Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 5
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 49
Abril de 2003

Literatura y comunicaciones

LA DROGA DEL MATE

Desde Chile: Mauricio Otero*

Introducción

Al poeta le llamó tempranamente la atención la bebida MATE, la cual consume desde su niñez. Es un adicto. Más tarde, cuando llegó a la adultez, quiso estudiar la droga. Observó el comportamiento de los argentinos, uruguayos, paraguayos y brasileños, y vio cómo esta droga les ayudaba en sus lides deportivas, demostrando euforia, rasgo más distintivo de la ingestión.
Entre otras propiedades de le bebida, están sus bondades médicas contra el ASMA, actuando como dilatador, LA ARTERIOESCLERÓSIS Y HASTA LOS TUMORES CEREBRALES. Como efectos negativos, el mate puede dañar el hígado, consumido excesivamente, siendo contraindicado en hepatitis y pancreatitis. Altera la presión arterial y produce taquicardia.

He aquí el análisis del estudioso.

LA DROGA DEL MATE

Experiencias de un poeta chileno.

Se comienza a sentir una algarabía, un entusiasmo por el gozo por venir. Va, coge la cantidad de yerba de una taza de té grande, sola, sin aditivos, bombilla, y azúcar. La hierba ha de ser tipo brasileña, dulce, cálida.

Y la cebación se inicia. Los primeros síntomas son de suave calidez. Su lengua, primero, luego el paladar y la garganta, gradualmente, hasta llenar de calor y efusión* el estómago, con la infusión. Al tercer mate, el poeta ya está leyendo poesía de grandes autores, al tiempo que empieza a sentir los retortijones de la digestión, al estimular el alcaloide los líquidos biliares y relaxar así el intestino grueso y ablandar el delgado, terminando por presionar, primero suavemente, luego, con irretenible desfogue el ano, lo que vuelve al bebedor a un estado puberscente, recordándole inconscientemente las mismas sensaciones de doliente 'placidez' del bebé en pañales, potenciado por el doble placer de sentir en la boca, el que funge de repezón maternal, con el líquido dulce caliente chupando sin cesar. Ya el poeta es nuevamente un 'niño', y sus ojos comienzan a dilatarse, comienza a sonreír y a mostrar altos grados de vigilia inteligente: su cerebro se haya estimulado, sus vasos capilares abiertos, corriendo el río de dilatación que va despejando las arterias, ya en la euforia, en un frenesí de plena alegría y de imaginación desatada. Al mismo tiempo, sus pulmones se encuentran estimulados a respiraciones anhelantes y muy profundas, las fosas nasales abiertas, siente cómo pasa la más mínima atmósfera de aire por ahí y cómo se dirige deliciosamente al cerebro, desarrollando el despeje de los sentidos, que, al quinto mate, ya están en plena capacidad, sensibilizados al máximo. El libador está con plenos poderes físicos e intelectuales; en estos momentos es capaz de enfrentar los más difíciles problemas, incluso aquellos que no ha conocido jamás y siempre tendrá una respuesta, que dejará atónitos a los otros. Lee eufóricamente al tiempo que escribe sus versos, que corrige a la vez, en una meditación reflexiva velocísima, que aunque vea obstáculos, es capaz de concentrarse en milésimas de segundo o hasta un mínuto hasta solucionarlo, pero en todo momento primando la sensación de sensualidad.
El poeta ya es un vate consumado! Está en el panteón, en el helicón y sus númenes acuden en millardos. Hay ya la orgía de las sensaciones imaginativas: es el instante cuando se hacen 'presentes' los pensamientos eidéticos, rescatados de la niñez, con la misma intensidad, tal, que parecen reales todas las visiones, todos los sueños de vigilancia. El poeta es absolutamente LIBRE. Han terminado sus angustias, sus ansiedades, paradojalmente con la ansiedad y euforia misma que la hierba le provoca. El frenesí está en su punto cumbre, máximo: escribe rápidamente, las ideas vienen en tropel, vienen y se quedan, luego las desecha, porque ya las registró en el papel, con una escritura nerviosa, alargada, suelta, dichosa; porque viene otro mundo de ideas y no hay tiempo que perder, va a ese mundo, lo recibe pletórico, es otra nueva pequeña megalómana fiesta, la orgía íntima de sus propios sentidos, egocéntrica-mente.

Pero, llega un momento inevitable: debe ir al baño, a defecar rápidamente, aquello que se hace demasiado incontenible.
Defeca, pues, las heces caen rápidamente, con blandura, con cuasi liquidez, es un excremento 'ideal'. Mientras disfruta del desfogue anal, aliviándose, escribe, escribe. Y ya ha dejado de defecar, no hay más guano. Pero el matero está perplejo, como si se hundiera en el water, le parece que va cayendo, succionado por el vacío del mundo. Ahora, piensa, medita lo escrito, en tanto la sensación anal va declinando, con sosiego. Ha ESCRITO NUEVOS POEMAS! ¿Qué he hecho parece preguntarse?, como si hubiera cometido un placentero delito. Es un criminal, se siente encantado y reflexiona por el mal causado. Está arrepentido. Debe 'castigarse', aniquilarse. Es culpable de haber profanado la naturaleza cósmica: ha estado en el paraíso de los nervios laxados: No puede ser tanta libertad. Debe pagar.

Sale de la sala del baño. Se dirige ansioso a su mesa de escribir. Está el computador ¿ocupado?, el 'mataría' por tener la libertad contenida ahora, de vengarse contra sí mismo, escribiéndose, inscribiéndose en la gran cruz de los condenados del éter virtual. Ahí está, pues, sentado frente a la pantalla, dando forma a su condena. Es duro, duro consigo mismo. Trata vicariantemente a la Internet que tiene enfrente. Grita, aúlla, da 'golpes' imaginarios a todos los demás, a un tiempo que sado masoquista, sabe que lo hace por placer. Que quiere castigar y ser castigado. Está a la vez en la cruz crucificado como abajo burlándose, zahiriéndose. 'Ríe-Llora'. ¿Tendrá salvación? No lo sabe. Lanzá con furia sus pedos al mundo. Insulta a su enemigo natural: Dios, y recibe felicitaciones y reprobaciones. Como aquel niño que volvió a ser: castigo y premio.

Sus órganos están ahora semi adormecidos, permaneciendo la dilatación de los pulmones, respirando más largo y hondo, suspirando, anheladamente. Ahora, idealiza al mundo. El mundo y sus amigos no son tan malos, todavía, Gracias a su Poesía, a sus regalos, a sus dádivas, el mundo no es tan pecador. De algún modo, la historia se repite: ha sido su propio auto cordero del guano, ha echado fuera, por cerebro, pulmones, boca y ano, toda la contaminación que tenía, ha desechado finalmente, una vez más todo lo que lo constreñía. Ha sido libre, ha roto las cadenas formales. Ha dejado de ser esclavo, por  tres o cuatro horas, pero ahora debe pagar su culpa prometeica. Lo sabe y lo asume. Se torna lábil, inconstante. Su mente vaga, ya no delira, de las ilusiones ha pasado al dolor, a la depresión lenta e inexorable...

Siente cansancio. Está agotado por la empresa titánica. No siente hambre, aunque por costumbre sabe que debe comer algo. Finalmente come un poco, pero sin degustarlo, porque sus papilas gustativas se hayan adormecidas, ácidas, amargas. Ha llegado a los más hondo, a lo más hundido en sí mismo. Se contempla en el vacío, donde sus máscaras yacen por todos lados, a la deriva. Es la nada. Es nada. Medita, lentamente. Está pasmado. Es el pasmo del mate, de la infusión,que del calor, ha pasado al contacto con el ambiente. Ya ha caído la noche. Está solo, se siente en larga soledad, sabiendo además que por los efectos ya conocidos de la droga, no podrá dormir temprano, sino al amanecer. Cierra por primera vez los párpados, y siente cómo le bailan veloces los ojos. No es tiempo de pensar en dormir. Debe aterrizar lentamente. Relajarse tensionadamente. Sabe que son dos fuerzas, como siempre. Dual. Del intenso día de purgaciones, debe llegar pleno de culpa desde esa su larga noche adormecida, pero vigilante, al día que lo llevará a volver a entrar a sueños inquieto mediante, en el mundo cotidiano de esos 'inmortales', tan mortales y finitos como él, que soñó con ser una estrella y que llegó incluso a tocarla, pero que tal como ella, terminó cayendo derrotado por el destino de lo fatal.

Otra vez. Crimen y castigo.

El poeta se ha marchado a los espacios, perdiéndose en ellos. El hombre común está de vuelta.

Mañana, es otro día.

Últimos pedos y a esperar la luz del amanecer.

*Poeta, escritor y dramaturgo chileno.

Si quiere comunicarse con Mauricio Otero puede hacerlo al mail m.otero@ctcinternet.cl
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