Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Evolución de la Belleza

 

 

Alebrije y bola de Navidad. Foto: Verónica Jordán

Navidad y estética local: Una vulnerable relación

 

Por: Ximena Jordán

ximejordan@gmail.com

 

Estéticamente navideños, casi todos

     No voy a empezar el presente artículo con el típico adagio de que la Navidad "es puro comercio", que el personaje histórico de Jesucristo no nació el 25 de Diciembre y que el árbol de Navidad tiene su origen en una fiesta ancestral pagana de la zona germánica en tiempos pre-cristianos. Indagar en el origen de los elementos que conforman las festividades navideñas occidentales actuales ciertamente es útil e interesante, sin embargo, y debido a la misma razón, tales temáticas son consultables en otros accesibles e intrigantes artículos que ya están en línea. Por eso, en este artículo hablaré particularmente de estética actual de la Navidad; no de los orígenes de esta estética, sino de la representación navideña que durante el último y el primer mes de cada año se encuentra en todos los espacios donde nos desenvolvemos a diario, ya sean estos domésticos, laborales, comerciales, sociales, incluyendo, por supuesto, a los espacios virtuales y, en algunos casos, hasta los espacios naturales.

 Adorno navideño en árbol. Foto: Ximena Jordán.   Desde la perspectiva de la apreciación y apropiación individual, el constituirse en sujeto de percepción de la estética de la Navidad es prácticamente inevitable en todas las zonas occidentales y medianamente urbanas. A diferencia de otras estéticas calendárico-estacionales, tales como las correspondientes a las efemérides históricas, nacionales o religiosas, la percepción sensible que todo sujeto hace de las formas navideñas es algo que está destinado a suceder en cada periodo navideño. Consecuentemente, si usted decide no adornar su hogar, se impregnará de la estética navideña de todos modos. Y esto no lo digo desde la teoría, sino desde la experiencia personal, puesto que muchos años de mi vida no he dispuesto de tiempo ni de espacio para adornar “navideñamente” mi lugar de residencia. No obstante, incluso en aquellos años he percibido a diario la sensorialidad de la Navidad, entendiéndose por esto las formas visibles, tangibles, audibles e incluso comestibles a través de las cuales la Navidad cobra forma durante el transcurso de su periodo calendárico y social. Dentro de esta percepción, cuando hablamos específicamente de estética navideña, nos referimos a lo que tiene la Navidad de audible y de visible, considerando (para fines de este artículo) la delimitación académicamente convencional de "lo estético" a lo que es susceptible de ser percibido por la vista y por el oído.

    ¿Cuál es la Navidad que vemos y escuchamos en las ciudades grandes y pequeñas de los países de América Latina? Al parecer, es la Navidad de los neoyorquinos. En Ciudad de México, donde vivo yo ahora, no nieva y que yo sepa nunca ha nevado, al menos no en forma frecuente ni dentro de un ciclo meteorológico normal. Cae nieve en zonas cercanas a la ciudad, como en las faldas del volcán Popocatepetl, por ejemplo. No obstante, estas zonas donde cae nieve quedan al menos a dos horas de la ciudad y las poblaciones que se encuentran en ellas son pequeñas, puesto que, por razones obvias, se prefiere ubicar los centros demográficos lejos de las zonas donde periódicamente cae nieve. Del mismo modo he observado que ocurre en el resto del territorio mexicano, en el chileno y en el australiano, que son los países donde he vivido. Se hace evidente que si la opción de vivir lejos de la nieve efectivamente existe, esa opción es justamente la que toman la mayoría de los asentamientos humanos porque lo cierto es que el manto blanco más lo que complica la vida que lo que la facilita.

    Arreglo navideño en metal. Foto: Verónica Jordán.    

     Entonces, y regresando al tema de la Navidad, ¿cuál es la relación de montoneras de monos de nieve, osos polares y casitas nevadas como alegóricas de la Navidad? Alegóricas de la Navidad ¿de quién? De quienes viven en zonas nevadas, claro. Sin embargo, en Australia la Navidad transcurre en el inicio del verano, así como en todo el resto del hemisferio sur. En México la Navidad sí nos encuentra en el inicio del invierno, claro que sin nieve asociada, al menos en la gran mayoría del territorio. Por consiguiente, la abundancia de decoración de colores, motivos y personajes nevados se hace un poco absurda. Y es que póngase a pensar señor lector: el disparate que significaría que tuviéramos una Navidad nevada en las zonas que hace milenios están en verano en las correspondientes fechas e incluso acá en México, adonde sí es Navidad  en invierno, pero en el cual no cae nieve (al menos en la porción mayoritaria del territorio nacional poblado). Sería una de las más complicadas y poco felices navidades de nuestra historia. Consecuentemente, si nosotros vivimos la Navidad con otro clima y en otro ecosistema diferente al clima invernal nevado, ¿por qué no priorizar la representación estética navideña propia y local, de manera que ésta sea más evocativa de nuestra Navidad y no de una Navidad que ocurre quizás con el mismo regocijante espíritu, pero a considerables millas marinas de distancia?.

 

Navidad Local v/s Navidad Global  

      Ahora bien, lo crucial a considerar aquí es que una estética local de la Navidad sí existe. Es decir, nadie puede refutar mi propuesta asumiendo que la estética de la “blanca Navidad” es “la” estética de la Navidad y que, consiguientemente, si no representamos la Navidad de blanca manera, dicha celebración se queda sin estética asociada. Nada más lejano de ser cierto. La estética de la blanca Navidad no es la estética esencial de estas fiestas de fin de año, sino tan solo una de las múltiples variaciones de cómo a lo largo del globo la Navidad se nos presenta.

Manufactura de adornos navideños locales en Chignahuapan, estado de Puebla. Foto: Puebla Travel

      Desde el punto de vista de su origen pagano-germánico, la estética propia de la Navidad occidental es la asociada al árbol de Navidad, componiéndose éste de elementos tales como lucecitas, estrella en el tope del árbol, esferas de colores y guirnaldas brillantes. Desde el punto de vista de su relación con el mito cristiano, la estética particular de la Navidad son las representaciones visuales del nacimiento del Niño Jesús entre las cuales encontramos imágenes tales como: el arcángel de la Anunciación, pesebre, pasto pajoso, cielo estrellado con su estrella orientadora y los personajes tanto humanos como animales que son característicos participantes en las escenas relacionadas con el nacimiento. Las demás estéticas asociadas a la Navidad (entre ellas, la de la nieve) varían considerablemente de acuerdo con las diferentes zonas donde esta fiesta se celebra.

       El aparecimiento de esta Navidad “de tipo polar” tiene su origen en Santa Claus, el Papá Noel, Viejo Pascuero o como lo quieran llamar. Dicho personaje vive en el Polo Norte, así como también su mujer, ayudantes y renos. Fantasía fundamental de fomentar tanto local como internacionalmente, porque es la que activa (por no decir la que enloquece) la microeconomía de fin de año. Comprendo entonces que la estética de la blanca Navidad cumpla un rol crucial en el comercio y que de ella estén impregnadas las plazas comerciales y los anuncios publicitarios de todo tipo. Con todo, que esta “estética navideña comercial” se extienda a ámbitos que no son comerciales creo que sería un fenómeno al cual debemos poner atención y ojalá, ponerle límite. Esto, con la finalidad de no dejar de apropiarnos de nuestras celebraciones en lo que las caracteriza a nivel local, validándolas como lo que exclusivamente son para nosotros mismos. Entiendo que estamos en un mundo globalizado y que esta condición conlleva la adopción de estéticas foráneas, no obstante, también es beneficioso procurar cultivar  nuestra estética navideña local para que cada poblado y hogar tenga a su vez su "propia" navidad, diferente a la de las tiendas y centros comerciarles.

      Es decir, que cada Navidad a lo largo del globo no deje de poseer su modo único de ser, expresarse y disfrutarse, al mismo tiempo que conserve las características Navideñas compartidas por varias sociedades al unísono.

Pesebre Navideño local artesanal. Foto: Verónica Jordán.

    ¿Cómo llevar esto a cabo? No necesitamos decorar nuestras casas con monitos de nieve porque contamos con artesanos que hacen hermosos pesebres, piñatas y adornos cuyo colorido y patrón estilístico se relaciona más armónicamente con nuestro entorno cultural y natural. Asimismo, gozamos de una extensa y meticulosa variedad manufacturera de nacimientos cristianos, hallables en los más diversos estilos y materiales. Lo ideal sería, entonces, que nuestras opciones estéticas a nivel doméstico sean alternativas a la estética navideña comercial. Del mismo modo, sería apropiado que las decisiones tomadas por nuestros gobernantes en lo que inversión en decoración pública respecta fueran también tomadas en una línea estética evocativa de tradiciones locales y no comerciales. Esto último puede parecer una preocupación por un gasto mínimo y excepcional, sin embargo, la ambientación navideña a nivel público puede llegar a ser cuantiosamente más onerosa de lo que se piensa. Tan solo recuerde la pista de patinaje en hielo que hace algunos años financia cada Navidad el gobierno federal de Ciudad de México y piense en la multiplicidad de situaciones análogas a lo largo del mundo en las cuales las autoridades priorizan exhibir alegorías festivas foráneas en vez de enaltecer las locales.

     Independientemente de las creencias religiosas de cada quien, preferir un angelito, un nacimiento o una estrella fugaz a un mono de nieve o un Viejo Pascuero es preferir una Navidad vivida en vez de una importada. Es, desde este punto de vista, una opción estéticamente más realista y consecuente con la vida propia; vida que es justamente la que celebramos cada Navidad. Transculturalmente, la Navidad es metáfora estética y ecosistémica de la renovación del espíritu. Renovación entonces, de una vida que es únicamente nuestra, vida espiritual que no podemos importar, producir en serie ni estetizar al gusto ajeno.

      Y la Navidad al estilo comercial pues que siga siendo, porque las conductas comerciales son parte de la libertad opcional de cada uno. Y cuando los niños la quieran disfrutar, será fácil: un paseo por la plaza comercial y ya la vieron, la conocieron y hasta se sacaron fotografía con Santa Claus y sus renos.

 
Ximena Jordán
Master in Art Curatorship, Melbourne University
Licenciada en Estética PUC 

Imágenes: Verónica Jordán, Ximena Jordán y una de ellas de la liga http://www.puebla.travel/destino/12/chignahuapan.

Corrección de estilo: Mtra. Sara Jordán P.

ahhh....xime que articulo más bueno!!! me encantó lo compartiré
Estimada Ximena. Me dio que pensar este artículo. Y eso es bueno, porque los artículos no deben ser meros recetarios para hacerlos lo más digerible posible. En todo caso, todo lo que sucede en nuestras vidas, hechos, circunstancias, festejos y cualquier otra cosa, bien podríamos concluirle algunos elementos estéticos. No obstante, para el caso de la Navidad, difiero. Es como forzar demasiado las cosas. Creo que la Navidad, en la espiritualidad y recogimiento de su origen, si podríamos concluirle elementos estéticos, pero tal cual se celebra hoy, se me hace difícil encontrarle dichos elementos. El excesivo trapicheo, enfermizo consumismo, los excesos etílicos y dar rienda suelta a nuestros sibarismos, entre otros, no le encuentro nada de estético. Más aún, cuando se hace creer a los niños que es el viejito pascuero que les trae los regalos, cuando en su origen fueron los reyes magos los que le llevaron regalos al niño Dios. O sea el viejito pascuero es una farsa, un burdo plagio histórico, una figura que apareció de repente y que se aprovechó para incentivar los consumismos y negocios. Y más aún, ni viejito pascuero ni reyes magos ni nada de eso. Son los sufridos padres los que se endeudan hasta el cogote para regalarle algo a sus hijos/as, nietos/as, maridos/esposas, colegas de trabajo, amigos y amigotes y a los pegotes que nunca faltan, etc. para que decir de los excesos etílicos que la más de las veces derivan en bacanales. Y así, un suma y sigue. Perdóneme Ximena, con todo respeto le digo que las navidades se están convirtiendo en una verdadera lata, en una pesada carga. Y hasta donde yo sepa, la pesadez y lo latoso en nada tiene relación con lo estético. Bueno, pero para que no se me acuse de fundamentalista, ateo, anarquista o resentido, concordemos que las pascuas, así como todas las cosas dependen del cristal con que se miren. HERNÁN MONTECINOS
Acuerdo con Hernán en que los excesos nada tienen de estéticos. Pero eso es tomar parámetros que no son adecuados para el análisis. No confundamos estética con valores éticos porque creo que Ximena justamente no apunta su reflexión desde allí.Es, en sentido inverso, tratar de medir la belleza de una herida a través de lo estético, excepto que el que mire, por ejemplo, sea un artista que con esa idea realiza una obra. Ahora: -si blanca o no; con o sin regalos (porque no hay dinero); con Papá Noél o personaje flamantemente inventado (Santa Claus puede en cualquier momento ser reemplazado por, no sé, el Ciberpollo 3D!!); lo cierto es que no puedo despegar la mirada de esa inflación consumista, ese tufo mercantilista que tiñe todo por mas buena voluntad que pongamos. Eso de: "si no quiere no compre ni se enganche" esa tan ilusorio como "si no le gusta que su TV chorree sangre cambie de canal y mire cartoons". De todos modos, agradezco las reflexiones de Ximena, pues es fresca pero nada ingenua.
Hola, yo nuevamente (la columnista) para agradecer los otros dos comentarios, de Hernán Montecinos y del lector que sigue (lamentablemente los nombres no aparecen). Gracias por sus opiniones. Efectivamente, este artículo persigue ser un comentario de mera estética y no de ética, no obstante las reflexiones ramificadas que generó su lectura en ustedes me parecen interesantísimas y me sorprendieron positivamente. A Hernán Montecinos gracias por su enfática crítica. Y el lector que me calificó de "fresca pero nada ingenua" se pasó para asertivo: es como si me conociera en persona. Un saludo sincero desde México. Ximena Jordán.
Me gusto el articulo Xi...totalmente de acuerdo...la Navidad en general es la Navidad de NY y Coca Cola....La primera vez q cuestione el traje del viejo pascuero fue cuando tenía como 6 años, plaza de armas de Stgo y el señor vestido de pascuero, tenía cara de pena, y sudaba como condenado...ahora mas vieja, pienso q la cara de pena era, aparte del calor, porq le daba verguenza la situación y debe haber sido unos de nuestros jubilados con pensión mínima haciendo un pituto pa tener $$$... Bueno, en cuanto a la decoración, me encantan los colores vivos, el rojo y verde q priman en los adornos navidenos... y pasando a otra cosa...esa especie de dragoncito de tu articulo??? es muy lindo!!!lo quierooooooo jajaja Saludos Gladys Riveros Valladares
Querida Xime, comparto tu planteamiento estético e igualmente el comentario hecho por el lector Hernan Montecinos en torno al comercio, pero me gustaría agregar otro punto más. Considero que la inquietud que señalas al final ( "Transculturalmente, la Navidad es metáfora estética y ecosistémica de la renovación del espíritu. Renovación entonces, de una vida que es únicamente nuestra, vida espiritual que no podemos importar, producir en serie ni estetizar a nuestro gusto") Tiene su respuesta justamente en la omisión que haces al comienzo, con los ejemplos del Jesús que no nació el 25 de dic y del árbol del norte europeo. Las incongruencias que denuncias, como la climática o Pesebre v/s Viejito Pascuero demuestran el Frankenstein cultural que nos han hecho seguir por años y que hace corte cada vez que este “Ente” se encuentra con un habitante despierto que le pregunta lo elemental. Hay aquí un factor no menor que se repite en todas las celebraciones y sitios sagrados de las culturas naturistas que fueron invadidas por el cristianismo, donde sufrieron la instalación de festividades y símbolos ajenos en fechas, estaciones y contenidos vitales/espirituales con respecto a los propios. Lo que veo con la Navidad es lo mismo que veo en la celebración de la Chacana (Cruz del Sur) remplazada por la fiesta de “La Cruz de Mayo”; El mágico Compostela (Campo de la Estrella) Celta remplazado por “El Camino del Apóstol Santiago” en España; el Inti Raymi o We Tripantu (año nuevo de los pueblos nativos de Sudamérica) remplazado por el día de “San Juan”; etc, etc, etc… Es decir, el vikingo viejo pascuero y su árbol nevado no sobran, son el cadáver de la celebración espiritual del solsticio de invierno en las regiones escandinavas que fueron invadidas por los cristianos quienes astutamente remplazaron la celebración más importante de estos pueblos como es el renacimiento de la naturaleza por la del nacimiento de su propia figura importante, el nacimiento de Jesús, que en muchos factores, entre otros estacionales, no se juntan ni pegan con la escandinava, pero al ser contextos desdibujados el uno con el otro quedan penando en medio de un contexto religioso completamente distinto, amplificando de paso la esquizofrenia colectiva. Por ello entiendo que este desfase espiritual no es antojadizo, es de una forma una potente voz espiritual que revive para distorsionar la señal que le sigue incomodando hasta hoy. Saludos! Leonardo Alvarado
Nunca había pensado en lo ridículo de la blanca navidad en un lugar donde ni nieve cae, donde ni frío hace, si en el hecho de que sigamos utilizando renos y a Santa cuando en México eso no aplica. Me resalta mucho el hecho de que si ignoramos estos elementos, entonces, no se siente como navidad. La estética es más fuerte que la realidad. De cualquier forma, todo el artículo muy acertado y lleno de observaciones interesantes, ojalá algún día lleguemos a decorar todo el espacio con coherencia geográfica.
Creo que la navidad ha sido de las festividades más difíciles de tropicalizar, ya que se ha logrado con verias otras. Nosotros nos quedamos con la mezcla de todo el mundo, y que con los años conforme vas creciendo encuentras cada año nuevos significados para la navidad, de niña eran los regalos: Santa y los Reyes magos, creces y talvez sean pensamientos cristianos niño dios y todo eso, ahora yo personalmente lo veo como un momento familiar y quieras o no te llega y llena de emociones que la mayoría del año (quieras o no) no tenías. Me gustó mucho tu enfoque y estoy muy de acuerdo, no me gustaría que se globalize la navidad, hay muchas versiones o como las queiras ver y ahora cada quien decide como adorna su casa o sus espacios comunes, en que cree o que espera de esas fechas y eso me gusta mucho, poder mezclar hasta hacer propio un estilo navideño o pensamiento y al final forma de vida.
La verdad es que ya me había puesto a pensar acerca de la estética navideña. Cada que entras a un centro comercial (incluso desde meses antes), y está decorado todo conforme a la Navidad, se escuchan villancicos de fondo y todo está lleno de luces, cada que ves esto llega el ambiente navideño. A mí sí me gusta esa estética navideña. Si embargo, nunca había pensado en la posibilidad de tener una Navidad más autentica, más nuestra y más de acuerdo con lo que somos culturalmente hablando. Me parece una idea brillante. Estoy completamente de acuerdo en que nuestra Navidad es totalmente al estilo Nueva York. Ponemos adornos en nuestras casas de muñecos de nieve, pinguinos, osos polares, villas en la nieve, etc., todo al estilo tienda departamental; pero creo que a veces olvidamos darle la misma importancia a adornos más "mexicanos" como piñatas, nacimientos y artesanías con motivos de Nochebuenas, por ejemplo. El articulo realmente me hizo reflexionar en esto, me fascinó la idea final acerca de la Renovación espiritual, no globalizar nuestra vida espiritual.
Estoy totalmente de acuerdo que es ridiculo pensar en hombres de nieve y osos polares cuando aunque en Mexico hace frio, no nieva. Pero esto podria ser la consecuencia de estar abajo de Estados Unidos pues nos venden todos sus productas al igual que ideas.Además nos creemos toda la idea de nieve al ver todos los anuncios que pasan en la television como coca cola o ropa de invierno.
Yo también ya había pensado en la estética navideña de México, ya también me había preguntado el porque de los adornos nevados, lagos congelados con gente patinando, comos de nieve sobre los árboles y todas esos simbolismos que nos anuncian la época navideña a pesar de estar en un lugar que no tiene nada de eso. Creo que estaría increible la idea de autenticar nuestra navidad, de darle mas importancia a los simbolismos propiamente mexicanos que también señalan estas fechas, como lo puede ser el ponche, las piñatas de las posadas o las esferas de colores hechas con palma. Aunque también creo que eso es algo un poco utópico ya que hacer que toda una nación se deshaga de sus simbolismos que han acuñado como de su propia tierra durante años y años es algo bastante dificil.
A pesar de ser una verdadera amante de la navidad y que esta sea mi etapa favorita del año desde que era una niña, no había notado el hecho que habla en articulo de la estética como fuente de la realidad pues no vemos que a pesar de que en ciudades donde no cae nieve, no hay renos ni muñecos de nieve siguen siendo elementos simbólicos en donde si no los incluimos para esas fechas no nos sentimos con la "magia de la temporada" a pesar de que en lugares como Argentina, Chile, Brasil y todo el sur de América es pleno verano y preferimos retomar tradiciones de otros paices aunque no tengan nada que ver por todo eso el articulo se me hace muy interesante y acertado
Estoy de acuerdo con la idea de renovar la estética de la navidad en cuanto a lo propio y lo local. ¿No basta con suplir el Día de muertos por Halloween? Creo que no, la pista de hielo seguro estará el año sigueinte, y muchos "Santas" en las alamedas levantando pedidos a los niños y niñas. Ahora, el comercio de la Navidad no dá muchas opciones para adornar nuestros lugares de manera distinta a la neoyorquina, no son muchos los productos o que se salen de esa línea. Tanto así que ni automóvilesm se salvan, andan disfrazados de renos bajo el sol de las dos de la tarde en periférico o reforma, en todas partes.
Acerca de este texto, me gustaría que en verdad existiera en América Central y Latina (hablando de nuestra procedencia) este amor por nuestro trabajo y orgullo por nuestro pasado e historial cultural, que resultan fundamentales a la hora de reconocer que existe en nuestras tierras suficiente material como para forjar nuestras propias tradiciones abrazando aquello que nos identifica como ciudadanos y como sociedad. Tristemente, no contamos con este sentimiento, y no me refiero al sentimiento nacionalista que nos inculcan desde pequeños desde el canto del himno hasta el izar la bandera, sino más bien al sentimiento de reconocernos como individuos dentro de una sociedad ÚNICA. Esta idea de la navidad adoptada por otras culturas, esté es un ideal estétíco que se nos ha sido impuesto y del cual todavía no podemos liberarnos sin antes aprender a conocer y amar aquello que nos pertenece.

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