Santiago de Chile.
Revista Virtual.

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 63
Julio 2004

 

MARIO BENEDETTI
EL ESCRITOR LATINOAMERICANO Y LA REVOLUCIÓN POSIBLE

Por: Fran Ilich*

Llegué a este libro por mero accidente, aunque V. sea fiel creyente de que en la vida no hay accidentes, y yo admita constantemente que los grandes sucesos de mi vida han ocurrido inesperadamente, casi como resbalones absurdos. El libro estaba en venta en un puesto callejero cercano a mi casa.

Sin intención de adelantarme demasiado, me parece prudente decir, que lo que Mario Benedetti trabajó en este libro, forma justamente parte de un debate que habría que revisar detenidamente y adaptar a nuestros días. Y aunque él se avocaba primordialmente a los escritores, casi al final del libro comienza a incluir en su discurso a los artistas en general. Parece curioso, pero ya hace 30 años Benedetti criticaba agudamente lo que hoy aún no se resuelve en el mundo de la cultura mexicana; toda una serie detalles que siguen siendo completamente vigentes, y que peor aún, todavía mantienen por protagonistas a los mismos actores que Benedetti menciona hace 30 años, si bien hay nuevos personajes en la puesta en escena.

Pero bueno, afortunadamente para sus lectores, Benedetti no pierde el tiempo centrándose en la realidad mexicana, sino que navega por América Latina, tomando como punto de partida y centro de este subcontinente, a la Cuba Revolucionaria: la esperanza de una nueva América Latina.

El libro comienza así, sin rodeos ni subterfugios:

"En 1930, ocho años después de publicar Trilce, Cesar Vallejo refutaba, sin embargo, al surrealismo en éstos términos: "Breton se equivoca. Si, en verdad, ha leído y se ha suscrito al marxismo, no me explico cómo olvida que, dentro de esta doctrina, el papel de los escritores no está en suscitar crisis morales e intelectuales mas o menos graves, es decir, en hacer la revolución 'por arriba', sino, al contrario, en hacerla 'por abajo'. "

Pero Benedetti no solo replantéa la cuestión sartreana del engagement , sino que profundiza, cuestionando la validez de estas revoluciones européas imposibles, que han pasado a la historía como momentos poéticos y llenos de vida (tanto como revoluciones fallidas), al contrario, de las revoluciones posibles y reales, como la cubana, que ha sido hecha por hombres reales e imperfectos, que han sabido que una revolución se mantiene día a día. También comenta hábilmente cómo los artistas e intelectuales de Europa son con frecuencia capaces de reducir el binomio arte social, a realismo socialista, cuando este fue solo una de sus manifestaciones (que además de fallida, fue también européa).

Todas estas cuestiones están ahora más en boga que nunca, afortunadamente no van de mano de ideologías rígidas como lo hicieron en el pasado. Sin embargo nos recuerdan que los artistas no viven en el vacío en laboratorios herméticos y aislados de la realidad, y que si bien en países como México, la maquinaría ha sido lo suficientemente exitosa como para mantener separados los temas del arte, la calle y la política... eso no quiere decir que estos temas no puedan, no deban, estar juntos. Para quien lo haya experimentado, el arte en México tiende a la facultad de estar alienado, aspirando antes que nada a standards industriales y comerciales ISO 9000 con calidad de exportación, que a generar comentarios relevantes al contexto del país.

El libro se aventura también a otros temas difíciles, como la espacialización de la literatura (Alain Robbe Grillet), el siempre presente tema de la colonización del escritor que aspira a ser ciudadano del mundo y termina manhattanizando su realidad para hacerla mas universal sin enterarse que en el proceso lo único que logra es negar su propia identidad. No resulta accidental que mencione la penosa situación de la implantación de tendencias artísticas europeas en Latinoamérica...

Y así continúa, recordando una y otra vez que el escritor no vive en una torre de marfil, y para quienes lo leemos hoy, recordándonos también que tenemos mucho trabajo por delante, que internet no nos resuelve todo, que acaso en teoría nos ayuda a crear redes de comunicación (que a veces parecen más que nada de saturante desinformación).

Al final termino imaginando, ¿cómo podemos adaptar este discurso a la realidad de quienes trabaájamos con media , narrativa y aspectos sociales? ¿Con qué nuevas formas narrativas híbridas tenemos que experimentar para poder generar diálogo y conversación con el público? ¿Cómo pueden ayudar éstas a convertir el mundo en un mejor lugar para vivir? ¿y cómo es que podemos hablar de nuevas formas de comunicación, trabajo y creación cuándo nos referimos al new media, si éstas repetidamente tienden a permanecer autocontenidas sin trascender su situación de simples productos? Es decir, tendríamos que comenzar un análisis crítico sobre las implicaciones de la interactividad en aspectos sociales que trasciendan la típica relación consumista que impone internet entre público y productor... No cabe duda, tenemos mucho trabajo por hacer.

 

 

 

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