Por: Ricardo Arcos-Palma

La fotografía contemporánea oscila entre el reportaje, la publicidad y el arte principalmente. En un mundo donde las imágenes pautan nuestra cotidianidad es algo raro, por no decir difícil, encontrar imágenes como la del fotógrafo Alexandre Mostras, donde el afuera deviene un adentro gracias a la escogencia de situaciones y donde el humano se confronta con el espacio. No se trata de simples clichés de paisajes donde los individuos se encuentran, sino más bien de la manifestación sensible donde el lente de la cámara y el ojo del fotógrafo captan lugares que nos hablan de la inmensidad del espacio y la finitud del ser humano. Tuve la fortuna de conocer su trabajo gracias a una imagen que ustedes podrán ver junto a esta columna. Se trata de “ballayeurs” (barrenderos): es una fotografía en color, que nos muestra dos personajes que barren a lado y lado de una carretera en el desierto que se pierde en la lejanía de los cerros y nevados de Chile. Lo extraordinario de esta imagen es que nos muestra las paradojas de lo absurdo, pues podriamos pensar que no hay nada más absurdo quizá, que barrer en el desierto. Lo que estos personajes barren con sumo cuidado se trata quizá de una pista de aterrizaje o de una ruta en el desierto. En realidad poco importa, lo interesante es ver como Mostras, logra poner de manifiesto el empeño del sel humano por hacerse camino frente a la nada.

Frente a esa marcha inagotable de dominar el espacio vemos otra foto: “casa” que frente a la noche que cae parece sumergirse en la grandeza del afuera. Una fotografia que nos confronta con aquellos que no vemos, pero que presentimos: la luz encedida de la casa, reafirma una vez más esa insistencia por permancer en una lugar adverso. En otra de sus fotos, esta vez en Cuba, vemos a un personaje que corre en una especie de campo de futbol. En un segundo plano vemos una construcción y un monumento que parecen sostener la lluvia que no tarda en caer. Otra de sus fotos nos revela a un grupo de hombres que empujan una locomotiva. Para que el tren haga el camino de regreso hay que hacerle girar sobre un eje... pero tal es la precariedad del sistema ferroviario que no hay otra opción que hacerlo manualmente: esos personajes se sitúan en el mismo plano que aquellos que barrian en el desierto. Otras imágenes nos dejan ver un ciclista que pasa discretamente en una calle praticamente solitaria donde solamente permanecen las imagenes del Estado como una escenografía de un pasado glorioso mientras en otra de ellas, unos trabajadores continúan su labor bajo la mirada imperturbable del mito de la revolución. Otras fotos revelan unos edificios de habitación en mal estado mientras unos jóvenes “posan” frente a la cámara, y otras edificaciones inacabadas, que se tranforman en el monumento de la desilución.

 

Esta vez en el otro lado del Atlántico en Francia, vemos algunas imágenes que nos muestran como la arquitectura de la industria trata de dominar el espacio de la naturaleza: un enorme barco de carga transporta una grúa, mientras en otra de las fotos vemos unos cilíndros enormes de metal que guardan celosamente la riqueza extraida del suelo, transformando por completo el paisaje. La fotografía de Alexandre Mostras es una obra que nos muestra en su conjunto los contrastes no solamente de color y de paisajes, sino también de situaciones y condiciones: por ejemplo en la fotografía de la costa de Bretaña en Francia, los dos veraneantes que construyen su castillo de arena en la playa, constrastan fuertemente con los que se abren camino en el desierto a punta de escoba, así como las montañas son remplazadas por una cadena de casas del siglo XIX.

Y para terminar dos imágenes de un tren esta vez ellas nos hablan de un intérior que no dejan de hacer referencia al extérior: la primera de ellas nos muestra un vagon-restaurante donde un individuo en el fondo come placenteramente, mientras los manteles y las sillas bien dispuestas nos hacen pensar que no es el mismo tren de la segunda foto: donde el deterioro ha dejado al descubierto una belleza muy particular pese a que esta vez no hay nadie, solamente atrás se vislumbra una persona que se queda en el umbral. En fin la obra de Alexandre Mostras nos revelan un mundo quizá conocido por muchos, pero al mismo tiempo un mundo lejano por la posibilidad de asir una especie de totalidad en un instante.

Ricardo Arcos-Palma
Paris 22 de enero del 2005.

 

 

 

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