Santiago de Chile.
Revista Virtual.

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 68
Diciembre 2004

 

LA ESTRATEGIA DE LA GUERRA
DE GUERRILLAS EN LA CULTURA

Por: Tito Alvarado

Los avatares de la vida me han impuesto la delicada tarea de tender puentes hacia nuevas realidades a partir de una idea-fuerza. Esta toca tangencialmente una arista de la historia de la cual no tengo las resplandecientes luces de la experiencia personal ni la consagratoria ilustración de las lecturas apropiadas. Aún así, y a riesgo de cometer algunos errores menores de apreciación, siento que debo emprender este salto del pensamiento.

Cuando fue mi tiempo del bullir y la plenitud del mundo por delante, no tuve la audacia de ser guerrillero. Tampoco he creído necesario suplantar con un conocimiento libresco realidades no vividas en carne propia. Esta norma de conducta me ha impedido la lectura del libro clave que escribiera Che Guevara : La Guerra de guerrillas . Sin embargo, lo que me ha sido negado por medio de la experiencia o el conocimiento, en una suerte de contradicción dialéctica, me es dado en cierta capacidad de encontrar esencias y diseñar propuestas.

La luz del entendimiento me permite vislumbrar que la guerra de guerrillas es una guerra irregular: un conjunto de acciones de guerra de pequeños grupos contra un ejército. Se supone que una guerra regular es entre dos ejércitos o más, que, por causas casi siempre ajenas, se matan entre sí sistemáticamente, cuyas acciones son, en gran parte, previsibles. Por guerra irregular podemos entender el enfrentamiento de pequeños grupos contra un enemigo mucho más poderoso y mejor abastecido. La guerrilla tiene la agilidad del movimiento permanente, la evanescencia y el reaparecer en sitios inesperados; al ejército le pesa su estructura, aunque tiene el respaldo del número, del abastecimiento y de las armas, pesadas y livianas. La primera socava lentamente, el segundo arrasa. Para unos es la sorpresa el factor fundamental, para los otros el terror. Uno busca acosar y retirarse, el otro busca aplastar y controlar.

Estamos hablando de dos formas, entre muchas, de hacer la guerra a un enemigo determinado, en el entendido que el objetivo final de uno, es vencer al otro con el mínimo de pérdidas propias, pero infringiéndole el máximo de bajas y destrozos.

Sin embargo, no es de guerras ni de estrategias bélicas ni de muertos y heridos en los campos de batalla de lo que quiero hablar sino de seres humanos en pleno ejercicio de su humanismo, de estrategias para contagiar la alegría de vivir y por lo mismo quiero hablar de vida en estado de creación y florecimiento.

En el terreno de la creación artística, de la organización de eventos y promoción cultural también vemos moverse los intereses de quienes hacen las guerras mayores, solamente que en este caso se expresan por otros medios. Es una guerra diaria desde las sombras, guerra dirigida a romperle el alma a la gente, a controlar sus gustos, gobernarle sus emociones y convertirles en simples espectadores, sin capacidad de intervenir en el drama de su cotidianeidad, sin gustos propios, sin metas de vida.

Esto nos remite a un problema filosófico más profundo llamado realidad; no siempre la vemos o cuando la vemos, no siempre tenemos conciencia de verla.  El problema de Hamlet ( to be or not to be ) se ha trastocado a ver o no ver la realidad . Lo que interesa en este razonamiento es asumirnos en el dilema de que hay algo más allá de nuestro alcance personal, que influye en nosotros, pero que también tenemos capacidades para influir en ese algo . Todo pareciera indicar que nuestros pasos en la vida se guían con la falsa certeza de la inexistencia de aquello que no vemos. Es el resultado ideológico del trabajo ideológico de quienes están en guerra contra nosotros, guerra para seguir en el control absoluto del poder y goce de la gloria.

La cultura, como noción etimológica, tiene la fatalidad de ser una palabra que expresa significados diversos, más aún, en nuestro caso la estamos interpretando como una acción sin terminar, un resultado en proceso de ser y no un resultado ya inmodificable. En tanto proceso, es un escenario en construcción y por tanto un campo de batalla en la guerra de las ideas. Me atrevo a asegurar que esta es el último bastión a defender. Un bastión que cada cual lleva consigo y que sin encontrarse en un lugar determinado, está en todas partes y atraviesa toda nuestra existencia. Sin las diferencias culturales ya no habrá nada digno de ser defendido .

Para el propósito de esta nota interesa concordar que en la vida: todos somos entes políticos, pues queramos o no, en el interactuar con los otros, tenemos una actitud, una conducta de vida, es decir: una política. Según sea nuestra capacidad de respuesta y de interacción con los demás, seremos malos o buenos estrategas, pues para implementar esa actitud, esa conducta pensamos qué hacer, cómo y cuándo hacerlo, diseñamos un camino a seguir, una secuencia de acciones que nos han de conducir a un fin. Pero los seres humanos no son islas, son entes sociales, lo cual nos lleva al problema de la acción conjunta de muchos tras in fin común.

Desde La cultura, para defender la diferencia, para expresar lo que somos y hacemos, para conquistar espacios que nos permitan cambiar las reglas del juego, debemos apropiarnos de las estrategias de la guerra de guerrillas. Organizarnos en el absoluto mimetismo con el medio social en que actuamos, acosar con acciones sorpresivas, quizá de poca efectividad en si, pero sin tregua, publicitar lo realizado, valorar el aporte de cada uno, asaltar el discurso dominante con argumentos nuevos y audaces, atacar en otro lado, abrir y consolidar espacios permanentes para la expresión de lo nuestro.

 

 

Si desea comunicarse Tito Alvarado puede hacerlo a: pcsur@aei.ca
Esperamos Su Opinión.  
¿No está suscrito? Suscribase aquí. 

[Volver a la Portada] - [Visita la Comunidad Escáner Cultural]


Las opiniones vertidas en Escáner Cultural son responsabilidad de quien las emite, no representando necesariamente el pensar de la revista.