Santiago de Chile.
Revista Virtual. 
Año 2
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 21.
12 de Septiembre al
12 de Octubre de 2000.


LOS
SUICIDAS

MI ALDEA
GLOBAL

LA MARIPOSA
Y EL OMBÚ


LOS SUICIDAS

Por: Aurora Jiménez

-El espacio de la escena en penumbras, unas cuantas velas prendidas.
-Los actores están de espaldas al público
-Una voz lee:

Hospedaje de días frescos y días cálidos.
Luces meridionales y luces somnolientas.
Aire cruzado por fragancias
y olores familiares.

Alturas perdidas, nubes
o sábanas cobijadoras,
tibieza apegada al cuerpo.

Suelo donde pisadas
deambularon o se fueron y volvieron
sacudiendo el polvo de caminos
andados y desandados.

Pero termitas rencorosas, invisibles
diligentes, insomnes,
socavaron frescuras,
calor,
luminosidades,
aromas, techos y pisos.
Deslavaron paredes,
desgrabaron voces de rincones y fisuras.
Horadaron túneles de soledad
y penumbra helada.

Hoy mi casa, abandono y desierto,
montón de escombros sin puentes,
es pasado.

Un hilo desgastado me conduce entre
siluetas de cactus cuando atardece,
lluvia suspendida,
tedio de multitudes,
luz de sol apenas tibia,
Charcos grises que retratan niños orillados
hasta la tristeza irremediable.

De aquí parto hacia al mar con mi soledad
y los tatuajes que el tiempo me grabó
de figuras monstruosas o pueriles
que sal y arena borrarán en carne viva,
ella misma, sin señales, sin recuerdos
de pecas abisales o cautivos,
gatos de pesadumbre,
o termitas voraces.

Esta muerte es quizá una de tantas
de las que morimos de siete en siete veces,
para nacer, a cada término, un nuevo principio.

 

MI ALDEA GLOBAL

Por: Humberto Yannini Mejenes

Para nadie es un secreto, incluso para este humilde escriba, que hoy los mercados determinan nuestras costumbres, atrapan nuestros sueños y engloban nuestras necesidades, en el mejor de los casos. Nuestra identidad, otrora capital valioso no renovable, se ha convertido en un lugar común pero ominoso, dispuesto a desaparecer en aras de la globalización. Tales efectos, conocidos en los bajos fondos de los desposeídos como neoliberalismo, han ido constituyéndose paulatinamente en un cuasi estilo de vida, un modelo a seguir, un modelo económico.

Mi dulce hogar, un caso atípico de neoliberalismo, no ha dejado de ser uno de los múltiples objetivos de la globalización, por lo que, de un tiempo a la fecha, sus tentáculos han alcanzado a mi familia. En principio, tendría que decir que la ex reina de San José, Terán, mejor conocida en los medios como la madre de la infanta Daniela, eventualmente llamada Lupita, tuvo una suerte de clímax global, al afirmar, temerariamente, que las festividades por el bautizo de la infanta Daniela, se llevarían a efecto en McDonald's, una más de las tantas sucursales con las que dicha cadena norteamericana pretende colonizarnos digestivamente.

Dada la importancia real del sacramento del bautismo, y quizás debido a mi natural proclividad al diálogo, fue como entablé una suerte de negociación con ella. Y al más puro estilo del ex jefe Diego, me soltó el primer misil global sin acaso haberme preparado, en obvia contraposición a mi repudio a los asuntos que se alejan de nuestras tradiciones: «¡Tu hija no se pierde ningún capítulo de los Telettubies; es más, hasta creo que los ama profundamente!».

Si ustedes conocieran a la ex pobladora de San José, Terán, sabrían que en esas inocentes palabras estaba encubierta una gran perversidad, pues, entre líneas, lo que quiso decir es que la infanta ya está inoculada de globalización, aunque en pequeñas dosis, ya que esos muñecos espantosos llamados Telettubies -que para quienes no tienen niños en edad preescolar, déjenme decirles que son unos abominables muñecos cuyo autor, una persona con delírium tremens, dio forma y vida a unos personajes híbridos en cuyo abdomen, por si les hiciera falta algo para acrecentar su fealdad, portan orgullosos, ¡faltaba más!, un monitor de televisión- nos llegan allende nuestras fronteras.

Con la serenidad mística que posee aquí su humilde escriba, aunada a la capacidad de sufrimiento que me distingue entre los demás mortales, acerté a seguir escuchando a la madre de la infanta quien, dándole virtual vigencia a aquello de que una vez encarrerado el gato, se desconoce el paradero del ratón, continuó, impertérrita, dándome sus razones para elevar a su hija a la calidad de nieta natural del neoliberalismo, arguyendo, incluso, un posible desarraigo social derivada de mi aviesa labor por transmitirle a la pequeña todas las tradiciones que a mi vez heredé de mis progenitores. Fue inútil. Atrás se quedaron las piñatas, las colaciones y Plumín, un payaso local, cuyas rutinas hacen pensar que se trata de un híbrido entre Brozo y Cepillín.

También mencionó, en un arranque de suyo maternal, que la pequeña no podía quedarse al margen de todo aquello que la modernidad nos provee, pues, en rigor, la distancia entre New York y mi amado Tuxtla se ha reducido enormemente, todo ello en virtud de la globalización que nos abraza y cobija a mansalva. Por un momento me imaginé a la infanta Daniela en un parvulario, haciendo sus primeros rudimentos de la aritmética en un ábaco prehistórico, al margen de Gerber y Walt Disney. Una furtiva lágrima espiritual me recorrió el alma entera, pero no lo suficiente como para sucumbir ante el fiero embate de los mercados.

Con estoicismo, quizás hasta heroicamente, este humilde escriba escuchó toda suerte de razonamientos femeninos (verdades absolutas a medias) cuyos argumentos me transportaron a mis mocedades, en los tiempos aquellos donde Mickey Mouse era tan sólo un ratoncito mamón que habitaba en territorios distantes, acompañado de toda una fauna de dibujos animados que ya desde entonces pugnaban por expandirse a través de todo el orbe. Sin embargo, a pesar de todos mis pesares, hube de reconocer que vivimos otros tiempos, quizás mejores, quizás peores, pero sin duda distintos.

Pero el asunto de las festividades por el bautizo de la infanta Daniela se había entonces polarizado. Y de los pequeños diálogos pasamos sin protocolo alguno a una suerte de lucha de clases e intelectos, donde pasando por alto el sacramento del bautismo, las hostilidades se centraron, exclusivamente, en asuntos terrenales que poco tenían de trascendentes, a juicio de este humilde escriba, pero no así para ella, quien apelando al más alto sentido de la maternidad, esbozó un sendero difícil para la vida posterior de la infanta si no se le ponía a circular, desde este momento, en el carril de la globalización.

Fueron momentos difíciles, cruentos, en los que los valores adquiridos en la infancia corrían el riesgo de perecer ahogados dentro de una hamburguesa global. Entonces ensayé una parábola, calificada por ella como multimedia, dada las características de la narración que llevaba implícita una gran verdad, cuyo alcance, a decir de los entendidos, suponía una bella pero utópica realidad; de modo que los patrones de vida que rigen a este escriba, cuya probidad es conocida en varias latitudes, sufrieron un serio revés en aras del futuro de la infanta Daniela, quien, a su vez, se mantiene ajena a los acontecimientos.

No están ustedes para saberlo; pero, viendo a la infanta con detenimiento, parece decirme a través de su bella mirada, que haga de tripas corazón y que me aviente el palomazo; total, dicen que entre el neoliberalismo y la filosofía de Disney podrían acaso atarantarnos, pero nunca lograrán matarnos cerebralmente. Ni modo.

 

LA MARIPOSA Y EL OMBÚ

Por: Ernesto Diego Buezas de la Torre

En un bosque de los tantos,

debajo de ingente azul,

con su tronco embelesado,

se anquilosaba un ombú.

Un ombú que perpetuaba,

indefinida, su espera,

con un ancla de raíces

lanzada sobre la tierra.

Un ombú que prolongaba

sus enramados caminos,

para que el ave asentase

la vivienda de sus nidos.

Un ombú cuya nostalgia

se remontaba a la ausente

condición, liviana y libre,

de ser pequeña simiente.

Pues sabiendo que, del suelo,

era enclavado cautivo,

nunca mostraba, aunque enorme,

contento por verse vivo.

Nunca mostraba contento,

si bosque ni monte vario

conocía por sufrir

condena de sedentario.

Mas pasó una mariposa

ingenua, por ser menor

su vivencia entre los bosques,

e inquieta se le acercó.

Y sin saber de la pena

que al árbol amedrentaba,

irreverente y curiosa

le preguntó con sus alas:

"¿Me dirás, ombú, por qué

la natura es tan injusta,

que me hizo frágil a mí

y a ti una planta robusta?

¿Me dirás, ombú, por Dios,

pues juro que no lo entiendo,

por qué fugaz me hizo a mí,

mientras a ti sempiterno?

¿Por qué, pródiga, te dio

natura a ti tantas ramas

con hojas, mientras a mí

tan sólo débiles alas?

¡Qué injusta que fue natura

conmigo, puesto que tú

cuentas con tantas ventajas

por ser un árbol, ombú!

¡Qué bellaca fue natura,

qué inicua, mala e injusta,

que me hizo frágil a mí

y a ti una planta robusta!"

Mas el ombú plañidero,

con su savia de tristeza,

le respondió con sollozos

de brisa entre la maleza:

"Yo prolongo mi enramada

cual un frondoso camino,

para que puedan posarse

los pájaros con sus nidos.

Testigo soy de las crías

que raudas al cielo huyen,

mientras a mí, una parcela

diminuta me recluye.

Y siendo enorme, no muestro

contento por verme vivo:

Obsérvame, de este suelo,

soy enclavado cautivo.

Obsérvame, que yo nunca,

ni bosque ni monte vario

conoceré, si condena

sufro de ser sedentario.

Ve tú, mariposa blanca,

que tienes vida de un día,

a conocer lo que yo

no pude en mi larga vida.

No te quejes, pues natura

me dio a mí en eternidad,

lo que a ti, con ambas alas,

te dio en posibilidad.

Que si me dio a mí, natura,

dureza sobre este suelo,

a ti la fragilidad

te dio, mas en amplio cielo.

¡Ve tú, dulce mariposa,

que tienes vida de un día,

a ver lo que yo, en un siglo,

no pude ver todavía!"

(del libro "Diálogos legendarios")

Reseña biográfica del autor: Ernesto Diego Buezas de la Torre nació en Buenos Aires, Argentina, el 31 de octubre de 1970. Cursó la licenciatura en Ciencia Política en la U.B.A, y actualmente se desempeña como profesor de dicha institución y docente de portugués. Publicó "Coro de Alimañas" (Editorial Corregidor, 1998), "Eclipses" (Edición del autor, 1999), ''Antimotivos" (Editorial JazzBird, 2000, en formato digital), Diálogos Legendarios" (Faro Editorial, 2000) y una plaqueta titulada "Sonetos Díscolos" (Editorial Nueva Generación, 1999). Obtuvo diversas distinciones en certámenes poéticos y asistió a varios talleres de poesía. Frecuenta al presente una serie de ciclos literarios. Participó en la antología de la "Casa de la Poesía" (Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad) y su obra fue difundida a través de medios radiales y televisivos, como así también en las revistas literarias "Papirolas", "La Guacha", "Imágenes e Ideas", "Nueva Avenida", "Zona Común", "La Voz del Bajo", "Vientos de Tinta y "Alas del Alma".

Página poética del autor: www.poemarios.com.ar


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