Santiago de Chile.
Revista Virtual. 

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 64
Agosto 2004

ARTE EN LA CIUDAD


Texto: Carlos Yusti

Las ciudades poseen una historia arquitectónica que las explica. También tienen una estética que les proporcionan un perfil espiritual característico. Sus calles, plazas, centros comerciales y parques son los espacios públicos en los cuales la gente entra en contacto con el arte.

Ciudad Guayana como toda ciudad comenzó a partir de una idea, fue el sueño y la pesadilla de algunos. Poco a poco dejó de ser ese espejismo en un paraje desolado para convertirse en un componente abrupto en el paisaje, para devenir en un hecho palpable con su comedia humana desarrollándose en sus entrañas, con su Shakespeare barato escenificando en sus intersticios.

Como es lógico el arte, en sus distintas manifestaciones, aporta los huesos y nervios espirituales necesarios para que la practicidad urbanística de la ciudad sea más tolerable. En muchos sitios de la ciudad se encuentran obras de arte de gran valor. De igual modo existen obras que no pasan de ser atentados estéticos, en las cuales el mal gusto y la dejadez mental, tanto del artista como de las autoridades, se entrelazan ofrecer a la ciudad piezas de arte de dudosa sensatez y calidad.

Entre las obras que conforman un definitivo deleite para lo sentidos tenemos el Cubo de Alejando Otero, ubicado en la entrada de empresa Sidor. Esta pieza, denominada "Integral Vibrante" (1968), tuvo su génesis en la serie escultórica "Esculturas Cívicas". Estructuras caracterizadas por la monumentalidad y que combinaban luz, sonido y movimiento como decantada expresión del arte cinético.

Otras dos esculturas de acabada estética se encuentran situadas a la entrada de la Sala de Arte Sidor Una pertenece a Ramón Morales Rossi y la otra fue realizada por Alexis Sequini. En ambas el duro material con la que están hechas se vuelve dúctil y adquiere movimiento. Su oxidación natural le agrega un componente compositivo adicional que le proporciona a las dos piezas una belleza desprovista de toda artificialidad. Por el mismo sector de Alta Vista si avanzamos unas cuadras más allá encontraremos un móvil del que pende una especie de águila. La escultura es un encargo y fue realizada por Genaro Bastardo. No es uno de sus mejores trabajos. Los elementos empleados en la escultura son dispares y el águila posee cierto naturalismo feo que desequilibra toda una obra que supuestamente debía conjugar equilibrio y movimiento.

En la redoma del Terminal de autobuses de Puerto Ordaz encontramos la suma de la desidia municipal al ser el abanderado de un proyecto escultórico en verdad horrendo y que no justifica los millones de su costo. Este "Monumento a la Paz", luego de su inauguración desató una guerra de comentarios adversos. Las autoridades municipales trataron de campear el temporal aduciendo que el escultor tuvo todas las libertades necesarias para realizarla. La obra consta de una escultura central de gran tamaño (una paloma erguida y con las alas extendidas hacia atrás) acompañada de piezas escultóricas de menor envergadura que representan delfines, tortugas etc. La paloma en cuestión está pintada de color naranja como suma cursilería plástica. A manera de sorna mucha gente dice que el alcalde les pintó una paloma a los habitantes de la ciudad.

Al final de la avenida Castillito se encuentra la Escuela Wenceslao Monserratte y cuya importancia no radica en sus avances educativos, sino que es una escuela museo. En sus paredes se encuentran las obras pictóricas de los más destacados pintores de la ciudad. Alrededor de 20 artistas participaron de este proyecto cuyo promotor fue el desaparecido Ismael Montilla.

En la elaboración de los murales participaron pintores como Elizabeth Claxton, Miguel Pedrique, Edixo Primera, Ramón Espina, Luis Vignati y una variopinta de pintores con las más peculiares tendencias.

Toda ciudad posee su hechizo, tiene su alquimia particular y saber encontrar esa magia bien merece un recorrido exploratorio. Conozco muchos amigos que viven en Ciudad Guayana y desconocen por completo ciertos lugares, ciertos aromas que a estos "parajes de hormigón" le proporcionan sus rasgos determinantes. La estética creada por el hombre compite con la estética creada por la naturaleza, pero más que competencia hay una yuxtaposición donde ambos rituales creadores se funden.

Toda ciudad posee una melodía especial donde resuena la vida con sus acordes grotescos o plenos de armonía. Allí está el río con su estética y el sol se refleja en sus aguas como una engañifa, un espejismo de ese oficio de la naturaleza que llamamos belleza.

 

 



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