Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 8

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 81
Marzo 2006

 

LA FOTOGRAFÍA Y LA PINTURA
UNA PROVOCADORA CONCILIACIÓN
Desde Colombia, Ricardo Arcos-Palma

Desde que la fotografía - o más exactamente el daguerrotipo -, hizo su incursión en el mundo de la percepción a mediados del siglo XIX, su relación con la pintura ha sido extremadamente provocadora. A tal punto que ese invento creado por un “dios vengador cuyo Mésias fue Daguerre”, según las palabras de Baudelaire – crítico acérrimo de la fotografía quien la consideraba el refugio de los pintores mediocres -, terminó prácticamente por eliminar la pintura del ámbito del arte. Hubo que esperar la famosa fórmula “pintar lo que se ve” de Gustave Courbet y la implosión del color en la pintura impresionista, para que la pintura tomara de nuevo un respiro frente a las pretenciones de realidad de la fotografía.

El siglo XX comienza con una especie de diálogo permanente entre la fotografía y la pintura, como lo demuestran los trabajos de Man Ray, de Dalí, entre otros. Tal diálogo genera una simbiosis entre la pintura y la fotografía hasta borrarse prácticamente la frontera que les separaba. Hoy, luego que el arte en general se ha convertido en “fotográfico” como lo demostró Rosalind Krauss, la pintura parece haber perdido la batalla. Sin embargo, en ocasiones surgen obras bastante interesantes como “Abundancia de escasez”, donde con bastante ironía se restablece una provocadora concialiación entre estos dos generos de las artes visuales. Echemos pues un vistazo crítico a esta obra.

“Abundancia de escasez” (2003) es una obra realizada por un colectivo conformado por los jóvenes artistas: Angélica Jaramillo, Ricardo León, Catalina Rincón, Camilo Martínez y Miler Lagos egresados de la Universidad Nacional de Colombia. Esta obra esta conformada por una serie de “pinturas-fotografías” que cuestionan irónicamente el status de la obra de arte como consumo, llevada al extremo por la cultura de la reproducción propia del kitsch. El tema cuestionado es el bodegón tan popular en ciertas esferas del arte. A la mejor manera de la naturaleza muerta flamenca o de los bodegones de Zurbaran o Caravaggio, este grupo de artistas reproducen al acrílico bodegones contemporáneos con objetos de consumo popular propios de la industria de los polímeros. Los objetos de plástico elevados al status de obra de arte comienzan a generar una mirada crítica. Coladores, alcancías, cucharas, pelotas, muñecos, etc, se convierten en el pretexto ideal para hacer obra. Pero el asunto no se queda ahí. Las pinturas no son expuestas pues solamente hacen parte del proceso artístico. Son las fotos de estas pinturas que se exhiben. Así se garantiza una serialidad y ruptura total con la idea de lo original. “Finamente” enmarcadas en molduras de plástico que simulan la madera y la hojilla de oro, las fotografías se vendían al lado de objetos de consumo en la calle a buen precio luego de haber sido expuestas en una galeria. Las obras con el tiempo se ha deteriorado, las fotos se desprenden de los marcos, generando uno que otro reclamo de sus compradores. Con humor Miler Lagos agrega frente a esos reclamos “lo barato sale caro”.

El título de esta obra colectiva, alude indudablemente al estado crítico de una sociedad de consumo donde el arte, por supuesto, no escapa a la reglas del mercado. Lo que abunda es irónicamente lo que hace falta. Es decir una contexto paupérrimo en donde la imagen fotográfica revela una vez más aquello que no vemos a simple vista como es la fragilidad de una imagen en un contexto boraz del mercado.

Ricardo Arcos-Palma
Bogotá, febrero del 2006

 



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