Santiago de Chile.
Revista Virtual.

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 58
Enero - Febrero 2004

 

CORIN TELLADO:
LA VIDA EN ROSA

 

Desde Panamá, Rolando Gabrielli

Inocente pornógrafa, mercenaria, reina de un erotismo patológico, obsesivo y tentador, que subyace en las historias más triviales. Así describen a esta pequeña asturiana de 1.56 metros de altura, llamada Corin Tellado, de 75 años y que ostenta el envidiable récord de la más vendida en lengua castellana con más de 400 millones de novelas de amor.

Por décadas ha sido reina absoluta del folletín rosado, del amor por entrega, y con el seductor lenguaje de la intriga, de lo inverosímil, pero que el corazón humano ingenuo, vaciado en el supremo fracaso del abandono, es presa fácil de la pluma docta, como un bisturí que disecciona el alma sobre el espejo de una felicidad prestada.

Literatura cotidiana, basada en los áspe-ros caminos del laberinto sentimental de mujeres y hombres que buscan la felicidad del lector y se atropellan en la trama por alcanzarla. En la sublime paradoja de una nube rosada, se instala Corin Tellado e hilvana con docto bisturí la ligera aventura llena de deseos, súplicas, desaliento primario, para en el piso, tramo desencantado muchas veces, del alma de un lector confiado que somete su propia historia y la confronta con las páginas dulces, subterráneas, hábilmente entrelazadas con dosis justas de dolor y gozo. El folletín se refugia en la aventura coti-diana de la mujer y el hombre común, y es ahí donde entra la maquilladora de la realidad para adormecer la psiquis conflictiva del lector. Con hábiles pinceladas, la eximia encantadora de corazones frágiles, trémulos, macerados en el sufrimiento y la esperanza, retoca el débil andamio de los sentimientos, los frota con el esponjoso y sutil algodón de la palabra cálida, afiebrada en las sábanas más que en el cuerpo, en el truculento sueño de la historieta que pone a vivir a una habida lectora que busca retratarse en ese espejo de aparente desencanto, pero que concluirá con una milagrosa dosis de dicha y felicidad. Es una Tía Corin, alcahueta, trota conventos, verdadera Celestina de la palabra, cómplice en las cruciales horas del desamor. Es ahí donde ella entra, urde y resuelve el puzzle de los sentimientos con astucia, en el dorado encanto de una vida marchita, que tendrá una salida feliz por lo general. Ella los casa, cura, hace ver, transforma en millonarios, la desgracia e infelicidad, la transforma en un epicentro de batallas encaminadas al éxito. ¿Cuántos príncipes nacidos en la pobreza y el desencanto ha creado Corin Tellado y a cuántas mujeres ha hecho feliz con sus finales happy?

Aventuras livianas de casco, light, la vida en rosa, un mundo etéreo, sentimientos con cuerda floja, inasibles, en ocasiones, arraigados en la gracia de la banalidad, en el pasillo sutil de lo exquisitamente superfluo y deseado. Tantas historias dan para otras historias, pero conformémonos con que Corín Tellado también intenta rescatar honras, aliviar las pesadas, frustrantes horas del diario vivir, del ruinoso desencanto en que suele poner la vida amorosa y sentimental a las parejas, a la mujer y hombre de ayer, hoy y siempre. Sus títulos son una delicia: “Te odio por ser de otro”; “Tu pasado me condena”; “Nunca te tomé en broma”; “ A ti te quiero más”; “No me basta tu ternura”; “Matrimonio obligado.” “La Maestra” y “La Colegiala”, son títulos genéricos. El arsenal de libros editados supera los 4000 títulos. La verdad es que el ejercicio del amor es el más universal de todos, el más globalizado, sin fronteras y es un tema que no tiene punta.

REINA EN LA ADOLESCENCIA

Maestra en la dosificación, dueña del escenario y de sus protagonistas, entra con el viejo y sutil saco del enredo y se confabula con su lector o lectora, mientras deja que la soga de la maquinación anude la garganta, conmueva, empuje hacia el pequeño precipicio de lo aparentemente inevitable, fatal, y de paso, para que en una nueva entrega, se resuelva en parte y abra nuevamente el abanico del desenlace infinito. Esa es Corin Tellado, la que escarba en un labe-rinto amoroso, sentimental y maneja su propio agenda, recorrido, ese que el lector sigue como si necesitara un lazarillo para cumplir con un periplo deseado. Difícil no encontrar un hogar que alguna oportunidad no haya tenido en sus manos una historia de Corin Tellado, después de haber vendido más de 400 millones de ejemplares. La más grande y feroz hazaña en idioma castellano de escritor alguno en la historia de la literatura. Flota en el ambiente de muchos hogares, la atmósfera romanticona, la sutil pomada que acaricia los sueños de no pocas mujeres y que en algún momento entrará el príncipe azul, romperá el hechizo de la pobreza, de la mala suerte, y la vida sonreirá para siempre en el esplendor de las riquezas y en el amor eterno.

Lesbia y Mariela, viven en un edificio de grandes cristales en Paitilla frente al mar, mil metros cuadrados refrigerados y alfombrados, pero no son del todo felices, aunque nada les falta, ni siquiera el abu-rrimiento. Se entretienen con juegos de video, películas, recorridos a tiendas, peluquerías, sauna, paseos por la ciudad donde las amigas, hojean revistas y confiesan que a Corin Tellado la leyeron entre los 10 y 12 años de edad, tiempo de la fiebre romántica y de las ensoñaciones en búsqueda del príncipe azul. Lesbia dice que al poco tiempo pudo comprobar que todas las historias eran iguales y abandonó a esta sacerdotisa de la adolescencia por aburrimiento en medio del aburrimiento personal. ¿Pero quién no ha leído alguna vez a Corin Tellado se preguntaron?, sin dejar de hacer notar una risa cómplice de jóvenes que quisieran decir algo más.
Iván, ecuatoriano, de paso por Panamá, la califica de intrigante. No sabe de donde “sacaba tanto enredo esa señora”. Yo tenía 20 años de edad, recuerda, cuando la leía. “Eso marcó una época en nuestras vidas”. Me enfrascaba, recuerda, en la casa, buses, en distintos lugares, porque me atrapaba con el cuento del engaño, y de las pequeñas cosas que suelen suce-der en la vida real, aunque todo es según el cristal con que uno mire el amor.

Damaris, recuerda sus días adolescentes en Chiriquí, cuando Corin Tellado captó su corazón, porque ella sabía tocar las fibras sensibles de la incertidumbre y volcar la página final hacia el happy end sorprendentemente esperado. Hummm, recuerda y parece soñar en el altar de sus propias elucubraciones: era como fumar yerba pero con las palabras, y aunque uno no se las cree, va y cae, vuelve a leer.

Dania, cubana, quien podría ser uno de los personajes idílicos de Corin Tellado, dice que leyó en La Habana viejos ejemplares de bolsillo durante su adolescencia, y que se trata de historias donde se mezcla la belleza perfecta de los personajes con mucha intriga y los resortes psicológicos, donde los menos favorecidos y dotados por la naturaleza crean suspenso y son elementos esenciales de un final feliz.

Yraida, panameña, capitalina, quedó para siempre vinculada a las páginas de Corin Tellado, ya que sus padres decidieron ponerle el nombre de uno de sus personajes de una novela llamada Yraida y Magaly. Su prima se llama Magaly. Algo muy propio de esa época, recuerda, porque nuestras madres leían esas novelas. Toda una herencia, suspira, y le reclama a los recuerdos un nuevo capítulo.

Adelita tiene 65 años, aún cierra los ojos para besar, comenta, se maquilla en una peluquería atendida por unas dominicanas, “sin príncipe azul no hay vida”, es una de sus máximas, hace super con los rollos puestos, le gustan los colores fuertes en la ropa, no deja de moverse, es salsera, le gusta Rubén Blades y conversa de todo lo que ocurre en la farándula. No se traga todo como si viniera de fábrica, advierte, pero Corin Tellado “me hace ver pajaritos preñados”, algo así como la ilusión al cuadrado. Siempre me fascinó, y aún hoy me doy mis escapaditas, porque soñar no es malo, aunque no sea con la realidad y ya no suceda nada. Corin es la fantasía de los pobres, porque cuesta muy poco, aunque las ticas también se suben a su pasarela, torea Adelita con el idioma que asimila como si fuera un escombro lleno de brillantes. Yo, relata, a veces cocinaba leyendo la historia que revoloteaba por mi cabeza y me producía cosquillas y quizás por eso sea que esa señora haya vendido tantos ejemplares y no se canse de escribir. Ahí está la historia de algunas amigas, vecinas, de más de alguna prima, de una niña pobre de provincia, de la ricachona, porque el repertorio de la señora Corin Tellado, comenta Adelita sin equivocarse, es muy amplio y nos jamaquea el corazón con algunas bobaditas que todas queremos leer y que nos digan. Yo soy una entre esos millones de millones de mujeres que han leído y siguen leyendo sus historias. “He llorado como una loca con algunas historias, pero ella se las ingenia para encontrar la luz en el túnel. Casi siempre está de parte de un final feliz, donde todos los obstáculos, la adversidad, el engaño, la maldad, son vencidos. Quizás esa no sea la realidad, señala Adelita, pero me gusta que así sea en la novela. “Una mujer busca ser feliz. Gracias Corin.”

El libro de Guiness la registra como la más vendida, ya que ha editado más de 5 mil novelas, una verdadera fábrica de sueños e ilusiones, envueltas en papel celofán para las amas de casa. Una receta para el diván de los sueños.

El folletín tiene una historia y fue uno de los estilos más populares en la literatura alrededor de 1830, en el creativo mercado de la prensa francesa, el cual vio en ese suspenso del día a día, una venta asegurada y un lector cautivo.

Eugene Sué era el autor de los novelones de esa época y competía, nada menos que con Balzac, Dickens y el rey del fo-lletín, Alejandro Dumas, según lo calificara Víctor Hugo.

LAS MIL Y UNA NOCHES

El patrón era tan simple como el que se emplea en los clásicos relatos orientales de Las Mil y una noches, (Abil Leylah wa leylah), donde Scheherazada salvó su vida, tuvo hijos y encontró la felicidad en Persia a través del relato de historias, que le impidieron al rey Schariar continuar con sus crueldades.

En estas noches azarosas, el pueblo árabe deja correr su prodigiosa fantasía, y estamos ante una narrativa asombrosamente entretenida, surgida en el siglo VIII y completada definitivamente en el siglo XV, que cautiva adultos y niños por igual, porque sus páginas contienen la magia de la verdadera literatura y que para algunos estudiosos constituye una “de las obras maestras de la ficción humana”.
Los siete siglos de la conquista musulmana en España y Portugal, cautivaron finalmente al propio Alfonso el Sabio, quien mandó a traducir el Corán, entre otras obras, al tiempo que las leyendas árabes influyeron a la propia Divina Comedia de Dante Alighieri.
La novela rosa, ha sido calificada de género inmoral porque falsea intencionadamente la realidad, situando la acción en planos sociales enfermizos y artificiales.

EL FRIO ANDAMIAJE DE LA HISTORIA TRUCADA

Allí opera la española María del Socorro Tellado López, desde su casona en Gijón, con impunidad en el corazón roto, ella construye el frío andamiaje de la vida trucada, donde las almas infantiles, siempre en vilo, se acomodan en el gran teatro de la tragedia amorosa, pasional, al estilo Corin Tellado.
Lectora de Arthur Miller y Víctor Hugo, la anciana patrona de este amor público de sollozos y espinas, anclado en el diván rosa de la vida común y corriente y anidado en la patología de la ausencia de un mundo propio, Corin Tellado desarrolla sin asco su culebrón escrito para hacer estallar las fibras menores de un amor tri-llado sobre el vericueto de la intriga per se, esa que colinda con el morbo y peina la desgracia en la peluquería del asombro.
Corin, tan distante de ambos escritores como de la literatura, escribe simplemente “novelas de evasión para entretener”, unas 50 páginas diarias, y sabe que no ganará el premio Nobel de Literatura.
Ella se considera una profesional que escribe por dinero, y apuntó alto la cha-parrita, que ha hecho un arte inigualable de la literatura de corazón en el siglo XX, porque ha vendido ilusiones a tutiplén, a mujeres que pueden ser de hielo, fuego, fatales, lúbricas, perezosas, o asesinas, porque para eso está la fábrica de la imaginación de una “escritora” que se montó en la maravillosa caja de la superficialidad y le dio cuerda al morbo. Sí, ella puso en vitrina sólo lo que hay de morboso, cabalístico, de embrollo confabulador en la Caja de Pandora de la psiquis humana y la epidemia se extendió, haciendo público en la ficción, aquello que en el mundo de las pasiones pertenece al secreto universo de cada pareja. Prendió, sobre todo, en corazones juveniles, ávidos de aventuras, románticos por excelencia, y también en otros más maduros, pero igualmente adolescentes, solitarios y en búsqueda de cupido, aunque sea prestado por la novela rosa.
Hay muchos excelentes medios para protegerse contra la tentación, advirtió Mark Twain, pero la protección más segura, recomendó, es la cobardía. Jean Cocteau, fue más lejos en esto de las tentaciones, de lo prohibido, que tanto motiva al hombre y la mujer, cuando sostuvo que Dios no habría alcanzado nunca el gran público sin ayuda del diablo y de sus tentaciones, por supuesto.

EN EL DOBLE FONDO DE LA PSIQUIS

La señora Tellado, ronda, busca y pone el pie en el acelerador en el doble fondo de la psiquis, el viejo resorte de la mente humana saturada muchas veces por el vertiginoso tren del estrés, el pozo de la frustración, el interminable pasillo de la desorientación, de esa especie de limbo al que se llega con el ocio, el no me importa y la vagancia con pasaje expedito hacia el horizonte, sin límite. Ella se ha atrincherado en el lenguaje y las situaciones estereotipadas, en la trama circular, en una suerte de pornografía del alma, la más difícil de erradicar, por la inocencia de su envoltorio y la fuerza que tiene la historia, la palabra y la literatura rosa.
La realidad no hace soñar, por lo gene-ral, pero el Manco de Lepanto, don Miguel de Cervantes y Saavedra, que es la ficción misma, la fantasía, imaginación, convirtió El Quijote de la Mancha, en un texto para cultivar la imaginación, la li-bertad y la reflexión, ingredientes necesarios para un libro verdadero. El Ingenioso Hidalgo, Don Quijote y Sancho, perdurarán en los tiempos, porque forman parte de la cultura de los pueblos y su memoria. Son un prototipo, el primer molde, en una pa-labra.

LIBROS:
MAGICA PROLONGACION
DE LA MEMORIA

Los libros, dijo Jorge Luis Borges, “son una mágica prolongación de la memoria humana, guardan los sueños, saberes y sentimientos de las generaciones”.
La diferencia está en haber leído en la prima juventud estas Biblias literarias, verdaderos e inagotables tesoros, como: La Isla del Tesoro, Los Tres Mosqueteros, Tom Sawyers, Simbad el marino, y más tarde Los Caminos de la Libertad de Sartre, El Extranjero de Camus, La Metamorfosis de Kafka Las Residencias en La Tierra y los Veinte Poemas de Amor de Neruda, El Principito De Saint –Exupery, Rimbaud, Baudelaire, Georg Tralk, Vallejo, T. S.Eliot, Mistral, Borges, Rilke, Holderlin, Donne, Artaud, Blake, Whitman, Lezama Lima, Prevert, Pound, Cardenal, Kerouac, Hesse, Mann, Goethe, Shakespeare, Lewis Carrol, y su maravillosa Alicia, García Márquez, Cortázar, Onetti, Bradbury y todos los libros clásicos griegos, españoles y franceses y universales que nos tragamos con el placer del aceite de resina en el liceo.
Por fortuna, la literatura es otra cosa, mi estimada Corin, y usted lo sabe. Ernest Hemingway, boxeador, cazador, pescador y escritor en la primera línea de batalla, es su antítesis, porque comunicaba algo así como la inmortalidad de la victoria: sentimientos, acción y una indomable voluntad de ser. Y no sólo se trata de salirse o adentrarse de la realidad, sino que la ima-ginación va acompañada de una cierta credibilidad que perdura en el tiempo y en las generaciones venideras, que son en definitiva las que consagran al escritor y la palabra.

Usted dirá Corin en su descargo, que es otro público, una proyección diferente en la sociedad, que lo suyo es un juego y su verdadera pasión es vender, pero es inevitable no apostar al compromiso de la vida con la literatura o a una Historia que no será lavada por el detergente de la propia Historia.

Le concedo que usted viaja en un cómodo carruaje de la sociedad light y que para gustos, los colores, y que en el amor como en la guerra, todo es válido, y además en este año dos mil tres ya somos màs de 6 mil millones de seres humanos en la Tierra, y usted tiene lo suyo en el mercado global desde hace varias décadas.

UN CLOSET DE SENTIMIENTOS

¿Usted sabía? que Lao Tse dijo: “no tiene el alma ningún secreto que no revele su conducta” como para pensar, ¿no cree? Pero usted se ha empecinado en lo contrario a la literatura y al arte, que desde tiempos inmemoriales rescatan lo mejor del ser humano, sin olvidar que el arte es vida, muerte, miedo, polvo, risa, sacrificio, sentimientos y todo el closet humano a su disposición.

Su éxito más que indudable, pareciera inevitable. Y no es la única en este mundo rosa, de realidades pueriles y animada por el submundo de los acontecimientos que adquieren relevancia, protagonismo y el sello de betseller inclusive.
Patricia Cornwell, tiene 45 años, usa el pelo corto, es de ojos azules, delgada, más bien enjuta, divorciada, ex cronista policial, de poca cultura literaria, es hoy una bestseller en Estados Unidos con sus novelas policiales trucadas con la fea realidad, el crimen y la crueldad de una sociedad que ella califica de violenta. Soy rica, ella misma se describe, célebre, joven, no me siento segura en ninguna parte, porque soy un blanco ideal para el secuestro o el asesinato. “Recibo cartas de presos que tienen mi foto en su celda y que no dejarían de buscarme cuando salgan”. Su mundo novelado es el de los sicópatas y de la gente solitaria. Ella también forma parte de este universo que describe, la rodea y vive, ya que el marido de una agente del FBI, madre de dos hijos, intentó matarla porque había mantenido relaciones amorosas con su mujer.
Edgar Allan Poe, dice Borges, quien lo cultivó también el género policiaco, es el padre de la novela policial y está vinculada a lo fantástico. Chesterton es conside-rado uno de los maestros, pero hoy reina más que todo la violencia en este género, que no se apiada ni de sí mismo.

LA VIDA REAL EN ROSA

Quizás la novela rosa y esta patología literaria, son recursos extremos de la rea-lidad, la desnudan con los viciosos resortes del morbo y la trapisonda, y la extrapolan con el oficio inicuo de la marginalidad. Hay quienes sostienen que no le hacen mal a nadie y que Corin Tellado es una “inocente pornógrafa,” como dice el escritor cubano, Guillermo Cabrera Infante, que le tocó pasar por la vida, con su implacable máquina de hacer historias.

La extensión de Corin Tellado, es en la actualidad, sin duda, el culebrón de las telenovelas, en su mayoría con una trama trucada, maniquea de la vida en blanco y negro, del malo y el bueno, el bien y el mal, y el amor que siempre triunfa después de pasar el Ñagara en bicicleta, ejercicio nada despreciable para quien practica el socorrido adagio: quien quiera celeste, que le cueste.

En el transcurso de la telenovela vive y vibra en toda su intensidad, el mundo patológico y sale a flote lo peor del ser humano, con chispas de generosidad en contrapunto, aunque el lado oscuro de la fuerza humana brinda un banquete al telespectador, que atina a decir: ¡viste!, y mira hacia el lado donde cree encontrar la respuesta en la vida real.
Esa confusión entre realidad y ficción, trastoca patrones de la vida de la gente común y corriente, cuya escalera social pareciera crecer como mala hierba a través de la pantalla que le hipnotiza e idiotiza, haciéndole soñar con lo inalcanzable, en el mejor de los casos, al tiempo que le incita a practicar un amor deformado, de raíz violenta y a todas luces enajenado.


EL CULEBRÓN PONE A SOÑAR DESPIERTO

El culebrón pone a soñar despierto, introduce la falsa adrenalina de la violencia cliché, hurga en el último piso del yo hasta violentar la conciencia más tímida y menos alucinada, alimentándola de las sobras de la felicidad.

Lo que sucede, dice la gente, es que entretiene, es poco edificante, pero divierte, y en el escenario mayor del fo-lletín moderno a fines del siglo XX y en el pleno corazón de Washington, surgió la gran novela rosa en la Casa Blanca, con algo del porno del protagonismo y de la mano maestra de una intrigante agente li-teraria neoyorkina, Luciane Goldberg.

Luciane fue la maquiavela que urdió que Linda Tripp grabara las conversaciones con Mónica, cuyo “traje azul de amor”, se mantuvo lejos de la tintorería, como prueba, de que sí hubo algo con propiedad donde lo impropio y equívoco hizo de las suyas.

Contó con todos los resortes de la publicidad, del marketing y del escandaloso oficio milenario de la intriga en dosis reparadoras para los insomnes apetitos del morbo. La historia comenzó ingenuamente en Internet y fue socavando los cimientos del propio Presidente Bill Clinton, se instaló en el Congreso, reco-rrió los Estados de la Unión, circunvaló el mundo, entre la incredulidad, la mofa, el descaro y el aporte lingüístico, -no de la protagonista solamente-, sino en el estricto sentido del término, cuando acuñó el eufemismo de “contacto impropio” por sexo sin penetración.

En ese instante único, preciso, brillante, irrepetible del derecho norteamericano, Corin Tellado simplemente desapareció, como si nunca hubiese escrito una sola palabra. Sucede que la realidad mágica puesta en acción por los grandes protagonistas de nuestra historia coti-diana, supe-ran cualquier nove-lón, porque la gente está viendo la tragicomedia en el capítulo diario de la TV y de Internet.

El amor, desde tiempos inmemoriales, y eso lo sabe Corin Tellado, ha remecido los tronos y traseros más bien puestos, en todos las épocas y direcciones. Si hasta Troya ardió por el rapto de Helena por parte de Paris. Cleopatra, la diosa del Nilo, prefirió ajustarse el cinturón, antes que volar junto con su imperio, y su amor con Marco Antonio, la Historia lo recuerda con encomio. La princesa Diana de Gales, siglos más tarde, le arrancó el corazón al mundo con su amor de novela trágica y que culminó con una escena fatal junto con su príncipe azul árabe, en el “Puente del Alma”, París, donde solo queda el recuerdo, de quien siempre vivió como en un naufragio hasta que las olas la alcanzaron.

La Historia suele ser novela y viceversa, porque la ficción es la suma más precisa de todas las realidades y azares.

 


Rolando Gabrielli
 
Rolando Gabrielli
es Periodista y Escritor chileno

Si desea escribirle puede hacerlo a:
panaglobal@hotmail.com

Actualmente vive en
El Dorado, Panamá

 

 


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