POR UNA ESTÉTICA BASTARDA ¿NÓMADES, GUERRILLEROS O EX-CÉNTRICOS? BREVE NOTA SOBRE EL DESC ENTRAMIENTO ESTÉTICO DE LA VIDA.
POR UNA ESTÉTICA BASTARDA ¿NÓMADES, GUERRILLEROS O EX-CÉNTRICOS?
BREVE NOTA SOBRE EL DESC ENTRAMIENTO ESTÉTICO DE LA VIDA.
"No es lo que existe, sino lo que podría y debería existir, lo que tiene necesidad de nosotros". Hecho y por hacer.” Cornelius Castoriadis.
Por: Mauricio Bravo.
Tal vez la mayor dificultad que se presenta al intentar pensar la bastardía en el presente está relacionada directamente con la pérdida de un horizonte de legitimación estable, quiero decir que si en la actualidad existen obras, artistas, intelectuales e individuos bastardos, su bastardía solo puede ser entendida como un acontecimiento singular y dinámico que está más vinculado a un determinado modus operandi del sujeto al interior de nuestras sociedades globalizadas.
Los bastardos de este modo ya no son individualidades frágiles y marginales que buscan una paternidad imposible, para desde allí, avalar su alteridad constituyente, sino que al contrario, estos nuevos personajes transitan los mercados culturales a través de movimientos de fuga cuya fuerza o potencia enunciativa radica justamente en la puesta en sentido de lógicas representativas aleatorias y excéntricas; gozando así de credenciales simbólicas que ninguna posición política fundada en los registros de origen podría sostener.
Lo bastardo por ende ha devenido en la plusvalía de un sistema social que sin reconocer la falta y ausencia de motivaciones identitarias que lo constituyen sigue exigiendo al tejido social que se resista a su progresivo deshilvanado simbólico, más aun, dicha voz de autoridad ignora que la desgastada mímesis que mueve su Matrix de identificación ya no es operativa en una colectividad que ha asimilado el estallido de los signos que canalizaban los flujos de poder. Lo que en la modernidad reconocimos bajo la categoría de pueblo, raza, nación ya no posee en la actualidad el espesor aglutinante que otrora le permitía modelizar los cuerpos y las subjetividades de una colectividad en función de formatos existenciales ideológicamente alineados, por ello, lo carente de referencialidades fuertes ha comenzado a proliferar creando un nuevo escenario político, en el cual las fuerzas y formas en cuestión comparecen liberadas de los yugos discursivos que encuadran su acontecer en una continuidad ficticia. Quebrantada de este modo la economía del espejo que sostuvo históricamente las energéticas coercitivas del estado, los sin padre, los sin nombre, los sin antepasados, los sin tradición, los sin clase, los sin gestalt codificable emergen a la superficie de una urbe excedida por sus propias necesidades de reprogramación ontológica. Este conjunto de cambios nos exige volver a pensar los mecanismos de resistencia no ya desde lógicas binarias, estructuradas en base a escenificaciones dialécticas -canceladas en marcos de lucha redundantes- sino que lo necesario es comprender estos focos de confrontación como las primeras manifestaciones de una disidencia existencial, cuya manera de provocar al poder es produciendo actos vivenciales, que gracias a su naturaleza creativa posibiliten el ingreso en el campo social de dimensiones de ser desechadas por las máquinas editoras del sujeto colectivo. Lo que propongo es reconocer la aparición de agrupamientos nómades y autónomos que operan en nuestra realidad globalizada generando micro sistemas de sentido, distantes y tal vez indiferentes a las planificaciones emanadas de un dador central; dador que a estas alturas se ve asfixiado en sus aspiraciones de ordenación totalizante.
Todos estos aspectos que bien podrían denominarse óntico políticos, se pueden apreciar en la conformación de investiduras corporales y la apropiación de modelos conductuales que ya no obedecen a los cánones estandarizados existentes en el menú neoliberal, contrariamente los ciudadanos actuales reinventan su vivir utilizando recursos semióticos que nos hablan de su compromiso emocional con la diferencia y además nos sugieren asumir su existir no solo como un medio inerte puesto al servicio de la producción sino también como un soporte de expresión legítimo para sus demandas de sentido. Las nuevas modas, los vegetarianos y macrobióticos y sus radicales hábitos alimenticios, las manadas de ciclistas que cruzan la ciudad descubriendo espacios y tiempos no institucionales, los navegantes de la red y sus virtuales formas de socialidad han dejado de ser los inofensivos productos de un mercado de realización personal para convertirse en los engranajes esenciales de una maquinaria subjetiva paralela, que realiza día tras día el sueño político de una democracia absoluta. Lo importante aquí es comprender que en dichas actitudes emprendidas por subjetividades rebeldes se está jugando primero la puesta en valor, en público y circulación de contenidos mutantes altamente ricos en conceptos de solidaridad y segundo, se está materializando una plataforma epistemológica sólida desde la cual volver a pensar lo político sin el riesgo de quedar atrapados en un circulo de alienación ideológica. En efecto esta suerte de metamorfosis progresiva del tejido social -que para mi está en estrecha relación con la aplicación de un paradigma estético sobre el mundo y sus territorios de significación- se constituye en el presente en la única posibilidad que nos queda para recuperar la densidad de un nosotros, sacándonos de encima la pesadilla neo liberal que nos obliga noche tras noche a convertirnos aceleradamente en unidades de dasein técnicamente aisladas.
La necesidad de traer estas apresuradas reflexiones sobre un contexto social me parecieron de vital importancia para pensar la bastardía en tanto opción de lugar en el espacio de producción visual. Me es imposible captar lo bastardo en sus dimensiones simbólicas, imaginarias y reales sin ver sus intricadas conexiones con otros ámbitos de la vida contemporánea, sin embargo dada la brevedad de este escrito, daré por insinuadas tales conexiones con lo desarrollado en los párrafos anteriores. Si en Chile se habla de la existencia de una estética bastarda, de artistas bastardos e incluso de políticas bastardas de inscripción en el campo plástico nacional, es porque nuestros desarrollos históricos siempre han rechazado de sus espacios de saber aquellas formas de representación que se escapan a sus formatos discursivos y a sus relatos de filiación lineal. Las consecuencias de esta hermenéutica de la exclusión ha sido la formación de una teoría de la dependencia y la orfandad en la cual las alteridades constituyentes de un espacio cultural solo pueden tener validez en la medida en que son redimidas por la venia de una figura paterna. Este esquema donde el huacho, el mestizo y, por qué no, el bastardo poseen un protagonismo semántico ligado a la marginalidad, se nutrió básicamente de los fantasmas de la falta, la culpa, el resentimiento etc. Esta manera de enfocar el problema tuvo sus rendimientos críticos en el análisis de una realidad social estructurada a partir de relaciones políticas mediadas por ideales de soberanía, pero en el presente, la puesta en crisis de dichos ideales crea un espacio cultural diseminado y abierto en el cual las fronteras reales y simbólicas ya no permiten al sujeto encontrar un refugio identitario ni en la institución ni fuera de ella. La intemperie que vivimos, entonces, posee una radicalidad doble que nos obliga a replantearnos completamente las nociones de resistencia critica; en efecto la mundialización con su consecuente erosión de las genealogías locales ha causado el estallido de los horizontes de legitimación, por ello en la actualidad se hace imposible o más bien ingenuo pensar que el fin o el objetivo de los plásticos independientes sea demandar al padre ausente el poder inscriptor de su mirada. Como dije hace unos momentos, quebrada la magia que sostuvo las economías excluyentes de la institución los huachos, los bastardos y los mestizos se transforman en los primeros nómades que empiezan a habitar un mundo sin asideros históricos precisables; ellos ahora seres sin culpas, sin resentimientos y sin faltas deberán generar las negociaciones y los acuerdos necesarios para producir los vínculos y asociaciones requeridas por la puesta en órbita de sus identidades creativas.
Mauricio Bravo. Artista visual y teórico independiente.
Docente Universidad Arcis Valparaíso, Universidad Uniacc, Universidad Tecnológica de Chile Inacap, Universidad Andrés Bello.
Texto publicado en el catalogo de la exposición Bastardos realizada en la galería Ojo de Buey del Instituto ARCOS Santiago 2006.
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