Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 7

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 73
Junio 2005

LA HISTORIA ES UN LARGO OMBLIGO
QUE SE AMPUTA PARA NACER
(De mis alas azules, vuela el campanario)

Desde Nueva York, Silvia Banfield

El pequeño silencio de la historia, quizás se esté meciendo en la blanca, hirsuta barba del Tío Ho, en algún arrozal de Vietnam. En la sombra imperfecta, se puede arrodillar un imperio y bautizarse el sueño legítimo, transparente de la libertad. La noche le dio sangre a la vida, un lobo arrojó sus colmillos bajo la panza de un helicóptero sobre la tupida selva. Allí volaba el agente naranja, en su polvo letal, ciego, mortal, de largas madrugadas y amaneceres. La historia no es un reloj dormido. Hace 30 años, Saigón dejó correr la última estela de miedo en el aire, el racimo humano se voló en su pavor. Sí, estamos viendo la única filmación final, en la señal suspendida, el que se cae de sus propios miedos, y en el recuerdo todo el asombro de lo que ya no será. El país se quedará para siempre en la espalda vencida, otros nunca saldrán con vida (58 mil), locos, mutilados, algunos temblarán de por vida, odiarán a su madre, drogados vagarán por hospitales, saltarán de los balcones, asesinarán, y el stablishment crujirá en un millón de pedazos y cada partícula se incrustará en el corazón de la nación. Restos de mutilados, sin ojos, ni piernas, colgantes de sus sillas, monosilábicos, parapléjicos, acuñaron el miedo, el horror, en su humanidad vencida. Dios salía de sus gargantas, pero no fue suficiente. Las lágrimas rodaban en la sangre de los huesos, las carnes abiertas, los muertos tan pálidos, ya indiferentes, sin suerte, con muerte. La muerte presente finalmente. Viet nam fue una lección no aprendida. Olvidada. Ignorada. Sepultada, mortalmente desconocida. La piedra que sigue siendo tropezada en Bagdad, Afganistán, Guatánamo. El pie tan grande se mete, enreda, atasca fácil en la historia circular. Se va en one way . Viaja en un patín de un solo teclado, musical de funeral, y todo lleva al RIP raplatán, tan tan. Tanta muerte para nada. Dos millones de vietnamitas. Y miles, que aún no regresan a la realidad. Volverán al desierto a dejar pegados su ojos en el paisaje silente. El mundo vio todo el horror con los ojos cerrados por años, con algunas excepciones. Los arrozales convertidos en cenizas, las aldeas arrasadas, las familias cortadas por la metralla, el humo desolado mañana, el viento pobre, tibio, no queda más que el homenaje a la muerte. En un café o salón, la gilette cortaba las venas a su propia historia de filo en el filo. Viet nam inundó todo como un arrozal con su infierno. Se descendieron los primeros, últimos peldaños posibles hacia la miseria humana. Nadie ha dicho una sola palabra respecto de la fecha. Es tácito el tiempo de ayer a hoy, en la exactitud del error, como si el fastidio arrastrara su cola verde envenenada. Pasan por mi mente las fotografías, imágenes de esa niña desnuda, caminando por las calles de la vieja Saigón, con otros niños, con todo el espanto en su rostro, la desnudez de la inocencia perdida en el insignificante preciso trapecio del horror. El asfalto se mira en su hondura de futura madre sin raza. Ahí supimos que la historia no tiene fin. Es un largo ombligo que se corta una y otra vez, para dar nacimiento.
    (La larga noche vietnamita atravesó la muerte una y otra vez y se filmó así misma en el gran arrozal silencioso de un mejor tiempo que parecía no llegar. Los soldados morían clavados como estacas, elevados por un túnel sin tiempo, arrastrados, una bolsa negra, de plástico abría su boca silenciosa y los cubría como si no hubiesen nacido. Flower Power , fue la respuesta de la juventud norteamericana, a la muerte ciega en Vietnam, y así nacía la revolución del amor, la paz, de las flores: los Hippies . Un camino hacia la libertad. Hacer el amor y no la guerra, la frase se graficaba en el aire con la V de la victoria. Escrita en el graffiti inmortal de las paredes, una flor amarilla se fraguaba en cualquier atardecer de la vida, sin preámbulo, una ventana volvía a empujar el paisaje un poco más allá o acá. El coito bajo la luna, de nieves plateadas. Sexo rabioso dentro del alma. En una casa rodante la gran carretera enmudecía bajo el vuelo de la hierba, bajo el motor alado del amor. Nada se medía, todo en el fluir silencioso de las cosas no programadas. Ningún tiempo tenía principio ni fin. Woodstock, 1969, la luz en el territorio desolado de la larga oscuridad, la generación del Aullido , Ángela Davis, ángel, dónde estás/ de tus alas, América/,vuela el pesado sueño/sobre la montaña/alta más alta/¿Angela llévate esta miseria/No digas que se muere/sin embargo/ Un sanatorio está menos enfermo/Un camino seguirá siendo señal/ ... Bob Dylan, dónde el pájaro azul/voló descalzo de aire/su voz/las manos/una rama brota de las manos/funda el nido Bob/vuela con las muchachas de Woodstock/el cielo es un gran edificio/sólo sé que hay que volver/seguir recorriendo el camino /Todas las respuestas están flotando en el viento,/ son más, muchos otros que las buscan,/desde ayer, desde siempre, desde mañana.
    Velocidad/la historia camina estacionada/sin una flor/quién tomará desayuno esta mañana/se ha roto el cartucho con su silencio/Joan Baez tabletea el cielo/la morada del pájaro carpintero/La noche se actualiza/en sus estrellas/La historia es un cometa sin regreso...Yo estuve con los muertos/yo sigo con los vivos/Yo nombro los días en tu nombre/Yo quién soy yo/para hablar de tu amor 41veces/repetir el sueño, amor. Ermitaño soy tu montaña herida/la luz impenetrable de tu guarida/el sol que baja/una noche no es tan fugaz como una ardilla/Estoy en tu mesa/salvo que la miel/se haya derramado en el panal... Las nostalgias pisan fuerte/el viento que las alejas de su Norte/El Sur que las recoge/Vamos a volar en el sueño de la noche/Día sin historia, atracado en la montaña/Una nube es más que una silla para volar. Una paloma no vuelve de la guerra/antes prefiere no volar...Son más los suspendidos en el aire/pero van a volar...)
La guitarra de Robert Alan Zimerman, nunca dejará de tocar.
Viet nam es el remember , mece en su cuna este nuevo horror. Se vuela en el aire en las calles, a la salida de las mezquitas, en la orilla del desierto. Antes, en la secreta selva, la jungla empantanó a la feroz maquinaria de guerra, y le sacó los ojos, las uñas, desolló viva, tuerca por tuerca, los pernos caían del cielo, se arrastraban por los pantanos, el lodazal reía con el dolor ajeno y se perdió definitivamente. Un bambú respira por todos nosotros. En París, H. Kissinger, el de la Fiesta de Hemingway, firmó la redonda paz, y Ellsorth Bunker, comenzó a negociar el retiro, puente por puente. Viet nam fue la trampa perfecta. La vida se arrodilló millones de veces, no bastó, fue inútil, el bambú quedó en el sordo silencio en un largo camino que pacientemente construyó Ho Chi Min, el legendario maestro de la derrota. El abogado y general, el estratega fue Vo Nguyen Giap, vivo aún, envuelto en su leyenda. Viet nam debiera ser un presente para todos. El gran alfiler que nos despierta en medio de la noche oscura, oscura como si los antepasados volvieran a morir dos, tres, mil veces. El pasado pareciera recogernos en su gran infinita red. Y un siente perderse en un trigal...
Un pez busca un río. Está amaneciendo en la punta de la lengua de la noche. Caen las gotas del alba. Un gris en un silencioso redoblar de tambores. De lejos vino la noche y se va. El ventanal en el inmutable sueño espera el nuevo día, ligero de pensamiento, pareciera desperezarse en el silencio del cristal. En el salvaje escombro de la noche, lo que el amanecer sabe inaugurar detrás del gran reloj negro, se funde el silencio y la ruina tóxica respira en el verano azul de su pulmón izquierdo. No me mientas, el mundo no cambiará y las aguas negras subirán en precisión al altar más bello de la eternidad. Nada es una fiesta, ni París, -Saigón no lo fue, - ni Bagdad o el Jardín de Rosas que conduce al bunker, al primer ronroneo de un avión. Allí, el miedo atornilla su perno de escalofrío, recobra en la tuerca, el goce de su oficio y se miran las caras pálidas por todos los tiempos que el tiempo abandonó. El segundo se hace espejo de un frío que recorre la piel del oso mayor.
    ¿Quién libera el cristal de su noche? ¿Quién cuenta los segundos del alba? ¿Quién deja los pasos resonar en un puente? A esta hora una camarera sirve un plato a un desconocido, y el plato es tibio como el lecho que le espera en su pequeño apartamento gris casi olvidado en una cornisa alumbrado por el reflejo de la luz detrás del campanario.

§ UN BESO NO SE SUBASTA, FRACOISE

El poeta me dibujó esa noche el campanario suspendido en la pequeña ciudad, iluminado y describió en el detalle, el ventanal de siete metros sobre el espacioso apartamento, en el piso 30, donde se realizaría la perfomance del mimo. ¿Por qué no creen en mi sueño? Se sostuvo de pie sobre el reinado del espacio y caminó hacia la terraza, que ya se suspendía sobre la ciudad, las esculturas que agrandaban el paisaje, porque también el espacio se mira en la inmovilidad que le rodea. La ciudad estaba demasiado ocupada para saberse contemplada. Avanzó, dicen sus notas, en dirección contraria, y en medio de la gran sala, donde un maniquí negro disfruta su desnudo y no descuida su belleza, aunque el tiempo no le favorezca. (Claudia, escribo estos versos sencillos, sólo para que tú los entiendas) Hizo crecer los ojos, el poeta, hacia lo alto del ventanal inmenso atravesado en el gran salón, y sólo le conducía a un cielo gris, perseguido ya por una lluvia que venía del lado opuesto, fina, intermitente, agazapada en su calculada humedad. Llegó a la mesa redonda, al justo tiempo del almuerzo, y a su izquierda, otro grandioso ventanal, ya le devolvía la lluvia real. El juego del paisaje, la ciudad se esfumaba por unos minutos. Me detuve en el horizonte hacia el Norte, me dijo el poeta. Dejaron la mesa redonda para estacionarse frente a otro ventanal, la ciudad gira por las decenas de metros de vidrios, un caleidoscopio que se va armando. 360 grados del ojo volando por la ciudad, bajo los pies sin aire y ¿si nos dejáramos hacer en un globo aerostático?. Y se llega a la mesa real extensa pieza de la madera se presiente en la belleza. Dos escudos: el de España y Estados Unidos. El arquitecto le confiesa al poeta, que fue utilizada por el Rey de España en Miami. La mesa real, nos mira en un gesto cómplice, plebeyo. La historia se hace, y no se predica a los cuatro vientos. La lluvia domina los ventanales, si pudiéramos flotar, relájate me dice el poeta, el e-mail me llega con los ojos de la lluvia en la yema de los dedos. Es una cortesía del amor en tiempos de guerra. Ahora estoy en el baño de las visitas. Me revisé el tiempo de ayer en un espejo de puntas plateadas, es un sol, la cabeza de Ángela Davis. Unas piernas precisas en el claroscuro de la fotografía. Otros cuerpos. Un ombligo plano como el tuyo. Deja que sea moneda correr al viento. Ya vuelvo, subo aun pequeño ascensor, voy camino al campanario. Desde ahí te envío una estrella. La ciudad sigue circulando alrededor del cristal que la mira más que yo. Con mis ojos tus ojos están aquí. Remember.
Lo imaginé descendiendo del campanario con sus alas azules . Tal alta la cúpula encendida, deja correr un murmullo que sólo ella conoce, como yo ahora. No sé por qué, me recuerda la foto del beso francés, de Robert Doisneau, a principio de los 50: la instantánea del amor. Francoise y Jacques, se soplaron los pulmones de un mutuo compartido oxígeno, en el Ayuntamiento de París, para la historia. Antes del beso célebre, ellos se amaban en un oscuro café de la ciudad luz, aletean sobre sus mesas, en las sombras húmedas, el subterráneo placer de sus ávidas lenguas juveniles, porosas. Ahora sabemos que no fueron paseantes desconocido. F y J, posaron para la revista estadounidense America's Life , pero se amaban en la vida real, que es más que una fotografía. Quedaron para el recuerdo en el flash desde de una terraza de un bistrot parisino. Un beso es una cascada que me cae desde un campanario. Pero sigo pensando, un beso no se subasta, Francoise.
DOS

EL MIMO DESCUELGA DE LA NOCHE AZUL
(El hábito de la guerra viste al monje)

Hubo un secreto esa noche. El Mimo mostró la risa y tristeza de Charles Chaplin. El aviso silencioso del alma, que alguna vez viajó en el sueño. El poeta se quedó doblado en el cristal, pero su mirada estaba detenida ante los anturios rojos sobre la gigantesca ánfora. Son calas de otro color, si las vieras me dijo, y yo presentí el detalle sobre el piso gris sus ojos rodeados del inmenso ventanal, y la ciudad volteada en luces, se va vaciando al amanecer. Dos ánforas presidían una noche griega o romana, su propio pasado, de silencio anclado en un muelle de olvidos y referencias bautismales. Nadie fue más elegante y discreto esa jornada, que estas dos ninfas altivas de signos traicionados por el tiempo. Claudia es el maniquí negro que no pide nada, mientras cruza la noche sobre la luminosidad tibia del amanecer. Se ancla en una música, que va y viene, sobre el piso negro las notas hacen su acústica arrastrada y levantan sus cuerpos casi insomnes, en la levedad presentida de la noche que avanza lenta, segura, con sus caderas ampulosas. El Mimo hace su rutina en un bosque humano, con sus gestos abre su silencio, primero, gana espacios la risa muda, el paso blando de la noche, alguien guarda el resto de los materiales fríos, intraducibles, sin la pretensión de un celoso bibliotecario de Alejandría. El pianista etíope no llegó a la fiesta. Migración lo retuvo, a pesar de su origen africano, tan antiguo como el hombre. Vagó en las reptiles paredes migratorias, con su saco blanco brillante en la noche y dejó morir la monotonía, para encontrar algún sentido a todo esto. Fueron dos mulatos, con poco más de un tercio de África en el cuerpo, los que le detuvieron en una esquina, iluminada indirectamente por un semáforo. Había desamparo en la justicia y la humanidad del etíope, tan lejano como un desierto y huesos antiquísimos que comenzaron a buscar acomodo donde la libertad son dos metros cuadrados de silencio. El poeta se lo imaginó igual y me lo dibujó en el aire, como se hace con las cosas inmateriales, doblemente sentidas. Lo vio entre los anturios, colgar con sus notas y una sonrisa blanca. Un cuerpo enjuto, ojos amarillo fuego apagado, el comienzo de algo, el tropiezo de muchas cosas, la noche africana continúa. Es el hilo de la fiesta anterior del diseño urbano de la piel que los ojos frente al ventanal voltean una ciudad comprometida dormida en su artificio, detenida en el umbral del pequeño espanto. El campanario esa noche mantuvo el discreto encanto de tus ojos, agazapados en la noche húmeda, detrás de un cortinaje que nada oculta, y sólo deja entrever que es tan fácil neutralizar un espacio y no crear nada nuevo. Hay tantas maneras de no decir nada. De ser parte de un juego ocular de una puesta de sol desprevenida en el paisaje o de las cenizas que retira el viento en un cenicero ocasional. No aceptemos menos que el futuro.

§ En el anclaje, está el movimiento

Me gusta la frase y la anoto en mi Bitácora. Remarco futuro y apuesto a él, en un ambiguo anclaje en movimiento, de persona y tiempo. La luz naufraga en un ocre mestizo, casi advenedizo, pero se siente placentero porque dialoga consigo mismo a expensas de un entorno que pudo haber indagado por qué está fuera del marco del paisaje. Nadie pregunta dos veces por un mismo día, aunque las noticias se repitan. Los dados se cargan en la mano equivocada. ¿Es tibio o frío el destino que rueda de canto a canto? Corre el punto negro, la suma, el siete de memoria sobre el blanco. La arquitectura del dado
El dueño de la escena, es un tiempo vencido, la espiral de un humo, que el mundo espera en un rito mediático, anunciado por campanas de otro tiempo. Es tan nuevo lo viejo, bien conservado. Un espíritu de época que no cree en sí misma. El reloj es un falso enemigo del tiempo. La sombra hace luz, por un natural contraste de las cosas. El tiempo es abrumadoramente contemporáneo del futuro. El pasado nunca se repliega, se hace presente. ¿Qué nos queda para seguir repitiendo la Historia? El hábito de la guerra viste al monje. La guerra es un hábito con nuevos monjes. La guerra habita en distintos lugares de la tierra, pero sobre todo en la mente del hombre. Alumnos eternos, de nuestros propios errores. Repetimos el innovador sueño de la tragedia. Monjes deshabitados, sin edad, en la medianía de nuestro tiempo, una nueva oscuridad. ¿Por quién redoblan las campanas en el campanario? ¿El tañido es el mensaje? Los mensajeros dicen tener la palabra. ¿Será la última, la verdadera? ¿O en verdad, la palabra será el silencio definitivo de la especie?
La guerra es circular. Un Mimo que se cambia de sombreros como el mago de la noche. No importan las épocas, los lugares, el tiempo también es redondo como los anillos rojos de una coral. El tiempo se sabe una ilusión. Se deja correr en la imaginación humana. No recurre a la memoria, ni al futuro, su presente pareciera eterno, y todos los relojes trabajan para él.
El soldado desconocido sabe que alguna vez será conocido, que nunca lo fue, tuvo un nombre, identidad, un pueblo, y su muerte es un mito para recordar que la muerte llega de improviso, anónima, en cualquier lugar y que es también una invención humana. (Representan el poder mundial y se fotografían con una rosa roja frente al monumento del Soldado Desconocido. La Rosa llora, saca sus espinas y se siente una más desconocida que el festejado e irreconocible. Llega un niño a la escena y la blinda)

§ La Plaza Roja es un chocolate

El Kremlin en la Plaza Roja parece una caja de bombones y galletas danesas. Son de varias clases. Se ven, una delicia. Es la gran casa del chocolate. Esas cúpulas de turbantes parecen rellenas de chocolates con licor. Son grandes turbantes, gorros bombones, que piden ser devorados si no fueran tan hermosos. Por allí se detuvieron los ojos chispeantes de los millones de obreros en tiempos de la Revolución Rusa y quedaron intactos los sombreros de chocolate. Los Zares y las Zarinas, vivieron tiempos dorados, con sus carruajes y trajes, las noches de luna en el Kremlin. Los binoculares y satélites de Occidente se posaron por más de medio siglo sobre las cúpulas del poder soviético en tiempos de la Guerra Fría. No sabemos si los inviernos allí fueron más dulces a pesar del frío de témpano siberiano. Los abedules en los bosques de las afueras de Moscú permanecían de pie, casi sonrientes, acostumbrados al rigor de todos los tiempos. Un cuervo sabe que alguien le arrancará los ojos a alguien en algún lugar. La historia es la historia. Hernán Cortés bebió chocolate en Ciudad de México. Fue tal vez el primero del Viejo Mundo, en probar esa delicia venezolana, proveniente del árbol del cacao. En 1.519, cuando el emperador Azteca, Moctezuma tomaron a Cortés por una reencarnación del Dios Quetzalcoatl, ya que llegó con sus tropas, por el mismo lugar por donde había prometido regresar Quetzacoatl, según rezaba la leyenda. Los suizos se demoraron ocho años en encontrar la fórmula mágica del chocolate y eso ocurrió bien avanzado el siglo XIX. En un verano ruso podrían llegar a derretirse las achocolatadas cúpulas del K. Las calles serían dulces de ríos con niños deslizándose por un tobogán sin fin. ¿La Historia tampoco lo tiene, al menos en nuestro tiempo, que aún conservamos parte de la solerilla nuclear, que en verdad protege menos que un bloqueador de sol. ¿Para qué las armas nucleares, si pudiera bastarnos con una buena barra de chocolate?
En esa inocencia de cuentos de hadas vivieron allí los zares y Stalin. Viejos comunistas con rostros de acero, sin dientes algunos, mujeres con sus clásicas pañoletas, exhiben ahora sesenta años después, una foto de Papá Stalin, buscando mejores días en el recuerdo implacable de esos tiempos montados en la noche del crimen, días agridulces en Siberia, un lugar donde la muerte congela sus intenciones. J. S. ganó la guerra a los nazis. Desarmó toda la industria tuerca por tuerca y la trasladó a Siberia. En el mudo mundo glacial, los pernos eran aceitados al amanecer con grasa de bestias resistentes a todo. La Bestia mayor se devoraba a lo mejor de su generación y congelaba el espíritu, la inteligencia de la Gran Rusia. El Camarada Stalin se sostuvo en sus mostachos, con mano firme, encerrado en un cuarto del Kremlin, viendo pasar la vida y la muerte, apretando las tuercas a toda la nación como un gran oso que nunca invernaba. Hoy, nuevamente, las empedradas calles de La Plaza Roja se llenan de buenas intenciones, los pies de medio centenar de gobernantes que conmemoran el fin de la Segunda Guerra Mundial, el heroísmo y sacrificio ruso, de manera algo tardía, en medio de la Tercera Guerra Mundial, en la que los mismos de antes victoriosos, son los verdaderos promotores. ¿La guerra es este salvaje juego de la historia? Las fotos son elocuentes, trágicas, divertidas, dicen tanto, es la revelación de los hechos postergados en el fondo del alma.

§ Mal que Bien, ambos existen

Se sigue orquestando la muerte desde la cubierta del Titanic. Suenan las cuerdas y el teclado entre el Tigris y el Éufrates, en las ignotas pesadillas de Kabul y su desierto entre las montañas, bajo los acantilados de la muerte en Chechenia, en Colombia, donde tiene un penthouse con vista al mar y la selva desde hace más de medio siglo. ¿Es un lujo del hombre que se da el cuerpo humano de volar por los aires, conquistar regiones, someter, humillar a sus pueblos, con tecnologías letales, armas de extinción. La Segunda Guerra Mundial coronó la muerte en Auswitchz, pero fue mucho más que ese acto inútil de intentar borrar a un pueblo en el humo de una chimenea. Hay nuevos cementerios en Sudán, viejos en Viet nam post Segunda Guerra Mundial, África se ha llenado de crucecitas negras, América latina con sus fosas comunes tan comunes, ese entierro masivo del crimen, de mares con cadáveres, desiertos sin nombre. La muerte ha sido una terrible esperanza para las dictaduras del Cono Sur, de Latinoamérica y del mundo. Los cementerios son una inversión a futuro. Es un verdadero y per (durable) bien raíz. Se comprará por fin, para toda la vida, que es la misma eternidad. La tierra es tan humana, nos recibe a casi todos de alguna manera. Un lugar de descanso final. La muerte es sofisticada, quiere tener su propio terreno. Compartir, dice, su terreno con el cadáver, el cuerpo sin vida. Y nosotros le llenamos de clóset, bolsas plásticas, chatarra de automóviles, ascensores muertos, piezas de computadoras, barcos anclados en su última noche, grúas solitarias, rieles de vías férreas olvidadas, vagones oxidados, residuos nucleares, bombas activadas, de restos de maquinarias, baterías inservibles, primaveras devastadas, veranos incendiados, bosques enteros muertos, ciudades contaminadas, países fantasmas, y después nos subimos a una Torre de Manhattan a escribir el poema intitulado: Tierra Baldía ... El horizonte es tan amplio, que nada queda. Un Mall sin fronteras, el espacio total, globalizado de la nada, el gran estacionamiento de la tierra, a ras de suelo, con la superficie viva, deshabitada, sin parquímetros, ese paisaje eriazo, baldío que el asfalto recrea en su soledad. Un homenaje a lo que heredamos a la muerte, nuestro propio cadáver. Qué hondo se respira bajo tierra. Qué lodos traen estos polvos y otros revolcándose en el barro inútil del tiempo en un paraíso perdido. Bajo tierra todos los topos tienen trabajo.
El Editor pidió una Nota contemporánea, contemporadizadora, yo le dije Con- temporal, como el mundo del Poeta, lluviosa, escandalosamente húmeda. Conmemoramos viejas guerras pasadas de moda e inauguramos en la pasarela mediática la espiral del miedo y el terror, adorables huérfanos del Bien y el Mal. Qué haríamos sin este menú de espanto, cálido, sensacional aperitivo de este nuevo amanecer. Bajo los ángeles de Moscú y Washington, el mundo patina sobre el hielo y cree que vive en primavera. Son e terror estos dos chicos: George, hijo del ex Director de la CIA, Papá Bush, y Vladimir, viejo Jefe de la KGB soviética, puño de hierro del zar de Stalin hoy en el día de ayer en el post tiempo que sucede infatigable rodar del calendario rojo.
La guerra continúa, es lo que dicen los titulares. El tiempo vuela por una ventana. Arrojado también del paraíso, el calendario de cada día, se arranca sus propias hojas. Caen las costillas de un tiempo perdido. Muchas novedades en el frente, aunque siempre son las mismas. Los grandes clientes de esta puesta en escena, el Bien y el Mal. Bien, bien, Mal, mal. Mal que bien, ambos coexisten desde siempre. Se deben mutuos favores en su existencia. Siempre en lucha, pero infatigables protagonistas. En la vida real, el mal tiene mucha más fuerza que en el celuloide o en las páginas escritas. Los libretistas tienen sus trucos para derrotarlo. Se las ingenian. Se le ataca tanto, como patrocina. El muy Satanás, sonríe. Tiene su popularidad y seguidores con su fe ciega, como el Bien.

§ PD, de un Epílogo anunciado. (Antes y después del humo blanco)

Hoy sabemos que un río en forma de Dragón atraviesa la famosa Ciudad Prohibida de los Emperadores chinos . El enigma se abre en las aguadas del pintor y arquitecto catalán, Carlos Chauderlot. Se develan templos de ocho religiones . China fue el único país importante del mundo, que el Papa Juan Pablo II no visitó, porque no fue invitado. Es un dato. El río amarillo es sagrado en China. Los gatos traen pobreza a las casas. No se les protege. Y se les pone en porcelana en las esquinas de las entradas de las residencias con sus miradas profundas hacia el infinito, eso neutraliza su poder ruinoso. Se estima que los felinos domésticos datan en China de 2000 años A.C. y se dice que son originarios del África, aunque se domesticaron en Egipto. El imperio romano los diseminó por toda Europa. Las leyendas son infinitas y sientes más de las siete vidas de un gato. El recién designado Papa, J. Ratzinger, Benedicto XVI, es un fiel de los felinos, según acaba de revelar el cardenal de Venecia, Tarcisio Bertone. Les habla, dijo, como si fueran personas. En su pasada época de cardenal llegó hasta las puertas del vaticano, con unos 10 felinos que le seguían y él, continúa Bertone, les decía algo que yo no entendía, porque "el cardenal hablaba para mí un idioma incomprensible, un lenguaje en cierta forma trascendente". ¿Sólo para gatos? Como no se ha podido llevar los gatos callejeros de Roma al Vaticano, Ratzinger optó por hacerse acompañar de dos felinos de porcelana, al mejor estilo chino. Que el ruinoso pecado no socave los cimientos de la fe. ¿La fe es felina, se agazapa, camina silenciosamente sobre los tejados de Roma o permanece inmóvil en la porcelana? ¿Cuál es el mensaje?. Hace un día se confesó que oró para que Dios le escuchara y le negara el pase al papado. Pero, lamentablemente, dijo no me oyó. ¿El mundo católico se ha quedado sin intermediario? ¿Su papado se convertirá en humo? Qué alto y lejano se ha puesto el cielo. ¿Se lo lleva el viento? Pareciera que afuera va a llover. Un poco de agua no viene mal. Que se lave el rostro detrás del rostro para que el espejo del ventanal pueda reflejarlo realmente como es. El Papa ha confesado aún más y nos ha dejado estupefactos. Consideró, dijo, como la guillotina la idea de ser designado Papa. La guillotina es originaria de Italia, aunque la puso de moda la Revolución Francesa. Los Papas la usaron . La austriaca María Antonieta, conoció el filo de la poderosa herramienta de la justicia gala. Luis XVI sintió que su cabeza caía en una cesta. Robespierre vio rodar su cabeza. Pero, ¿en qué pensaba Benedicto, el enviado de Dios "Benedikt Gott Geschickt", cuando comparó su designación papal con la guillotina ?. ¿ Vio su cabeza rodar o la de sus opositores? ¿Pensó en Benedicto VI que fue estrangulado? Sólo duró 18 meses en el papado y una secta antialemana lo mató. Vean los frescos de Miguel Ángel en la capilla Sixtina, recomendó antes de morir Juan Pablo II. Su sucesor vio la guillotina, un despiadado instrumento de muerte. Una gran interrogante. El Papa Benedicto IX, sobrino de Benedicto VIII, ascendió al solio papal a los 12 años de edad. Fue tres veces derrocado y terminó como monje en un convento. Tantos tormentos por la Fe, frío fatal de las almas. Torquemadas, sacristanes inquisidores, fustigadores, nada nuevo bajo el sol helado de la Fe. La rueda del desencanto rueda, flageladores de la Fe. Quien a hierro mata, a hierro muere, en este valle del ojo por ojo, donde los viejos cuervos, de negro espanto sobrevuelan con sus almas negras, un oscuro paisaje de alas cuervas.

§ El terror en bicicleta

The NYT ha hecho nuevos anuncios . La conducta de los medios es noticia dentro de la noticia. Después de descubrir el diario liberal, que estaba inmerso en un mar de historias no verdaderas, con fuentes falsas y mentiras hábilmente hilvanadas, inicia una etapa de introspección para dar seguimiento al propio proceso interno de la maquinaria periodística NYT en búsqueda de la credibilidad perdida. Pondrá más atención el diario a las críticas provenientes del público. Un diario con más atención hacia los temas religiosos locales y a los hechos y noticias domésticas. Es decir, un NYT más (de todos los) norteamericano(s) ¿Un diario o periodismo más transparente? ¿Se ve la planta editorial detrás de un cristal o bajo la sombra fáctica del poder? El New York Time se está curando en salud, porque la confianza del ciudadano común y corriente norteamericano en sus diarios, decae día a día. Las cifras son elocuentes: la desconfianza crece en los Medios y con ello en la democracia. Un estudio reciente del " Centro de Investigaciones Pew de EE.UU., reveló que el 45% de los norteamericanos cree poco o nada de lo que lee en los diarios, un nivel de desconfianza que podría haber aumentado, porque la consulta efectuó durante la campaña presidencial" . Las barbas de los Medios norteamericanos están en remojo. Es un hecho mensurable. El diario más influyente de Estados Unidos y vendido en el mundo, ha puesto en marcha una nueva y cuidadosa estrategia para reencantar al lector con una mayor credibilidad. El propósito es borrar el reciente episodio fraudulento y plagiario, de Jayson Blair, que durante siete meses contrabandeó alrededor de 36 historias inventadas con fuentes falsas. Ello ocurrió entre abril del 2002 y octubre del 2003. El New York Time ha descubierto que no sólo está alejado de la fuente verdadera, sino del lector, principal y único destinatario de una empresa periodística. "No hay accesibilidad al diario por parte de sus usuarios", opina la gente común y corriente. La nueva política informativa hará una clara diferencia entre la noticia y la opinión. Pensábamos que eso formaba parte del ABC del periodismo moderno. A muchas personas, la sagrada lectura del mastodonte neoyorkino (pesa y camina sobre una cristalería) se le ha desprendido de las manos, de manera sorprendente.
Un lector que llega agotado de su trabajo, enciende la TV, se deja llevar por la imagen sin análisis, el gran vuelo mediático amputado en el vuelo mágico ficcional de la noticia, después de tomar una cerveza se sienta a revisar las páginas del diario. No está muy preparado para analizar, ver, entrever el tejido entre líneas y se queda con los grandes titulares, unos anuncios, las páginas deportivas, que el mundo está muy mal fuera y lejos de casa. En algún momento leerá que se puede llegar al estado de alerta Charlie, como estuvo el bunker presidencial. Del amarillo al naranja y rojo total. La avioneta Cessna 150, volvió a demostrar que el espacio aéreo sobre la Casa Blanca y sus alrededores, considerados de seguridad nacional, resultan ser un vulgar colador. Un agujero negro cuelga sobre la Casa Blanca. Esta vez El Number One estaba andando en bicicleta en Maryland, bajo una tarde soleada, primaveral. Un monomotor blanco rondaba sobre la sede presidencial, como una mansa paloma inocente, y dejó correr el casete del pánico-terror post 11 de septiembre. Cazaron por fin al mosquito en medio de luces de bengala. La primavera parecía dar un paso al revés en Washington. ¿El terror está de fiesta? Y pensará el Numbe r O , que alguien tiene que arreglar esto. Quién más. La mentira anida fácilmente en este paraíso perdido en la mente de un lector ficcionado diariamente por la máquina ficcionadora del mundo irreal. Una hamburguesa y hay que entrar en el juego. Del otro lado del mundo, la serpiente cascabel tiene varias cabezas y todas le rezan a algún Dios. Comparten el veneno que riegan sus divinas lenguas desde el Paraíso perdido, que promueven sin darse cuenta en sus agendas ante fieles y seguidores de la fe. Una manzana Oriente y Occidente en la carambola de un tiempo de desencuentros. ¿Nos faltan alfombras para seguir volando?. La magia está en el cuento digital, mediático y de nunca acabar, el otro vaivén, la fantasía global. Lo que nos hacen creer y creemos o queremos creer y seguimos creyendo. Tanta fe en la estupidez, como para no creerlo.

 

 

 

 

 

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