Santiago de Chile.
Revista Virtual. 

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 62
Junio 2004


LA PRECIPITADA Y SILENCIOSA ACTUACIÓN
DE BARBARA LAMARR

Por: Alvaro Oliva
"Bárbara Lamarr "

No es necesario apreciar una película de Bárbara Lamarr para sentir el placer de constatar el impacto de su presencia, tan solo basta con ver una añosa fotografía, en blanco y negro, para emocionarse con su mirada extraviada que la enmarca en una obra de arte que fue real y que latió, a comienzos del siglo XX.

En la era del cine mudo, Lamarr, nacida en 1896, en Washington, encontró el camino donde sus gestos pudieron ser descubiertos por el público que se doblegó ante el hallazgo de este yacimiento de tesoros que sometía a un papel secundario su belleza genética, ya que tan sólo su semblante y disposición, hizo olvidar, por momentos, su hipnótica porcelana maquillada, para llevar al receptor al arte dramático que aparecía como un rayo de luminosidad en los instantes en que abría sus ojos.

Su vida fue breve y exhausta, sus primeras actuaciones las realizó a los siete años y ya, a los 14, conquistaba a la audiencia norteamericana. Estos primeros pasos sirvieron de base para la conformación de la diva que protagonizaría los años '20, de quien se decía que dormía dos horas al día para poder disfrutar la vida en torno al alcohol, los narcóticos y el sexo.

Su patrimonio no fue tan sólo la constitución externa de su cuerpo, sino que también su sentido del humor e inteligencia que la llevaron en sus primeros años a escribir guiones (redactó más de siete) hasta que un día, motivada por su amiga Mary Pickford, comenzó a dedicarse profesionalmente a la actuación. Su primer papel importante fue en "Los Tres Mosqueteros"(1921), donde su presencia no fue únicamente estética, ya que demostró una capacidad y talento innato en todo el rodaje. Su desbordante energía y esa incesante vitrina de toda clase de estados de ánimos, hicieron que Bárbara se transformara en una ecuánime balanza de capacidad y estilo.

"Bárbara Lamarr "

Sin embargo, como la perfección física y sus encantos también traen problemas anexos, la vida de Bárbara se fue tornando más intensa, ya que recibía toda clase de invitaciones una vez que terminaba sus horas de grabaciones. Fiestas, amantes y estimulantes de todo tipo se fueron haciendo cada vez más frecuentes, hasta que formaron parte de la razón de ser de esta diva que estaba rodeada por una diversidad de intereses.

Pero no sólo la diversión y los excesos estuvieron presentes, sino que además una serie de películas que por suerte perpetuaron sus rasgos en la pantalla grande; "La Ciudad Eterna", "Almas en venta", "Extraños de la Noche", "La Mariposa Blanca" y "El corazón de una sirena", son algunas de las obras que retratan una época olvidada con rostros de actrices imposibles de ser imitados en la actualidad.

La incontrolable ansia de existir terminó por configurar a Bárbara en una dama de la creación que bailó, actuó y escribió en complicidad con su propia perfección femenina. Se transformó en la "elegancia-humanizada" que inquietó la salud física y mental de muchos de sus consortes, de turno o fijos.

"Bárbara Lamarr "

Sus cincos esposos y amantes, y por que no decirlo, algunas mujeres extremadamente vulnerables ante cualquier belleza física, no pudieron asimilar esta verdadera pieza de joyería, la idea de percibir inteligencia y estímulos corpóreos al unísono, los hizo víctimas de los encantos de Bárbara que no dejaba de pasearse por el mundo desafiando las normas de su país y además las de su propia salud.

Sin embargo, su carrera ascendente y el vertiginoso estilo de vida se derrumbó estrepitosamente, en el momento en que la muerte se la raptó, poniéndose sus guantes de encajes para trasladarla a su gabinete, así, se reservó la atribución de llevarse a Bárbara, a los 29 años de edad, en la década de los años ´20.

¿Que más se puede decir sobre Lamarr?. Es inútil recordar la infinidad de historias que han surgido sobre su vida privada, es ineficaz proseguir hablando de su fugaz disipación, sólo nos queda continuar en el goce de verla en la pantalla. Quizás, en estos momentos, ella es un par de ágatas en el firmamento que vislumbran ese moribundo piano tronchado que sonaba en otras épocas, mientras sus extremidades conformaban acciones. Desde las alturas su velo mortuorio esconde sus ojos y su piel todavía brilla bajo los infinitos iluminadores del universo que la circunda.

 

 



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