Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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 A HÉROE MUERTO, CIUDADANO IMPUESTO

Carlos Osorio

clom99@gmail.com

 

Un ciudadano de verdad es el que a la patria importa. Esa es su demanda cada vez que los ilustres se acaban o están a punto de extinguirse. Y exige, por lo demás, encuentra que es su deber, al símil de verdad, que proyecte lo que ésta se merece. Nada de andar inventando super héroes de poca monta, lidercitos de pacotilla, harto que ha sufrido con la imposición de caudillos extraídos de cualquier parte y bastante complicada que se ha visto cuando la han pillado ensalzando bodrios y avivando esmirriados paquetes sin carisma alguno, sin nobleza o gallardía siquiera, sobrados de malas mañas, excedidos en sinvergüenzuras, ni de cierto arraigo, por lo menos en apariencia, que los identifique con lo popular o algo que se le parezca.

Agobiados y a la rastra, con pose estatuaria, como agotada, la proba familia seleccionada por mandato patrio (que no falta el porfiado clan que cree ser el único beneficiario) se esmera por dar en el clavo, con tal que nada falle en este martirio y trance de procrear un hijo ilustre para su curioso bien común, sería capaz de solicitar, a martillazo limpio si es posible, los espermas de cuanto idealizado hombre de prosapia y estirpe encuentre más a la mano o, si ya el asunto adquiere mayor prolijidad, que se torne complejo el esmirreado perfil elegido, no queda otro remedio que buscar en alguna enciclopedia de lideres mundiales que adornan sin pena ni gloria el librero familiar, al modelito a conseguir, al exacto príncipe heráldico, al refinado y carismático gobernante, al noble y circuncidado benemérito de algún país amigo, y hasta del más enemigo, total, qué importa, si el asunto es de interés nacional, y cuando está en juego tamaña responsabilidad, pos nada cuesta bajarse los alcúrnicos pantalones, para el caso las pantaletas, en aras del semental adecuado, que dé la medida exacta, que calce apretadito y en rigor, que por lo menos no desentone.

Y se esmera en que este verdadero hijo de las circunstancias, se ajuste a los cánones y a las reglas, como el que más noble del buen comportamiento, con altura de miras, de insigne y caballeroso talante, con dinástico y ungido gesto, de que sea un servidor, en toda la extensión del término, apto para la nación que ya ansiosa espera y clama en publicar y hacer de su nacimiento todo un jolgorio, sin importar que el cordero a degollar no de el ancho, por más que no encuadre en la solicitud, por más que los espermas no consigan su objetivo, que si nace con cierta normalidad, que si por cualquier motivo no llegase a repetir el estándar de generaciones anteriores -todo pasado fue mejor se apresuran en aclarar- por lo menos esperan que sepa comportarse a la altura y exigencias requeridas por su dinástico abolengo y así mantener a trote la ascendencia.

Y así este ciudadano, al igual que aquel denostado héroe, se traza generación tras generación, en largas jornadas y desvelos; los futuros padres se desviven de noches buenas para concebirlo a morrongazo limpio, dios quiera en el mes de la patria, si no, enhorabuena dilatar la arrugada placenta hasta la navidad que ya se aproxima, si hasta por el orden de los nombres, que heredará de su prole aristócrata cual fina loza china, es un planificado esfuerzo, se estudia sin vacilar a sus ancestros, a los mejores eso sí, no faltan los que avergüenzan al clan, se analiza los alcances o el ranking social que estos lograron, se cuida lo más posible la filigrana heredada, el estilo fundado en antiguas tradiciones, la estirpe de gran familia constituida por estadistas y otros que no tanto y que sólo entorpecen el orgullo, son las vergüenzas de una familia con sepa, hasta un presidente mal habido hubo entre medio, la historia, de la cual no queda exento, bastante poco generosa lo trata, lo acusa de asesinatos a mansalva, de enriquecimientos ilícitos, de ganar las elecciones en una tómbola.

Se hojea presuroso el álbum de fotos, se revisa el poco regado árbol genealógico una y mil veces, se estruja la historia para rescatar lo mejorcito de ellos mismos, se borran las manchas. -“Evitemos al tío poeta y a ese otro que le dio por ser coronel de regimiento en la legión extranjera y que en más de alguna oportunidad lo vieron ejecutando prisioneros”. Se lava la cara pública. –“Las casquivanas, hartas que habían, y los buenos para el trago también se quedan fuera”. Se añora a tanto querido pariente embajador –“¿Se acuerdan de ése, al igual que nosotros, simpatizante nazi? -¡Que noble y tierno!”

Rememoran la cantidad de sacerdotes y hasta del cardenal que hoy los santigua y que les aguanta todos los pecados, le tienen simpatía –“Si al final, todo queda en familia, por suerte no hay querellas a la vista, ninguno de ellos manoseaba mucho a los niños, por lo menos eso juraban arremangándose la sotana de puro nervio que llegaban a sentir”. –“¿Cuántos abogados ya tendremos?” Aquí surgen algunas dudas. –“¿Pero qué importa? en algún momento nos sacarán de apuro”. –“¿Médicos?- hasta de debajo de las piedras sacábamos alguno. –Fuimos y somos familia decente y preocupada de los nuestros, nos esmeramos al máximo en que todos fueran galenos, nadie nos hizo mucho caso, ese tío enfermo acabó con tan linda tradición ¡Inmoral! Mírelo que practicar abortos todos los días de su existencia, hasta de noche”.

La tía monja que rumbeó sus dotes reprimidos en algunas tierras lejanas necesitada de madres virginales al igual que ella, que se hizo santa o casi, aún el Vaticano no decide, no le atrae la idea de andar santificando a madres solteras, más si se trata de una con tres hijos y sus respectivos padres. –“¿No les dije yo alguna vez? Ella, mal que mal, a varios pretendientes les practicó penosos oráculos y apenados versículos cuando apenas se empinaba por los quince. - Nadie me quiso creer”.

En fin, todo para constituir sagradamente el ideal de hijo que la tierra, que verá sus pasos prontamente, necesita hoy más que nunca. Que asegure su sitial (y el de su familia) en lo más alto de la escena social y, si se puede, ya luego los eleve al más allá con todas las condecoraciones que la nación entrega para sus ilustres hijos. Ahí ya se miran como estatuas engalanadas, algunos modestamente se proyectan en el mausoleo de los patriotas, llenos de coronas y velas, esperan que la palmatoria y arreglos florales por lo menos sean a la altura de las circunstancias y no simples baratijas. Ya improvisan y proyectan al orfeón municipal déle que déle con la música de cámara que más gustan tararear -¡Son muy o-cultísimos!- Se imaginan tremendos discursos del oscuro presidente de turno, de homenajes de sus mórbidos ministros, del que sea, no en vano se esmeraron toda una vida, y saben que su tan sacrificado nepotismo se lo merece. Así son ellos, sudan arrojo y depositan su sangre en pos de la nación entera, en la vena misma de la patria, en la arteria exacta de sus ideales y que riega sin remilgos, ríos, valles y montañas.

Concentran toda la experiencia adquirida en el pasado remoto y reciente, todo por constituir la estirpe necesaria que hoy les abona dicha y logros, que les permitió controlar la decadencia, el ocaso de los suyos, casi lo pierden todo por culpa y por la mala idea que tuvo aquel mandatario revoltoso -No faltaron agitadores que quisieron acabarlos con prácticas extranjerizantes. “¡Si con la propiedad privada, con nuestra pobre fortuna, no se juega oiga! -¡Ni crean que nos la quitarán tan fácilmente! ¿Cómo es eso de expropiarle bienes a familias de bien, como a la nuestra? ¡Dios nos libre de ellos!”

Recuerdan al pater familia quién, cuando vivo, y éste sí que era un vivo, cual gladiador romano, luchó hasta el cansancio por todos los tesoros que hoy la familia disfruta y administra, sin siquiera importarle la poca transparencia, el demasiado olvido, las malas artes por conquistarlos. Más de un muerto mal habido se anotó en su patrimonio, hartos por lo demás, cuestión que mucho no importa, por último, -“a ése muerto no lo cargo yo”- declaran con toda potestad y desparpajo los hijos, tíos, sobrinos, nietos y el que venga, y si alguien nos reclama por tanto pecado del fundador, para pronto nos buscamos un buen leguleyo, en la familia sobran, y cerramos el paso de la verdad a base de pura leyes y trucos y una que otra mentirita bien habida.

Si aquí el tema es otro, se trata de ver bien nacer al futuro mandamás y que nuevas generaciones lo reclamen en pos de transformarlo en el salvador de la patria y, si se puede, mantener el estatus quo, de acaudalar cada día más el acaudillamiento, necesario para que la sangre heredada siga infectando a otros que vengan, que se fortalezca, que se licúe sin contrapeso con otra moronga poderosa, que no se mezcle con la chusma social, con el perraje, que mantenga los bonos inmaculados, su huesito bien cuidado y a buen resguardo. Que la riqueza acumulada crezca sin demoras y que se guarde, bajo llaves, en el banco de la honorabilidad y valores de la tradición, que de esa prosapia se jactan y que sólo familias como la suya alcanzan y logran en vida.

Padres y madres arrejuntados socialmente, políticamente emparentados, con la sepa necesaria que la unión de familias poderosas ya se traen desde sus antepasados, importante por lo demás, permitirá que la criatura se ría desde el primer día de su nacimiento, que su manito, que su tierno muñoncito se encoja sobre el vientre materno, para sostener con toda elegancia, como si se tratara de un sonajero, la herencia, la guita, el tesoro acumulado, los billetes, las monedas, de plata y de oro, los contratos, las propiedades, los bienes, los contactos, el bastón de mando, el poder y todo lo que su mano turbia logre agarrar en aras de crecer esplendoroso y así poder empinar su respingado olfato en cuanto negocio a futuro lo demande.

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