Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 7

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 70
Marzo 2005


FEDERICO MOURA:

EL PRECIO DE GOBERNAR NUESTRA EXISTENCIAX

Por: Alvaro Oliva

El vocalista del grupo Virus nos dejó un completo legado musical y el recuerdo de una intensa vida accidentada.

Centenares de jóvenes se desplazan por las arterias del compungido Buenos Aires, altas figuras desaparecen en las intersecciones de la vieja Avenida de Mayo, mientras la difunta voz de Moura resuena desde un refugio llamado “Requiem”. Tras descender los peldaños encontramos a una generación sobreviviendo en la Argentina del siglo XXI, bajo la aurora de escasos y rudimentarios sistemas de iluminación, en un lugar extraviado y alejado de cualquier país y del supuesto avance que prometía el nuevo milenio.

Entre sombras musicales los ignorantes infantes de los ochenta bailan hoy un vinilo añejo interpretado por un Federico arrebatado de nuestra faz. ”Pronta Entrega” retumba desde ese foso, que intenta hacer olvidar a bellas chicas la incertidumbre que ha quedado de una país de cuentos, de esa cálida campiña que observa al Gran Buenos Aires.

Pedazos de Europa del siglo XIX rodean a estos muchachos que recuerdan las miradas y movimientos de Moura y una época que, aunque rica en movimientos musicales, no se eximía de las atrocidades y del polvo escondido bajo la alfombra. Los años que gestaron la juventud de Federico no fueron mejores que los de ahora, la excitación de las nacientes melodías de los ochenta, muchas veces, se debilitaron con el perturbador coro de querubines perdidos, luchando por alcanzar la paz.

Hablar de Virus es más bien observar el rostro de Moura y todo su enigma personal, un individuo con calidad vocal, inteligencia y sensibilidad (Características más que suficientes para nuestros contemporáneos).

Como un punk de la abofeteada Sudamérica, este delgado personaje pintó sus ojos y comenzó a interpretar un repertorio de canciones simples, bosquejando un mundo vergonzoso para algunos y ficticio para otros. Su agrupación surgió de la fusión de “Las Violetas” (grupo punk formado por Federico, Mario Serra y Ricardo Serra) y “Marabunta” (integrado por Julio y Marcelo Moura). En su primer periodo la banda se llamó “Duro” y estaba presidida por la cantante Laura Gallegos. Más tarde, en enero de 1981, Federico ocupa el lugar de la vocalista y se bautizan con el nombre de Virus.

Como un abigarrado haz de luz intervinieron en un momento en que la música argentina se encauzaba hacia la canción de protesta y hacia la fusión instrumental, en los años en que gobernaba el régimen militar. El público más vanguardista - por llamarlo de alguna forma- los hizo sus favoritos, ya que trazaron un camino de independencia entre las tendencias de la época, sin embargo, también debieron soportar las burlas de ciertos grupos temerosos frente a lo desconocido.
En este complejo ambiente comenzaron tocando en pequeños locales nocturnos, hasta que el 21 de Septiembre de 1981, hicieron su primera presentación masiva en, Ezeiza, donde Moura desafió, con su ironía, a un público más bien apático y vulnerado frente a su presencia. Después de este agitado concierto graban con la CBS e inician el despegue hacia la popularidad.

El mismo año lanzan su primer trabajo “Wadu-Wadu” con canciones de corta duración. Después aparece el segundo disco, “Recrudece”(1982) y posteriormente, “Agujero interior” que salió a la venta en diciembre de 1983, justo en la fecha en que finalizaba la dictadura militar y asumía el poder Raúl Alfonsín.

Utilizando una tecnología novedosa para la época (baterias electrónicas y Midis) grabaron “Relax” (1984) que incluye “Desesperado secuencia uno”, ”Me puedo programar” y “Amor descartable”. Estos éxitos no dejaron de sonar en todas las radioemisoras, mientras las pálidas extremidades reclamaban desde escenarios acosados por multitudes.

En 1985, materializan en Nueva York el trabajo “Locura” que llegó a vender 200.000 copias transformándose en una de las bandas más emblemáticas de la década con los temas “Una luna de miel en la mano”, “Sin disfraz” y “Pronta entrega”.

Entre abril y mayo de 1987 crean, en Río de Janeiro, “Superficies de Placer”, justo en el momento en que la salud de Federico se complica. Tras conocer la inaceptable noticia de que era positivo el plan de trabajar en Brasil se convirtió en un tormentoso episodio donde todos los integrantes tuvieron que lidiar con sus angustias personales y el impostergable compromiso de concluir el disco. Finalmente, el nuevo material se presentó en el Teatro Opera, sin embargo, el dócil cuerpo de Moura ya daba señales de agonía, la constante pérdida de peso mostraban claramente que la enfermedad estaba “triunfando”.

En 1988, en sus presentaciones ante el público chileno, ya se notaba demacrado. Debido a su frágil estado tuvo que suspender los conciertos programados en México y Estados Unidos. No grabar el disco “Tierra del fuego”, motivo por el cual le pidió a su hermano Marcelo que ocupara su lugar.

La constante indisposición lo obligó a dejar su carrera, por lo que decidió recluirse en clínicas privadas junto a sus familiares, hasta que murió el 21 de diciembre de 1988. Su deceso incluso sorprendió a sus más cercanos que no alcanzaron a digerir su fulminante agonía producto- según los médicos- de un paro cardiaco, insuperable para un cuerpo de 34 kilos.

Fue así como Argentina nuevamente se vio apuñalada por otro drama, mientras la televisión y la radio hacían especiales. Muchas lágrimas cayeron cuando el cortejo partió al cementerio de Chacarita, la insolencia de este excelente interprete se había apagado a los 33 años, y muchos de sus seguidores buscaban inexistentes explicaciones para la partida de su única reserva moral.

Este despreciable “virus”, que en la actualidad sigue diezmando a la población, nos robó a un icono difícil de reproducir y que supo mezclar talento y emociones en sus letras. Durante su vida fue muy agredido por el hecho de ser simplemente él en un país, que al fin y al cabo, aún está empapado de prejuicios latinos, no obstante su disposición en el escenario, sus ideas y por supuesto sus interpretaciones jamás se olvidarán, aunque haya que cruzar la cordillera para yacer junto a su arqueada e imaginada tumba. Tal vez, el interés generalizado por visitar Buenos Aires tenga ahora un real sentido.

“Me gusta la gente inteligente, la gente sensible, perceptiva, pero la inteligencia es una parte más, no una particularidad en especial. Hay mucha gente que cree que atender el cuerpo es una cosa estúpida, que bailar es perder el tiempo. Yo creo que atender el cuerpo es igual que atender la mente: es tan elevado lo uno como lo otro” (Federico Moura)

 



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