Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 8

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 83
Mayo 2006


PALDEN GYATSO
EL REGRESO DESDE UNA HOGUERA ETERNA
Desde Chile, Alvaro Oliva

 

Tras pasar gran parte de su vida encarcelado este anciano logró huir para alertar al mundo sobre los extremos a los que ha llegado China.

La tortura y opresión no es un derecho reservado de nuestro país y del pasado, sino que es una aberración que aún existe en diferentes puntos del globo y en diversos matices. Para ser más específicos nos referiremos China, ese rojizo caracol que ha dejado tras su paso una pegajosa huella de dolor muy difícil de limpiar.

Una de las tantas víctimas de la China Comunista y, por suerte, uno de los más importantes testimonios actuales, es el monje tibetano Palden Gyatso. El relato de la vida en cautiverio de este pacífico anciano se ha difundido en todo el planeta, su conmovedora historia y equilibrado carácter han traspasado, con la ayuda de los vientos de sus maestros, diversas naciones, llegando a convertirse en la más fiel prueba de los desgarros que persisten en Oriente.

Palden Gyatso nació en 1933, en Panam, a doscientos kilómetros de la capital del Tíbet. Como un habitante más de la región su vida estaba orientada a las labores de cualquier monje y a sus continuas reflexiones. Su amor por las tradiciones de su tierra lo arraigaban a una búsqueda de la perfección espiritual.

El Tíbet aún era un paraíso en medio de lo terrenal donde sus habitantes dedicaban gran parte del tiempo a la contemplación y oración siempre bajo la majestuosa complicidad de las grandes montañas. Sin embargo, los templos, tradiciones y libertades se desvanecieron para siempre tras la invasión China.

Un atentado contra una cultura antigua, un dardo contra el complemento "hombre-naturaleza" fue el trágico momento que rodeó a Palden, quien tras participar en una manifestación pacifica fue encarcelado, el 10 de marzo de 1959.Desde esa fecha su vivir se transformó en una continua tortura que lo llevó a diferentes cárceles hasta ser liberado en el año 1992, cuando había cumplido los sesenta años de edad.

Es difícil llegar a comprender, especialmente para nosotros, individuos occidentales de la inmediatez del liviano siglo XXI, como un ser humano pudo tolerar el sometimiento a estos decadentes años sin llegar a la demencia. Sólo una concentración tan grande y un apego a sus propios valores hicieron que Palden sobreviviera y pueda contar hoy en día como esa incisiva parte del humano sigue latiendo en una nación como China, esa supuesta economía a la que muchos países del mundo le rinden pleitesía ante su progresiva apertura económica. Pues claro, que más se podía esperar de los países desarrollados, ya que si de números y acercamiento al capitalismo se trata los detalles (torturas y porras eléctricas) son simples juguetes que se esconden en una caja de zapatos, mientras el desprendimiento de los dientes y los golpes eléctricos contra cientos de tibetanos siguen repitiéndose.

Resumir las vivencias de Gyatso causa dolor y rabia, son obstante al enterarnos de la paciencia y fuerza de este monje la calma retorna a nuestras mentes. En los treinta y un años que estuvo en prisión fue sometido al amplio menú de torturas que los chinos salpicaban en cada periodo de sus gobiernos, como ya dijimos anteriormente, porras eléctricas, grilletes, patadas y una serie de prácticas que con cada gobierno de turno aparecían como una nueva moda.

Como si todo esto fuera poco Palden fue víctima de interminables sesiones de "educación" donde se les obligaba a estudiar editoriales y diarios donde se adoraba a la madre patria.

La violación no sólo se limitó a los cuerpos, sino que también a la cultura del Tíbet. Palden fue testigo de la Revolución Cultural de Mao, y de la construcción de las torres de humos que consumían los libros y vestimentas de una cultura antigua y patrimonio de la humanidad. Sus lágrimas por el dolor físico se mezclaban con las originadas en la amargura de la destrucción de los templos de una rica tradición.

El fuego comenzó arder en su piel justo cuando fue capturado como el peor de los criminales, se le acusó de ser fiel al Dalai Lama y enemigo de la unidad China. Las torturas no tardaron en estrenarse para que confesara que su maestro Gyen era un espía indio.

Desde su captura sus parientes eran torturados (su madrastra quedo parapléjica) y otros asesinados por el simple hecho de que no formaban parte de la clase del pueblo del antiguo Tíbet. Más tarde las técnicas del sufrimiento se tornaron mas sofisticadas y el gobierno Chino invirtió más dinero en esta materia hasta que en el año 1981, comenzaron a utilizar las temidas descargas eléctricas entres los prisioneros.

Según Palden, el 13 de octubre de 1982 fue uno de los días más oscuros de su infinito cautiverio tras negarse a denunciar al Dalai Lama y a reconocer al Tíbet como parte de China. Tal "atrevimiento" lo hizo víctima de reiterados golpes de corriente eléctrica que no sólo le hicieron perder el conocimiento, sino que también produjo la perdida de casi todos sus dientes en medio de inconscientes convulsiones.

"Me acuerdo como si fuese ayer de cómo las descargas hacían vibrar mi cuerpo. Cada descarga me dejaba paralizado con un furioso escalofrío. Me desmayé y cuando volví en mi, me encontraba rodeado de un charco de vómitos y orina. Había perdido la noción del tiempo de lo que había pasado allí, tenía la boca hinchada y apenas era capaz de mover la mandíbula. Entre fuertes dolores, escupí algo en el suelo, eran de mis propios dientes".
(Palden Gyatso. "Fuego Bajo la Nieve". Ediciones.Barcelona.2001, pág. 245)

Las técnicas de tortura también se aplicaban a los jóvenes y monjas tibetanas, estas últimas debieron soportar la aplicación de electricidad hasta en sus órganos sexuales.

En su larga reclusión Palden también estuvo sometido, especialmente en la época de Mao, a trabajos forzados y a la escasez de alimentos, sin embargo siempre que su pena se iba a cumplir lo condenaban a mas años de prisión. Sus torturas y presidios se extendieron especialmente cuando intentó escapar.

Finalmente, en al año 1992 fue liberado y expresó, durante los últimos interrogatorios en la cárcel, que quería volver al monasterio, sin embargo en su interior deseaba huir de China para testimoniar al mundo la realidad que se escondía. Con la ayuda de unos amigos, obviamente anónimos, logro huir de China vestido con camisa y corbata, y portando una bolsa con los objetos de tortura que se ocupaban en la cárcel.

Una parte del trayecto la hizo en un vehículo y el cruce de la frontera hasta Nepal a pie, con la ayuda de un guía con el que atravesó por diversos senderos en medio de bosques impenetrables, hasta llegar a un centro de refugiados donde centenares de tibetanos de otras regiones habían logrado escapar. Mucho de ellos cruzaron a través del Himalaya por lo que presentaban graves cuadros de enfriamiento y en algunos casos debían someterse a la amputación de algunas de sus extremidades.

Más tarde, siempre con el temor sobre sus hombros, huyó hasta la India alejándose cada vez mas del abominable poder Chino. Fue así como en este nuevo país fue entrevistado por la BBC y apoyado por Amnistía Internacional.

Cuando todo el sopor había quedado atrás se encontró con el Dalai Lama quien lo animó a expresar su experiencia a todo el mundo, fue de esta forma como materializó su libro "Fuego Bajo la Nieve" donde relata los momentos de su insoportable cautiverio.

En 1995, fue el primer tibetano en declarar su caso ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, testimonio que obviamente fue negado por una delegación China que argumentaba, con la frente en alto, que en su país no se practicaba la tortura. Frente a esta injusta situación Palden no se enfureció y se limitó a continuar con su peregrinación mundial tras búsqueda de la liberación de su pueblo.

Sus manos agrietadas, las hendiduras de su cuerpo y la destrucción de su boca se consuelan y rehacen en su recuerdo de un Tíbet antiguo con monasterios humeantes de inciensos o vestidos de algodón por algún invierno mágico. Es el antiguo Tíbet que los chinos acusaban de monárquico, es la visión sencilla y delicada que aún da vueltas en la mente de Palden, ese deseo de volver a ver su tierra libre de la violencia China.

Una bola de cristal es el Tíbet, una estoica y minuciosa burbuja de agua pisoteada por la bota de un país enfermo por la opresión y necesidad de dominio. A eso se apega Palden, a ese recuerdo que lo acompañó en su niñez donde el té tibetano, peregrinación y oración era todo lo que necesitaba para poder respirar sin interrupciones, para buscar esa calma inalcanzable para la mayoría de la humanidad.

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