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SARAH BERNHARDT: El PERFUME QUE ASCENDIÓ A LOS PALACIOS EUROPEOS
Desde Chile, Alvaro Oliva
Sarah Bernhardt llegó a ser para muchos el último icono del romanticismo que se filtró hasta el siglo XX. Su talento en el arte dramático la llevo a ser conocida en Europa y a convertirse en uno de los adornos más ostentosos de las fastuosas monarquías europeas que, en esos años, aún se mantenían en pie.
Sus textos franceses y su fina belleza, de opacos ojos y pálida piel, la convirtieron en una privilegiada en países como Rusia, donde incluso el Zar y la aristocracia de la época le rindieron pleitesía. Sus velos flamearon en las enormes escalinatas de la alta sociedad de ese país que en su mayoría hablaba francés, por lo que pudieron entender el arte de Sarah.
Así, un Viejo Continente con hemorragias internas fue el escenario en el cual Sarah vivió y fue admirada. Su exótica existencia fue la entretención para los chismosos de la época quienes se concentraron en ella desde sus primeros racasos hasta su cúspide.