Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 4
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 42
Agosto de 2002

LOS DIÁLOGOS DEL SILENCIO.
NOTAS SOBRE LA POESÍA DE FELIPE VÁZQUEZ

Desde México, Jorge Solís Arenazas.

Un equívoco frecuente entre críticos e incluso varios escritores consiste en anunciar algo llamado crisis de la poesía. Otros tantos declaran, también erróneamente, que no es la poesía, ostentada en su generalidad, sino una etapa muy específica de ésta, ciertos valores líricos, la que se ha erosionado. Pero, en rigor, no se trata de una crisis sino de un aletargamiento debido, no sin cierta paradoja, a la ausencia de crisis reales. La actitud del hacedor de versos pareciera cada vez más cómoda y satisfecha. La tinta como gesto chirriante es algo cada vez más inusitado. El poeta ahora ha vivido de sus seguridades y por ello ha dejado de vivir como tal. Se ha extirpado lentamente, de sus diccionarios y cuadernos de notas, la palabra "crítica". El gesto se domeña y la escritura empieza a titubear en la palidez.

Ante tal abigarramiento de voces sólo puede surgir la crítica, entendida como un poner en crisis los fundamentos del horizonte de la escritura poética. Y no es desde la exterioridad (precisando: un exterior solamente artificial) que esto puede llevarse a cabo. Debe surgir desde el interior (esto es, el exterior verdadero), en el tenor de un diálogo silencioso, como el que puede encontrarse en la obra poética de Felipe Vázquez (Teotihuacan, 1966), que representa una dislocación con los vicios del gusto literario actual, de todo "gusto" posible. En su lento acendramiento crítico, renuncia a las sensualidades al uso, no reitera florilegios canónicos ad náuseam, huye de las fabulaciones fáciles y de la sonoridad fetichizada a partir de juegos inofensivos. No es éste el yermo terreno de las musas ni la marejada emocional exaltada sin más rigor que el de un balbuceo. Por el contrario, se halla ese diálogo silencioso como un mirar críticamente al plano escritural en el cual se incardina, en un juego de desciframientos, negaciones y afirmaciones, desde un claro aliento interrogativo. Sólo a partir de este diálogo el gesto resulta vital, frente a una tradición que se ha traicionado a sí misma, en la medida en que se ha reproducido sin la criticidad debida, terminando en el solio estéril, con su correlativo desgaste retórico.

La obra de Felipe Vázquez tiene en la escritura su propio sujeto, entendiendo esto desde dos planos. Primero, en la medida que el cuestionamiento surge desde la ambigua boca espesa de la escritura para anclar finalmente en sí misma:

           

            El poema surge de lo blanco y nadie

                        en esa aparición

            toca la ausencia del poema

            (...)

           

            Nombra lo blanco en su blancura pero nadie

            lee blanco en lo blanco sino el blanco

Cumple el doble papel: actuante y escenario: actor y condición de posibilidad de ser. Una realización de sí. Sujeto no como el yo sino como el se, pronunciado en el tenor de su vivir y en el cómo de su presencia. Con esto queda claro que no se trata de sujeto porque en sus poemas se "hable de". Como heredera real de la tradición crítica de la poesía moderna, en su poesía el tema, cualquier tema, es imposible. Los referentes lo son sólo de su estallamiento. No se dirá nunca "poesía erótica", "poesía política", "poesía religiosa". Únicamente pesada gasa sobre una voz que es multiplicidad y mirada que tan sólo obtiene claridad de enfoque cuando éste se bifurca y canta el reino de lo ambiguo: qué sino el sino del si no

Sujeto, en el segundo sentido de sujeción: escritura como conciencia de su propia imposibilidad, siempre constitutiva. Mas conciencia oscilante. Sólo a partir de ella se abre el otro horizonte de posibilidad de ser. Por ello el decir se reconoce en el desdecir, que no es enteramente suyo.

            En busca de sí misma la palabra

                        se enrosca caracola

            se abisma en su infinito hasta vaciarse

            hasta cruzar del otro lado

                                   más allá de sí misma

            más allá de todo y aún más allá de la nada

            y sin embargo

            nunca la palabra encuentra su palabra

            En su cuerpo la ausencia de sí misma cobra cuerpo

De ahí, también, que sea una poesía que tiene el olfato suficiente para acudir al silencio, despliegue de una visión sobre lo silente, la ausencia y la imposibilidad. Pero no únicamente "sobre" sino desde. Con ello se emparienta con una línea que surge muy claramente desde Mallarmé, como se ha hecho notar sin la intención de registrar "influencias" ni familiaridades genealógicas. Pero no sólo eso, sino la conciencia de la poesía surgiendo de la página en blanco (la página brota casi en sesgo desde el fondo del poema), lo cual no es de ningún modo accesorio; encontrando, así, un segundo eco con esa línea encarnada desde Un coup de dés.

            Diáspora de silencios en la página

                             o fuga de signos vueltos hueco

            el poema se nombra en sus fisuras

            dice grietas que lo dicen

Aquí se da la obra en apertura. Explota el trabajo sobre significantes, hay una mirada sobre las voces y sus sentidos, y en este manejo de elementos es que puede estallar la significación máxima y plena. También entendida como mirada sobre sus condiciones (y no sobre su condicionamiento). Decir es decir fisura de sí, página, signo cuya condición de existencia es el silencio, ausencia que cristaliza para hacer vivir el poema, interrogación sobre el yo de la escritura misma.

Por otro lado es una poesía en movimiento total:

            Tal vez el mar esta noche y no

            la voz hecha luz

                                   Tal vez el sin

            y no esta sed de lejanía

            Tal vez  los dados blancos del acaso

            y no el tal vez

Se ve con claridad la exploración que no tiñe certezas. La función de los versos no es unívoca; además de su papel directo perviven frente a los versos anteriores haciéndolos saltar, arrancándoles el eje mediante el cual podrían asegurar cierta fijeza en su voz (voces). De pronto todo se nombra por antífrasis y todo se afirma en el cuestionamiento. El "tal vez" queda como verdadera función tácita del poema. Serpentea litóticamente, y por ello su escritura es al mismo tiempo todo aquello que no se encuentra en el "aquí" del poema, pero que participa de la significación y la desconstrucción de lo significado. De suyo se entiende que lo dicho siempre es otro, como otro es el decir. De ahí, de igual forma, se comprende que las figuras como la alusión cobran un papel total, no meramente recurso contenido sino en ejercicio continente. El cometido es entrópico y su verdadero rostro es proteico.

            no sé qué dice cuando dice "digo

lo que digo" y calla, si

no dice nada, menos nada dice,

no habla y su silencio dice, nada

un pez en la palabra pez y muere

fuera del agua, ¿mi palabra muere

cuando dice palabra o cuando dice?

¿qué dice quien dice "digo lo que digo"

si agua se ahoga en el agua?

no dice nada un pez, nada -eso dice

Lo mismo ocurre con la intertextualidad que recorre su escritura. Después de obras tan importantes como las de Pound y Eliot, la poesía moderna tuvo en los recursos intertextuales una de sus fuentes principales de construcción. La poesía como diálogo se abría aquí a otro plano más, acentuando algunos de sus más fuertes valores. Pero debe advertirse que en el aletargamiento de la poesía, este recurso ha sido de los más desgastados. No se ha operado una relación significante con los intertextos, haciéndoles cumplir una función abierta. Erróneamente, se les adopta como significados en sí, transportables a cualquier zona del texto indefinido (e indefinidamente). Se les ha usado como verdaderos amparos y se ha abusado de ellos como referentes monumentales, sin otro ejercicio dialógico crítico de por medio. Por ello vuelve a cobrar importancia lo que Felipe Vázquez hace al respecto, en un trabajo significante que renuncia al guiño canónico, pero que sabe ver de frente la tradición de la poesía moderna, de manera viva.

Particularmente, los recursos intertextuales en la poesía de Vázquez tienden al límite que, como ha demostrado Gérard Genette, reside en un empleo que nunca nombra directamente sus elementos. Pocas veces se encuentra una referencia intertextual abierta (como en el caso de los epígrafes). Esto enriquece su poesía, pues entre la referencialidad, el papel de la alusión y otros gestos intertextuales abre los niveles de lectura posibles del texto que, cuestionándose a sí mismo, implica que en cada nivel varios horizontes interrogativos se erijan, escindiendo muchas veces la aparente unidad que hay en los planos interpretativos posibilitados, operando el sentido de varias dispersiones, enrareciendo la reunión probable y acudiendo a una mayor tensión significante.

Desde este punto sus cuestionamientos no son conciencia crítica de la ipseidad escritural. Una vista de su alteridad se reintegra sobre ese mismo tono. Cada verso se vuelve actor de escenarios tripartitos. Es interrogación sobre sí, diálogo con la tradición y volatilización de sus referentes, que nunca logran la concreción definitiva y que mutan de manera permanente al entrar al laberinto de las voces, otro signo de la multiplicidad constitutiva del poema. Una muestra de ello se da vivamente en el poema Bitácora de Adán.

Dejo aquí el comentario, no sin advertir que Felipe Vázquez ha ejercido una eticidad de la poesía, una poética, al ser la mirada no un sensual reconocimiento que deviene comunicación, sino una criticidad del verbo que empieza por una visión crítica; no sólo desde "el" (cualquiera) sino también desde "su" propio ethos, con lo cual se aleja, y es antitético, frente a aquello que el propio autor ha nombrado en algún lugar como "onanismo verbal". Desde este punto, se debe entender esta poesía como uno de los caminos posibles a la crisis que nuestro apetito reclama.

 

             

Si quieres comunicarte con Jorge Solís Arenazas, puedes hacerlo a: poiesis@prodigy.net.mx
Su sitio web es: www.mexicovolitivo.com


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