Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Ramiro Villarroel Cifuentes

Fértil Provincia

MAPAS Y RADICACIONES

 

“La historia de Chile es la historia de su devenir espacial”

Alfredo Jocelyn-Holt

Ramiro Villarroel Cifuentes

INTRODUCCIÓN

Existe un grupo disperso que se ha denominado moderno, actual o contemporáneo en el campo de las artes visuales producidas en la ciudad de Temuco, desde el cual emergen los nombres de Eduardo Rapimán y el de Gonzalo Cueto, indistintamente. Ellos, en esta oportunidad, exponen su obra en conjunto, complementándose en el tema y los contenidos en los cuales ambos se concentran: el territorio, sus sentidos y categorías.1

 

En nuestro primer acercamiento a la exposición “MAPAS Y RADICACIONES”, lo hacemos derechamente en su dimensión militar a través de la imagen pública que circula en el catálogo y en el cartel que recibe a los visitantes de la galería de artes de la Universidad Católica de Temuco, que cobija la muestra, donde se destaca y aísla el plexo de la chaquetilla militar que presumo es la del coronel Cornelio Saavedra, que está inevitablemente relacionada a la incursión militar que hiciera el Estado de Chile representado por su ejército, que conocemos como “LA PACIFICACIÓN DE LA ARAUCANÍA", empresa que permitió la anexión de la Araucanía al Estado de Chile a sangre y fuego, humillación y sometimiento, ensañamiento y depravación que, cuando se operan contra un pueblo en su mismo territorio, entre otras definiciones, constituye lo que conocemos como genocidio. Claro que este detalle de la chaquetilla militar se encuentra intencionadamente despojada del individuo (in)vestido, como el diseño de un traje o vestimenta que puede volver a ser utilizado para emprender la próxima misión.

 

En este primer acercamiento vemos lo que podríamos llamar la estación central o el foco de interés de las distintas miradas que confluyen en esta muestra, que va desde los grabados aparecidos en la “Histórica Relación del Reyno de Chile” de Alonso de Ovalle, escrito y editado en Roma en el año 1646; la imagen fotográfica del plexo de la chaquetilla militar recién comentada; las fotografías etnoescénicas de Gustavo Milet en la obra de Eduardo Rapimán – intuyo las RADICACIONES -, y los MAPAS, de Gonzalo Cueto, que se sustentan en soportes web, lo digital y lo audiovisual. Imágenes y sentidos, de los cuales en este ensayo se quieren extraer algunas aproximaciones que iluminen y problematicen las características –estéticas, históricas, políticas, sociológicas o filosóficas- de esta exposición.

Escáner Cultural nº: 
153
Fértil Provincia

Ciudad Enferma: Ciudad Pus

APUNTES SOBRE “CIUDAD SUR”, DEL ESCRITOR LUIS ANTONIO MARÍN.

Por Ramiro Villarroel

            Las imágenes que van del horror a la angustia, de la degeneración al hastío y de la risa a la decadencia orgánica y espiritual que aparecen en las páginas de “Ciudad Sur”, nos hablan del gesto irreverente y decidido que activa la musculatura visual y literaria del escritor, operando una metodología que tiene mucho de crónica temporal, espacial y experiencial, que podríamos llamar de alto periodismo –eso sí, de mirada totalmente excéntrica-, al abrir camino a personajes que encarnan aspectos determinantes o arcanos de lo humano de alta densidad, cuyo casting el autor ha desarrollado durante toda su vida, ya que un dato no menor es la construcción de esta novela o libro de relatos imbricados, como el mismo autor le gusta definir su obra, cuestión que desemboca en una biografía ficcionada en tercera persona.

            Empresarios, artistas, mujeres e instituciones aparecen retratados con una pluma que ausculta las características de una sociedad compuesta y construida por seres retorcidos y oscuros, a la vez víctimas y victimarios en escenas cargadas de una violencia aceptada por quienes la padecen.

            Esta radiografía, escáner o resonancia al espíritu que le da cuerpo a esta ciudad más real que imaginaria, nos entrega el contraste de acontecimientos por momentos infernales, donde la prepotencia del poder y el dinero convive con la hipocresía de una fiesta donde todas las aberraciones se mixturan, lo que vendría siendo la punta de un iceberg en que los vapores de la corrupción confeccionan una arquitectura de cartón piedra, sexo, drogas y rock satánico.

            Acá el mal es la moneda corriente que construye universidades y abyecciones.

            A su vez, esta universidad produce entre sus huestes jóvenes enajenados; pero también a un escritor cuya obra disecciona la mente y los comportamientos de la perversidad encarnada en hombres y mujeres monstruosamente comunes y corrientes, que por lo fatal de sus experiencias, se tornan malsanamente excepcionales.

            Una cosa cierta es que el mal es medular en la trama de todos y cada uno de los cuentos que componen la novela. Así, esta obra se emparenta con una amplia lista de obras de la literatura, que sería innecesario nombrar por su misma extensión. De alguna manera, la historia de la literatura es la historia del mal.

            El infierno que el autor tiende ante nuestra mirada tiene el porte de la ciudad, de un convento o de la caja craneal de un exitoso drogadicto que, en conjunto con la velocidad de la narración, dan una sensación de vértigo y de turbación.

            Las capas de identidades que esgrime el autor, desde un principio, hablan de un cuestionamiento a la política del ser que funciona como disfraz, lo que nos alerta de que hay un juego de superficies, figuras y fondos que el autor refiere y que son tratados con una distancia que le permite lanzar su artillería crítica con mayor libertad al momento de fijar las ideas.

            En la novela lo grotesco luce su eje alimentado por la sangre, el kitsch, el voyerismo y una investigación que tiene un sabor a venganza por las circunstancias innobles e injustas que el autor ha tenido que vivir, así como gran parte de su generación.

            Esta ciudad está preñada de oscuridades que el escritor no tiene intención de iluminar, pues le interesa entregar una imagen de esa oscuridad mediante incógnitas, cuyas apariencias encarnan los mitos urbanos que hasta el momento nadie ha querido –o podido- retratar. Esta, de todas maneras, es una Ciudad Enferma: Ciudad Pus.

           

Escáner Cultural nº: 
143