Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 25.
12 de Enero al
12 de Febrero de 2001.

FRANCISCO MADARIAGA: CUANDO MUERE UN POETA

Desde Brasil Floriano Martins
(Traducción del portugués por Benjamín Valdivia)

Murió Francisco Madariaga (Argentina, 1927-2000). Era un poeta admirable y el último baluarte del grupo de Pellegrini, la primera vanguardia surrealista en todo el continente. Madariaga fue uno de esos poetas empeñados en tener la memoria de lo vivido como perenne fuente de la poesía, y situaba su memoria en la transpiración de su vivencia en un pantano, en el charco de su ciudad de origen. Así supo mezclar las aspiraciones surrealistas al espacio vivo, lo que lo destacaba entre todos aquellos poetas que supieron fundir una perspectiva surrealista de origen a su aclimatación en tierras del Nuevo Mundo. Estéticamente, al lado de Enrique Molina y Olga Orozco, fueron los poetas que mejor realizaron esa fusión en su país, Argentina.

Claro, la muerte de un poeta no quiere decir nada. Se muere y listo. No se lleva consigo su obra. Nadie se libra de ella tan fácil. Están muriendo, pues, todos los grandes poetas, y desgraciadamente no sabemos si están naciendo poetas a la altura de ellos. Lo que se llega a pensar a partir de la muerte de Francisco Madariaga es que muere un poeta tan vecino nuestro y apenas sí sabemos de quien se trata. Los brasileños desconocen tanto lo que pasa a su alrededor que anunciar la muerte de Francisco Madariaga es algo quizás más estratosféricamente distante de lo que es divulgar el registro cartográfico de una estrella descubierta por casualidad en otro sistema solar. Cuando pienso en la muerte de Francisco Madariaga no lo hago naturalmente en términos de obituario, sino angustiado por el hecho de que no percibimos la importancia de lo que hay allá afuera y de lo que hay aquí adentro. Somos un mundo cerrado, que se comunica apenas con su orgullo, una tierra mínima donde no se puede imaginar un milagro que la rescate de una desventura programada.

Cuando muere un poeta muere apenas una breve porción de esperanza en la vida. Los poetas no representan casi nada. Unos que se desgastan en alucinación y transgresión. Ven lo que nadie ve, reclaman lo que parezca una orden. Son unos tontos. Así vamos. Todo está bien en los acuerdos entre nuestros países, en la vida movilizada por la votación en los congresos, en el recorte de las relaciones arbitrarias entre la poesía y la sociedad. El mundo está bien. Acaba de morir Francisco Madariaga. Podía ser cualquier otro argentino o un brasileño. ¿Qué resulta de la muerte de un poeta? Todo está bien. Nuestras sociedades, latinoamericanas, se están permitiendo una quiebra gratuita, una segunda conquista, que ya no será europea, una vez que la comprensión de los territorios (espacio/tiempo) por ocupar extrapola las viejas condicionantes geográficas.

Cada día muere un poeta. Brasil ya sepultó con samba a varios de los nuestros. En la muerte de alguien siempre importa el dolor de quien se queda, el poder de recuperación ante una ausencia fundamental. La muerte de Madariaga permite preguntar: ¿cuánto tiempo más permaneceremos, Brasil y Argentina, sin dialogar acerca de nuestra tradición literaria? ¿Cuántos brasileños saben de la importancia de un Francisco Madariaga? ¿Y lo que conocemos de la poesía uruguaya, colombiana, venezolana, paraguaya, tan vecinas? Vivimos en la más absoluta condición de aislamiento, de modo que no tenemos razón al reclamar por cualquier tipo de imperialismos. Somos una suma de provincias, navegando siglos, cuya resultante es el estado policialesco en el que socialmente nos encontramos (democracia con obligatoriedad de votos, etc.).

¿Qué potencial político tenemos hoy para ofrecer a nuestros hijos? ¿Qué sociedad estamos produciendo? Viejas flámulas del discurso, claro. El molde es siempre el mismo. Pero ¿y lo que imprimimos a partir de él? Cuando decae una expectativa de medallas en lo que atañe a un país, en el caso de las Olimpiadas de Sidney, ¿eso no refleja acaso la posición actual en que vive ese país? Qué relaciones pueden existir entre los departamentos de investigación científica y de deportes en las universidades brasileñas, es un punto que merece reflexión. O mejor: el país refleja tanto, según sus catedráticos, y no reacciona con nada. Siempre me pregunto si no llegan a conclusión alguna o si acaso están siempre cooptados para no revelar los discutibles orígenes de sus puestos y consideraciones de alto saber.

¿Por dónde anda un país? ¿De quién se esconde? ¿Por dónde no quiere ser visto? ¿Con quién anda? Por alguna razón la muerte de Francisco Madariaga me lleva a pensar en todo esto. Brasil y Argentina ya fueron acusados de comprometer una unidad latinoamericana. Sabemos que eso es lo que hay, y que México es cómplice de tal situación. Este asunto merece una mayor explicación. Pero obligadamente deberá encontrarse con su raíz, la comprensión de que tenemos una condición social que debe ser discutida con igualdad de perspectivas. Fuera de ese ángulo, seremos siempre los mismos necios de siempre. Y no tendremos porqué lamentar la muerte de Francisco Madariaga.

Si desea comunicarse con Floriano Martins, puede hacerlo a: floriano@secrel.com.br
Más sobre Francisco Madariaga http://www.intercontinental.org/Directorio/Poetas_miembros/Francisco_Madariaga.html

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