Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 8

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 83
Mayo 2006

 

MARCELO MEJIA Y LOS JUEGOS DE GUERRA
Desde Colombia, Ricardo Arcos-Palma

 

Este mes en Escaner dedicaremos un vistazo crítico a la obra del joven artista colombiano Marcelo Mejía, egresado reciente de la Universidad Nacional de Colombia y quien expone en el salón Bizarro de la U. Piloto de Colombia. En ocasiones la fotografía parece devenir algo que revela una serie de contradicciones. En este caso, la fotografía pone de manifiesto algo que está implícito en el juego. Un juego donde el va y viene, tiende a establecerse como una opción para que la dicotomía se convierta en una lectura donde se puede observar la opción real del juego. ¿Pero qué sucede cuándo esos juegos son juegos de guerra ? Las fotos de Mejía, elaboradas dentro de lo escenográfico, son muestra de un simulacro perfecto donde juego y ficción puede devenir algo real.

Los soldados de juguete devienen el objeto fetiche por excelencia de aquél que juega a la guerra, soldados de plomo y de plástico son lo objetos perfectos para jugar a la batalla. Claro, todos en algún momento de nuestra infancia hemos jugado a la guerra. ¿Pero qué es lo que ocurre cuando aquél que juega a la guerra no es propiamente un niño sino aquél quien tiene a cargo un verdadero batallón de soldados de carne y hueso? Indudablemente la guerra se ha asumido como un verdadero juego. Desde las guerras donde las Centurias romanas (grupo conformado por cien soldados), se alineaban al capricho del César, como piezas fundamentales para la victoria sobre los bárbaros, hasta los juegos "pirotécnicos" que aparecían ante nuestra mirada perpleja, en la pantalla de nuestros televisores como puro simulacros de una guerra donde no hay imágenes de guerra, como en el primer conflicto armado del Golfo en los años noventa, pasando por el famoso desembarco de Normandía donde en su intento por alcanzar las líneas enemigas, perecieron miles de soldados. Por no citar sino esos grandes conflictos armados, así existan otros, como en nuestro país, donde la guerra deja de ser un simple juego, pues ya no hay ganadores ni perdedores, como en todo juego sino solamente perdedores.

Indudablemente las fotos de Mejía tienen esa virtud de revelar , precisamente lo complejo de los juegos de guerra. Sin embargo - y eso lo hablamos con él -, sus fotos extremadamente bien elaboradas, tienden hacia un punto bastante discutible y es ese esteticismo que puede sin duda convertirse en una especie de apología de la guerra. ¿La guerra es bella como lo afirmaba Marinetti en su manifiesto futurista? Claro esto, está lejos de las intenciones de Mejía, pero valdría la pena preguntarse ¿qué sucede cuando un tema como este, no solamente se muestra como algo "bello" sino también como algo lúdico? Los problemas que pueden surgir son bastantes, pero deberíamos pensar en la relación inmanente de la imagen de guerra vehiculada por los medios de comunicación y por las grandes empresas de cine como Hollywood , donde la guerra efectivamente deviene un juego en el sentido más banal del término. Por supuesto, lo que vemos no es sino un simulacro de una batalla, pero al mismo tiempo nos muestra la relación entre esa aparente ficción donde el juego puede devenir un asunto de realidad. Esta es la virtud de Marcelo Mejía en su trabajo en desarrollo que sin duda en el futuro dará mucho de que hablar.


 

Ricardo Arcos-Palma
Altiplano de Bogotá.
Abril del 2006.



 



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