EMBOLIAS
DE LO TERRENO
Y DE LO OCULTO.
Por Jowe
Capítulo I: El indulto del señor Crespo
Por cierto, olvidé presentarme: Soy Santiago Crespo y os voy
a contar
mi amarga historia, la historia de alguien que no está vivo para
contarlo. Solo, y gracias al indulto de Dios, en estas páginas
puedo
expresar mis recuerdos -recuerdos y sensaciones, males y heridas, eso
define la vida, mi vida. Y os preguntaréis: ¿de que indultaron
al señor
Crespo?
El señor Crespo era un hombre de alegre vida, monótono,
célibo y
intimidado por dos marimachos de tres al cuarto, Julián y Pablo.
Julián
dedicaba los días a asaltarle en su casa, a untarle de manteca
y
desembozarle todos sus esfínteres; digamos que el señor
Crespo mamaba y
se acostaba. Por otra parte, Pablo, a principios de mes reclamaba su
aguinaldo, 40000 pesetas, por protegerle de la urbe y sus parásitos
-
los destetados hijos de la urbe.
Sabemos que el señor Crespo era célibo porque después
de sus lascivas
sesiones con Julián, no le quedaban muchas ganas de relacionarse,
ni
con semejantes, ni con mujeres. También sabemos que el señor
Crespo era
claramente intimidado por Pablo, pero no sabemos aún el porqué
de su
vida tan monótona:
El señor Crespo vivía en la calle 13 de Vomittgham, misma
dirección de
su trabajo en la fábrica Mailscorn, donde antiguamente ejercía
de
gerente de distribución de mazorcas por todos los anclajes de
la zona
A, B, y C,, almacenes entonces. Futuramente consumía las horas
como
vicepresidente de la asociación de recepcionistas Mailscornreception
de
la zona B, donde autorizaba la llegada de paquetes Mailscorn, listos
para ser enviados al extranjero. El Señor Crespo recibía
y supervisaba
que los datos de envío fueran correctos, tarea la cual era de
su pronto
mando, Pablo -ya podéis imaginar que Pablo.
La vida del señor Crespo, pues, se reducía a 12 horas
con Pablo y 3
con Julián. Pero eso pronto iba a cambiar. Una mañana,
un 5 de Abril a
la salida del trabajo, el señor Crespo topó con un destetado
hijo de la
urbe llamado Vittorino, que decía poseer el gen del mal. El señor
Crespo, se disponía a retroceder cuando se le volvió a
enfrentar
Vittorino, pero esta vez empujándole. El señor Crespo
comenzaba a
sudorarse, su asma empezaba como cuando con Julián, cada noche.
Vittorino le impedía el paso, le acosaba, al mismo tiempo que
le
aseguraba poder cambiarle la vida, que podía darle el gen del
mal El
señor Crespo solo pensaba en huir, y así lo hizo, durante
tan solo 3
segundos. En ese instante del 5 de Abril oyó un grito mezclado
de dolor
y impotencia, seguido de chasquidos, golpes y aullidos libidinosos.
Era
una de las secretarias personales del jefe de sección, Armando,
quien
yacía en un baño de sangre a la entrada de la fábrica
junto con el
vigilante. El vigilante poseía la cabeza de Armando en su regazo
y se
mantenía derecho porque había una escarpa clavada en la
pared que le
atravesaba las dos mejillas. A su vez, la secretaria tenía podadas
las
manos y un cuhillo remachado en el cráneo, a donde Vittorino
se
sujetaba fuertemente mientras la penetraba. Vittorino desgarraba la
ropa de la mutilada secretaria y gemía como un loco. Eso afectaba
al
Señor Crespo, pero allí vió la luz, su salvación.
Mientras Vittorino seguía faenando, el señor Crespo le
puso la mano
encima del hombro, pidiéndole que por favor, parara, que iba
a acceder
a su petición. Vittorino se calmó, limpióse con
la falda de la dulce
secretaria y sugirió al señor Crespo que le acompañara.
En el trayecto, Vittorino paró dos veces a vomitar, su bilis
era negra
como el quitrán y su hedor recordaba al azufre. Decía
que no le quedaba
mucho tiempo de vida, que el gen lo había mantenido hasta el
momento
con vida, pero su cuerpo no era compatible con el gen. El señor
Crespo
empezaba a ponerse nervioso, Vittorino no dejaba de divagar:
- Vos debéis saber que el gen del mal és un pedazo de
cielo,
que al entrar a formar parte nosotros nos transforma y nos hace
invencibles. El problema es que no nos hace mas buenos, mas bien al
contrario, ocurre como con todo el mundo que tiene poder, lo utiliza
en
su beneficio, la sangre corre fría, llena de vanidad y lujuria.
Solo
hombres muy puros o muy malvados pueden controlar el gen, de ahí
los
ángeles y demonios.
- I conmigo que sucederá?
- Sucederá lo que deba suceder, su cuerpo es puro, pero
cansado. Digamos que usted, señor Crespo, es compatible con el
gen,
pero dudo que obtenga la condición de ángel.
- Condición de ángel? Te crees que voy a creer tal memez,
me
quieres envía al cielo de una patada o que!!
- Solo quiero que salde las cuentas con quienes han abusado de
usted todos estos años, y que cambie su vida para siempre. Su
vida es
un infierno, debe cambiarla, además es su destino.
- Mi destino? Dios quiere que mate?
- No, Dios no tiene nada que ver con esto. Imagínese que va a
jugar a ser bueno o malo pero al más alto nivel, yo solo le doy
una
herramienta para que la utilice. Esta herramienta la utilizará
para
bien o para mal, usted decidirá, dependerá de su condición.Lo
único
seguro es que cualquier acción con el gen será mejor que
su mierda de
vida.
- Yo me largo.
- Quieto chalado, recuerda a tus amiguitos, no estoy para
bromas. Ya hemos llegado.
Estaban delante de una mezquita, Vittorino decía vivir allí,
donde no
dejaba de pedir perdón a Dios.
-Nunca he notado a Dios, ni lo he sentido, ni me ha hablado, solo
sé de las historias que corren, y de que el poder que tengo no
és
normal. Mi vulgar condición me ha llevado a ser un asesino, no
controlo
lo que hago, solo sé que disfruto, que me apetece, a eso le llamo
La
Sed.
-La sed te domina, te hace sentir vivo, las muertes solo son un
sucedáneo. Pero, señor Crespo anímese, pase usted
primero, por favor.
Como con todo lo que sucedía, transcurrían 3 segundos
cuando el señor
Crespo se volvió hacia Vittorino. Otro baño de sangre
mucho mas
extenso, Vittorino se había abierto el pecho con una daga, su
rostro
había envejecido de repente y con las mano oprimía su
corazón, negro
como el quitrán y el mismo olor a azufre.
-Tómalo, un bocado y se expanderá por tu cuerpo como si
de un
cáncer se tratara, no te arrepentirás.
...continuará