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NATASHA GUDERMANE / MADEMOISELLES: RETRATO ÍNTIMO DE PARISINAS
Por Ricardo Arcos-Palma
rjarcosp@gmail.com
Desde hace mucho tiempo el desnudo tiene que ver con la fotografía; dicho de otra manera, la fotografía siempre ha desnudado el cuerpo y la mirada, como en el famoso cuadro (eminentemente fotográfico) El origen del mundo (1866) de Gustave Courbet, realizado a partir de una fotografía del cuerpo femenino. La fotografía nos ha acostumbrado desde entonces a ver de frente y sin tapujos el cuerpo humano. ¿Pero luego de tantas imágenes fotográficas que nos muestran el cuerpo humano en su desnudez es posible aun sorprendernos? Por supuesto, y eso sucede precisamente con la obra fotográfica de Natasha Gudermane, fotógrafa rusa que vive y trabaja en París desde hace ya algunos años.
Dede. Gwen.
Tuve la fortuna de conocer a Natasha durante una exposición de Jeff Manzetti y Julianne Rose en París durante el verano del 2009. Desde entonces su fotografía me ha interesado mucho a tal punto que incluí una de sus obras (Keeping the garden) en la curaduría para Femenino / Masculino, arte y erotismo que realicé para el Museo de Arte de la Universidad Nacional en el 2010. Pero hay una serie de fotografías que me impactaron mucho desde que la artista me las mostró: es la serie “Mademoiselles: retrato íntimo de parisinas”.
Kitty Juliette.
Esta serie tiene una particularidad: es la de mostrar sin tapujos la relación que se establece entre el cuerpo femenino y su lugar de habitación, que generalmente es un lugar bastante reducido como sucede con la mayoría de espacios de vivienda en París. Los cuerpos se amoldan de una manera especial a esos lugares reducidos como si fuesen cajas donde los cuerpos terminan adaptándose. En la antigüedad Vitrubio insistía en que “el cuerpo es la medida de todas las cosas”; ahora en esta altermodernidad (Bourriaud) esa sentencia parece haberse invertido para insistir en que las cosas determinan la medida de todos los cuerpos. Esta inversión radical, donde el espacio termina modelando los cuerpos, parece revelarse en las fotografías de Gudermane.
Los retratos que realiza la fotógrafa, logran mostrarnos algunas relaciones imposibles donde el cuerpo parece tomar la forma de las cosas, donde el cuerpo se amalgama con los espacios pero guardando su singularidad. Así sucede con el retrato de Juliette, donde ella parece emerger o sumergirse en un canasto; ese elemento doméstico propio de una cierta feminidad, se convierte en el receptáculo del cuerpo desnudo. El color naranja del canasto contrasta equilibradamente con el fondo azul de un sobre-sábana y el blanco de la piel de Juliette. Esta foto que para nada es simulada, pues Gudermane siempre deja que las “modelos” jueguen con su espacio y sus cosas
Hayat
Otra fotografía me llama mi atención por su simplicidad, fuerza expresiva y contundencia de la imagen al mostrarnos algo que parece entrar en conflicto con la condición femenina dentro de la religiosidad es el retrato de Hayat: ella, frente a su ventana que enmarca luminosamente su cuerpo desnudo juega con las cortinas-velo rojo, y termina cubriendo su cabeza al igual que lo hacen las mujeres practicantes del islam, donde el pudor en este caso parece haber sido desterrado. Esta foto es a mi juicio una de las mejores por lo que evoca.
Hay en esta serie dos fotografías de Gwen, que son también magistrales: la primera la vemos a ella, en posición fetal, debajo su mesa de comedor en cristal; la mesa está dispuesta para la cena de cuatro personas. Su cuerpo encerrado en este objeto cotidiano realiza una analogía entre el alimento, el cuerpo soporte y la mesa. Una especie de postura frente a la idea del cuerpo alimento o alimentador. La segunda fotografía vemos a Gwen sobre su cama, de pie y erguida mientras sus manos sostienen el cubre-lecho blanco que a su vez cubre su torso. A penas sus piernas surgen de la tela. El cuerpo se transforma en una especie de árbol que invita al sueño.
Laura Leela
Cada fotografía de esta serie nos permite introducirnos en el mundo de lo íntimo, donde lo femenino es visto desde otro ángulo, donde lo domestico deviene no una tara y una camisa de fuerza sino la posibilidad de explorar sensualmente el espacio y la relación del cuerpo con las cosas. Natasha Gudermane, seguirá sorprendiéndonos sin duda con sus imágenes.
Bogotá, diciembre 2011.
Entrevista en un programa ruso:
http://www.youtube.com/watch?v=iBCdYQJEGtg