Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS

Raúl Hernández

 “Cuando vean los ojos
que tengo en los míos tatuados”.

Alejandra Pizarnik

Vendrá así, de pronto, solo avisando la existencia de lo oculto, de ese humano abandono. Rondará el espíritu del silencio, como ahora, en este momento que acaba de pasar. Así, de esta forma, inundando tus ojos con mis ojos, como si las caminatas nocturnas fueran la sombra que atribuye otra figura, otro andar en las paredes. Figuras que se expanden, y llegan de improviso, como un gato lanzado a nuestro rostro.

Vendrá esta presencia que arrincona al miedo y lo hace temblar. Pero también estila elegancia de farol e historias de taberna como en los poemas de Cesare Pavese. Si bien es el peligro inminente el que amenaza, perfuma con lo fatal y se destaca por lo perfecto de esta fisura.

Un caminante sabe lo que conlleva el último palpitar, -me identifico con Pavese- es por eso que hago del transito señales que en los charcos se reflejan. En las veredas, mi piel húmeda atrapada para siempre en una alambre de púas, sólo por un designio exquisito. Y miro esos ojos que aparecen tras la puerta. Subo la escalera, corro, miro hacia al lado y esta ahí. Es ella, quebrando los pavimentos con los tacones, queriendo agarrar la luna de un arañazo. Me observa y me hace un guiño. Despierto.

Luego, vendrán otros poemas oscuros como una vulcanización, pienso. Vendrán esos ojos que avisan disturbio. Así los ves cada mañana cuando te inclinas sola ante el espejo. Ojos que desafían a la muerte por una misma belleza y que se ocultan bajo las sábanas en gastado bermellón. Los ojos de los cuales no se escapa, por que están mirándote en la tasca, ese lugar lleno de ruido y de gente. O tal vez, abandonados al silencio de un cuarto junto al vapor de los muelles. Es ahí donde parten estos adoquines. Mudos, llegamos al barrio.

Soplo el fósforo con el cual prendo la estufa. Hago rechinar los metales de este alambre de fuego. Leo a Pavese y mientras cierro la puerta, pienso en esos ojos que se mimetizan con las sombras del pasaje. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Junto monedas para comprar parafina, leyendo los libros de la lluvia que abandoné.

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