Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 34.
12 de Octubre al
12 de Noviembre de 2001.

"EL HOMBRE DE LA BESTIA"

Por: Carlos Fonseca

Ésta noche es húmeda, un hombre  salpica el lodo con pasos acelerados. Se dirige a su hogar que queda a varios kilómetros de distancia. Lo aplasta el misterio. Su mirada, como veleta en medio de un  ciclón, rastrea los callejones que a su paso descubre. Pero empieza a sentir algo más que miedo y soledad, algo que se adentra en su cuerpo y lo hace estremecer, una sensación de espanto y aumenta su paso hasta casi correr, y sus pies inestables y resbaladizos no responden y un sonido extraño crece y se oye muy alto, alto que ensordece. Se detiene en el pavimento, como una estatua de hierro, sin mirar, ni pensar, sin respirar.

En medio del silencio ensordecedor, rastrea el sonido, indaga con la vista y nota que en la oscuridad de su sombra, alguien observa. Se aparta descubriendo un rostro triste, áspero, cubierto de plumas y de ancha mandíbula como una gran bestia.

Acercándose al hallazgo le mira los ojos, lo acaricia, lo abraza, lo besa y lo toma en sus brazos. De nuevo emprende el viaje, pero esta vez el peso del animal entorpece sus pasos y caen juntos al suelo. Los dos ríen , se levantan y corren decisivamente.

Al llegar al hogar, el hombre coloca a su mascota en una jaula, grande, seca, limpia, confortable. La bestia entra en los barrotes y se acuesta junto a la vasija donde comerá, beberá y donde luego aparecerá su nombre.

Ambos son felices, han pasado ya varios años de amistad inseparable. La bestia a crecido, ya es grande, muy grande, sigue siendo noble, pero aún así, el dueño nunca  a entrado en la jaula.

Ya es hora de comer, el hombre trae carne y la tira a través de los barrotes y comen juntos, mirándose a los ojos como si conversaran en su interior, y sonríen.

Una noche, el hombre entró corriendo a su casa desesperado, ya era tarde, había  pasado la hora de la comida y la bestia estaba aun tendida en el piso. -No puede ser, es extraño, el animal no golpea los barrotes como antes, seguro ha enfermado-. Desesperado y entre dudas, por primera vez y sin pensarlo, abrió la gran puerta de la jaula y entró. Al ver que la bestia estaba débil, se echó a llorar, y entre sus lamentos el animal cobró todas sus fuerzas y se levantó. El hombre asustado intentó salir por la puerta de hierro, pero el animal le lanzó una mordida que desgarró su pierna. Intentó salir de nuevo arrastrándose con las manos, y la bestia le reiteró la mordida, esta vez, apretando fuertemente la mandíbula hasta quebrarle todos los huesos. El hombre quedó desmembrado en el piso y el animal feliz, porque al fin logró estar junto al que un día fue su dueño.

Si quiere comunicarse con Carlos Fonseca puede hacerlo al mail everfc@cubarte.cult.cu
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