Cheo
Morales H.
Frankfurt a.M.- Alemania.
Julio 2001
Todo
comenzó hace un par de décadas.
El mundo entero no se lo creyó
e, incluso, los incrédulos de la guerra de Vietnam lo negaron
con la cabeza y, por ende, con la razón de las cosas que no deberían
ocurrir.
La Segunda Guerra mundial condujo a
la humanidad hacia una paz incierta y bajo control. La división
geopolítica de la humanidad tan solo fue el comienzo del término
de una gran experiencia de tipo nacional, muy regional y monocultural.
Recuerdo, sin ir más lejos, que
en un determinado lugar del planeta se consumían objetos que
tan solo allí se conocían, y quien iba a pensar que hoy
en día todos los habitantes del planeta, como jugando al monito
mayor, íbamos a embobarnos con los mismos objetos y costumbres
a nivel general. La Coca Cola, la goma de mascar, los discos de silicona,
los teléfonos en miniatura, los coches a gasolina, los viajes
al rededor de la tierra (en avión), y un largo etc., los podemos
encontrar tanto en un rascacielos en Mannhattan como en una aldea de
los indios guaraníes en el Paraguay.
Señoras
y señores, la época de los grandes movimientos populistas
ha terminado, para dar paso a los movimientos individuales y de pensamientos
muy personales (la libertad de pensar para uno mismo ha reemplazado
a la de pensar colectivamente). Eso de luchar, por ejemplo, por la independencia
de un territorio llamado Dysnelandia ha quedado de modé; ahora
se trata de anexarse y seguirle la corriente al gran hermano (Big brother).
Pero si de esto ya nos habló
George Orwer en su novela "1984". La gran pelea entre
Euroasia y Oceanía comenzó justo cuando se sentaron Charchill,
Rosevelt y Stalin (el padre de los pueblos), y la división de
zonas de influencia allanó el camino para el control soterraneo
de la política internacional y el libre comercio. Lo que sucede
en Seattle, en Estocolmo, Niza, Praga o en Genova es simplemente una
vía de escape a la olla a presión que recalientan las
Bolsas de Tokio, Nueva York o Frankfurt a.M.
Que
a los ecologistas no les gusten los Mc Donald, o los vertidos de crudo,
esto es tan solo la esperanza de los perdedores y las promesas de justicia
que predican a través de Internet la Tercera Vía, es tan
majadería para aturdir a las masas consumidoras, ya que a la
hora de la verdad la política racional de Russell se ha corrido
tanto a la derecha, que ahora marchar junto a los indígenas de
Chiapas parece el regreso a las sacristías más que las
Sierras Maestras.
El materialismo histórico está
de retroceso, no porque no tenga razón, sino que simplemente
nadie quiere perderse el último modelo japonés de un todoterreno
(Jepp), ni quedarse fuera de las transmisiones digitales o, simplemente,
rellenarse los genitales de gelatina, la nueva diosa de la belleza y
la erupción más voluptuosa desde que se inventó
el incesto.
Las
sillas eléctricas funcionan día y noche con tanta prisa
que los abogados defensores no alcanzan a llegar delante de los jueces
con las pruebas de inocencia; los que matan moscas y cualquier objeto
movible se hacinan en las cárceles de alta seguridad, mientras
que los asesinos de masas se pudren en sus residencias de lujos, más
locos que cabras sorbeteando a todo moco su locura fingida, para así
no pasar por la prueba de tener que probar su inocencia a prueba de
cañonazos y ataques aéreos, mientras tanto el mundo contemporáneo
pierde la memoria y el oído por culpa de los obuses que se disparan
diariamente y que meten más ruidos que todos los aviones juntos
aterrizando en cualquier parte. Pero nadie siente nada, el ruido del
Rapps y la bullanguera de las melodías de fiestas interminables
nos confunden y solo pensamos que vamos a comer mañana ya que
la fábrica de hacer fideos ya no funciona, sino que en su lugar
funciona un puticlub (de hembras que parecen bodybilding y de machos
que parecen nobles disfrazados en un carnaval de Venecia en los tiempos
del Rococo), donde antes las parejas de enamorados o los que buscaban
tan solo ser inocentes voyeur´s, hoy son onanistas y enajenados mentales
que van detrás de las ancianas o de los seres que no aprenden
a defenderse, a los que matan en sus hechizos de lujuria y decadencia
psicosomática.
Fue
en la Escuela de Chicago donde se fraguó la derrota de la teoría
del estatismo monetario; la conservadora y populista teoría de
Keynes, John Meinard fue entregada a la hoguera para que de sus cenizas
naciera una horda de desamparados, los que merodean en busca de las
migajas del crédito a corto plazo, regresaron a la corbata, se
disfrazan de yupies cuyas vestimenta uniformaría son las zapatillas
de alta marca, jeans sin gastar, camisa blanca de cuello duro (que ya
lo predijo L. Trotsky) y un bolso de cuero cuyo interior cobija un ordenador
portable y un sin fin de tarjetas de plástico, las que sirven
para tomarse un helado o, simplemente, para entrar a un cine non stop
de películas X. Ganan porradas de dinero por estar sentados frente
a la pantalla de un computador, por gesticular en la Bolsa de valores,
por tomar aviones a cualquier parte, por hacer el ciber amor via Internet
(chat) en las horas punta, mientras tanto los nostálgicos nos
vamos quedando en la calle ya que las privatizaciones en el sector público
- estatal permiten que los hospitales, los ferrocarriles, buses, escuelas,
museos, cajas de seguros sociales, pensiones, etc. pasen al área
privada, en donde magnates invisibles se hacen con el control de la
economía mundial. Lo que antes era de tan solo una gran persona,
el Estado, ahora es de todos. ¡Qué locura! ¡El mundo al revés!
Pues
claro, el capitalismo se ha vuelto popular ya que cualquiera puede tener
acciones y comprarse un banco o una fábrica de manufacturas invisibles,
y si quiere se puede comprar la producción mundial de azúcar
sin hacer la fila, y todo sin tener un peso en el bolsillo. No importa
que el azúcar no se venda, total es tan solo la mascarada de
un tremendo negocio sucio de venta de armas al detalle y al mayor, y
de cocaína sintética para terminar por una vez y para
siempre con los males de esta civilización cuyos ADN son idénticos
a los que tienen la mente atiborrada de lujurias, de asesinatos, de
consumos, de ideas retrogradas de las que ni la Biblia ni alquimista
árabe alguno es
capaz de identificar. Mientras despotrico
de lo lindo a través de la prensa cultural interactiva y virtual,
el mundo avanza hacia un abismo inexistente e irreal.
Todo como al principio, o será
que comenzamos desde el final de los tiempos por venir?
©
Derechos Reservados en exclusiva para la revista virtual "Escáner
Cultural"
Frankfurt a.M. / Alemania Julio 2001
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