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Pueblo Tribal afro descendiente chileno.
Y LLEGARON CON CADENAS
Por Vicky Larraín
Se dijo que nunca hubo negros en Chile
Se dijo que se murieron de frío.
Se dijo que desaparecieron buscando algún sol que entibiara el recuerdo
Sin embargo:
Una cantidad no menor de negras se levantaron ese día y agregaron cuando algún presidente afirmó que NO HABÍA NEGROS EN CHILE: Acá estamos nosotras y no estamos pintadas.
Han pasado 30 años desde que la comunidad afro descendiente chilena intenta ser visibilizada, intenta un reconocimiento. No lo han logrado.
Este año en el Congreso Nacional se expusieron dibujos y pinturas, escuchamos a sus dirigentes, supimos que intentan una vez más mostrar que si existen, que están allí en presencia constante, que desean que sus palabras sean recibidas con dignidad.
Y ese día nos sentimos rodeados del sonido de tambores que olvidaron la rutina de cualquier mañana.
Y supe que:
Los negros en Chile como en todo Latinoamérica aparecen en el continente como esclavos traídos desde el Congo y Angola. Su suerte no es mejor que la de cualquier esclavo emergiendo de esa neblina gris de la injusticia, tratados como salvajes o como personas sin conciencia ni necesidades portando las cadenas de una libertad inexistente.
La presencia negra esclava y/o libre en el corregimiento de Arica en el siglo XVII y XVIII puede resumirse en un ir y venir de resignaciones y resistencias donde se aprendió a vivir en la exclusión social, en el desarraigo y resistencia, desde alzamientos violentos, huidas y cimarronaje . La cartas y peticiones de libertad fueron un reflejo de esta tensión, la libertad era pensada por años y planeada una y mil veces, imaginada en silencio, pues cada castigo, cada proceso judicial era el esfuerzo de pasar de “objeto” a “sujeto legal”[1]
Su lucha no ha sido fácil por lo que se manifiestan a través de una pedagogía constante creando organizaciones como son Oro Negro Y Lumbanga cuyas presidentas son Marta Salgado y Azeneth Báez Ríos, respectivamente, como también realizando exposiciones de arte africano –chileno, charlas y todo tipo de actividad que logre visibilizar a la comunidad.
Azeneth Báez Ríos Directora grupo Lumbanga
““Y es que aunque no quiera reconocerlo, el chileno es racista”, señala Azeneth Báez Ríos, presidenta de la organización “Lumbanga”. Lumbanga es el nombre del antiguo barrio negro de Arica, en el centro de la ciudad. Hasta inicios de siglo XX, rebullía de lavanderías, billares y casas de remolienda.
Marta Salgado Directora grupo afrodescendiente Oro Negro
"Siento una desazón" con respecto al panorama actual del Movimiento Afrodescendiente, señaló Marta Salgado. | Fotografía: Renattografía
Por otra parte Marcos Llerena Carvacho siendo el mismo un afrodescendiente, es un activo miembro que ha apoyado de muchas maneras dicha entidad, nos cuenta como ha conversado con políticos de distintas tendencias para obtener el reconocimiento deseado sin obtener mayores logros, asimismo ha creado entre muchas otras actividades, la cátedra afro descendiente de la Universidad de Tarapacá junto a Marta Salgado.
Marcos ha atravesado laberintos de obstáculos, ha mirado en espejos donde los rostros de políticos se multiplican en una indiferencia a ultranza y recorrido pensamientos que viajan lejos de dicho reconocimiento. Han pasado 30 años dice, 30 años en que no se nos ha escuchado ya que no existe un libro de historia que reconozca nuestra identidad afro descendiente.
En la nueva Constitución tampoco lograron estar representados. Nos dice: Es meramente un problema político y que tiene a ver con la cantidad de votos aceptados.
Afrochilenos por una nueva Constitución Ya”.
Es el grito que recorre nuestros campos y valles esperando ser escuchado de una vez por todas.
Esta ha sido mi impresión de la entrevista a Marcos Llerena un hombre orgulloso de su identidad y comunidad, pero creo mejor lo escuchen a él a través de este video que si bien no contiene todo su pensamiento he editado aquellos fragmentos que me han parecido mas relevantes.
El título “Y llegaron con cadenas” hace alusión al libro escrito porAlberto Díaz, Luis Galdámez y Rodrigo Ruz, historiadores de la Universidad de Tarapacá.