Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 7

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 79
Diciembre 2005


Attila József
EL POETA DE LA TINTA DE ESTERTOR
Desde Chile, Alvaro Oliva

Los cielos de Europa Oriental han sido, desde el siglo XX, mudos testigos de las aberraciones humanas más graves del supuesto pueblo civilizado. Revoluciones, fascismo y hambre han atacado a los sufridos pueblos que hasta el día de hoy cargan con ese gen de fatalidad y carencia. Hungría, Rumania y Rusia son algunas de las naciones que por décadas han soportado lo siniestro.

No sólo la infernal nieve boreal ha curtido la piel de las criaturas humanas que a través del sorteo del destino nacieron en ese territorio, sino que las guerras y pecados de los gobernantes. Los bastos y grises paisajes también han cultivado a los literatos y filósofos más desencantados tales como Emil Cioran y el poeta Attila József.

József nació el 11 de abril de 1905, en Budapest, donde creció en un entorno que con suerte logró satisfacer sus necesidades básicas, en medio de un ambiente social regido por fuerzas políticas en pugna. Sus versos, influenciados por el surrealismo, entregan su visión del mundo determinada por la depresión y, a la vez, por una crítica visión del gobierno de derecha de los años 30

Asqueado por la primera Guerra, Attila publica sus primeros poemas, a los 16 años, en la revista literaria de Hungría. Sin embargo, a pesar del talento, su desequilibrio mental y emocional (o esa particular capacidad de percibir los detalles, invisibles para los “normales”, de la realidad) lo llevó a intentar suicidarse en varias oportunidades

Su familia por su parte estaba desintegrada desde que él era un menor, así su padre lo había abandonado cuando apenas tenía 3 años. De esta forma fue declarado huérfano por la asistencia pública que decidió enviarlo a Ocsod, un pequeño pueblo ubicado en las llanuras de Hungría, donde trabajo cuidando cerdos bajo el alero de una familia de campesinos. Al cumplir los 7 años su madre, Borbála Pocze lo busca y se lo lleva de vuelta hasta Budapest.

La progenitora se dedicaba a realizar labores domésticas para mantener a sus hijos en condiciones laborales carentes, que se reflejan en algunos trabajos de Joszéf:

“Mi madre era menuda y murió pronto
porque todas las lavanderas mueren pronto
la carga hace temblar sus piernas
y la cabeza les duele de planchar”

“De tanto lavar su espalda se encorvó
yo no sabía que era tan joven
en su sueño llevaba un limpio delantal”.

Finalmente su madre muere de cáncer, en el año 1919.Tras su desaparición el joven poeta queda completamente huérfano y parte hasta la ciudad de Makó donde comienza a estudiar y más tarde, al cumplir los 17 años, lanza su primer libro llamado “El Mendigo de la Belleza”

Ya a esa corta edad sus problemas con la sociedad daban sus primeros frutos tras ser acusado de blasfemar contra Dios en los versos de su obra “Corazón Puro”, por lo que es expulsado de la Universidad de Szeged.

La desesperación y angustia también queda plasmada en los versos de “No soy yo quien grita”:

“¡Cuidado!, ¡cuidado! ¡El diablo ha enloquecido!
Escóndete en el fondo limpio de los manantiales,
Fúndete al cristal de la ventana
Ocúltate tras los fuegos de los diamantes,
Bajo las piedras, entre los insectos,
Escóndete en el pan recién salido del horno.
Oh, tú, pobre, mi pobre.
Con el fresco aguacero fíltrate en la tierra.
En vano hundes tu rostro en ti mismo, sólo podrás lavarlo en otro rostro...”

En el año 1925, aparece su libro “No soy yo quien grita” (mencionado anteriormente) y luego se va a Viena a estudiar y trabajar. Años más tarde, gracias a una beca financiada por un barón mecenas de las letras húngaras, continua sus estudios en la Soborna de París para luego regresar a Budapest.

Así sus textos fueron esparciéndose por toda Europa ante la mirada celosa de otros literatos que tomaban cierta distancia frente al trabajo surrealista y expresionista que este escritor estaba creando. Sus rasgos melancólicos y comprometidos políticamente, terminaron por intimidar a un Occidente enfermo por las guerras y el hambre.

Asiduo lector de Freud y Marx se une al clandestino partido comunista húngaro del cual posteriormente es expulsado, en 1933, acusado de seguir la tendencia trotskista. Sus compañeros de partido no comprendieron su vida y obra por lo que criticaron su pesimista poesía que- según ellos- no incitaba a una real agitación.

El rechazo de sus pares se materializó finalmente cuando lo excluyeron de la delegación húngara que asistió al Congreso de Escritores Soviéticos que se realizó en Moscú, en el año 1935.

Después de la decepción en su vida política Attila escribe las obras “Noche de Arrabal”(1932), “Danza del Oso” (1934) y “Duele Mucho” (1936).

Al rechazo de sus compañeros se sumaron las continuas decepciones amorosas de las mujeres que amó, fue así como sus depresiones e intentos de suicidio lo obligan a internarse en un hospital. En su desesperada necesidad de cariño se enamora de su doctora Edit Gyomroi quien, tras rechazarlo, interrumpe las sesiones psicológicas en 1936

El 3 de diciembre, de 1937, el epílogo que siempre lo había esperado se concreta cuando el poeta se lanza bajo un tren en una estación cercana al lago Balatonszárszó.

“Quizás como la huella en el bosque de la fiera
desaparezca un día
y mis procesiones se esfumen
con el viento”

“Quizás Desaparezca prontamente”

 

 

 

 


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