revista virtual de arte contemporáneo y nuevas tendencias
año 8
Número 90 - Diciembre 2006


MONICA HERNANDEZ Y EL PLIEGUE DE LA IMAGEN

Desde Colombia, Ricardo Arcos-Palma

 

Sabemos que la primera imagen que tenemos de nosotros mismos se constituye a través del otro. Ese otro inmediato (la madre), se transformará en ese espejo que permite reconocernos como seres vivientes. Esa relación intima, se desborda con el tiempo, donde el otro, puede ser el mismo cuerpo. En la obra de la joven artista Mónica Hernández, el cuerpo deviene el lugar idóneo para que la iamgen fotográfica se doble en si misma y comience a desplegarse en otro sentido, en otro plano representativo. Este mes en revelado, echaremos un vistazo crítico a la obra de Hernández que constituye un imaginario visual, bastante interesante.

Sus fotos hace referencia al espejo. Pero en realidad no es solamente un reflejo lo que interesa, sino también la cercanía de ese reflejo. Podemos decir entonces que ese límite, donde las imágenes se tocan, surge la esencia de la fotografía de Hernández. En una de sus fotos, vemos como por ejemplo a manera de secuencia, el cuerpo se reconoce cuando guarda una cierta distancia en el reflejo de su imagen. A medida que se acerca al punto de unión, al pliegue de la imagen, el cuerpo se hace prácticamente irreconocible. Se genera entonces otro cuerpo, informe (¿?) que nos hace pensar en esa famosa fórmula artaudiana: el cuerpo sin órganos.

El pliegue entonces, no es el fin de algo, sino una continuidad... ¿Cómo evitar pensar en Deleuze y su texto sobre el pliegue? ¿Podemos ver en estás imágenes un neobarroco para ser coherentes con la tesis deleuziana? Quizá no. Pero lo que es pertinente para nuestra reflexión, es tener en cuenta que el pliegue es una posiblidad de continuidad, de creación de un nuevo movimiento, que lejos de agotarse en la dobladura, continúa más allá. Claro Gilles Deleuze en su análisis nos habla de los hábitos y vestimentas barrocas; aunque aquí podremos extendernos sin temor al pliegue del cuerpo mismo. Pues en efecto, el cuerpo está lleno de pliegues, desde la comisura de los labios, hasta la de las articulaciones... basta con mirarnos las manos para darnos cuenta de ello.

Las fotografías de Mónica Hernández, nos dan cuenta entonces, que la imagen tiene su propio doblés, su propio pliegue. En este sentido, en ese doblamiento, donde el comienzo y el fin se unen en un instante, donde la imagen se reconge para volverse a desdoblar, aparece una nueva imagen que deviene misteriosa, inaprensible, extraña e irreconocible. Estas imágenes fotográficas que usted puede observar en Escaner, son una invitación a entrar en el mundo del recogimiento, donde la intimidad del pliegue, seguirá siendo un mundo por descubrir. Cómo el infante que aprende a realizar un barco de papel, o un avión, nuestra mirada hace y deshace nuevamente lo que esta viendo en el intento imposible de reconstituir la imagen "original".

 

 

 

 

 

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