Santiago de Chile.
Revista Virtual. 
Año 2
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 21.
12 de Septiembre al
12 de Octubre de 2000.


La convicción en un artista es lo que la fe para un sacerdote.

COLOR LOCAL *1

(O EL FRAUDE EN EL ARTE EN CHILE)

Desde Chile: Gonzalo León

El fraude en el arte siempre ha sido caricaturizado como un tipo copiando una pintura de alguien famoso, como Da Vinci, y vendiéndola luego al mejor postor. Lo cierto es que el fraude en el arte se da a cada segundo en el mundo, y casi todos los días, incluso en la obra de un pintor reconocido, pues existe el intento espurio -fraudulento- conque todo pintor o artista desafía a la superficie sobre la cual pinta o desarrolla su arte.

Tenemos entonces un fraude caricaturesco y otro inherente al artista.

Pero en Chile -no sé si en otras partes también ocurre lo mismo- desde un tiempo a la fecha se ha venido desarrollando otro tipo de fraude, que incluso el Estado ha avalado en algunas ocasiones. Me refiero al fraude como pintor. Y no me refiero a los pintores malos, bueno sí... Aquí apunto a aquellos artistas que disfrazados como conceptuales, o mejor, como visuales o apóstoles de las Artes Integradas se pasean por cuanta sala hay en Santiago, sin mostrar en sus trabajos la menor rigurosidad. No existe composición ni una adecuada elección de colores. A veces, como en una ¿exposición? que me tocó ver en sala Gabriela Mistral, sólo basta con colgar paños platos y ordenarlos, no disponerlos, ni instalarlos, ordenarlos -repito-, y eso ha sido todo, damas y caballeros.

Algunos argumentarán que lo que importa verdaderamente es la idea que está detrás, y a mí tal afirmación también me suena espuria y hasta bastarda. Aunque lo bastardo legitimaría ese tipo de arte.

Recuerdo una conversación con el artista Carlos Altamirano, quien muy enfadado -se enfada muy a menudo cuando no se es riguroso- me dijo:

-No conozco a ningún pintor conceptual en Chile. La pintura conceptual tenía códigos y esos códigos ya nadie los maneja.

Entonces yo le insistí por Arturo Duclós y por otros, a lo que él me reiteró: No conozco a ningún...

No soy quién para decir qué es arte y qué no lo es. Pero me provocan repulsión ciertos hechos que pasan inadvertidos para nuestra sociedad chilena. Por ejemplo, que la Licenciatura en Artes Plásticas, en la Universidad de Chile, haya derivado en Licenciatura en Artes Visuales. O sea, la universidad más importante del país ha dado la siguiente señal: lo visual ha substituido a lo plástico. Y nadie se inmuta, y nadie dice siquiera pío. Y aquí, por favor, no me vengan con la cuestión de los formatos.

Debo aclarar en este punto de mi digresión que no apunto tanto a gente como Montes de Oca o a Truffa+Cabezas, quienes realmente se esmeran en lo suyo; lo mío va en contra a todos esos jovencitos que no se esfuerzan en nada por hacer algo bello. Porque si hay algo en juego en el arte es la belleza, y aquí no hablo de que las obras artísticas sean bonitas como las minas que se pasean por Providencia (porque no hay que engañarse, ellas no son bellas: son RICAS que es otra cosa). No, aquí hablo de esa VERDAD que lleva a la belleza.

Por eso es que la figura del artista que pinta me resulta tan agradable.

Nostálgica a veces. Los viejitos de setenta u ochenta años sienten nostalgia por el tango, por la Greta Garbo y por los políticos que insultaban a la chusma como Arturo Alessandri Palma, pues bien, así también yo siento nostalgia por la figura del pintor que pinta o que sabe hacerlo.

Considero incluso que a cualquier pintor le sería mucho más fácil ser visual, porque en este caso su opción no sería por defecto.

Reivindicar a este especie en extinción es el objeto obvio y recurrente de estas líneas. Recordar a Adolfo Couve *2 (fallecido en Cartagena, el mismo día que Pinochet asumía como senador vitalicio), a Juan Dávila *3 (exiliado en Australia), e incluso a los retratistas que poblan la Plaza de Armas -aquí al lado de mi depto- me parece que no es un error. En realidad en el arte - y yo lo sé bien, pues soy escritor- es imposible el error. Está el fracaso que es peor, pero qué diablos, el artista, el VERDADERO, aquel que se ensucia las manos, trabaja cara a cara con el fracaso, con esa imposibilidad de ser un dios perfecto, y crear a la imagen y semejanza lo que había pensado.

1 Escrito especialmente para mí, pero luego adecuado para el catálogo de una exposición colectiva que se efectúa desde el 25 de septiembre en la sala Bech.

2 Escritor, pintor y profesor de la Universidad de Chile. Autor de La comedia del arte.

3 Pintor chileno radicado en ese país por mucho tiempo. Su última exposición en Chile fue Rota, en la sala Gabriela Mistral, en 1996.

 

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