Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 4
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 45
Noviembre de 2002

Literatura y comunicaciones

NARCISO EN LOS ESPEJOS
O el intelectual y la ostentación de conocimiento como forma de poder

Desde Chile: Mauricio Otero

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Analizamos a continuación, pasando revista, el fenómeno del intelectual en el mundo moderno y sus implicaciones para el futuro de la humanidad. Vemos el fenónemo desde sus bases fundacionales: sus nociones antropológicas, racionales, humanistas, económicas, psicológicas, de poder, y sociales.

ORIGEN DEL HOMBRE

Darwin refiere en su legado que 'la imaginación es, sin duda, una de las más altas prerrogativas del hombre, pudiendo en virtud de esta facultad e independientemente de la voluntad, unir imágenes e ideas primitivas y crear brillantes y nuevos resultados. Esto, sin duda, hizo decir a Jean-Paul Richter "que el poeta que ha de reflexionar si ha de hacer decir sí o no a su personaje puede irse con mil legiones de diablos, pues no es más que un estúpido cadáver". Según el mismo autor, "el sueño es el arte involuntario de la poesía", y por esto, sin duda, este fenómeno de la vida nos da una idea de la facultad que nos ocupa. Por supuesto que el valor de los engendros de nuestra imaginación depende del número, precisión y claridad de nuestras impresiones, de nuestro criterio y gusto en escoger o desechar las combinaciones involuntarias, y hasta cierto punto de la aptitud que poseamos para combinarlas voluntariamente. Ahora bien; como perros, gatos, caballos y probablemente todos los animales superiores, no menos que las aves, tienen sueños que les impresionan no poco, según lo demuestran los movimientos que hacen y los sonidos que exhalan  mientras duermen, debemos admitir que poseen también algunos grados de facultad imaginativa. Debe existir alguna causa especial que haga que los perros aúllen durante la noche y, especialmente, en las horas que hay luna, y de ese modo, tan notable por su melancolía, que siendo un ladrido, ha hecho sin embargo, que los ingleses le den el nombre de balido (baying). No todos los perros hacen esto. Según Houzeau, los que tienen este hábito no miran a la luna, sino a un cierto punto fijo y cercano al horizonte, creyendo dicho autor que vienen entonces a perturbar la imaginación de estos animales los vagos perfiles de los objetos del contorno, provocando ante sus ojos imágenes fantásticas. Si así es, estos sentimientos casi merecerían el epíteto de supersticiosos. "

"Entre todas las facultades del alma humana creo que, sin disputa, se admitiría que la más importante es la razón. Pocos niegan ahora a los animales cierto poder de raciocinar. Observándolos, se los ve a menudo detenerse, reflexionar y decidirse. Es un hecho muy significativo que cuanto más estudia un naturalista las costumbres de un animal, tanto más cree en su razón y tanto menos en los ciegos instintos."Señala el naturalista que el instinto es un hábito heredado.

Ciertas conductas son obras de la razón, otras del instinto, o de una mera asociación de ideas (ligado a la razón).

La experiencia crea el hábito. Y el hábito sólo se rompe con el raciocinio. La costumbre es, pues, hereditaria, pero para romperla se requiere gran energía y tensión. Los animales no difieren abisalmente del hombre, teniendo nosotros y ellos rasgos comunes al uno y a los otros. Todos poseen los mismos sentidos, las mismas intuiciones y sufren las mismas sensaciones; sienten idénticas pasiones, afecciones y emociones, aunque sean tan complejas como la celotipia, la sospecha, la emulación, la gratitud y la magnanimidad; usan de dolos, son vengativos y temen el ridículo; gustan del juego y la broma y sienten admiración y curiosidad; al propio tiempo manifiestan poseer las mismas facultades de imitación, atención, deliberación, elección, memoria, imaginación, asociación de ideas y razón, aunque en distintos grados.

Individuos que pertenecen a una misma especie representan todas las fases intelectuales, desde la imbecilidad absoluta hasta la inteligencia más perfecta. Hasta los animales superiores están expuestos a sufrir la locura, aunque en grado inferior al hombre. Mas a pesar de todo, hay autores que sostienen que existe una insuperable barrera entre las facultades mentales del hombre y la de los animales inferiores. Algunos afirman que sólo el hombre es capaz de adelantos progresivos, que él sólo hace uso de instrumentos y del fuego, domestica a otros animales y tiene idea de la propiedad; que ningún otro animal tiene facultad de abstracción ni conciencia de sí propio, ni forma ideas generales, y que sólo el hombre emplea el lenguaje, el sentimiento de lo bello, se halla sujeto a caprichos, tiene el sentimiento de la gratitud, del misterio, etc.; cree en Dios y está dotado de conciencia. Nadie niega que el hombre es capaz de adelantos incomparablemente mayores y más rápidos que otro animal cualquiera, debido evidentemente al lenguaje y a la facultad de hacer transmitir los conocimientos adquiridos a sus descendientes. La prudencia es en gran parte una costumbre o instinto hereditario, y en parte también resultado de la experiencia individual. "

Da el autor inglés detalles de cómo los perros caseros han perdido rasgos como la astucia salvaje, perdiendo al contacto con el ser humano la previsión y suspicacia, y en cambio se ve que han progresado  en ciertas cualidades morales, como la afección, confianza, temperamento, y probablemente en inteligencia. No es cierto, por otra parte, que los animales no usen utensilios, observándose que los chimpancés usan de piedras para cascar nueces.

La idea de la propiedad es por necesidad propia de todos los animales, que tienden a protegerse de su desvalimiento con esta actitud, y viene al caso citar la observación de un mono en un zoológico de Londres, que  tenía dentadura endeble, que usaba de una piedra única para moler las nueces, y una vez que se servía de la piedra la ocultaba entre la paja y no permitía que ningún otro mono la tocase. Los perros hacen lo mismo con sus huesos y las aves con sus nidos. Las necesidades crean el instrumento, que son extensiones del hombre y sostiene Lubbock, que el descubrimiento del pedernal, fue quizá accidente, cayendo una piedra y partiéndose y al aspecto de las partes sacó partido de su forma cortante, cortándose la mano. Luego la experiencia le enseño al hombre hacerlo de propósito. Al romper el pedernal, debieron estallar chispas, y al afilarlo se desarrollaría calor, de donde pudieron muy bien tener origen los dos métodos usados para obtener el fuego".

ABSTRACCIÓN, CONCEPTOS GENERALES, CONCIENCIA DE SÍ MISMO, INDIVIDUALIDAD MENTAL.

Un perro, obsérvase, que al ver de lejos a otro perro, percibe en abstracto que es otro como él, si no puede verse cómo cambia de actitud si es amigo o no. Los animales como los hombres refieren lo que perciben con los sentidos a un concepto mental. Cuando sueñan, imaginan, y pueden recordar probablemente una comida, un juego, una excitación, lo que demuestran con suspiros, gemidos o cierto movimientos. Tal vez algún día sepamos si piensan de dónde vienen o adónde van y qué es la vida y la muerte. Pero acechados por el peligro, 'intuyen' que deben protegerse.

El lenguaje no es ajeno a los animales. Sino diverso. Los pájaros cantan, y tienen variedad de sonidos y trinos, y los mismos pájaros de una misma especie, tienen características propias del lugar donde habiten, dialectos. El arte de cantar armoniosamente lo aprenden de sus progenitores, y comienzan como el hombre balbuceantes. Luego se comunican con otros pájaros en los bosques o en las llanuras, y dirigen planificadamente sus vuelos. También observa Darwin, que pájaros pueden aprender cantos de otras aves y trasmitirlos a su prole las nuevas modulaciones, y como observa Barrington, las ligeras diferencias naturales ofrecidas en el canto por las aves de la misma especie que habitan distintas comarcas pueden compararse a los dialectos provinciales, así como los cantos de las especies afines aunque distintas, a las diversas razas humanas. Queda probado que la tendencia instintiva para adquirir un arte no es peculiar del hombre.

Aunque en la actualidad existe disputa sobre el origen del lenguaje, si es orgánico o imitativo, todos concluyen que es una extensión del hombre, vital, económica, social, política.

El arte de las letras no sería otra cosa que una sutilización de las primitivas artes del canto sexual y cavernario, llevado al encadenamiento de ideas para formar pensamientos y expresarlos mediante la escritura.

NECEDADES BURGUESAS DEL ARTE

ELOGIO DE LA NECEDAD

La frescura de Erasmo prevalece hasta nuestros días. Veamos cómo describe los rasgos de la irracionalidad. Dice el renacentista:  

"Los gramáticos se ocupan de...vaciedades y encuentran satisfacción cuando en algún manuscrito apolillado descubren, por ejemplo, el nombre de la madre de Anquises o una palabreja desconocida por el vulgo, como busequa (boyero), Bovinator (tergiversador) o mantoculator (ladronzuelo)...( ) Y cuando recitan a todos los que se presentan sus versos, los más adocenados e insulsos del mundo, y nunca faltan admiradores, creen firmemente que el espíritu de Virgilio ha pasado a su cerebro.

"Pero nada hay más divertido que cuando dos de estos pedantes se prodigan mutuas alabanzas y elogios, y se rascan recíprocamente; mas, si uno de ellos se equivoca en una sola palabra, y el otro, más listo, tiene la suerte de apercibirse, por Hércules!, qué tragedia!, ¡qué de peleas!, ¡qué de insultos y de invectivas! (  )

"He conocido a un erudito que domina el griego, el latín, las matemáticas, la Filosofía y la Medicina, y no sé cuántas cosas más, que siendo ya sexagenario, abandonó todas estas ciencias para dedicarse exclusivamente a la Gramática, en la que hace más de veinte años se rompe la cabeza, se devana los sesos, diciendo que sería completamente feliz si le fuera dado vivir solamente el tiempo preciso para determinar claramente el modo de distinguir las ocho partes de la oración, cosa que hasta ahora, según él, ni los griegos ni los latinos han logrado hacer de una manera satisfactoria, como si fuera un casus belli el confundir una conjunción con un adverbio. De aquí que, habiendo tantas gramáticas como gramáticos (   ), o mejor dicho, más (   ) no se encuentra ninguna por muy bárbara que sea que nuestro hombre no haya hojeado y meditado, para no tener que envidiar al más inepto pedante que se dedique a estas especulaciones.¡De tal modo teme que se le quite su gloria y que se malogren tantos años de trabajo!"

Eso se llama locura o necedad. O más, indica el sabio renacentista.

LOS POETAS, LOS RETÓRICOS Y LOS ESCRITORES.

"Menos, señala Erasmo, le deberían a la necedad los poetas, pues aunque pertenecen a mi partido, son espíritus independientes, como dice un viejo proverbio, cuya única tarea consiste en regalar los oídos de los necios con simples bagatelas y cuentecillos ridículos. Es sin embargo, admirable, cómo movidos por esta, se creen no solo con derecho a la inmortalidad, y a un destino igual a los dioses, sino que se los prometen a los otros. 

De todos mis familiares son los más devotos del Amor Propio y de la Adulación, y no hay quien me rinda culto tan puro y perseverante."

"Igualmente me pertenecen los retóricos, aunque, en verdad, prevariquen a veces para entenderse con los filósofos, y digo que me pertenecen, entre otras razones, por una principalísima, cual es la de que, aparte de otras tonterías, han escrito con particular cuidado una multitud de preceptos referentes a las reglas del género festivo, hasta el extremo de que el autor de la Retórica dedicada a Herenio, sea quien fuere, incluyó a la Necedad entre los medios a agradar; y Quintiliano, príncipe de los retóricos, escribió sobre la risa un capítulo más largo que la Ilíada...(   )

"De la misma calaña son los que publicando los libros quieren alcanzar fama imperecedera, todos los cuales me deben mucho; pero principalmente, aquellos que emborronan el papel con meras majaderías, ya que a los que escriben doctamente y para unos pocos entendidos, hombres que no temerían ni aun las críticas de Persio y Lelio, más bien los tengo por dignos de lástima que por dichosos; su vida es una tortura continua; en efecto, añaden, cambian, quitan, vuelven a poner, hacen y deshacen, aclaran, guardan por nueve años su obra, como dijo Horacio, y nunca están del todo satisfechos. Y todo esto es para obtener una vana recompensa: La Gloria, patrimonio de muy pocos, la cual compran a fuerza de vigilias, con grave detrimento del sueño, bálsamo de la vida, y a costa de fatigas y tormentos, a los que hay que añadir, además, la pérdida de la salud, al ruina del cuerpo, la oftalmia y aun la ceguera, la pobreza, la envidia, la abstinencia de los deleites, la vejez precoz, la muerte prematura y otros sufrimientos por el estilo. He aquí los sacrificios con que este sabio piensa que debe comprar la aprobación del algún otro legañosos como él."

El escritor..."Hay que ver cómo se pavonean cuando son alabados por el vulgo; cuando la multitud los señala con el dedo diciendo: ¡Miradlo! ¡Es el famoso Tal!" Cuando contemplan sus obras en las librerías y cuando en las portadas de sus libros aciertan a colocar unos títulos raros, muy a menudo extraños, que asemejan caracteres mágicos, y que, ¡por los dioses inmortales!, no son sino palabras hueras. Y, dice Erasmo, que aun cuán pocos se encontrarían en la extensión del globo que los conozcan y cuántos menos todavía, que los ensalcen (que también entre los indoctos hay diversidad de paladares). (    )

"Pero lo más gracioso del caso es verles enviarse mutuamente epístolas, poesías y elogios, donde se alaban recíprocamente los necios y los ignorantes. "Tú eres superior a Alces", dice el primero. "Tú - replica el segundo-  vales más que Calímaco." "Tú eres un Cicerón", grita uno. "Y tú eres más sabio que Platón", le contesta el otro.

Todos ellos, "creyendo que están en conformidad con las reglas del Arte arrugan el entrecejo aparentando profundidad y hacen retumbar en los oídos los títulos pomposos de doctores solemnes, doctores sutilísimos, doctores seráficos, doctores santos y doctores irrefragables. Entonces, lanzan a la cabeza del ignorante vulgo un diluvio de silogismos, mayores, menores, conclusiones, corolarios, suposiciones y otras insulsas majaderías y tonterías archiescolásticas'. Queda el quinto y último acto, en el que conviene mostrarse consumado maestro. Allí ponen a referirnos algún chascarrillo necio y trivial, sacado seguramente del Speculum historiale o de las Gestas romanorum, e interpretan su sentido alegórico  tropológico y anagógico, y así acaban su discurso, monstruosa quimera, a la que no se aproxima ni aquella que describe Horacio en los primeros versos de su Arte Poética: "Humano capiti", etc."

Todas estas gentes "procuran hablar sólo de lo que les agrada; a los unos, porque si son adulados con oportunidad, suelen compartir con ellos tal o cual migaja de la presa de sus mal adquiridos bienes, a los otros, porque son amados por ellas por muchas razones, sobre todo, porque desahogan en su seno su mal humor...[    ]

Sin duda, comprenderéis ya lo mucho que me deben estos hombres, que con sus ceremonias, sus ridículas simplezas y sus clamores, ejercen sobre los mortales una especie de tiranía y, además, se creen otros San Pablos y San Antonios."

'El necio no conoce más que los hechos'. Vengan estos.

¿Acaso los gusanos fracasan una y otra vez en la página blanca?

ORIGEN DE LA PROPIEDAD

Es menester considerar las ideas de la investigación llevada a cabo por Federico Engels respecto del Origen de la Propiedad Privada y su pertinencia con el tema que nos ocupa.

El ostentador de conocimientos, es un acumulador económico reflejo, nacido de la herencia capitalista, hallando en la división del trabajo y la herencia (el legado), la forma ideal para mantener su familia unida en torno a su poder, forma de marcar su presencia y a la vez su 'mojón' en la historia.

El acumulador, como todo propietario privado, busca que prevalezca su dominación, en lo que debe someter a los demás, y sobre todo a la mujer, rebajándola y llenándola de terror, de miedo a la libertad, so pena de verse afectada de necesidades vitales, que el patrón o jefe de familia mantiene en una tiranía, con una monogamia (que lo es siempre sólo o casi sólo para la mujer, quien se somete a los dictados del proveedor junto a sus hijos, considerados como ella inferiores y que deben rendirle culto). La religión es una manera de que la mujer se sienta culpable y aterrorizada y alabando al 'señor' por los bienes que le son suministrados.

La granujería del jefe de hogar extendida a sus posesiones económicas, asegurándose el control y perpetuación de su riqueza, encuentra las bases 'ideales' en el capitalismo, del que es tributario.

A la vez, este desprecio de los débiles (los que no tienen poder, riquezas, conocimientos, recursos), los hace detestar a sus siervos, humillarlos y pedir de ellos una admiración permanente, so pena de que sus rebeliones o salidas del círculo de hierro, les traerían los padecimientos del infierno. Lo que en efecto se produce si son quebrantadas las reglas, las leyes o las normas del orden impuesto.

Este 'maquiavelismo' psicológico (ya veremos las formas políticas como se manifiesta), se acomoda lábilmente a la neurosis histérica, que encuentra en el jefe o propietario el cuerpo 'natural' de hacer sentir su poder a los demás, haciéndose notar y marcando territorios en la competencia por la acumulación. El terror es una fuente 'necesaria' para el patrón (o capataz), único modo de mantener subyugadas a sus víctimas, la tiranía. Huelga decir, que el egocentrismo como voluntad de poder, es nietzcheanamente complejo en estas personalidades, que actúan de manera súperhombre (siendo una mascarada para ocultar sus complejos e impotencia por el desvalimiento del que en el fondo saben su capital acumulado está expuesto por los vaivenes inestables del mercado y las variables coyunturales, como rebeliones o revoluciones por 'mala administración' (auto culpándose el patrón, y muchas veces buscando las salidas a las crisis más severas y brutales, incluidos el crimen o en última instancia el suicidio. Pues en lo referente a las pulsiones psicológicas de la propiedad el complejo de inferioridad es reflejo en una actitud de 'superioridad', que se sabe, es su cara visible, que busca reafirmarse).

Reafirmar el poder, lo acumulado. El ego. La dominación.  

LA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA: EL NARCISISMO

Sin duda la ostentación, que es una de sus formas analizadas por los psicólogos, con Freud, tiene relación aquí, pues un intelectual narcisista es la demostración de que las pulsiones de auto admiración por los conocimientos acumulados, como reflejo de un complejo de inferioridad que lleva a buscar la aprobación y evitar el castigo, tienen su base en la infancia, en una infancia carente de aprobación, llegando a constituirse el caso de que los intelectuales narcisistas han sido maltratados por sus padre, quien los ha reprobado una y otra vez, y ellos han terminado refugiándose en la madre, quien los acoge y les brinda la feminización de la ternura que el dolor del castigo paterno busca, identificándose el sujeto que nos ocupa con lo femenino, lo que está directamente vinculado a inclinaciones homosexuales, más temprano declaradas o reprimidas en una neurosis obsesiva (Ha podido observarse que las víctimas de esta enfermedad, sufren de una manía por el orden complejo y tienden a la teorización, funcionando con esquemas o modo de fórmulas, pues le dan la autoafirmación que se les negara. Son por tanto, los libros, como fuente de acumulación de conocimiento, en especial, los libros teóricos los que llenan las vidas mentales, proporcionándoles a los narcisistas intelectuales, la manera de hacerse de poder auto afirmativo, y brindándoles la posibilidad de exteriorizarlo en sus apariciones como personaje público 'destacado', encontrando un catalizador especialmente atractivo y cómodo en las manifestaciones literarias o científicas, donde están en condiciones de hacer prevalecer el ego de tener 'la razón' al estar respaldados por esos conocimientos'. Esto explicaría la sociología del consumo literario. La búsqueda de prestigio. El arribismo. Es lo que llevaría a estos seres a librar una 'verdadera' guerra por la eternidad, por el camino de hacerse de obras propias que puedan ostentar y verse 'premiados' por ello. Lo que explicaría de otro lado, la función de los concursos, becas, premios, y distinciones varias que la sociedad moderna otorga, y que son parte de admiración del mercado librero y negocio de la publicidad. De modo que se pueda sostener la afirmación 'peregrina' de: 'Literatura, literatos, poetas, vastos, fastos, fatuos.'

LA CUESTIÓN DEL PODER:

Génesis del Estado. Engels explica el modo cómo se fue generando la opresión del poder, por la división del trabajo y el comercio que de ello resultaba, comercio, incluido los oficios, entre ellos el Arte. Luego surgió el pretexto del suelo, reemplazando al pueblo, a la gens original consanguínea y de amor libre y poligámico y poliándrico, seguido de la ley y la policía, que se constituyeron en instrumentos de ejercicio y control del poder, que detentaban el surgimiento de las clases, con los privilegiados propietarios a la cabeza y de cuya autoridad dependía el Estado. Con la constituciones se establecieron los dominios de estas clases y el orden ofrecido a ellos por la policía. El sistema requería de funcionarios que administraran el Estado. Y con ello, los consejos de Estado, versión de los parlamentos modernos. 

El poder siempre ha atraído a los intelectuales acumuladores de prestigio. Es un techo protector y dadivoso. Si no se han sometido, el propio poder se encarga de sojuzgarlos. Un intelectual anarquista pocas veces ha conocido la 'fama' en el siglo que pasó. El Estado como aparato regente y controlador, se encargó de sepultar a todos los espíritus libres. Ponerse al lado suyo, o bajo, más bien, es un paraguas muy cómodo, sean las formas que tenga el aparato burocrático. Tal vez la luz se haga para la humanidad con la abolición de todo poder, de toda tiranía, desde el más pequeño inspector de calle o liceo hasta las más altas autoridades. Tal vez hemos de comprender que el ejercicio del poder es dañino, castrador. Conspirativo. Maquiavelo lo explica claramente.

La política, como instrumento de alcanzar el poder y detentarlo, pudiera ser abolida, pues no sólo es un vicio, sino un brazo extensivo, una maquinaria asfixiante y (alienada) alineada de los seres humanos. La forma de gobierno es pérfida. La democracia directa, debiera considerarse con la más alta dignidad de todo aquel que respete a su próximo.

No podemos olvidar el papel del poder lateral, coaccionador de otros estamentos, empresas, instituciones, que obran de igual modo. Es la lucha por el poder, económico, militar, político, 'moral'.

Todo poder requiere de tributarios. Siempre ha sido así, desde la existencia del dominio. Es dable observar cómo los gobiernos se ven rodeados y necesitados de alabadores, reclutados de la intelectualidad, que les sirven como elementos de propaganda, y a cambio reciben todo el apoyo del Estado, en recursos y promociones.

En cuanto a que un gobernante haya de ser temido a odiado, están las claves en el poder político.

Veamos qué dice Maquiavelo sobre esto:

"Figúrase a veces la imaginación repúblicas y gobiernos que nunca han existido; pero hay una distancia tan grande del modo como se vive al como deberíamos vivir, que aquel que reputa por real y verdadero lo que sin duda debiera serlo, y no lo es por desgracia, corre a una ruina segura e inevitable. Así que no temeré decir que el que quiera ser bueno absolutamente con los que no lo son , no podrá menos de perecer tarde o temprano. Por esto el príncipe que desee serlo con seguridad, debe aprender a no ser siempre bueno, sino a ser lo que exijan las circunstancias y el interés de su conservación.

Dejando a un lado, pues, las ideas falsas que muchos se forman de los príncipes, y deteniéndose en las que son verdaderas, digo que nunca se habla de un hombre o sujeto determinado, y en especial de un príncipe, sin atribuirle algún mérito o demérito, alguna buena o mala prenda."(   ) Luego señala Maquiavelo un consejo: "es necesario a los menos que tenga el príncipe bastante prudencia para preservarse de aquellos vicios y defectos que pudieran perderle."

Alabar o vituperar, es la regla, y en esto juega un papel fundamental en el intelectual la simpatía o antipatía que un gobernante en ejercicio en el Estado detente. Es decir, este tendrá muchos amigos en los buenos tiempos y muchos enemigos, en los malos.

Un intelectual del lado del poder actúa guiado por el manual de Maquiavelo. Tener amigos, de su ámbito, pero sin prestarle demasiada atención, porque pueden desmerecer la suya; no apoyan suficientemente a ninguno chico ni similar suyo, porque sólo alaban al grande, que les dora con su amistad y favores, y al gobernante, al que deben su vida. O la empresa, o a la institución.

Fuera del poder, siendo que este le parezca impropio hasta sinceramente, actúan según los preceptos de la rebeldía en campo anárquico. Como sostiene Foucault en entevista con Deleuze. Veamos cómo se enfrenta libremente un intelectual que vitupera del poder.

Dice Foucault (respecto del sometimiento).

(Las prisiones)....la más infantil. Reducir a alguien a pan y agua, eso se nos enseña de pequeños. La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral. «Tengo razón para castigar puesto que sabéis que es mezquino robar, matar...». Es esto lo que es fascinante en las prisiones, que por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como tiranía llevada hasta los más ínfimos detalles, poder cínico y al mismo tiempo puro, enteramente «justificado» ya que puede formularse enteramente en el interior de una moral que enmarca su ejercicio: su tiranía salvaje aparece entonces como dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden.

Revisemos este diálogo, de suyo interesantísimo para acabar de entender el rol del intelectual en relación al poder, al mando.

Entrevista Michel Foucault por Gilles Deleuze. "Microfísica del Poder". M. Foucault.
Edit.
La Epiqueta. Madrid. (pp. 77 - 86.)

Michel Foucault: Un mao me decía: «entiendo bien por qué Sartre está con nosotros, por qué hace política y en qué sentido la hace: respecto a ti, en último término, comprendo un poco: tú has planteado siempre el problema del encierro. Pero Deleuze verdaderamente no lo entiendo». Esta cuestión me ha sorprendido enormemente porque a mí esto me parece muy claro. Gilles Deleuze: Se debe posiblemente a que estamos viviendo de una nueva manera las relaciones teoría-práctica. La práctica se concebía tanto como una aplicación de la teoría, como una consecuencia, tanto al contrario como debiendo inspirar la teoría, como siendo ella misma creadora de una forma de teoría futura. De todos modos se concebían sus relaciones bajo la forma de un proceso de totalización, en un sentido o en el otro. Es posible que, para nosotros, la cuestión se plantee de otro modo. Las relaciones teoría-práctica son mucho más parciales y fragmentarias. Por una parte una teoría es siempre local, relativa a un campo pequeño, y puede tener su aplicación en otro dominio más o menos lejano. La relación de aplicación no es nunca de semejanza. Por otra parte, desde el momento en que la teoría se incrusta en su propio dominio se enfrenta con obstáculos, barreras, choques que hacen necesario que sea relevada por otro tipo de discurso (es este otro tipo el que hace pasar eventualmente a un dominio diferente). La práctica es un conjunto de conexiones de un punto teórico con otro, y la teoría un empalme de una práctica con otra. Ninguna teoría puede desarrollarse sin encontrar una especie de muro, y se precisa la práctica para agujerearlo. Por ejemplo, usted; usted ha comenzado por analizar teóricamente un modo de encierro como el manicomio en el siglo XIX en la sociedad capitalista. Después desembocó en la necesidad de que personas precisamente encerradas se pusiesen a hablar por su cuenta, que operasen una conexión (o bien al contrario es usted quien estaba en conexión con ellos), y esas personas se encuentran en las prisiones, están en las prisiones. Cuando usted organizó el grupo de información sobre las prisiones fue sobre esta base: instaurar las condiciones en la que los prisioneros pudiesen ellos mismos hablar. Sería completamente falso decir, como parecía decir el mao, que usted pasaba a la práctica aplicando sus teorías. No había en su trabajo ni aplicación, ni proyecto de reforma, ni encuesta en el sentido tradicional. Había algo muy distinto: un sistema de conexión en un conjunto, en una multiplicidad de piezas y de pedazos a la vez teóricos y prácticos. Para nosotros el intelectual teórico ha dejado de ser un sujeto, una conciencia representante o representativa. Los que actúan y los que luchan han dejado de ser representados ya sea por un partido, ya sea por un sindicato que se arrogaría a su vez el derecho de ser su conciencia. ¿Quién habla y quién actúa? Es siempre una multiplicidad, incluso en la persona, quien habla o quien actúa. Somos todos grupúsculos. No existe ya la representación, no hay más que acción, acción de teoría, acción de práctica en relaciones de conexión o de redes.

M. F.: Me parece que la politización de un intelectual se hace tradicionalmente a partir de dos cosas: su posición de intelectual en la sociedad burguesa, en el sistema de la producción capitalista, en la ideología que ésta produce o impone (ser explotado, reducido a la miseria, rechazado, «maldito», acusado de subversión, de inmoralidad, etc.); su propio discurso en tanto que revelador de una cierta verdad, descubridor de relaciones políticas allí donde éstas no eran percibidas. Estas dos formas de politización no eran extrañas la una a la otra, pero tampoco coincidían forzosamente. Había el tipo del «maldito» y el tipo del "socialista". Estas dos politizaciones se confundirían fácilmente en ciertos momentos de reacción violenta por parte del poder, después del 48, después de la Comuna, después de 1940: el intelectual era rechazado, perseguido en el momento mismo en que las «cosas» aparecían en su «verdad», en el momento en que no era preciso decir que el rey estaba desnudo. El intelectual decía lo verdadero a quienes a aun no lo veían y en nombre de aquellos que no podían decirlo: conciencia y elocuencia.

Ahora bien, lo que los intelectuales han descubierto después de la avalancha reciente que las masas no tienen necesidad de ellos para saber; saben claramente, perfectamente, mucho mejor que ellos; y lo afirman extremadamente bien. Pero existe un sistema de poder que obstaculiza, que prohíbe, que invalida ese discurso y ese saber. Poder que no está solamente en las instancias superiores de la censura, sino que se hunde más profundamente, más sutilmente en toda la malla de la sociedad. Ellos mismos, intelectuales, forman parte de ese sistema de poder, la idea de que son los agentes de la «conciencia» y del discurso pertenece a este sistema. El papel del intelectual no es el de situarse «un poco en avance o un poco al margen» para decir la muda verdad de todos; es ante todo luchar contra las formas de poder allí donde éste es a la vez el objeto y el instrumento: en el orden del «saber», de la «verdad», de la «conciencia» del «discurso».

Es en esto en lo que la teoría no expresa; no traduce, no aplica una práctica; es una práctica. Pero local y regional, como usted dice: no totalizadora. Lucha contra el poder, lucha para hacerlo aparecer y golpearlo allí donde es más invisible y más insidioso. Lucha no por una «toma de conciencia» (hace tiempo que la conciencia como saber a sido adquirida por las masas, y que la conciencia como sujeto ha sido tomada, ocupada por la burguesía), sino por la infiltración y la toma de poder, al lado, con todos aquellos que luchan por esto, y no retirado para darles luz. Una «teoría» es el sistema regional de esta lucha.

G.D.: Eso es, una teoría es exactamente como una caja de herramientas. Ninguna relación con el significante... Es preciso que sirva, que funcione. Y no para uno mismo. Si no hay personas para utilizarla, comenzando por el teórico mismo, que deja entonces de ser teórico, es que no vale nada, o que el momento no llegó aún. No se vuelve sobre una teoría, se hacen otras, hay otras a hacer. Es curioso que sea un autor que pasa por un puro intelectual, Proust, quien lo haya dicho tan claramente: tratad mi libro como un par de lentes dirigidos hacia el exterior, y bien, si no os sirven tomad otros, encontrad vosotros mismos vuestro aparato que es necesariamente un aparato de combate. La teoría no se totaliza, se multiplica y multiplica. Es el poder quien por naturaleza opera totalizaciones, y usted, usted dice exactamente: la teoría por naturaleza esta contra el poder. Desde que una teoría se incrusta en tal o cual punto se enfrenta a la imposibilidad de tener la menor consecuencia práctica, sin que tenga lugar una explosión. incluso en otro punto. Por esto la noción de reforma es tan estúpida como hipócrita. O bien la reforma es realizada por personas que se pretenden representativas y que hacen profesión de hablar por los otros, en su nombre, y entonces es un remodelamiento del poder, una distribución del poder que va acompañada de una represión acentuada; o bien es una reforma, reclamada, exigida, por aquellos a quienes concierne y entonces deja de ser una reforma es una acción revolucionaria que, desde el fondo de su carácter parcial está determinada o a poner en entredicho la totalidad del poder y de su jerarquía. Es evidente en el caso de las prisiones: la más minúscula, la más modesta reivindicación de los prisioneros basta para desinflar la pseudo-reforma PIeven. Si los niños consiguen que se oigan sus protestas en una Maternal, o incluso simplemente sus preguntas, esto sería suficiente para producir una explosión en el conjunto del sistema de la enseñanza: verdaderamente, este sistema en el que vivimos no puede soporta nada: de ahí su fragilidad radical en cada punto, al mismo tiempo que su fuerza de represión global. A mi juicio usted ha sido el primero en enseñarnos algo fundamental, a la vez en sus libros y en un terreno práctico: la indignidad de hablar por los otros. Quiero decir: la representación provoca la risa, se decía que había terminado pero no se sacaba la consecuencia de esta reconversión «teórica» -a saber, que la teoría exigía que las personas concernidas hablasen al fin prácticamente por su cuenta.

M. F.: Y cuando los prisioneros se pusieron a hablar, tenían una teoría de la prisión, de la penalidad, de la justicia. Esta especie de discurso contra el poder, este contradiscurso mantenido por los prisioneros o por aquellos a quienes se llama delincuentes es en realidad lo importante, y no una teoría sobre la delincuencia. El problema de la prisión es un problema local y marginal puesto que no pasan más de 100.000 personas cada año por las prisiones; en total actualmente en Francia hay probablemente 300 ó 400.000 personas que pasaron por la prisión. Ahora bien, este problema marginal sacude a la gente. Me ha sorprendido ver que se pudiesen interesar por el problema de las prisiones tantas personas que no estaban en prisión; me ha sorprendido que tanta gente que no estaba predestinada a escuchar este discurso de los detenidos, lo haya finalmente escuchado. ¿Cómo explicarlo? ¿No será porque de un modo general el sistema penal es la forma en la que el poder como poder, se muestra del modo más manifiesto? Meter a alguien en prisión encerrarlo, privarlo de comida, de calefacción, impedirle salir hacer el amor..., etc., ahí está la manifestación del poder más delirante que se puede imaginar. El otro día hablaba con una mujer que había estado en prisión y ella decía: «cuando se piensa que a mí, que tengo cuarenta años, se me ha castigado un día en prisión poniéndome a pan sólo». Lo que me llama la atención en esta historia es no solamente la puerilidad del ejercicio del poder, sino también el cinismo con el que se ejerce como poder, bajo la forma más arcaica, la más pueril, la más infantil. Reducir a alguien a pan y agua, eso se nos enseña de pequeños. La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral. «Tengo razón para castigar puesto que sabéis que es mezquino robar, matar...». Es esto lo que es fascinante en las prisiones, que por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como tiranía llevada hasta los más ínfimos detalles, poder cínico y al mismo tiempo puro, enteramente «justificado» ya que puede formularse enteramente en el interior de una moral que enmarca su ejercicio: su tiranía salvaje aparece entonces como dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden.

G. D.: Al mismo tiempo lo inverso es igualmente verdad. No son solamente los prisioneros los que son tratados como niños, sino los niños como prisioneros. Los niños sufren una infantilización que no es la suya. En este sentido es cierto que las escuelas son un poco prisiones, las fábricas son mucho más prisiones. Basta con ver la entrada en Renault. O en otros sitios: tres bonos para hacer pipi en el día. Usted ha encontrado un texto de Jeremias Bentham en el siglo XVIII que precisamente propone una reforma de las prisiones: en nombre de esta alta reforma, establece un sistema circular que hace a la vez que la prisión renovada sirva de modelo, y que se pase insensiblemente de la escuela a la manufactura, de la manufactura a la prisión e inversamente. Es esto la esencia del reformismo, de la representación reformada. Al contrario, cuando las gentes a otra semejante invertida, no oponen una representatividad a la falsa representatividad del poder. Por ejemplo, recuerdo que usted decía que no existe justicia popular contra la justicia, eso sucede a otro nivel.

M. F.: Pienso que, bajo el odio que el pueblo tiene a la justicia, a los jueces, a los tribunales, a las prisiones, no es conveniente ver solamente la idea de otra justicia mejor, más justa, sino, y en primer lugar, y ante todo, la percepción de un punto singular en el que el poder se ejerce a expensas del pueblo. La lucha anti-judicial es una lucha contra el Poder. no creo que esto sea una lucha contra las injusticias, contra las injusticias de la justicia, y por un mejor funcionamiento de la institución judicial. Es asimismo sorprendente que cada vez que ha habido motines, revueltas y sediciones, el aparato judicial ha sido el blanco, al mismo tiempo y al mismo título que el aparato fiscal, el ejército y las otras formas de poder. Mi hipótesis, pero no es más que una hipótesis, es que los tribunales populares, por ejemplo en el momento de la Revolución, han sido una manera, utilizada por la pequeña burguesía aliada a las masas, para recuperar, para recobrar el movimiento de lucha contra la justicia. Y para recobrarlo. se ha propuesto este sistema de tribunal que se refiere a una justicia que podría ser justa, a un juez que podría dictar una sentencia justa. La forma misma del tribunal pertenece a una ideología de la justicia que es la de la burguesía.

G. D.: Si se considera la situación actual. el poder tiene por fuerza una visión total o global. Quiero decir que todas las formas de represión actuales, que son múltiples, se totalizan fácilmente desde el punto de vista del poder: la represión racista contra los inmigrados, la represión en las fábricas, la represión en la enseñanza, La represión contra los jóvenes en general. No es preciso buscar solamente la unidad de todas estas formas en una reacción de Mayo del 68, sino mucho más en una preparación y en una organización concertadas de nuestro próximo futuro. El capitalismo francés necesita de un «volante» de paro, y abandona la máscara liberal y paternal del pleno empleo. Es desde este punto de vista como encuentran su unidad: la limitación de la inmigración, una vez dicho que se confiaba a los emigrados los trabajos más duros e ingratos, la represión en las fábricas, ya que se trata de devolverle al francés el «gusto» por un trabajo cada vez más duro. La lucha contra los jóvenes y la represión en la enseñanza, ya que la represión de la policía es tanto más viva cuanto menos necesidad de jóvenes hay en el mercado de trabajo. Todas las clases de categorías profesionales van a ser convidadas a ejercer funciones policiales cada vez más precisas: profesores, psiquiatras. educadores en general, etc. Hay aquí algo que usted anuncia desde hace tiempo y que se pensaba que no se produciría: el refuerzo de todas las estructuras de encierro. Entonces, frente a esta política global del poder se hacen respuestas locales, cortafuegos, defensas activas y a veces preventivas. Nosotros no tenernos que totalizar lo que es totalizado por parte del poder, y que no podríamos totalizar de nuestro lado mas que restaurando formas representativas de centralismo y de jerarquía. En contrapartida, lo que nosotros podemos hacer es llegar a instaurar conexiones laterales, todo un sistema de redes, de base popular. Y es esto lo que es difícil. En todo caso, la realidad para nosotros no pasa en absoluto por la política en sentido tradicional de competición y de distribución de poder de instancias llamadas representativas a lo PC o a lo CGT. La realidad es lo que pasa efectivamente hoy en una fábrica, en una escuela, en un cuartel, en una prisión, en una comisaría. Si bien la acción comporta un tipo de información de naturaleza muy diferente a las informaciones de los periódicos (así el tipo de información de L'Agence de Presse Libération).

M. F.: Esta dificultad, nuestra dificultad para encontrar las formas de lucha adecuadas, ¿no proviene de que ignoramos todavía en qué consiste el poder? Después de todo ha sido necesario llegar al siglo XIX para saber lo que era la explotación, pero no se sabe quizá siempre qué es el poder. Y Marx y Freud no son quizá suficientes para ayudarnos a conocer esta cosa tan enigmática, a la vez visible e invisible, presente y oculta, investida en todas partes, que se llama poder. La teoría del Estado, el análisis tradicional de los aparatos de Estado no agotan sin duda el campo del ejercicio y del funcionamiento del poder. La gran incógnita actualmente es. ¿quién ejerce el poder? y ¿dónde lo ejerce? Actualmente se sabe prácticamente quién explota, a dónde va el provecho, entre qué manos pasa y dónde se invierte, mientras que el poder... Se sabe bien que no son los gobernantes los que detentan el poder. Pero la noción de «clase dirigente» no es ni muy clara ni está muy elaborada. «Dominar», «dirigir», «gobernar», «grupo en el poder», «aparato de Estado», etc., existen toda una gama de nociones que exigen ser analizadas. Del mismo modo, sería necesario saber bien hasta dónde se ejerce el poder, por qué conexiones y hasta que: instancias ínfimas con frecuencia, de jerarquía, de control, de vigilancia, de prohibiciones, de sujeciones. Por todas partes en donde existe poder, el poder se ejerce. Nadie, hablando con propiedad, es el titular de él; y sin embargo, se ejerce siempre en una determinada dirección, con los unos de una parte y los otros de otra; no se sabe quién lo tiene exactamente; pero se sabe quién no lo tiene. Si la lectura de sus libros (desde el Nietzsche hasta lo que yo presiento de Capitalismo y esquizofrenia) ha sido para mí tan esencial es porque me parece que van muy lejos en el planteamiento de este problema: bajo ese viejo tema del sentido, significado, significante, etc., al fin la cuestión del poder, de la desigualdad de los poderes, de sus luchas. Cada lucha se desarrolla alrededor de un centro particular del poder (uno de esos innumerables pequeños focos que van desde un jefecillo, un guarda de viviendas populares, un director de prisiones, un juez, un responsable sindical, hasta un redactor jefe de un periódico). Y si designar los núcleos, denunciarlos, hablar públicamente de ellos, es una lucha, no se debe a que nadie tuviera conciencia, sino a que hablar de este tema, forzar la red de información institucional, nombrar, decir quién ha hecho, qué, designar el blanco, es una primera inversión del poder, es un primer paso en función de otras luchas contra el poder. Si los discursos como los detenidos o los de los médicos de las prisiones son luchas, es porque confiscan un instante al menos el poder de hablar de las prisiones, actualmente ocupado exclusivamente por la administración y por sus compadres reformadores. E1 discurso de lucha no opone al inconsciente: se opone al secreto. Eso da la impresión de ser mucho menos importante. ¿Y si fuese mucho más importante? Existen toda una serie de equívocos en relación a lo «oculto», a lo «reprimido», a lo «no dicho», que permiten «psicoanalizar» a bajo precio lo que debe ser objeto de una lucha. Es posible que sea más difícil destapar el secreto que el inconsciente. Los dos temas que aparecían frecuentemente hasta hace poco: «la escritura es lo reprimido» y «la escritura es de pleno derecho subversiva» me parece que traicionan un cierto número de operaciones que es preciso denunciar severamente.

G. D.: En cuanto a este problema que usted plantea: se ve bien quien explota, quien se aprovecha, quien gobierna, pero el poder es todavía algo más difuso -yo haría la hipótesis siguiente: incluso y sobre todo el marxismo ha determinado el problema en términos de interés (el poder está poseído por una clase dominante definida por sus intereses)-. De repente, se tropieza con la cuestión: ¿cómo es posible que gentes que no tienen precisamente interés sigan, hagan un maridaje estrecho con el poder, reclamando una de sus parcelas? Es posible que, en términos de inversiones, tanto económicas como inconscientes, el interés no tenga la última palabra, existen inversiones de deseo que explican que se tenga la necesidad de desear, no contra su interés, ya que el interés sigue siempre y se encuentra allí donde el deseo lo sitúa, sino desear de una forma más profunda y difusa que su interés. Es preciso estar dispuesto a escuchar el grito de Reich: y no, las masas no han sido engañadas, ellas han deseado el fascismo en un momento determinado! Hay inversiones de deseo que modelan el poder, y lo difunden, y hacen que el poder se encuentre tanto a nivel del policía como del primer ministro, y que no exista en absoluto una diferencia de naturaleza entre el poder que ejerce un simple policía y el poder que ejerce un ministro. La naturaleza de estas inversiones de deseo sobre un cuerpo social es lo que explica por qué los partidos o los sindicatos. que tendrían o deberían tener inversiones revolucionarias en nombre de los intereses de clase, pueden tener inversiones reformistas o perfectamente reaccionarias a nivel del deseo.

M. F.: Como usted dice, las relaciones entre deseo, poder e interés, son más complejas de lo que ordinariamente se piensa, y resulta que aquellos que ejercen el poder no tienen por fuerza interés en ejercerlo, aquellos que tienen interés en ejercerlo no lo ejercen, y el deseo de poder juega entre el poder y el interés un juego que es todavía singular. Sucede que las masas, en el momento del fascismo, desean que algunos ejerzan el poder, algunos que, sin embargo, no se confunden con ellas, ya que el poder se ejercerá sobre ellas y a sus expensas, ,hasta su muerte, su sacrificio, su masacre, y ellas, sin embargo, desean este poder, desean que este poder sea ejercido. Este juego del deseo, del poder y del interés es todavía poco conocido. Hizo falta mucho tiempo para saber lo que era la explotación. Y el deseo ha sido y es todavía un largo asunto. Es posible que ahora las luchas que se están llevando a cabo, y además estas teorías locales, regionales, discontinuas que se están elaborando en estas luchas y que hacen cuerpo con ellas, es posible que esto sea el comienzo de un descubrimiento de la manera en que el poder se ejerce.

G. D.: Pues bien, yo vuelvo a la cuestión: el movimiento revolucionario actual tiene múltiples focos, y esto no es por debilidad ni por insuficiencia, ya que una determinada totalización pertenece más bien al poder y a la reacción. Por ejemplo, el Vietnam es una formidable respuesta local. Pero, ¿cómo concebir las redes, las conexiones transversales entre estos puntos activos discontinuos, de un país a otro o en el interior de un mismo país?

M. F.: Esta discontinuidad geográfica de la que usted habla significa quizá esto: desde el momento que se lucha contra la explotación, es el proletariado quien no sólo conduce la lucha sino que además define los blancos, los métodos, los lugares y los instrumentos de lucha; aliarse al proletariado es unirse a él en sus posiciones, su ideología, es retomar los motivos de su combate. Es fundirse. Pero si se lucha contra el poder, entonces todos aquellos sobre los que se ejerce el poder como abuso, todos aquellos que lo reconocen como intolerable, pueden comprometerse en la lucha allí donde se encuentran y a partir de su actividad (o pasividad) propia. Comprometiéndose en esta lucha que es la suya, de la que conocen perfectamente el blanco y de la que pueden determinar el método, entran en el proceso revolucionario. Como aliados ciertamente del proletariado ya que, si el poder se ejerce tal como se ejerce, es ciertamente para mantener la explotación capitalista. Sirven realmente la causa de la revolución proletaria luchando precisamente allí donde la opresión se ejerce sobre ellos. Las mujeres, los prisioneros, los soldados, los enfermos en los hospitales, los homosexuales han abierto en este momento una lucha específica contra la forma particular de poder, de imposición, de control que se ejerce sobre ellos. Estas luchas forman parte actualmente del movimiento revolucionario, a condición de que sean radicales sin compromisos ni reformismos, sin tentativas para modelar el mismo poder consiguiendo como máximo un cambio de titular. Y estos movimientos están unidos al movimiento revolucionario del proletariado mismo en la medida en que él ha de combatir todos los controles e imposiciones que reproducen en todas partes el mismo poder.

Es decir, que la generalidad de la lucha no se hace ciertamente en la forma de esta totalización de la que usted hablaba hace un momento, esta totalización teórica, en la forma de "verdad". Lo que produce la generalidad de la lucha, es el sistema mismo de poder, todas las formas de ejercicio y de aplicación del poder.

G. D.: Y no se puede tocar un punto cualquiera de aplicación sin encontrarse enfrentado a este conjunto difuso que desde ese momento se estará forzando a intentar reverter, a partir de las más pequeñas reivindicación. Toda defensa o ataque revolucionario parciales se ensamblan así con la lucha obrera.

LA GLOBALIZACIÓN
OXIMORON! (LA DERECHA INTELECTUAL Y EL FASCISMO LIBERAL)
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Subcomandante Insurgente Marcos


Un hecho irrefutable: la globalización está aquí. No la califico (todavía),simplemente señalo una realidad. Pero, puesto que oximoron, hay que señalar que se trata de una globalización fragmentada. La globalización ha sido posible, entre otras cosas, por dos revoluciones: la tecnológica y la informática. Y ha sido y es dirigida por el poder financiero. De la mano, la tecnología y la informática (y con ellas el capital financiero)han desaparecido las distancias y han roto las fronteras. Hoy es posible tener información sobre cualquier parte del mundo, en cualquier momento y en forma simultánea. Pero también el dinero tiene ahora el don de la ubicuidad, va y viene en forma vertiginosa, como si estuviera en todas partes al mismo tiempo.
Y más, el dinero le da una nueva forma al mundo, la forma de un mercado, de un mega-mercado. Sin embargo, a pesar de la "mundialización" del planeta, o más bien precisamente por ella, la homogeneidad está muy lejos de ser la característica de este cambio de siglo y de milenio. El mundo es un archipiélago, un rompecabezas cuyas piezas se convierten en otros rompecabezas y lo único realmente globalizado es la proliferación de lo heterogéneo. Si la tecnología y la informática han unido al mundo, el poder financiero que las usa lo ha roto usándolas como armas, como armas en una guerra. Antes hemos dicho (el texto se llama "7 Piezas sueltas del rompecabezas mundial", EZLN, 1997) que en la globalización se lleva a cabo una guerra mundial, la cuarta, y que se desarrolla un proceso de destrucción/despoblamiento y reconstrucción/reordenamiento (estoy tratando de resumir apretadamente, sed benévolos) en todo el planeta. Para la construcción del "nuevo orden mundial" (Planetario, Permanente, Inmediato e Inmaterial, siguiendo a Ignacio Ramonet), el poder financiero conquista territorios y derriba fronteras, y lo consigue haciendo la guerra, una nueva guerra. Una de las bajas de esta guerra es el mercado nacional, base fundamental del Estado-Nación. Éste último está en vías de extinción, o cuando menos, lo está el Estado-Nación tradicional o clásico. En su lugar, surgen mercados integrados o, mejor aún, tiendas departamentales del gran "mall" mundial, el mercado globalizado. Las consecuencias políticas y sociales de esta globalización son una figura de oximoron reiterada y compleja: menos personas con más riquezas, producidas con la explotación de más personas con menos riquezas, la pobreza de nuestro siglo es incomparable con ninguna otra. No es, como lo fuera alguna vez, el resultado natural de la escasez, sino de un conjunto de prioridades impuestas por los ricos al resto del mundo (John Berger. Cada vez que decimos adiós. Ediciones de la flor. Argentina, 1997, pp. 278-279.); para unos cuantos poderosos el planeta se abrió de par en par, para millones de personas el mundo no tiene lugar y vagan errantes de uno a otro lado; el crimen organizado forma la columna vertebral de los sistemas judiciales y de los gobiernos (los ilegales hacen las leyes y "guardan el orden público"); y la "integración" mundial multiplica las fronteras. Así que, si resaltáramos algunas de las principales características de la época actual, diríamos: supremacía del poder financiero, revolución tecnológica e informática, guerra, destrucción/despoblamiento y construcción/reordenamiento, ataques a los Estados-Nación, la consiguiente redefinición del poder y de la política, el mercado como figura hegemónica que permea todos los aspectos de la vida humana en todas partes, mayor
concentración de la riqueza en pocas manos, mayor distribución de la pobreza, aumento de la explotación y del desempleo, millones de personas al destierro, delincuentes que son gobierno, desintegración de territorios. En resumen: globalización fragmentada. Bien, según este planteamiento, en el caso de los intelectuales (puesto que tienen que ver con la sociedad, el poder y el Estado) cabría preguntarse: ¿han padecido el mismo proceso de destrucción /despoblamiento y reconstrucción/reordenamiento?; ¿qué papel les asigna el poder financiero?; ¿cómo usan (o son usados por) los avances tecnológicos e informáticos?; ¿qué posición tienen en esta guerra?; ¿cómo se relacionan con esos golpeados Estados-Nación?; ¿cuál es su vínculo con ese poder y en esa política redefinidos?, ¿qué lugar tienen en el mercado?, y ¿qué posición toman frente a las consecuencias políticas y sociales de la globalización? En suma: ¿cómo es que se insertan en esa globalización fragmentada? El mundo habría cambiado por y para esta guerra. Si así fuera, los intelectuales "clásicos" no existirían más, ni sus antiguas funciones. En su lugar, una nueva generación de "cabezas pensantes" (para usar un término acuñado por el comandante zapatista Tacho) habría emergido (o está por emerger) y tendrían nuevas funciones en su quehacer intelectual.
Aunque aquí nos trataremos de limitar a los intelectuales de derecha, serán evidentes algunos señalamientos sobre los intelectuales en general y sobre su relación con el poder. Como el propósito de este texto es participar y alentar la polémica entre intelectuales de derecha e izquierda, queda una reflexión más profunda (sobre los intelectuales y el poder, y sobre los intelectuales y la transformación) para futuros e improbables escritos. Vale. Salud y tenga a la mano su control remoto. En un momento comenzamos... I. La mundialización: pay per view En la bisagra del calendario, el dos mil se balancea aún entre los siglos XX y XXI, y entre el segundo y tercer milenio. No sé qué tan importante sea esta cuenta del tiempo, pero me parece que es, también, un momento adecuado para que por todos lados surja OXIMORON. Para no ir muy lejos, se puede decir que esta época es el principio del fin o el fin del principio de "algo". "Algo", irresponsable forma de eludir un problema. Pero ya se sabe que nuestra especialidad no es la solución de problemas, sino su creación. ¿"Su creación"? No, es muy presuntuoso, mejor su proposición. Sí, nuestra especialidad es proponer problemas. Allá arriba todo parece haber ocurrido ya antes, como si una vieja película se repitiera con otras imágenes, otros recursos cinematográficos, incluso actores diferentes, pero el mismo argumento. Como si la "modernidad" (o "post modernidad", dejo la precisión para quien se tome la molestia) de la globalización se vistiera con su OXIMORON y se nos presentara como una modernidad arcaica, rancia, antigua. Si esto que digo les parece una mera apreciación subjetiva, póngalo a cargo de nuestro estar en la montaña, resistiendo y en rebeldía, pero concédanos el privilegio de la lectura y vea si se trata en efecto de un síntoma más del "mal de montaña", o usted comparte esta sensación de dejà vu que fluye por el hipercinema que es el mundo globalizado. El mundo no es cuadrado, cuando menos esto es lo que se enseña en la escuela. Pero, en el filo cortante de la unión de dos milenios, el mundo tampoco es redondo. Ignoro cuál sea la figura geométrica adecuada para representar la forma actual del mundo, pero, puesto que estamos en la época de la comunicación digital audiovisual, podríamos intentar definirla como una gigantesca pantalla. Usted puede agregar "una pantalla de televisión", aunque yo optaría por "una pantalla de cine". No sólo porque prefiero al cinematógrafo, también (y sobre todo) porque me parece que hay frente a nosotros una película, una vieja película, modernamente vieja (para seguir con oximoron). Es, además, una de esas pantallas donde se puede programar la presentación simultánea de varias imágenes (picture in picture la llaman). En el caso del mundo globalizado, de imágenes que se suceden en cualquier rincón del planeta.
No son todas las imágenes. Y no se debe a que falte espacio en la pantalla, sino a que "alguien" ha seleccionado esas imágenes y no otras. Es decir, estamos viendo una pantalla con diversos recuadros que presentan imágenes simultáneas de diferentes partes del mundo, es cierto, pero no todo el mundo está ahí. Al llegar a este punto, uno se pregunta, inevitablemente, ¿quién tiene el control remoto de esta pantalla audiovisual? y ¿quién hace la programación? Buenas preguntas, pero aquí no encontrará usted las respuestas. Y no sólo porque no las sabemos a ciencia cierta, sino también porque no son el tema de este escrito. Puesto que no podemos cambiar de canal o de cinema, veamos algunos de los diferentes recuadros que nos ofrece la mega pantalla de la globalización. Vayamos al continente americano. Ahí tiene usted, en aquel rincón, la imagen de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ocupada por un grupo paramilitar del gobierno: la llamada Policía Federal Preventiva. No parece que estén estudiando esos hombres uniformados de gris. Más allá, enmarcada por las montañas del sureste mexicano, una columna de grises tanquetas blindadas cruza una comunidad indígena chiapaneca. En el otro lado, la imagen gris presenta a un policía norteamericano que detiene, con lujo de violencia, a un joven en un lugar que puede ser Seattle o Washington. En el recuadro europeo proliferan también los grises. En Austria es Joer Heider y su fervor pro-nazi. En Italia, con la ayuda desinteresada de D´Alema, Silvio Berlusconi se arregla la corbata. En el Estado Español, Felipe González le maquilla la cara a José María Aznar. En Francia es Le Pen quien nos sonríe.  Asia, África y Oceanía presentan el mismo color repitiéndose en sus respectivos rincones. Mmh... Tantos grises... Mmh... Podemos protestar... Después de todo, nos prometieron un programa a todo color... Cuando menos subamos el volumen y tratemos de entender así de qué se trata... II. Un olvido memorable Al igual que la globalización fragmentada, los intelectuales están ahí, son una realidad de la sociedad moderna. Y su "estar ahí" no se limita a la época actual, se remonta a los primeros pasos de la sociedad humana. Pero la arqueología de los intelectuales escapa a nuestros conocimientos y posibilidades, así que partimos del hecho de que "están ahí". En todo caso, lo que tratamos de descubrir es la forma que adquiere ahora su "estar ahí". Los intelectuales como categoría son algo muy vago, ya se sabe. Diferente es, en cambio, definir la "función intelectual". La función intelectual consiste en determinar críticamente lo que se considera una aproximación satisfactoria al propio concepto de verdad; y puede desarrollarla quien sea, incluso un marginado que reflexione sobre su propia condición y de alguna manera la exprese, mientras que puede traicionarla un escritor que reaccione ante los acontecimientos con apasionamiento, sin imponerse la criba de la reflexión. (Umberto Eco. Cinco escritos morales. Ed. Lumen. Traducción Helena Lozano Miralles, pp. 14-15). Si esto es así, entonces el quehacer intelectual es, fundamentalmente, analítico y crítico. Frente a un hecho social (por limitarnos a un universo), el intelectual analiza lo evidente, lo afirmativo y lo negativo, buscando lo ambiguo, lo que no es ni una cosa ni otra (aunque así se presente), y exhibe (comunica, devela, denuncia) lo que no sólo no es lo evidente, sino incluso contradice a lo evidente. Es de suponer que las sociedades humanas tengan personas que se dediquen profesionalmente a este análisis crítico y a comunicar su resultado (en palabras de Norberto Bobbio: Los intelectuales son todos aquellos para los cuales transmitir mensajes es la ocupación habitual y conciente [...] y para decirlo en un modo que puede parecer brutal, casi siempre representa también el modo de ganarse el pan). Quedémonos con esta aproximación al intelectual, al profesional del análisis crítico y la comunicación. Ya hemos sido advertidos de que el intelectual no siempre ejerce la función intelectual. La función intelectual se ejerce siempre con adelanto (sobre lo que podría suceder) o con retraso (sobre lo que ha sucedido); raramente sobre lo que está sucediendo, por razones de ritmo, porque los acontecimientos son siempre más rápidos y acuciantes que la reflexión sobre los acontecimientos (Umberto Eco, op cit, p. 29).Por su función intelectual, este profesional del análisis crítico y su comunicación sería una especie de conciencia incómoda e impertinente de la sociedad (en esta época, de la sociedad globalizada) en su conjunto y de sus partes. Un inconforme con todo, con las fuerzas políticas y sociales, con el Estado, con el gobierno, con los medios de comunicación, con la cultura, con las artes, con la religión, con el etcétera que el lector agregue. Si el actor social dice "¡ya está!", el intelectual murmura con escepticismo: "le falta, le sobra". Tendríamos entonces que el intelectual en su papel es un crítico de la inmovilidad, un promotor del cambio, un progresista. Sin embargo, este comunicador de ideas críticas está inserto en una sociedad polarizada, enfrentada entre sí de muchas formas y con variados argumentos, pero dividida en lo fundamental entre quienes usan el poder para que las cosas no cambien y entre quienes luchan por el cambio. El intelectual debe, por un elemental sentido del ridículo, comprender que no se le otorga un papel de brujo del espíritu en torno al cual va a girar el ser o no ser de lo histórico, pero que evidentemente él tiene saberes [...] que lo pueden alinear en un sentido o en otro de lo histórico. Lo pueden alinear en la búsqueda de la clarificación de las injusticias presentes en el mundo actual o en la complicidad con la paralización e instalación en el Limbo. (Manuel Vázquez Montalbán. Panfleto desde el planeta de los simios. Ed. Drakontos. Barcelona, 1995, p. 48) Y es aquí donde el intelectual opta, elige, escoge entre su función intelectual y la función que le proponen los actores sociales. Aparece así la división (y la lucha) entre intelectuales progresistas y reaccionarios. Unos y otros siguen trabajando con la comunicación de análisis críticos pero, mientras los
progresistas siguen en la crítica a la inmovilidad, a la permanencia, a la hegemonía y a lo homogéneo; los reaccionarios enarbolan la crítica al cambio, al movimiento, a la rebelión y a la diversidad. El intelectual reaccionario "olvida" su función intelectual, renuncia a la reflexión crítica, y su memoria se recorta de modo que no hay pasado ni futuro, el presente y lo inmediato es lo único asible y, por ende, incuestionable.
Al decir "intelectuales progresistas y reaccionarios", nos referimos a los intelectuales "de izquierda y de derecha". Aquí conviene agregar que el intelectual de izquierda ejerce su función intelectual, es decir, su análisis  crítico, también frente a la izquierda (social, partidaria, ideológica), pero en la época actual su crítica es fundamentalmente frente al poder hegemónico: el de los señores del dinero y quienes los representan en el campo de la  política y de las ideas. Dejemos ahora a los intelectuales progresistas y de izquierda, y vayamos a los intelectuales reaccionarios, la derecha intelectual. III. El pragmatismo intelectual En el principio, los gigantes intelectuales de derecha fueron progresistas. Y hablo de los grandes intelectuales de derecha, los "think tanks" de la reacción, no de los enanos que fueron ingresando a sus clubes "pensantes". Octavio Paz, excelente poeta y ensayista, el más grande intelectual de derecha de los últimos años en México, declaró: Vengo del pensamiento llamado de izquierda. Fue algo muy importante en mi formación. No sé ahora... lo único que sé es que mi diálogo --a veces mi discusión-- es con ellos (los intelectuales de izquierda). No tengo mucho que hablar con los otros. (Braulio Peralta. El poeta en su tierra. Diálogos con Octavio Paz. Ed. Grijalbo. México, 1996, p. 45). Y casos como el de Paz se repiten en la mega pantalla global. El intelectual progresista, en tanto que comunicador de análisis críticos, se convierte en objeto y objetivo para el poder dominante. Objeto a comprar y objetivo a destruir. Multitud de recursos se ponen en juego para una y otra cosa. El intelectual progresista "nace" en medio de este ambiente de seducción persecutoria. Algunos se resisten y defienden (casi siempre en solitario, la solidaridad intergremial no parece ser la característica del intelectual progresista), pero otros, tal vez fatigados, buscan entre su bagaje de ideas y sacan aquellas que sean a la vez coartada y razón para legitimar al poder. Lo nuevo exige mucho, lo viejo ahí está, así que basta enarbolar el argumento de "lo inevitable" para que el sistema le ofrezca un cómodo sillón (a veces en forma de beca, puesto, premio, espacio) a la vera del Príncipe ayer tan criticado. "Lo inevitable" tiene nombre hoy: globalización fragmentada, pensamiento único (es decir, la traducción en términos ideológicos y con pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en particular las del capital internacional: Ignacio Ramonet. Un mundo sin rumbo. Crisis de fin de siglo. Editorial Debate. Madrid), fin de la historia, omnipresencia y omnipotencia del dinero, reemplazo de la política por la policía, el presente como único futuro posible, racionalización de la desigualdad social, justificación de la sobreexplotación de seres humanos y recursos naturales, racismo, intolerancia, guerra.
En una época marcada por dos nuevos paradigmas, comunicación y mercado, el intelectual de derecha (y ex de izquierda) entiende que ser "moderno" significa cumplir la consigna: ¡adaptaos o perded vuestros privilegiados lugares! Ni siquiera tiene que ser original, el intelectual de derecha ya tiene la cantera de la que habrá que picar las piedras que adornen la globalización fragmentada: el pensamiento único. La asepsia no importa mucho, el pensamiento único tiene sus principales "fuentes" en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico, la Organización Mundial de Comercio, la Comisión Europea, el Bundesbank, el Banco de Francia que, mediante su financiamiento, enrolan al servicio de sus ideas a través de todo el planeta a numerosos centros de investigación, universidades y fundaciones, los cuales, a su vez, perfilan y difunden la buena nueva (Ignacio Ramonet, op cit, p. 111). Con tal abundancia de recursos, es fácil que florezcan élites que, desde hace años, se emplean a fondo en hacer los elogios del "pensamiento único"; que ejercen un auténtico chantaje contra toda reflexión crítica en nombre de la "modernización", del "realismo", de la "responsabilidad" y de la "razón"; que afirman el "carácter ineluctable" de la evolución actual de las cosas; que predican la capitulación intelectual, y arrojan a las tinieblas de lo irracional a todos los que se niegan a aceptar que "el estado natural de la sociedad es el mercado (ibid, p. 114). Lejos de la reflexión, del pensamiento crítico, los intelectuales de derecha se convierten en los pragmáticos por excelencia, destierran la función intelectual y se transforman en ecos, más o menos estilizados, de los spots publicitarios que inundan el mega mercado de la globalización fragmentada. Refuncionalizados en la globalización fragmentada, los intelectuales de derecha modifican su ser y adquieren nuevas "virtudes" (entre ellas reaparece oximoron): una audaz cobardía y una profunda banalidad. Ambas brillan en sus "análisis" del presente globalizado y sus contradicciones, sus revisitaciones al pasado histórico, sus clarividencias. Se pueden dar el lujo de la audaz cobardía y de la profunda banalidad, puesto que la hegemonía universal casi absoluta del dinero los protege con torres de cristal blindado. Por esto, la derecha intelectual es particularmente sectaria y tiene, además, el respaldo de no pocos medios de comunicación y gobiernos. El ingreso a esas altas torres intelectuales no es fácil, hay que renunciar a la imaginación crítica y autocrítica, a la inteligencia, a la argumentación, a la reflexión, y optar por la nueva teología, la teología neoliberal. Puesto que la globalización se vende como el mejor de los mundos posibles, pero carece de ejemplos concretos de sus ventajas para la humanidad, se debe recurrir a la teología y suplir con dogmas y fe neoliberales la falta de argumentos. El papel de los teólogos neoliberales incluye el señalar y perseguir a los "herejes", a los "mensajeros del mal", es decir, a los intelectuales de izquierda. Y qué mejor forma de combatir a los críticos que acusarlos de "mesianismo". Frente al intelectual de izquierda, el de derecha impone la etiqueta lapidaria de "mesianismo trasnochado". ¿Quién puede cuestionar un presente pleno de libertades, donde cualquiera puede decidir qué compra, sean artículos de primera necesidad, ideologías, propuestas políticas y conductas para toda ocasión? Pero paradoja no perdona. Si en algún lado hay mesianismo, es en la derecha intelectual. El Gran Circo de Intelectuales Neoliberales Químicamente Puros o Ex Marxistas Arrepentidos o la Trilateral pueden ser mesiánicos cuando prefiguran la fatalidad de un universo basado en la verdad única, el mercado único y el ejército gendarme único vigilando el fogonazo de flash que acompaña la foto final de la Historia, pulsado ante los mejores paisajes de las mejores sociedades abiertas. (Manuel Vázquez Montalbán, op cit, p. 47). La foto final. O la escena culminante del filme de la globalización fragmentada. IV. Los clarividentes ciegos Parafraseando a Régis Debray (Croire, Voir, Faire.
Ed. Odile Jacob. París,1999), el problema aquí no es por qué o cómo la globalización es irremediable, sino por qué o cómo todo el mundo, o casi, está de acuerdo en que es irremediable. Una posible respuesta: La tecnología del hacer-creer [...]. El poder de la información... Inf-formar: dar forma, formatear. Con-formar: dar conformidad. Trans-formar: modificar una situación (ibid, p. 193). Con la globalización de la economía se globaliza también la cultura. Y la información. De ahí que las grandes empresas de la comunicación "tiendan" sobre el mundo entero su red electrónica sin que nada ni nadie se los impida. Ni Ted Turner, de la cnn; ni Rupert Murdoch, de News Corporation Limited; ni Bill Gates, de Microsoft; ni Jeffrey Vinik, de Fidelity Investments; ni Larry Rong, de China Trust and International Investment; ni Robert Allen, de att, al igual que George Soros o decenas de otros nuevos amos del mundo, han sometido jamás sus proyectos al sufragio universal (Ignacio Ramonet, op cit, p. 109). En la globalización fragmentada, las sociedades son fundamentalmente sociedades mediáticas. Los media son el gran espejo, no de lo que una sociedad es, sino de lo que debe aparentar ser. Plena de tautologías y evidencias, la sociedad mediática es avara en razones y argumentos. Aquí, repetir es demostrar. Y lo que se repite son las imágenes, como ésas grises que ahora nos presenta la pantalla globalizada. Debray nos dice: La ecuación de la era visual es algo así como: lo visible = lo real = lo verdadero. He aquí la idolatría revistada (y sin duda redefinida) (Régis Debray, op cit, p. 200). Y los intelectuales de derecha han aprendido bien la lección. Y más, es uno de los dogmas de su teología. ¿Dónde se dio el salto que iguala lo visible con lo verdadero? Trucos de la pantalla globalizada. El mundo entero, mejor aún, el conocimiento entero está ahora a la mano de cualquiera con una televisión o una computadora portátil. Sí, pero no cualquier mundo y no cualquier conocimiento. Debray explica que el centro de gravedad de las informaciones se ha desplazado de lo escrito a lo visual, de lo diferido a lo directo, del signo a la imagen. Las ventajas para los intelectuales de derecha (y las desventajas para los progresistas) son obvias. Analizando el comportamiento de la información en Francia durante la Guerra del Golfo Pérsico, se devela el poder de los media: al inicio del conflicto el 70% de los franceses se mostraban hostiles a la guerra, al final el mismo porcentaje la apoyaba. Bajo el golpeteo de los media, la opinión pública francesa se "volteó" y el gobierno obtuvo el beneplácito por su participación bélica. Estamos en la "era visual". Así las informaciones se nos presentan en la evidencia de su inmediatez, por tanto es real lo que se nos muestra, por tanto es verdadero lo que vemos. No hay lugar para la reflexión intelectual crítica, a lo más hay espacio para comentaristas que "completen" la lectura de la imagen. Lo visual no está hecho, en esta era, para ser visto, sino para dar "conocimiento". El mundo ha devenido en una mera representación multimedia, que suprime al mundo exterior, capaz de ser conocida en la misma medida en que es vista. Sí, inicios del tercer milenio, siglo XXI, y la filosofía boyante en nuestro mundo "moderno" es el idealismo absoluto. Se pueden sacar ya algunas conclusiones: el nuevo intelectual de derecha tiene que desempeñar su función legitimadora en la era visual; optar por lo directo e inmediato; pasar del signo a la imagen y de la reflexión al comentario televisivo. Ni siquiera tiene que esforzarse por legitimar un sistema totalitario, brutal, genocida, racista, intolerante y excluyente. El mundo que es el objeto de su "función intelectual" es el que ofrecen los media: una representación virtual. Si en el hipermercado de la globalización el Estado-Nación se redefine como una empresa más, los gobernantes como gerentes de ventas y los ejércitos y policías como cuerpos de vigilancia, entonces a la derecha intelectual le toca el área de Relaciones Públicas. En otras palabras, en la globalización, los intelectuales de derecha son "multiusos": sepultureros del análisis crítico y la reflexión, malabaristas con las ruedas de molino de la teología neoliberal, apuntadores de gobiernos que olvidan el "script", comentaristas de lo evidente, porristas de soldados y
policías, jueces gnoseológicos que reparten etiquetas de "verdadero" o "falso" a conveniencia, guardaespaldas teóricos del Príncipe, y locutores de la "nueva historia".     V. El futuro pasado .Quemar libros y erigir fortificaciones es tarea común de los príncipes, dice Jorge Luis Borges. Y añade que todo Príncipe quiere que la historia comience desde él. En la era de la globalización fragmentada no se queman los libros (aunque sí se erigen fortificaciones), sino que se les substituye. Aun así, más que suprimir la historia previa a la globalización, el Príncipe neoliberal instruye a sus intelectuales para que la rehagan de modo que el presente sea la  culminación de los tiempos. "Los maquillistas de la historia", así tituló Luis Hernández Navarro un artículo dedicado al debate con los intelectuales de derecha en México (Ojarasca en La Jornada, 10 de abril, 2000). Además de provocar el presente texto (escrito con el ánimo de darle seguimiento a sus planteamientos), Hernández Navarro advierte sobre una nueva ofensiva: la nueva derecha intelectual dirige sus baterías contra figuras representativas de la intelectualidad progresista mexicana. Rentista tardía de la bonanza planetaria del "pensamiento único", renegada de su identidad, heredera con escrituras de la caída del muro de Berlín, socia y émula del circuito cultural conservador estadounidense, esta derecha está convencida de que la crítica cultural otorga credenciales suficientes para emitir, sin argumentación, juicios sumarios a sus adversarios en el terreno político (ibidem).
Las razones no-ideológicas de este ataque deben buscarse en la disputa por el espacio de credibilidad. En México los intelectuales de izquierda tienen gran influencia en la cultura y la academia. Estorban, ése es su delito.
No, más bien ése es uno de sus delitos. Otro es el apoyo de estos intelectuales progresistas a la lucha zapatista por una paz justa y digna, por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios, y por el fin de la guerra contra los indígenas del país. Este "pecado" no es menor. El levantamiento zapatista inaugura una nueva etapa, la de la irrupción de movimientos indígenas como actores de la oposición a la globalización neoliberal (Ivon Le Bot. "Los indígenas contra el neoliberalismo", en La Jornada, 6 de marzo, 2000). No somos los mejores ni los únicos: ahí están los indígenas de Ecuador y de Chile, las protestas de Seattle y Washington (y las que sigan en tiempo, no en importancia). Pero somos una de las imágenes que distorsionan la mega pantalla de la globalización fragmentada y, como fenómeno social e histórico, demandamos reflexión y análisis crítico.
Y la reflexión y el análisis crítico no están en el "arsenal" de la derecha intelectual. ¿Cómo cantar las glorias del nuevo orden mundial (y su imposición en México) si un grupo de indígenas "premodernos" no sólo desafiaban al poder, sino que lograban la simpatía de una importante franja de intelectuales? En consecuencia el Príncipe dictó sus órdenes: atacad a unos y a otros, yo pongo al ejército y los medios de comunicación, ustedes pongan las ideas. Así que la nueva derecha intelectual dedicó burlas y calumnias a su par de izquierda. A los indígenas rebeldes zapatistas nos dedicó... una nueva historia. Y, en tanto que el zapatismo tuvo impacto internacional, la derecha intelectual en varias partes del mundo (no sólo en México) se dedicó a esta tarea. Los intelectuales de derecha no sólo maquillan la historia, la rehacen, la rescriben a conveniencia del Príncipe y a modo con su función intelectual. Pero volvamos a México. A lo largo de este siglo los intelectuales en México han desempeñado funciones diversas: cortesanos de lujo del poder en turno, decoración estatal, voces disidentes (a las que se llama, para institucionalizarlas, "Conciencias Críticas"), intérpretes privilegiados de la historia y de la sociedad, espectáculos en sí mismos. (Carlos Monsiváis. "Intelectuales mexicanos de fin de siglo", Viento del Sur 8, 1996, p. 43). El último gran intelectual de derecha en México, Octavio Paz, cumplió a cabalidad la labor encomendada por el Príncipe. No escatimó palabras para desprestigiar a los zapatistas y a quienes mostraron simpatía por su causa (ojo: no por su forma de lucha). Una de las mejores muestras del Paz al servicio del Príncipe está en sus escritos y declaraciones en los inicios de 1994. Ahí Octavio Paz definía, no al EZLN, sino los argumentos sobre los que deberían ahondar sus "soldados" intelectuales: maoísmo, mesianismo, fundamentalismo, y algunos "ismos" más que ahora escapan a mi memoria. Frente a los intelectuales progresistas, Paz no escatimó acusaciones: ellos eran responsables del "clima de violencia" que marcó el año de 1994 (y todos los años del México moderno, pero la derecha intelectual nunca ha brillado por su memoria histórica), en concreto, del asesinato del candidato oficial a la presidencia de la República, Colosio. Años después, antes de morir, Paz rectificaría y señalaría que el sistema estaba en crisis y que, aun sin el alzamiento zapatista, esos hechos ocurrirían de todas formas (véase: Braulio Peralta, op cit). Ninguno de los actuales herederos de Paz tiene su estatura, aunque no les faltan ambiciones para ocupar su lugar. No como intelectual, pues les faltan inteligencia y brillo, sino por el lugar privilegiado que ocupó al lado de Príncipe. Sin embargo, su lucha hacen. Y siguen en su empeño de confeccionarle al zapatismo una historia que les sea cómoda, no sólo para atacarlo, sino, sobre todo, para eludir el análisis crítico y la reflexión serios y responsables. Pero no sólo la historia del zapatismo y de los pueblos indios rescriben los intelectuales de derecha. La historia entera de México se está rehaciendo para demostrar que estamos, ya, en el mejor de los Méxicos posibles. Así que los enanos de la derecha intelectual revisitan el pasado y nos venden una nueva imagen de Porfirio Díaz, de Santa Anna, de Calleja, de Cárdenas. Y este afán de remodelar la historia no es exclusivo de México. En la pantalla de la globalización ya se nos oferta una nueva versión en donde el Holocausto nazi en contra de los judíos fue una especie de Disneylandia selectiva, Adolfo Hitler es una especie de alegre Mickey Mouse ario y, más acá en el tiempo, las guerras del Golfo Pérsico y de Kosovo fueron "humanitarias". En el futuro pasado que nos prepara la derecha intelectual, la globalización es el "deux ex machina" que trabaja sobre el mundo para preparar su propio advenimiento. Pero, esas imágenes grises que nos presenta ahora la mega pantalla de la globalización, ¿qué llegada anuncian? VI. El liberal fascista Yo digo que esta película ya la vimos antes, y si no la recordamos es porque la historia no es un artículo atractivo en el mercado globalizado. Esos grises pueden significar algo: la reaparición del fascismo. ¿Paranoia? Umberto Eco, en un texto llamado "El fascismo eterno" (op cit), da algunas claves para entender que el fascismo sigue latente en la sociedad moderna, y que, aunque parece poco probable que se repitan los campos de exterminio nazis, en uno y otro lado del planeta acecha lo que él llama el "Ur Fascismo". Luego de advertirnos que el fascismo era un totalitarismo "fuzzy", es decir, disperso, difuso en el todo social, propone algunas de sus características: rechazo al avance del saber, irracionalismo, la cultura es sospechosa de fomentar actitudes críticas, el desacuerdo con lo hegemónico es una traición, miedo a la diferencia y racismo, surge de la frustración individual o social, xenofobia, los enemigos son simultáneamente demasiado fuertes y demasiado débiles, la vida es una guerra permanente, elitismo aristocrático, sacrificio individual para el beneficio de la causa, machismo, populismo cualitativo difundido por televisión, "neo lengua" (de léxico pobre y sintaxis elemental).
Todas estas características pueden ser encontradas en los valores que defienden y difunden los media y los intelectuales de derecha en la era visual, en la era de la globalización fragmentada. Acaso, hoy casi como ayer, ¿no se está utilizando el cansancio democrático, la náusea ante la nada, el desconcierto ante el desorden como aval de una nueva situación histórica de excepción que requiere un nuevo autoritarismo persuasivo, unificador de la ciudadanía en clientes y consumidores de un sistema, un mercado, una represión centralizada? (M. Vázquez Montalbán, op cit, p. 76). Mire usted la mega pantalla, todos esos grises son la respuesta al desorden, es lo que se necesita para enfrentar a quienes se niegan a disfrutar el mundo virtual de la globalización y se resisten. Y, sin embargo, parece que el número de inconformes crece. Uno de los enanos mexicanos que aspiran a ocupar la silla vacía de Octavio Paz, constataba, aterrado, que en una encuesta en México del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en 1994, el 29% de los entrevistados respondía que las leyes no deben obedecerse si son injustas. En noviembre de 1999, en la revista Educación 2001, era el 49% el que a la pregunta "¿Puede el pueblo desobedecer las leyes si le parece que son injustas?", respondió "sí". Después de reconocer que es necesario resolver problemas de crecimiento económico, educación, empleo y salud, señalaba: todas esas cosas sólo pueden alcanzarse si la sociedad está parada en un piso más básico que es de la seguridad pública y el cumplimiento de la ley. Ese piso está lleno de agujeros en México y tiende a empeorar. (Héctor Aguilar   Camín."Leyes y crímenes", en "Esquina", Proceso 1225, 23 de abril, 2000). El razonamiento es sintomático: a falta de legitimidad y consenso, policías. El clamor de la derecha intelectual demandando "orden y legalidad" no es exclusivo de México. En Francia, el fascista Le Pen está dispuesto a responder al llamado. En Austria el neonazi Heider ya está listo, lo mismo que el franquista Aznar en el Estado Español. En Italia, Berlusconi (alias el "Duce Multimedia") y Gianfranco Fini se arreglan para el momento. ¿Europa asomada de nuevo al balcón del fascismo? Suena duro... y lejano. Pero ahí están las imágenes de la mega pantalla. Esos "skin heads" que asoman sus garrotes en aquella esquina, ¿están en Alemania, en Inglaterra, en Holanda? "Son grupos minoritarios y bajo control", nos tranquiliza el audio de la mega pantalla. Pero parece que el fascismo renovado no siempre trae la cabeza rapada ni se adorna el cuerpo con suásticas tatuadas, y aun así no deja de ser una siniestra derecha. Si digo "siniestra derecha" le parecerá a usted que juego con las palabras y sólo recurro de nuevo a oximoron, pero trato de llamar su atención sobre algo. Después de la caída del muro de Berlín, el espectro político europeo, en su mayoría, corrió atropelladamente hacia el centro. Esto es evidente en la
izquierda europea tradicional, pero también ocurrió con los partidos derechistas (véanse: Emiliano Fruta, "La nueva derecha europea", y Hernán R. Moheno, "Más allá de la vieja izquierda y la nueva derecha", en Urbi et Orbi.itam, abril, 2000). Con una careta moderna, la derecha fascista empieza a conquistar espacios que ya rebasan con mucho los de las notas policiacas en los media. Ha sido posible porque se han esforzado en construirse una nueva imagen, alejada del pasado violento y autoritario.
También porque se han apropiado de la teología neoliberal con una facilidad asombrosa (por algo será), y porque en sus campañas electorales han insistido mucho en los temas de seguridad pública y empleo (alertando contra la "amenaza" de los inmigrantes). ¿Alguna diferencia con las propuestas de la social democracia o de la izquierda tradicional? Detrás de la "tercera vía" europea acecha el fascismo, y también de la izquierda que no se define (en teoría y práctica) contra el neoliberalismo. En veces, la derecha se puede vestir con andrajos de izquierda. En México, en el reciente debate televisivo entre los 6 candidatos a la presidencia de la República, el candidato que obtuvo el beneplácito de la derecha intelectual fue Gilberto Rincón Gallardo, del Partido Democracia Social, de izquierda aparente. Acaso la televisión no mostró que algunos de los militantes y candidatos del pds en Chiapas son cabezas de varios grupos paramilitares, responsables, entre otras cosas, de la masacre de Acteal. Que la derecha fascista y la nueva derecha intelectual estén listas para mostrarle sus "habilidades" a los señores del dinero no sorprende. Lo que desconcierta es que, algunas veces, son la socialdemocracia o la izquierda institucional quienes les preparan el camino. Si en el Estado Español, Felipe González (ese político tan aplaudido por la derecha intelectual) trabajó para el triunfo del derechista Partido Popular de José María Aznar, en Italia, la autopista por la que la derecha se dirige al poder se llama Massimo D´Alema. Antes de renunciar, D´Alema hizo todo lo necesario para hacer naufragar a la izquierda. D´Alema y los suyos financiaron con el dinero de todos la educación religiosa y prepararon la privatización de la [educación] pública, participaron plenamente en la aventura de la OTAN contra Yugoslavia y en la ocupación virtual de Albania, privatizaron lo que pudieron, atentaron contra los jubilados, reprimieron a los inmigrantes, se sometieron a Washington, "reflotaron" a los corruptos y al mismo Bettino Craxi, por cuya residencia en el exilio, como prófugo de la justicia, desfilaron para pedirle ayuda, hicieron una ley sobre los carabineros dictada por el comando golpista de los mismos... (Guillermo Almeyra. "La izquierda de la derecha" en La Jornada, 23 de abril, 2000). ¿Resultado? Buena parte del electorado de izquierda se abstuvo de votar.
En la complicada geometría política europea, la llamada "tercera vía" no sólo ha resultado letal para la izquierda, también ha sido la rampa de despegue del neofascismo. Tal vez estoy exagerando, pero la memoria es una facultad extraña. Cuanto más agudo y más aislado es el estímulo que recibe la memoria, más se recuerda; cuanto más abarcador, se recuerda con menor intensidad. (John Berger, op cit,p.234), y sospecho que ese alud de imágenes grises en la pantalla es para que recordemos con menor intensidad, con pereza, con ganas de olvidar.Y si los libros no mienten, fue el fascismo italiano el que resultó atractivo para muchos líderes liberales europeos porque consideraban que estaba llevando a cabo interesantes reformas sociales, y podría ser una alternativa a la "amenaza comunista" (Véase: U. Eco, op cit).
En agosto de 1997, Fausto Bertinotti (secretario del italiano Partido de Refundación Comunista) escribía en una carta al EZLN: Se ha abierto, en Europa, una verdadera crisis de civilización. Se podrían, desgraciadamente, narrar cientos y miles de episodios de barbarie cotidiana, de violencia gratuita, de agresión a las personas, al cuerpo, de tráfico de personas, de cuerpos, de órganos, sin ningún sentido. Y encima de todo una gruesa capa de indiferencia, como si la vida hubiera perdido el sentido. Le podría contar de cosas que ocurren en la periferia urbana, realidad y metáfora de la tragedia humana en la que se ha convertido este nuevo ciclo del desarrollo capitalista. Frente a esta vida sin sentido, el liberal fascista ofrece su cara amable y argumenta, haciendo hincapié en sus bondades, el recurso de la violencia legalizada, institucional. El horizonte anuncia tormenta, y la derecha intelectual nos trata de tranquilizar presentándola como un chubasco sin importancia. Todo sea por asegurar el pan, la sal... y el lugar junto al Príncipe. ¡Protegedlo! No importa que su camisa sea gris y en su cálido seno se cultive el huevo de la serpiente. "El huevo de la serpiente". Si mal no recuerdo, es el título de una película de Bergman que describía el ambiente en el que se gestó el fascismo. ¿Y qué hacemos? ¿Seguimos sentados hasta que termine la película? ¿Sí? ¿No? ¡Un momento! ¡Vea usted hacia los otros espectadores! ¡Muchos se han levantado de sus asientos y hacen corrillos! ¡Los murmullos crecen! ¡Algunos lanzan objetos contra la pantalla y abuchean! ¡Y mire esos otros! ¡En lugar de dirigirse a la pantalla van hacia arriba! ¡Como que buscan al que proyecta la película! ¡Parece que lo encontraron porque señalan insistentemente hacia un rincón allá arriba! ¿Quiénes son esas personas y con qué derecho interrumpen la proyección? Uno de ellos levanta una pancarta que reza: Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra y la iniciativa. Con la misma vehemencia y la misma fuerza con que reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. (José Saramago, Discursos de Estocolmo. Ed.Alfaguara). ¿El deber de nuestros deberes? ¡Que alguien explique porque no entendemos nada! ¡Silencio! Alguien toma la palabra... VII. La escéptica esperanza Los intelectuales progresistas. Los de la escéptica esperanza. El sociólogo francés Alain Touraine propone una clasificación de ellos (¿Comment sortir du libéralisme? Ed. Fayard. París, 1999): la más clásica la del intelectual denunciador, donde toda la atención se concentra sobre la crítica al sistema dominante; el segundo tipo de intelectuales se identifican con tal lucha o tal fuerza de oposición y se convierten en sus intelectuales orgánicos; la tercera cree en la existencia, la conciencia y la eficacia de los actores, al mismo tiempo que conocen sus límites; la cuarta son los utopistas, se identifican con las nuevas tendencias culturales, de la sociedad o de la existencia personal. Todos ellos (y ellas, porque ser intelectual no es privilegio masculino) empeñan sus esfuerzos en entender, críticamente, la sociedad, su historia y su presente, y tratan de desentrañar la incógnita de su futuro. Nada fácil la tienen los pensadores progresistas. En su función intelectual se han dado cuenta de qué va todo y, nobleza obliga, deben develarlo, exhibirlo, denunciarlo, comunicarlo. Pero para hacerlo deben enfrentarse a la teología neoliberal de la derecha intelectual, y detrás de ésta están los media, los bancos, las grandes corporaciones, los Estados (o lo que queda de ellos), los gobiernos, los ejércitos, las policías. Y deben hacerlo, además, en la era visual. Aquí están en franca desventaja, pues hay que tener en cuenta las grandes dificultades que implica enfrentarse al poder de la imagen con único recurso de la palabra. Pero su escepticismo frente a lo evidente les ha permitido ya descubrir la trampa. Y con el mismo escepticismo arman sus análisis críticos para desmontar, conceptualmente, la máquina de las bellezas virtuales y las miserias reales. ¿Hay esperanza? Hacer de la palabra bisturí y megáfono es ya un desafío descomunal. Y no sólo porque en esta época la reina es la imagen. También porque el despotismo de la era visual arrincona a la palabra en los burdeles y en las tiendas de trucos y bromas. Aun así, sólo podemos confesar nuestra confusión y nuestra impotencia, nuestra ira y nuestras opiniones, con palabras. Con palabras nombramos aun nuestras pérdidas y nuestra resistencia porque no tenemos otro recurso, porque los hombres están indefectiblemente abiertos a la palabra y porque poco a poco son ellas las que moldean nuestro juicio. Nuestro juicio, temido a menudo por quienes detentan el poder, se moldea lentamente, como el cauce de un río, por medio de corrientes de palabras. Pero las palabras sólo producen corrientes cuando resultan profundamente creíbles (John Berger, op cit, p. 255). Credibilidad. Algo de lo que carece la derecha intelectual y que, afortunadamente, abunda entre los intelectuales progresistas. Sus palabras han producido, y producen, en muchos la sorpresa primero, la inquietud después.Para que esa inquietud no sea aplastada por el conformismo que receta la era visual, hacen falta más cosas que escapan al ámbito del quehacer intelectual. Pero aun cuando la palabra se ha hecho raudal, la función intelectual no termina. Los movimientos sociales de resistencia o de protesta frente al poder (en este caso frente a la globalización y el neoliberalismo) todavía deben recorrer un largo camino, no digamos ya para conseguir sus fines, sino para consolidarse como alternativa organizativa para otros. Finalmente, hay que reconocer la responsabilidad particular de los intelectuales. Depende de ellos, más que de cualquier otra categoría, que la protesta se desgaste en denuncia sin perspectiva o, por el contrario, que ella conduzca a la formación de nuevos actores sociales e, indirectamente, a nuevas políticas económicas y sociales. (Alain Touraine, op cit, p. 15). El intelectual progresista está debatiéndose continuamente entre Narciso y Prometeo. En veces la imagen en el espejo lo atrapa y empieza su inexorable camino de trasmutación en un empleado más del mega mercado neoliberal. Pero en veces rompe el espejo y descubre no sólo la realidad que está detrás del reflejo, también a otros que no son como él pero que, como él, han roto sus respectivos espejos. La transformación de una realidad no es tarea de un solo actor, por más fuerte, inteligente, creativo y visionario que sea. Ni solos los actores políticos y sociales, ni solos los intelectuales pueden llevar a buen término esa transformación. Es un trabajo colectivo. Y no sólo en el accionar, también en los análisis de esa realidad, y en las decisiones sobre los rumbos y énfasis del movimiento de transformación. Cuentan que Miguel Ángel Buonarroti realizó su "David" con serias limitaciones materiales. El pedazo de mármol sobre el que trabajó Miguel Ángel era uno que ya había sido empezado a trabajar por alguien más y tenía ya perforaciones, el talento del escultor consistió en hacer una figura que se ajustara a esos límites infranqueables y tan restringidos, de ahí la postura, la inclinación, de la pieza final (Pablo Fernández Christlieb, La afectividad colectiva. Ed. Taurus, 2000, pp. 164-165). De la misma forma, el mundo que queremos transformar ya ha sido trabajado antes por la historia y tiene muchas horadaciones. Debemos encontrar el talento necesario para, con esos límites, transformarlo y hacer una figura simple y sencilla: un mundo nuevo. Vale de nuez. Salud y no olvidéis que la idea es también un cincel. Desde las montañas del Sureste Mexicano, Subcomandante Insurgente Marcos México, abril del 2000. P.D. ¿Alguien tiene un martillo a la mano?

 
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