Santiago de Chile.
Revista Virtual. 
Año 2
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 18.
12 de Junio al
12 de Julio de 2000.

LOS PASOS

Por: Luz Macias

Cerró la puerta del ascensor. Sus pasos resonaban en el pasillo. Al
fondo del único cuarto donde estábamos sonaban las Tocatas... un dos, un dos
ya se apróximaba el perseguidor. Me levanté en silencio y miré por el ojo de
la puerta. Sólo percibí la luz del pasillo y el sonar de un timbre en la
lejanía. Observé que en una de las ventanas la cortina estaba a medio cubrir.
Salté por encima de Miguel y la cerré. En ese mismo lugar estaba la escalera
de escape en caso de fuego, abajo la gran avenida. Todo lo hice en un instante
suficiente como para volver donde él, que me esperaba en su sexto éxtasis,
listo para cabalgarlo y viajar de nube en nube. La tormenta llegaría en
cualquier momento. No me sorprendería. Tendría el tiempo conveniente para
vivir con él el último encuentro.
-Estás ahí- , preguntó Miguel.
-Sí, aquí estoy, ya voy. Déjame ponerle el seguro a la puerta y cerrar la
ventana- . El sol había descendido su último crepúsculo. El tiempo era
nuestro. Nadie vendrá ya a fastidiarnos.
-No creo que vengan hasta aquí. ¿Quién conoce este lugar?
-Tú y yo solamente, nadie más- , respondí sin dejar espacio para la
sospecha.
- ¿Cuántos días tengo de estar aquí encerrado? Creo que estoy despierto. He
vivido una pesadilla. ¿Qué me has dado a beber? ¿Qué me has hecho inhalar?
Vuelvo a tí mi mirada. Estás desnuda y siento que siempre estuviste en mí. Tu
rostro y tu cuerpo me han pertenecido. Descubro que desde niños somos una sola
persona. Recuerdas cuando paseabamos por las calles enlodadas del barrio o
fue ayer que te conocí.
-No, sólo hace tres días. Me viste bella y me invitaste a que te
acompañara. Yo encantada. Quisiste contarme tu vida y yo te cerré la boca con
besos y nos amamos noche y día-.
- ¿Quieres saber quién soy?
- ¿Para qué?, basta con estar juntos, experimentar las cosas más absurdas,
encontrarnos en nuestros cuerpos. Qué vale saber quién soy o quién eres si al
final somos entes que viajamos por dimensiones diferentes. Serán pocas las
horas que estaremos juntos. Serán pocas las horas que estaremos juntos, serán
pocos los minutos para inventarnos.
-Nos estaremos viendo cada día. Ahora me tengo que ir. Tengo una familia.
-Yo no tengo nada, sólo este momento que vivo, ¿para qué me devuelves a
esta realidad absurda? ¿Por qué me despiertas y me obligas a ver esta cinta
magnética que pasa ante mis ojos? Escucho los pasos en el pasillo. Se acercan.
El taconeo de sus botas cae como las notas en el piano tatatataaaaaa. Sé que
está en la segunda puerta después del ascensor. Escucho su voz: "- Soy agente
de la policía. ¿Conoce usted a esta mujer? Entró a este motel el jueves en
la tarde. Hay un hombre con ella. Me urge encontrarla -" . La mujer responde
que no me conoce. Ya imagino al agente mostrando una foto ajada. Ahora soy
otra; he cambiado y los he podido burlar. Siempre he salido viva escapando a
esa mano mordaz que me busca incesante en la noche. Mi nombre actual es
Elena.
- ¿Qué te pasa? Te has quedado en silencio. ¿Te preocupa que me vaya? Hay
algo que quiero saber de tí. ¿A cuántos hombres has traído aquí?
- Fuiste tú quien me trajiste, te has olvidado.... tus brazos son
musculosos, tu abdomen fibroso, tus piernas blancas cementadas se tensan al
acariciarme. Me gusta verte desnudo, retratarte con mis ojos cafés. Permíteme
endiosarte con mi mirada para verme en tí. Deja que tu semen trascienda por mi
túnel para llevarte por la pendiente estrecha de su boca. Quiero sentarte en
mi trono arcilloso para lubricarte y juntos llegar al dios que tiene la puerta
abierta en este mismo momento. Así te podré amar sin saber quién eres. Nadie
podrá arrebatarte de mis manos- . Vuelvo a escuchar los pasos como a tres
metros de mi puerta. Una puerta más se abre, otra mujer mira la foto. " -No
señor, no la conozco. ¿Es peligrosa? Dígame quién es ella-" . Escucho la voz
del agente, dice que viene tras de mí, y que quiere salvar a Miguel, que ahora
soy Elena, que la semana pasada era Gabriela, y que... -" me río de esa tonta
vecina que teme por su vida ignorando que estoy aquí para alimentar a estos
hombres ávidos de mujeres. Vuelvo mi rostro hacia Miguel y le pregunto si
alguna vez ha oído hablar de mí, si me reconoce cuando introduzco mi lengua en
su boca que lenta se va deslizando hasta obstruir su epíglotis. Ahora voy
enredando mi pelo en su cuello mientras lo voy amando. Si ha bebido el olvido
en el anís de mi cuerpo ya sabrá en el momento preciso quién soy y desde luego
a quién ha amado segundos. La puerta se cierra y yo sigo trenzando mi pelo en
tu garganta. Su falo se erecta, estoy con mi dios, estoy a las puertas del
infierno, estoy entrando al cielo. Los pasos se aproximan, es poco el tiempo
que me queda. Veo que sus ojos se agigantan y enrojecen. Nerviosa le digo muy
cerca al oído cuando el timbre suene en esta puerta sabrás que has estado en
el infierno, de aquí no sales porque yo no me quedaré sola. No tendrás tiempo
para contar quien fue tu amante. Eres otro más que arrastro por la vida.
-Elena calma tu ímpetu. Sé que me amas pero estoy aquí para salvarte de
los que te persiguen. Áfuera hay otro hombre como yo que te busca no para
amarte, sino para desquiciarte. Elena este cuarto es grande y tiene dos
ventanas, por ellas podemos huir. No recuerdo ahora exactamente dónde están,
pero tú sí lo sabes. La tiniebla cierra mis ojos, sé que a un lado está la
puerta. Escucho los pasos de mi jefe. El viene a buscarme.
Afloja un poco tu pelo que me ahogas, te digo que aflojes. Aprovecharé
este momento para levantarme. No puedo. Un rayo de luz entra por el orificio
de la puerta. Levanto con fuerza mi mano. La busco a ella en el espacio. Mi
rostro y mi cuerpo tiemblan. El quejido agudo del monstruo que me posee aulla.
No logro soltar el nudo que va cerrando mi cuello, estiro mis piernas, tanteo
el aire. La busco hasta en mis bronquios. No la encuentro. Mis manos sin
fuerza van cayendo, mi cara se va tornando fría, mis pies están entumecidos.
Afuera la bocina de los carros lloran el ruido lastimero de un día que se va;
es largo su lamento. Un vientecito fresco se cuela por una de las ventanas. Me
desplomo. Sólo escucho a lo lejos el sonar de un timbre.

octubre 26,1991


EUNUCO

Por: Luz Macias

Agustín leyó:
"Me estoy muriendo, monje."
"A ver hijo cuéntame tus pena. No hay don más grande que un pecador
arrepentido antes de su muerte. Llegarás a las puertas del cielo. Dios te
recibirá."
"No, prefiero el infierno a su misericordia."
"No hay en tus palabras un arrepentimiento sincero.'
"Escuché monje, a El menos que ha nadie le perdono lo que me hizo.
Necesito tu perdón, estoy cansado y tengo muchos años de esconder mi alma
para que se la coman los gusanos y no vaya a meterse en otro cuerpo inocente.
No permita que deambule por ahí, antes de separarse de mi cuerpo asegúrate que
no va a salir de este cuarto oscuro y sucio: cierra bien la diminuta ventana
alla arriba, es preciso que quede atrapada en este túnel. No dejes ni un
orificio abierto, se puede colar por cualquier lado y ya sabrás lo que pasará.
Ya te voy a contar todo. Pero antes de esto, ¿me promete que por tu boca todos
comprenderán la miseria humana en que he vivido?"
" Te lo prometo. ¡No hay tanto mal en la tierra!"
" Lo hay. Hace mucho años, mi madre vivía en un pueblo muy tranquilo
rodeado de montañas. Allí todo era paz, el verdor de los campos se confundía
con los pobladores. Mi madre recién casada tuvo la visita de un hombre quien
le aseguró que su hijo sería un varón eunuco. Como ella no conocía el
significado de la palabra lo olvidó. Pero al correr del tiempo nací. Se me
comparó con Jesús, me pasaron cosas igual que a él. Nací en un establo pero no
por las mismas razones. A los meses mi madre salió del pueblo para la ciudad a
celebrar la crucifixión y muerte de Jesús. Me llevó a la iglesia y ahí empezó
la cosa."
"¿Qué cosa empezó, en un día santo?"
"Un profeta, predicador en las montañas de Alcalá, dijo que yo era otro
redentor como Jesús. Debía hacerme la circuncisión precisamente el mismo día
que se celebraba la del Nazareno, porque mi espíritu como el de él se
proyectaría en otro cuerpo recién nacido. Los doctores de la iglesia vieron en
esto un milagro. Se me señaló. Yo era el hijo de Dios. Coincidía: Nací un 25
de diciembre a la misma hora, mi madre y mi padre se llamaban igual que los
suyos. Yo había sido anunciado por un viejecito; él por un Arcángel."
"¡No puede ser!, algún charlatan que quiso hacer una broma."
"No, todo esto es cierto. Ellos nunca dudaron de las palabras del
profeta. Se planeó mi circuncisión con un hombre muy docto en la medicina pero
de mente siniestra y oscura. Al circundarme se llevó todo. Así me convertí en
un eunuco. Se me vistió como Jesús, y hablaba las mismas peroratas. A los doce
años me reuní con los doctores de la ley. Mandaba y ordenaba."
"¡Ellos aceptaron tu condición de eunuco!, ¡no entiendo nada,
absolutamente nada!"
"Ya comprenderá. A los doce años fui a la plaza de mercado, encontré a
una niña llorando; la consolé. Me sentí bien. Ella conocía las rutas del amor:
la dejé jugar con mi cuerpo sin resistencia y decubrió mi castigo. Desde ese
día se enteró el gobernador de mi existencia. Me mando a buscar, me abrazó y
allí me tuvo para sus necesidades. Fui usado de mil formas por él. Fui su
favorito. Después con su ayuda pase a las serrallos. Allí se me escupió y se
me vendió por oro. Viví muy amargado pero aprendí a discurrirme entre ellos.
Así planeé mi venganza. Me doctoré en el discurso, en la medicina; practiqué
todo lo que hicieron conmigo. Tenía gente que me apoyaba el mismo gobernador
auspició. Fui su súbdito. Era el culpable de mi desgracia. El mismo lo contó.
Ese fue su oficio en su juventud, antes de ser mandatario. Sin embargo, en sus
días sin inspiración éste era su deporte favorito. A su lado practiqué las
formas de eunucar a hombres y mujeres. Empecé a llenar el pueblo de estos
seres. Muchas veces repitió este estribillo: "el discípulo supera al maestro"
quizás para que yo lo aprendiera o lo memorizara. Además, debía de enseñar mi
tarea a otros que la continuarían por siglos. Hasta que un día le tocó el
turno a sus hijos. Ahí desahogué todo el dolor que llevaba. Esa noche fue mía.
Me vengué del gobernador que había sido mi castrador. Hice lo mismo que en los
noventa días de Sodoma y Gomorra. Al día siguiente después de tanta orgía,
descubrió que sus hijos se encontraban en el palacio de la tortura; para ese
entonces yo ya había huido. La historia se repite."
"¿Cómo sabes tú? ¡No sentiste pena, u otro deseo para detenerte!"
"Esto lo sé porque en mi huída terminé en los monasterios de los
Jesuitas donde me escondí. Allí permanicí por diez años, sabía que a los
treinta y tres tenía que morir crucificado como Jesús. Me dediqué en el
monasterio a leer las sagradas escrituras, a estudiar los mohomistas, a Martín
Lutero y Juan Calvino. Así descubrí la verdadera suerte de seres como yo. Con
mi muerte otro cuerpo recibiría mi espíritu y continuaría la historia. Conocí
en estos libros que hubo eunucos en el imperio Romano, entre los faraones, en
las guerras napoleónicas, con Hitler, con Franco, con Regan y que se seguirían
sucediendo. Tenía que encontrar el río de la inmortalidad para purificar mi
cuerpo?"
"¡El río de la inmortalidad! ¿Acaso hay un río que te purifique de tus
crímenes?"
"No, de mis crímenes sino de buscar la ciudad inmortal. Sabía que
viajaría por el desierto donde la arena es infinitamente blanca. Llegaría a
través de caminos circulares. Sabía que llegaría en medio de la fiebre y el
calor. Bebí en sus aguas fangosas la eternidad. Tuve tiempo de meditar y traer
conmigo parte de esa agua inmortal. Así no habían herederos. Aquí está mi
arrepentimiento. ¿No lo ves?
"Sí. sí, todo eso está muy bien, no te estoy recriminando, estoy
sorprendido, eso es."
"Mi desaparición del mundo de los creyentes, detenía un proceso
histórico. Esperaban mi regreso a la edad de Jesús para la continuación de un
hecho que se debía suceder cada treinta y tres años. La inventaron los
cristianos. Seguirían apareciendo Jesuses con mi muerte. Me burlé de todos.
Desafié a Jesús, porque a esa edad vivía en los montes de Piedad. Para ese
entonces era un gran predicador, tenía creyentes. Doce apóstoles me seguían de
montaña a montaña, hombres sencillos e humildes. Ese día los esperaba en el
monte a la hora de costumbre. Todos me protegían porque me buscaban para
matarme, cuando apareció un hombre muy hermoso que me ofreció todo: las
montañas, el agua, el poder de los hombres. Sólo una cosa simple exigía: tenía
que demostrar que era superior a Dios."
«"Si eres superior a Dios atrévete y lánzate desde esta peña a las
tinieblas de la profundidad".»
"Me arrojé al abismo. Abajo estaba esperándome. Me abrazaba, estaba
feliz. Arriba en la peña quedaba mi rebaño, los pescadores: hombres que
confiaron en mi retórica, pero ahora me condenaban, arrojando piedras. Me
botaron del paraíso, preferí ser Lucifer. Ves, tenía que acabar con esta
juerga. Ahora tú has llegado. Tú eres mi testigo. Lee aquí lo que dicen la
Sagradas Escrituras: «Aunque, las escrituras dicen que llegará un eunuco
disfrazado de monje para condenarme, la ley se cumplirá.» He vivido por más
de doscientos años en el monte aislado de los hombres. He meditado por mucho
tiempo. He sobrepasado la inmortalidad, conmigo se repitirán los eunucos."
"¡No puedo ser. Has detenido el curso de la historia de los cristianos
por veinte siglos!"
"¡Por dos siglos y medio querrás decir! pero si me encierras en este
túnel, desmentiremos los libros Sagrados. Ellos esperan al Mesías. Cambiemos
el curso de la historia, pero antes yo te ofrezco beber este elíxir que te
transformará en un hombre fuerte; no envejecerás. Seguirás mis pasos. Tómalo
porque conseguiremos la eternidad. No te vayas. Cierra la puerta. Oye no te
vayas. Regresaaaa. "
"Tengo que irme. Voy a hacer la anunciación. "
Agustín cerró el libro.

 

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