Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 28.
12 de Abril al
12 de Mayo de 2001.

EL NETWORK Y EL ROL DEL ARTISTA
Antes y después de Lyotard (2da. parte)

Clemente Padín, Montevideo, Uruguay

DESPUÉS

Elías Adasme

En tanto el "network" es un subsistema del sistema "arte" es natural que intervenga, aunque no lo quiera, de los sucesos del mundo y, a la vez, que sea intervenido por los demás sistemas y por las ideologías de nuestra época. También es sabido que cualquier cambio o alteración en cualquiera de los sistemas altera y transforma a los demás, incluyendo al sistema global, claro está.

En esta disyuntiva nace, sin duda, la situación de crisis del artista moderno que le obliga a replantear y redefinir su rol. Esto significa exponer la legitimidad de su ser, de su existencia, de su "cosidad" (recuerdos a Sartre!), su "yo", en el marco del conflicto provocado por el vaciamiento de los pilares, sobre todo, racionalistas, que sostenían nuestro mundo: la idea de progreso indefinido, el discurso globalizador que lo explicaba todo, la confianza ciega en la ciencia y la técnica, etc., se cuestiona, nada menos, que la universalidad de la razón y la historia.

La zona de seguridad en la que nos hemos movido (la "zona de arte") se evapora, vacilan las ideas, los grandes "relatos" y concepciones del mundo, las utopías, ya no hay respuestas seguras: el error es consubstancial a la verdad. La linealidad del tiempo, en progreso y sucesivo y la profundidad del espacio, bases de la modernidad, parámetros de la ubicuidad, entran en crisis irreversible. Investigar las causas socio-económicas de esta situación nos llevaría muy lejos del tema propuesto. Según F. Jameson, el posmodernismo (tal el nombre del nuevo "malestar en la cultura") correlaciona "la aparición de nuevos rasgos formales en la cultura con la emergencia de un nuevo tipo de vida social y un nuevo orden económico" correspondiendo a la "sociedad de los medios de comunicación o del espectáculo o del capitalismo multinacional". Esta emergencia se traduce en la aparición permanente de medios y en el constante desarrollo y aplicaciones técnico-científicas.
El hombre, entre otras cosas, intentará controlar estas continuas transformaciones a través del "nombrar" cada instancia a partir de aquellos descubrimientos. Así, p.e., vivimos una "era espacial", "atómica", "cibernética", etc. A nivel de nuestra práctica artística tenemos desde el "mail art" o "arte correo", el "correspondance art", el "stamp art", el "rubberstamp", el "Neoism", el "Plagiarism", el "art strike" hasta el actual "network". Pero, en razón de que los cambios son constantes y como cada nombre controla sólo una innovación, el recurso entra, también, en crisis y pronto nos rodea el vacía semántico y la confusión subsecuente.

Crackerjack

Al derrumbarse la temporalidad, los arraigos, los sentidos de pertenencia y los proyectos utópicos aparece el desencanto y la indiferencia como manifestaciones evidentes por la pérdida de identidad, Aquel "yo" autocentrado en inconmovibles idearios se tambalea y cae en el pluralismo posmoderno. Si todo es arte, nada es arte. El artista modernista sostenido por el robusto sistema de las "Bellas Artes" también vacila y cae en el relativismo y ecleticismo artístico: no es que desaparezcan los géneros, cada forma es un género. Para explicar lo universal ahora hay que apelar a lo peculiar, sin descartar que el error o la nota fuera de contexto o la imagen inconciliable con el tema forman parte indisoluble de su expresión.

Así el arte llamado "político", contestatario y transgresor de normas "ya establecidas" (y, por ello, vanguardista) que responde a proyectos de futuro y basado en la autorrealización del "yo", de estirpe modernista por definición, entra en crisis ya que, la constante novedad que altera los canales y códigos, le hace perder su poder de crítica, cayendo en el conformismo y deviniendo "stablishment". Al desaparecer el vanguardismo, cualquier corriente estética, tanto del pasado como del presente, se validan existencialmente. Las diferencias se anulan y todo cae en la co-existencia, en el "vale todo", concluyendo en lo que Lipovetsky ha llamado "lógica del vacío", en donde el mensaje en sí mismo vale más que lo que trasmite. La pre-eminencia de los medios se hace, entonces, para cualquier sensibilidad modernista, intolerable y el "cambio de paradigma" como le llama Kuhn, se padece como drama definitivo y terminal.

En tanto latinoamericanos, nacidos en países tangenciales y dependientes, en lo que apenas ha anclado el modernismo, expuestos a todas las modas que nos llegan del mundo desarrollado, nos vemos constantemente asediados por la aparición de tendencias que, como ya vimos, pretenden adecuar, en los países centrales, el arte a los nuevos descubrimientos y avances técnico-científicos, con el agravante de que, apenas las asumimos, ya aparecen nuevas propuestas que hacen risibles y perimidos nuestros ultimísimos productos. No podemos competir en donde los nuevos productos exhiben sus extraordinarias posibilidades de comunicación, inalcanzables para nosotros. Ni tampoco cambiar su lógica de consumo, apenas adaptar sus normas o reglas de aquel uso a nuestras peculiaridades. Peculiaridades que pasan por la violenta realidad que asola Latinoamérica, la "Pobre", corroída por constantes y/o permanentes crisis económicas y políticas, con abultadísimas deudas externas con organismos financieros internacionales, con un nivel de "pobreza crítica" que hace que millones y millones de personas no tengan de qué vivir ni dónde morir.

Postal - Clemente Padín

También, apenas, podemos incidir o ampliar las propuestas artísticas originales actuando sobre el carácter auxiliar del producto, allí en donde la obra exhibe sus contradicciones nacidas de la índole, siempre conflictivas, de las relaciones de producción, en las que fue creada. Un solo ejemplo paradigmático: del ideal "El arte es la definición del arte" del primer conceptualismo (Joseph Kosuth), nacido en los países metropolitanos al realista "Arte es lo que niega radicalmente este modo de vida y dice: hagamos algo por cambiarla" de los artistas de "Tucumán Arde", de un país dependiente como la Argentina.
Pero no todo es negativo en el ideario posmodernista: la fragmentación de valores que promueve coincide con la apreciación de que el valor de las obras y de las corrientes artísticas dependen de su funcionalidad social. Es decir, no hay obra "bellas" o "feas" sino adecuadas a la transmisión de sus mensajes, quedando en manos del fruidor la concreción del valor de la obra de acuerdo a su "banco de datos", es decir, de acuerdo a su repertorio de vivencias y conocimiento personales. La "diversidad posmodernista" nos lleva de la mano a la ruptura de cualquier forma de exclusivismo institucional y expuso al "network" a las incidencias del entorno social y a las perspectivas siempre novedosas que nos brindando las restantes disciplinas humanas. También hay que destacar la desjerarquización de las culturas: ni "altas" o "bajas" sino culturas a secas, igualmente respetables todas ellas, en cuanto tales. Asimismo, tal vez, el énfasis en el medio en detrimento del contenido tenga su expresión en el estímulo del pensamiento y no en la imposición de conocimientos exclusivamente. Idem, el dejar en manos del espectador la concreción definitiva de la obra, consecuencia extrema del desconstruccionismo derridiano, ya que lo que importa es la elevación del nivel de la conciencia del fruidor frente al posible conocimiento de la realidad en que vive (siempre tan difícil de caracterizar conceptualmente). Algunos sostienen que el posmodernismo es la "cultura del comentario" en el sentido de la multiplicidad de ensayos y comunicaciones escritas que responden a la "simultaneidad de lo diverso" que permitiría justificar y conciliar las tesis más opuestas. Pero, recordemos, la verdad nace de las diferencias, de lo diverso. La simultaneidad ha hecho renacer, también, al montaje en tanto medio expresivo que puede reunir, en un particular espacio y/o tiempo, las ideas y realidades más disimiles. Idem la recuperación de lo deshechable, el reciclaje, tan emparentado a la ecología y la preservación de los bienes naturales, etc.

Por último, la afirmación posmodernista de que "la historia ha dejado de existir" no puede dejarnos inmunes a la reflexión. Sin duda, es una afirmación temeraria e incomprensible sino se "lee" con aquella otra que sostiene que sólo es historia lo trasmitido por los "mass media". Es decir, sólo sucede y es historia lo que llega al conocimiento de la masa a través de los medios, sobre todo, la TV pero, también, la radio y la prensa escrita. En otras palabras, el monopolio de la historia le corresponde a sus difusores. Si bien la "historia" no nace del magma electrónico, es de tal manera manipulada y deformada que finalmente se metamorfea en algo muy diferente a los hechos realmente ocurridos aunque sólo así, éstos, podrían inscribirse en el discurso de lo real y acceder al presente histórico. Los medios, entonces, más que transmisores e intermediarios de la historia, son sus productores. Y nosotros sabemos en carne propia la eficacia de los productos de comunicación en tanto difusores de ideología. La ideología que transmitirán será la que legitime el poder estatuido, el cual no en vano es el propietario de aquellos medios.

Deisler

El "network" no podía estar ajeno a esta situación. A sus obvias limitaciones debidas al canal que determinan el tamaño, peso, alcance y/o demora en la recepción, el costo, etc., y a los diversos canales de los que se vale tales como el servicio postal, el telefax, la telemática, "internet", etc. (que pueden "sumarse" a la obra a través de sus "ruidos" e interferencias propias de su índole tecnológica), hay que agregar las reglas tácitas impuestas por la tradición cultural conceptualista (matriz generosa del arte correo y del "network") con sus marcas anti-consumista y anti-comercial ("money and mail art don´t mix", "el dinero y el arte correo no se mezclan"). Se trata de mantener al arte en el área del uso, en su irrestricta función social y no en el área del cambio, lo que inmediatamente lo volcaría al mercado y a la búsqueda de ganancias o lucro en función mercantil, al margen o no de su función social.
Precisamente, mucha de la fuerza del "network" reside en esas normas por las todos los "networkers" están pagando un alto precio, primero por el costo en dinero de los servicios postales y el acceso a "internet", implícito en la propuesta, irrecuperable y, segundo, porque al excluirse del mercado, peligran quedar fuera del canon artebellístico de su país.
Sin embargo, el esfuerzo vale: señala una oposición tajante al reordenamiento compulsivo que el neoliberalismo económico viene imponiendo a todos, tabla rasa de valores, sentimientos y motivaciones acordes con lo humano. No en vano Eliot nos alertó sobre las consecuencias de perder la capacidad de emocionarnos y no en vano, Faulkner, insistía en que "prevaleciéramos" pese a todo.

La absorción anunciada del "networking" por el sistema, no nos apartará de nuestro propósito pero, previendo ese avatar, no inverosímil a la luz de experiencias pasadas, esta discusión en torno al rol del "networker" no sólo asume carácter ideológico sino que se transforma en mecanismo de composición y recomposición del "network" en vista de aquellos sucesos posibles y, sobre todo, en razón de la indetenible institucionalización, incluyendo el control y optimización de las "nets" en vista de su nueva función. Ni siquiera el "cambio de frente" propuesto por Crackerjack Kid, al intentar desmaterializar el "network" con su propuesta "metanet" (la presencia impresente a través de las ondas espaciales) podría con esta ley de hierro del sistema. Nada le es ajeno y nada se le escapa que no lo ponga a su servicio, incluyendo los sueños.
Si bajo el modernismo el desafío era impedir el holocausto nuclear en una línea ascendente de progreso y bonhomía universal, bajo el posmodernismo el desafío parece ser la tolerancia ante la multiplicidad de enfoques y puntos de vistas como, también, el respeto por las peculiaridades del otro en un clima de pluralismo cultural y étnico y religioso y sexual y social y económico y político y, por último, la satisfacción de las legítimas exigencias de todos a una existencia digna, en un marco de respeto y justicia irrenunciables.

Ponencia presentada al Congreso Descentralizado del "Network".

Clemente Padín: C. Correo Central 1211, 11000 Montevideo - URUGUAY
Para ESCANER CULTUTRAL, Abril de 2000.

 

Si quiere saber más sobre el trabajo de Clemente Padín, puede hacerlo en las siguientes direcciones web:
http://newspace.aaup.uic.edu/FileRoom/documents/Cases/38padinPerf.html
http://www.postypographika.com/menu-en1/paraleng/parpadin/padinbio.htm
http://www.cicese.mx/~gyepiz
http://www.dma.be/b/amphion/sztuka/maa96/publi02.html
http://www.concentric.net/~Lndb/padin/1cpcont.htm
http://www.thing.net/~grist/l&d/padinl.htm
http://www.ubuweg.com/vp/index3.html
http://www.geocities.com/SoHo/Café/1492/lit-tax.html
http://www.abaforum.es/merzmail/lapoesia.htm
http://www.angelfire.com/tx/AVTEXTFEST
http://www.fut.es/~boek861
http://www.colegiomadrid.com/~poexperiment
http://www.geocities.com/tartarug/parade
E-mail de Clemente Padín : clementepadin@gmail.com

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