Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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LA DUALIDAD DE DANIELA AGUILAR

 

LA DUALIDAD DE DANIELA AGUILAR

Por Vicky Larraín


Una mañana de cualquier día siento que el cuerpo se me va a bloquear. Detenida en un tiempo desconocido estiro intento estirar la musculatura. Pienso que hace ya un rato no he hecho ningún ejercicio para activar lo que haya que activar. Me he estado manejando entre gimnasios y más.

Nadando por ejemplo o la bicicleta rauda por los parques de esta ciudad que me vio nacer.

Nada me ha ayudado mucho quizás poca endorfina salpicando el ser, que necesita catarsear.

“hay que hacer pesas” me dice alguien ¿Pesas Nooooo? Pero quedo pensando ¿y PORQUE NO? esta pasado de moda me contesto o no es intelectual o no es arte, artista eso creo creadora yo desde que recuerdo.

 



 

Con esos pensamientos andantes me dirijo a pagar una cuenta de teléfono. Allí en huérfanos con Miraflores, me cae alguna teja del edificio al frente mío. No es una teja de verdad es imaginaria, pero esa imaginación me hace pensar que debo encontrar algo que no sea moverme en alguna clase de danza, las conozco tanto y han estado cerca de aburrir. Quizás se habla demasiado de lo que siempre se habla, que el tiempo acá, que el espacio allá, que el movimiento no sé dónde ni cuándo hasta me dejan de interesar las clases que doy o he estado dando.

¿Es hora de detenerse?
Quizás, demasiados años en la misma tanda, quizás he envejecido, quizás me muero ayer.

Así como que no quiere la cosa veo un letrero que dice gimnasio, entro medio dormida en antisueños. ¿Que enseñan acá? Le pregunto al hombre de rostro inexpresivo. Es mi prejuicio me digo, porque tiene que ser la gente expresiva. y que es eso? Quizás la expresión vaya por otro lado, un lugar distante que no he tocado ni olido. Esbozo la sonrisa frente a la no expresión.

Me pasa un catálogo, me fijo: danza entretenida, NOOO. ¿Maquinas? Puede ser. Sin saber porque pago la matricula.

Al otro día a eso de las 12 me dirijo al GYM como le llaman ya que casi todo en nuestro país está escrito en inglés.

Prejuicio afuera me dirijo a las maquinas, veo una y otra, las pruebo pensando que no duraré en ese lugar. Pero igual voy dos semanas seguidas. Uno de esos días me llama la atención aquellos cuerpos moviéndose al son de un tecno. ¿TECNO? No me gusta. Pero igual entro a esa sala de cuerpos sudados. Comienzo a seguir a la instructora. Me fijo en esa sensualidad que de ella irradia a través de ese baile entretenido. La observo.

Sus movimientos increíblemente rápidos no dejan de sorprenderme, ella está gozando como si le danzase a alguien que le interesa. Intento seguirla y me doy cuenta que es difícil y eso que he danzado por lo menos la vida entera. En una pausa la increpo. Me es difícil le digo.

Daniela con un encanto poco encontrable me sonríe con ese don de sonreír. Haz lo que puedas y trata de pasarlo bien, no intentes hacer todo, solo pásalo bien.

Daniela se mueve sin pensar, le sale por los poros se vuelve ondulación y más. Esa parte de ella tan integradora que refuerza la provocación, un provocar casi infantil casi mujer y mujer.

No me digo, no es para mí, quizás fue, pero estudie esa danza que me hace moverme casi andrógeno casi sin género. Vuelvo a las maquinas, para poder apretar los musculosa y sentirme mejor.

Cualquier otro día, miro a un profe en alguna de las salas. Parece interesante, lanza brazos al aire, levanta las piernas a destajo, se agacha y sube en un dos por tres. Entro a la sala voy entrando, comienzo a imitar lo que hace, ni la menor idea de lo que hace, me dejo llevar.

En mi cuerpo se instalan movimientos bruscos, rápidos cada vez más rápidos. Intento recuperar el aliento. Miro al profe, me detengo en su rostro y aparece Daniela de nuevo. Pero como ¿es la misma profesora del baile entretenido?

Daniela Aguilar cambiaba su morfología como quería, nada parecido a lo que de ella conocía.
A los 10 minutos estoy agotada, me siento a observar. Cuando la clase finaliza le pregunto a Daniela: ¿que estamos haciendo? Aero box me responde.

Yo había escuchado algo de esta técnica, pero nunca imagine que podría hacerla. Poco a poco me guiña el ojo la Dany como hoy le digo.

Y es que después de 5 meses hago la clase de aerobox entera, doy puñetazos al aire, levanto las piernas como si nada y duro la hora que dura. Y la endorfina ha vuelto a salpicar desde dentro de mí, y es eso lo que provoca placer, eso y la paciencia de la profe que a veces me corrige. Creo me enamore de Daniela, de su capacidad para la dualidad de género, de su constancia, constancia que me ha faltado.

Solo compartir la experiencia con Daniela. Ella me hizo ver mi capacidad dual, me hizo más rápida más fuerte más feliz.

Gracias XPRO Daniela Aguilar

 

Muchísimas gracias por tu dedicación y bellas palabras, para mi es un agrado hacerte tan feliz !!!!

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