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Campanitas, mis llamitas
(Inti-Illimani, canción)
Por Ximena Jordán: ximejordan@gmail.com
Mundo urbano, mundo animal Quienes vivimos en la ciudad tendemos a ver a los animales de nuestro paisaje nacional como seres lejanos y de un mundo paralelo. No nos relacionamos cotidianamente con nuestros animales. En general, no estamos conscientes de la función ecosistémica que cumplen los animales que nos rodean. Estamos atentos a nuestras mascotas, pero no a los animales que son parte de nuestro paisaje natural y cultural. Es por esto, que la mayoría de nosotros dependemos de las imágenes y demás representaciones gráficas de los animales para relacionarnos, al menos estéticamente, con nuestra fauna. Y cuando salimos de la ciudad, muchas veces nos sorprendemos de la preeminencia de unos animales sobre otros. Sin perjuicio de esta realidad urbana, lo cierto es que los animales forman activa parte nuestro entorno, no sólo del paisaje natural sino también del paisaje urbano.
No solo los paisajes naturales; incluso las ciudades tienen animales característicos. En Valparaíso, por ejemplo, reina el gato, como bien lo declaró Pablo Neruda y como del mismo modo lo retrata el artista porteño contemporáneo Loro Coirón en más de alguno de sus encantadores grabados. Podríamos decir que en Melbourne (Australia), reina el possum; unos simpáticos y muy traviesos marsupiales que pernoctan y juguetean entre la fauna humana, algo así como la versión australiana del mapache.
En el Desierto de Atacama, reina la llama. Y como a buena reina, los artistas locales se han encargado de retratarla incansablemente desde hace miles de años. Es sorprendente la cantidad de representaciones, tanto precolombinas como contemporáneas, que encontramos de este animal en la medida en que nos adentramos en el Norte grande. Estas, constituyen un verdadero placer estético debido a la variedad de estilos, posturas y materiales con los cuales se representaron estos maravillosos camélidos.
Todas las llamas, todas
En el caso de las representaciones precolombinas, se encuentran en mayor medida en los sitios de arte rupestre localizados a lo largo del río Loa. Es fascinante ver cómo varían en estilo, desde el admirable naturalismo de las ilustraciones de la cueva de Taira hasta la línea geométrica abstracta que encontramos en ilustraciones de quebrada Tambores o de Yerbas Buenas. Si bien los artistas contemporáneos poseen cada uno su modo individual de representar la realidad, los artistas indígenas desarrollaron - y siguen desarrollando en la actualidad – patrones estilísticos que son colectivos, es decir, propios de cada etnia o grupo cultural. A pesar de su diversidad estética, determinada por la colectividad de sus autores, las representaciones precolombinas de llamas permiten vislumbrar cuál camélido de entre los cuatro camélidos andinos: llama, alpaca, vicuña o guanaco corresponde exactamente al representado por cada una de estas figuras. Vamos a ver de qué modo.
Primero, habría que hacer las distinciones pertinentes. Las especies de la llama y la alpaca son el resultado de la domesticación del guanaco. Por esto, podríamos suponer que las representaciones gráficas de datación más antigua corresponden a guanacos, y las ilustraciones más recientes son llamas. Con seguridad, las representaciones que incluyen al personaje del "llamero" (pastor de llamas) son esencialmente llamas, debido a que esta especie nace del resultado de un proceso de domesticación. Por lo tanto, desde sus orígenes la llama ha dependido de la organización y de los cuidados del ser humano. En contraste, las ilustraciones de camélidos andinos que incluyen el personaje del cazador son certeramente guanacos, pues las llamas nunca han necesitado ser cazadas, sino tan sólo pastoreadas. El cazador de guanacos entonces, es de alguna manera, el antecesor del llamero.
En tiempos precolombinos, la llama fue la principal fuente de proteína (carne roja), vestido (lana y cuero) y medio de transporte, específicamente de carga. La llama fue fundamental para transportar a través de de enormes distancias desérticas los bienes necesarios para ser transados por las caravanas de intercambio. Accesoriamente, varios instrumentos de uso doméstico eran fabricados con sus huesos tales como pinzas, agujas para coser y delicados ornamentos corporales, además de instrumentos musicales tales como flautas andinas denominadas "quenas". Con esta información, podemos comprender mejor por qué en los sitios de arte de roca atacameños y en el arte precolombino en general, encontramos cientos de llamas...o más bien, "cientos de cientos". La llama y los camélidos con ella "emparentados" han sido sin duda uno de los motivos, tanto conceptuales como gráficos, más publicitados entre los habitantes del desierto de Atacama en tiempos precolombinos y probablemente en tiempos actuales también.
La llama en el Chile de hoy
Con respecto a los artistas contemporáneos que ilustran a estos camélidos, varios de ellos continúan la tradición iniciada por los artistas rupestres precolombinos, obteniendo bellos resultados. De esta manera, mantienen y exponen al visitante de Atacama una tradición gráfica que de otro modo, permanecería oculta a la mayoría de ellos. El acceso a los sitios de arte de roca que guardan las imágenes precolombinas originales de estos camélidos es difícil y económicamente costoso. Por esta razón, es afortunado que artistas contemporáneos (en su mayoría locales) saquen a la luz estas ilustraciones, agregándoles su propio estilo y cambiando su materialidad. Esto no corresponde a una mera importación de tópicos de un momento histórico pasado al presente, es más bien la continuidad cultural en torno a la figura y función de una animal en una comunidad. Esto, porque la llama sigue siendo un animal esencial para la vida de los habitantes de esta parte del país.
Es cierto que en la vida moderna la llama ya no es el animal que garantiza la supervivencia de los habitantes del desierto de Atacama. Sin perjuicio de esto, hoy en día se ha vuelto ecológicamente necesario que los artistas continúen rindiendo tributo a la presencia de la llama y la de los otros tres camélidos andinos (vicuña, guanaco y alpaca) en el paisaje atacameño. La introducción en este paisaje de animales que le son foráneos tales como la oveja, la vaca y el caballo, ha perjudicado no sólo a los mamíferos nativos del desierto de Atacama sino también al desierto mismo en cuanto paisaje. En este ecosistema desértico los recursos alimenticios no abundan y mucho menos el agua. Por esto, la proliferación de mamíferos no-nativos, los cuales no tienen la capacidad de almacenar agua y nutrientes que es propia de los camélidos, significa una peligrosa competencia para nuestros camélidos andinos, originarios del lugar. Por otro lado, los animales introducidos tampoco tienen el peso y las pezuñas adecuadas para pisar el suelo de tipo desértico sin perjudicar la fertilidad y la forma del mismo. Por esto, estos mamíferos extranjeros significan además una amenaza para las cualidades topográficas y estéticas propias del arenoso y sinuoso desierto de Atacama. En un mundo ideal, se deberían erradicar todos los animales que son extraños a nuestro desierto. Lamentablemente, esto no es algo fácil ni rápido de realizar y mientras se toman medidas ecológicas precautorias pasan los años y el deterioro del desierto con su fauna autóctona aigue avanzado. En este inevitable hecho, recae la importancia del arte en cuanto testimonio visual del patrimonio ecológico y cultural local del desierto de Atacama; patrimonio del cual debemos tener conciencia y responsabilidad.
Imágenes imprescindibles
Para finalizar, y volviendo brevemente a lo planteado en la segunda parte de este artículo con respecto a la imagen de la llama para nuestros antepasados indígenas, planteo la siguiente pregunta: ¿Cuál sería la imagen contemporánea equivalente (para nosotros) a lo que fue la llama para los precolombinos atacameños? ¿Coca-Cola? ¿Mujeres con poca ropa? La pregunta queda abierta, pues su respuesta no es de inmediata resolución. Vivimos bombardeados de imágenes del origen más variado, las que se nos aparecen constantemente mediante tecnologías de comunicación, que a su vez están en constante aumento: Internet, televisión, telefonía móvil, marketing directo, etc. Debido a esta circundante multiplicidad visual, nos es difícil categorizar cuáles imágenes de este diario bombardeo tienen una predominante presencia en nuestra sociedad. Probablemente, al igual que la llama de los atacameños, nuestras imágenes nos recuerdan lo que en la actualidad consideramos – o más bien lo que deberíamos considerar - como bienes "imprescindibles".
Ximena Jordán
Máster en Curaduría de Arte, Universidad de Melbourne
Licencia en Estética PUC
ximejordan@gmail.com
Imágenes: Ximena Jordán, más una imagen autorizada de cada uno de los siguientes sitios: Bahía Utópica Galería de Arte (http://bahia.utopica.over-blog.com/ ) Museo Chileno de Arte Precolombino (www.precolombino.cl) y Andrew Rogers (www.andrewrogers.org).
Referencias bibliográfica:
- Gundermann, Hans (1984). “Ganadería Aymara, Ecología y Forrajes: Evaluación regional de una actividad productiva andina”. Revista Chungará, Nº 12: pp 99-123. Arica, Chile.
- Berenguer, José. (1999) Rock art in the Andes of Capricorn. Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago de Chile.