ANDRÉS GÓMEZ: ANIMAL INTEGRAL
Fora, León, Guaro y Pola (de izquierda a derecha).
Andrés Gómez: animal integral
Jorge Restrepo
Conocí a Andrés gracias a sus obras expresionistas, que le permitieron reencontrarse con la pintura. Aunque dejó el dibujo a los 13 años, nunca se alejó del arte, pues cada paso que da está lleno de expresión…camina por mi barrio con sus perros expresando amor públicamente. Él se cubre con un yelmo cuyo morrión es el cabello castaño–que parece arrancado de su perro de igual color-, cuya visera es invisible pues allí están los ojos saltones del artista –iguales a los de los perros- y cuya barbera él construye con un espeso pelambre de vikingo que contrasta con su infinita sensibilidad. Andrés camina por Bogotá, soñando con la próxima forma creativa con la que logrará potencializar a sus alumnos desde lo más lógico y sistemático hasta encontrar el camino a la abstracción.
Es un artista integral, contemporáneo y ético. La integralidad la leo en su afán por hacer del arte el eje de su vida, incluso por su constante reflexión sobre la ética de la arquitectura, y como parte de ésta el dilema entre la vanidad del arquitecto y la funcionalidad al servicio del usuario. Es contemporáneo por su lucha en relación con usar el arte como herramienta para transformar, cooperar, humanizar e involucrarse con el destino de la calidad de vida de los que lo rodean. Es contemporáneo también porque es un inventor de fórmulas que le permiten estructurar propuestas únicas de abstracción, por medio de sus alumnos, quienes desarrollan papeles en los que surgen lenguajes geométricos que son fruto de un sólido ejercicio intelectual. Andrés es ético porque en cada paso que da hace consciencia de la equidad y de cómo hacer grandezas a partir del oficio, ya sea de arquitecto o de pedagogo.
Andrés es un hombre de preguntas, en un texto sobre su expresionismo enuncia: ¿Qué pasaría si reconociéramos que durante nuestras vidas morimos y resucitamos muchas veces y eso nos hace ser alguien diferente al que murió? Estrella entonces este hombreperrero la palabra contra la mirada del atónico espectador de su obra. Mientras que el observador de esta colorida pintura metaboliza tanta información, el hombre comprometido con la complejidad –con su barba de vikingo- juega como un niño en el parque, con sus perros; es fácil ver la cercanía entre estos animales.
Mientras que sus alumnos de la Universidad superan el reto del diseño abstracto, el hombreperrero, él, el profesor, diseña su próxima obra colectiva…sus alumnos son instrumentales.
Foto: trabajos de abstracción de los alumnos de Andrés Gómez; en éstos siguieron la fórmula que el profesor les dio para llegar a un resultado final. Facultad de Diseño de Espacios y Escenarios, Universidad Piloto de Colombia, 2016.
Jorge: Eres un artista profesor, ¿cómo cambia la cátedra de arquitectura cuando se rompe la barrera del diseño y se confronta la creación abstracta?
Andrés: Desde pequeño he tenido una conciencia social muy alta, soy muy sensible a problemáticas y desde que inicié mi carrera como arquitecto soñaba con ayudar a los demás. El ego y el dinero entraron a mi vida como un efecto enceguecedor que creó un alter ego que me hizo olvidar ser el gestor de cambio con el que se soñaba.
A los 30 la vida me sacudió y entendí que realmente lo que me apasionaba no era el diseño, ni el dinero, ni la arquitectura sino poder ayudar a la gente a pensar diferente, creativamente y entender que el arte era el mejor medio para este proceso.
Ha sido un tránsito de años de lidiar con la estructura de la arquitectura, un proceso que aunque es creativo tiene una serie de lineamientos muy claros como la viabilidad constructiva, el presupuesto y cronogramas que se confrontan con la irreverencia y frescura que puede generar un proceso artístico. Así que de manera muy intuitiva viví un proceso de reflexión artística en conjunto con la facultad de DEE en la Universidad Piloto de Colombia donde soy docente. El objetivo de lo que hago como pedagogo es mediante la lúdica, generar procesos de abstracción y conceptualización con piezas artísticas que después pueden ser aplicados a los talleres de diseño.
Considero a los artistas como seres especiales que sienten en una frecuencia diferente al resto del mundo, pero no son necesariamente los únicos creativos, considero la creatividad como una cualidad inherente pero no explotada de todos los seres humanos.
Heathrow 2029 / Serie "Utopías Urbanas" Imagen de performance ejecutado, 2009.
Jorge: La interpretación de la necesidad del cliente, de su búsqueda de algo habitable y práctico. ¿Cuál es la virtud del arquitecto que logra hacerlo?
Andrés: Debo iniciar aclarando que no considero al diseño como un proceso inspiracional espontaneo, por el contrario, creo que el buen diseño es la sumatoria de muchos procesos, cuestionamientos y ejercicios secuenciales que llevan al desarrollo de un producto espacial de una manera más coherente e infinitamente más creativa.
El egotismo es el peor enemigo de la profesión, el arquitecto ético –entendiendo como parte de la ética la grandeza- debe luchar por huir de las tendencias y los ya reconocidos estilos propios para comprometerse con las necesidades del usuario.
Considero que como diseñador soy sólo un lector empático de las necesidades y sueños del cliente y debo utilizar mi experiencia y sensibilidad para plasmarlo en diseños y volverlos construibles. Los gustos de Andrés Gómez para el 2016 probablemente me parecerán fatales el próximo año, pero el cliente habitará el proyecto por décadas. La virtud de arquitecto se forma en parte en alejarse de la opción de hacer vivir al cliente de referentes, modas y publicaciones en revistas.
Urban Stripes / Serie "Utopías Urbanas". Maqueta y fotos intervenidas, 2009.
Jorge: Hace poco me hablaste de esculturas habitables, cuál es tu siguiente paso en ese ejercicio evolutivo de tu carrera.
Andrés: Me encuentro en un momento de mi vida donde necesito unificar mis 3 personas: el arquitecto estructurado y especializado en diseño, el docente cuyo único interés es generar procesos creativos conceptuales centrados en la experiencia del usuario sin matices poéticos de forma y el pintor a escondidas que utiliza el arte como un diario personal y donde la poesía de la forma y la expresión lo son todo.
La posible resultante a esta disfuncional sumatoria es el desarrollo de piezas habitables, esculturas funcionales donde prime la experiencia del usuario a través de simples, pero contundentes espacios reflectivos.
Hogar-estudio de Andrés Gómez.
Jorge: Has contado historias con un lenguaje expresionista. En tu pintura no veo el trazo geométrico que hace recordar las plantas hechas por un arquitecto.
Cuando diseño soy una especie de medium que transforma sueños en ejes, tramas, muros, vacios y demás composiciones geométricas. Pero cuando pinto cuento mi verdadero yo: irreverente, contradictorio, cargado de historias sin miedo a contarlas, erótico, apasionado y agnóstico. Honestamente jamás creí encontrarme en una fase expresionista, pero fue lo que fluyó por mi cuerpo y se terminó volviendo mi lenguaje, me divierte y emociona ver a alguien parado frente a mi obra, indagándola y recorriéndola pero que cuando lee las notas personales -que siempre acompañan las obras- puede suspirar un poco y encontrar una experiencia similar en su vida.
Aquelarre, mixta sobre lienzo, 90 x 35 cm, 2016.
No sabía cómo hablar de la parte más humana de su obra, pero me decidí a cerrar el artículo resaltando que masas entristecidas por el ataque de ácaros, hongos, bacterias -pieles ya sin pelo, mapas de dermatitis que deformaban a estos mártires-, renacieron en sus manos afectivas. Sus perros aún tienen la huella de esa etapa cruel de la que Andrés Gómez los recuperó recibiéndolos en su hogar-estudio, allí llegaron estos refugiados de las calles. No todo en el estudio es diseño, no todo es acrílico, él transforma también con compasión.
Presentación en el templo / Serie "Si yo fuera Jesús". Acrílico sobre lienzo, Andrés Gómez, 100 x 170 cm, 2015.
Enviar un comentario nuevo