente estatal, y esto se consigue a través de la clase política, los que no toman en cuenta para nada la calidad ni eficacia del producto en fabricación, luego que se ha patentado y autorizado el producto viene su puesta en el mercado, para esto se necesitan nuevas patentes y autorizaciones, por último, el médico que las receta "ha tenido" que aceptar regalos, premios, estimulantes, etc.. de los vendedores intermediarios para recetar (imponer) a sus pacientes los medicamentos necesarios e, incluso, algunos médicos esquivan remedios más eficaces debido a los compromisos que lo ligan a tal o cual marca. En su camino de corrupción los representantes de conocidas industrias farmoquímicas obsequian con no solo regalos en dinero y otras especies a sus clientes (médicos y hospitales), sino que además vacaciones en lugares de veraneo, seminarios con todos los gastos pagados, etc.forman parte de esta cadena que se ha transformado en el negocio del siglo.

Curanderos y otros "profesionales" de la medicina están prácticamente desplazados, y junto con la tala y quema de enormes zonas geográficas de nuestra tierra han ido desapareciendo fauna, costumbres y pueblos enteros, lo que significa que la herencia de la medicina natural, del juramento hipocrático ha quedado una estela de intereses que en nada se parecen a eso de salvar porque hay que salvar, sino ahora se aplica esto de que hay que salvar por que hay que ganar (dinero).

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n algunos países (pobres, por supuesto) pacientes deben esperar semanas y meses para recibir una medicación adecuada, y esto porque se deben importar el o los medicamentos necesarios; con una política adecuada de los gobiernos se podrían evitar estas pérdidas humanas, pero para encontrar un gobierno que no esté maniatado de pies y manos a los intereses globales de la medicina y de la producción de medicamentos es más difícil que encontrar una aguja en un pajar.

Aveces medicamentos de la farmacéutica nacional son más eficaces y más baratos de los que se producen en la industria Bayer (Alemania) u otro país, pero las trabas son tales que el remedio, al final de cuentas son peores que la salud del paciente. Pro ante esta debacle de la salud mundial en donde constantemente están apareciendo nuevos virus y bacterias mortales producidas por la alimentación, las pruebas nucleares, la acumulación de basuras y otras inmundicias que nos deja como rastro la sociedad de consumo indiscriminado de alimentos "sintéticos" (cadena Mc Donald, Burge King, Pizza Hut, etc..) y otros provenientes del reino animal, están desbastando medio mundo a vista y paciencia de honrados galenos que se encuentran desarmados y maniatados sin saber donde reencontrar la preciada piedra de la sabiduría ni la fuente de la eterna juventud!! Cuando nos tomamos un barbitúrico contra el dolor de cabeza notamos a los pocos minutos que no solo nos sigue el dolor de cabeza sino que nos sentimos también mal de la úlcera, las mujeres que toman la píldora se engordan, los gordos que desean adelgazar terminan caminando como sumanbulos a causa de efectos secundarios, suma y sigue..

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o son pocas las personas que temen ingresar a un hospital ya, ya que tienen la seguridad que al termino de la cura estarán intoxicados con medicamentos innecesarios e ingeridos en sobredosis increíbles; y con la política neoliberal (privatizaciones) que se está aplicando en el orbe entero los hospitales y médicos quedarán fuera de todo control y tendrán las manos libres para aconsejar y recetar los medicamentos que por millones se están fabricando en las metrópolis, sin importar daños ni consecuencias.

A este tranco me animo a aconsejar un retorno a los golpes de ramas de parque, a las aguitas de hierbas y, a lo mejor, a la brujería bien intencionada de las rezadoras de mal de ojo y empacho y malos espíritus producidos por esta guerra bacteriológica y antiecologica no declarada .

© Derechos Reservados en exclusiva para la revista "Escáner Cultural"
Frankfurt a.M. / Alemaia Marzo 2000
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