Santiago de Chile.
Revista Virtual. 

Año 4
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 43
Septiembre de 2002 .

W.G. SEBALD (1944-2001):
UNA NUEVA LECTURA DEL TOTALITARISMO.

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge 1

"W.G. Sebald"

En la literatura europea contemporánea uno se encuentra un amplio y generoso arco iris de grandes estrellas de la novela, pero se trata de novelistas que han decidido abordar los problemas de la cultura con una perspectiva totalmente novedosa, novedad que reside en una sensibilidad inédita y de imprevisibles consecuencias estéticas así como culturales.

Uno de esos autores que llegan a nuestras vidas para quedarse es precisamente W.G. Sebald (Alemania 1944- Inglaterra 2001). Poco conocido en el mundo latinoamericano (habré leído tal vez una nota necrològica recientemente publicada por el escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado), el escritor alemán vivió en Inglaterra desde 1966 hasta su muerte en diciembre del año pasado.

Profesor de literatura europea en la Universidad de East Anglia, Sebald se dedicó sistemáticamente, durante años, a tratar de entender el peso especificó que tiene la cultura de los muertos sobre la cultura de los vivos, como él mismo decía. El caso de su patria fue el mejor ejemplo que pudo haber escogido. Como parte de la mal llamada "literatura del Holocausto", la figura de Sebald es decisiva para todo aquel que esté realmente interesado en la historia de la cultura reciente. Otros dos escritores de la misma estatura, aunque muy lejanos a las preocupaciones de Sebald, pero igualmente integrados con la historia de sus tiempos, son el italiano Claudio Magris (1939-   ) y el surafricano John Michael Coetzee (1940-    ).  En ellos, como en Sebald sin embargo, las aspiraciones de universalidad, una preocupación que creíamos del pasado, han hecho de nuevo su aparición en un tratamiento distinto de lo que se conoce como "literatura transgenèrica", o esa compleja y riquísima mezcla de ensayo, novela, libro de viajes y poesía que ha hecho a estos escritores mundialmente famosos.

                                               II

Pero nuestro interés por Sebald va mas allá de los incuestionables meritos literarios de su oficio, y aún de su valoración del legado de la dictadura nazi en su país (1933-1945). Con Sebald el historiador de la cultura, y el crítico social también, encuentra una paleta de riquísimos colores para tener una comprensión màs profunda del signo de los tiempos: el totalitarismo. Las creaciones de este talentoso novelista, a quien he leído fundamentalmente en inglés y francés, en gran parte debido a que sus traducciones al español no son realmente buenas, lo introducen al lector en un nivel de la sensibilidad estética del siglo XX pocas veces trabajado antes por intelectuales europeos de distinto rango lingüístico y cultural.

En América Latina tenemos una larga tradición de escritura sobre nuestros dictadores y dictaduras. Pero las generaciones europeas posteriores a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) abordaron un tema similar con tremendos escrúpulos de conciencia y una culpabilidad pocas veces disimulada. Resulta que la complejidad y el nivel de penetración en el que han quedado los temores, la vergüenza y las inhibiciones producidas por Auschwitz y su herencia son incalculables y difíciles de evaluar en toda su dimensión. No en vano Theodore Adorno decía que después de haber imaginado los campos de concentración nazis, la sociedad contemporánea estaría inhabilitada para escribir poesía de nuevo. Sin embargo, Sebald intentó lo contrario, a pesar de las acusaciones que se le hicieran por sentirse incómodo en su propio país.

 

                                                III

En novelas como Austerlitz, Los emigrantes, Vértigo y Los anillos de Saturno2, el problema del totalitarismo, como ingrediente de nuestra vida cotidiana en Occidente, se yergue en un asunto de la más ineludible urgencia. Bien se pueden reconstruir las atrocidades del imperialismo belga en el Congo colonial, durante el reinado de Leopoldo II, simplemente leyendo con atención las primeras páginas de Austerlitz, novela en la cual Sebald, haciendo exhibición de una cultura impresionante, nos lleva de la mano por toda la simbología totalitaria que aún permanece en Europa a pesar o en virtud del nazismo. Sebald utiliza a las grandes estaciones de trenes de la Europa Central y Septentrional, como un vehículo visual (sus novelas están llenas de fotografías) , para invitarnos a leer, con lujo de detalles, cómo el totalitarismo colonialista e imperialista (léase capitalista), fue capaz de construirle monumentos abrumadores al dios de todos los dioses: el dinero.

 

                                                 IV

Está visto que un asunto angustiante para muchos historiadores de la cultura y críticos sociales son las distintas expresiones que adquieren el poder, la opresión y las distintas formas de tortura cultural, psicológica y social en la literatura contemporánea. Para un escritor como Sebald o Coetzee (después del Apartheid) recuperar los intersticios que dejaran los variados y ricos mecanismos opresivos del totalitarismo es casi una tarea cotidiana. Es a través de esa recuperación como ellos han podido enseñarnos que la cultura occidental, después del nazismo o del pinochetismo (ejemplos que a un escritor como Mario Vargas Llosa se le olvidan con frecuencia), puede reconstituirse y heredarse.

Los recovecos del poder en su trama más espuria y penosa son recuperados por Sebald en las otras tres novelas a que hacíamos referencia. Nuevamente el recurso estético es una lectura oblicua de las literaturas del siglo XIX y XX, en obras tales como las tejidas por Stendhal o Kafka. Si críticos de la talla de Edward Said, Eric Cheyfitz, Harold Bloom y George Steiner nos han enseñado a leer con otros ojos obras aparentemente inofensivas como Kim de Rudyard Kipling, Tarzan de E. R. Burroughs, The Tempest de Shakespeare y Antigona de Sófocles respectivamente3,  es porque han aprendido, como Sebald, que la sinuosa realidad de nuestro tiempo viene untada de una espesa película de ideología que nos impide ver con claridad y lucidez el trayecto cultural que debemos seguir.

En ese sentido, el cansancio que pueden producir los tratados y los farragosos estudios de historia moderna y contemporánea llega a ser el resultado de la nueva actitud del lector promedio de nuestros días, frívola y displicente con relación a los grandes temas de la cultura. Con Sebald y los escritores que aquí hemos mencionado es posible acercarse a la literatura culta y de profundidad con una mirada distinta, porque ellos han empezado a preocuparse por no soslayar un ingrediente vertebral en el desarrollo de la sensibilidad de los hombres y las mujeres que sí se preocupan por esos grandes temas que hemos mencionado al pasar:  la lectura crítica, instrumental, aquella que vuelve al lector en un participante activo de los apremios hechos por el escritor que lo seduce.

Pero esa lucidez se construye con los pequeños datos de la vida cotidiana, detectando esos lugares recónditos y sin embargo vulnerables de nuestra contemporaneidad, tal y como hace también el escritor italiano Claudio Magris en dos de sus obras más atractivas, El Danubio y Microcosmos. Se trata de emprender una tarea similar a la que realizaran los grandes totalitarismos del siglo XX: tejer paso a paso una cotidianidad en la que no quede lugar para la soledad. Solo que el totalitarismo lo hizo al revés: con talento sigiloso fue descubriendo la enorme vocación de soledad que tenía el hombre de ese siglo triste y oprimido como bien lo pintara Kafka.

Para escritores de la sensibilidad de W. G. Sebald, recuperar la confianza y la fe en la historia y la cultura de su país, pasa por la reconstrucción de esos desarticulados trozos de realidad que dejó a su paso el totalitarismo. Desde esos limitados y sencillos mundos que nosotros nos hemos construido para escapar a una realidad distorsionada y multivalente, un escritor como Sebald nos enseña cuál es la trayectoria para volver a la grandeza. En América Latina tenemos mucho que aprender de eso.

San José, Costa Rica, julio 12 de 2002.

1 Historiador costarricense (1952), Premio Nacional de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica (1998), con publicaciones sobre historia económica, social y cultural de América Central y del Caribe. Jurado Internacional (en la rama de ensayo) del prestigioso premio Casa de las Américas (2001) de Cuba.

2 Austerlitz (New York: Random House. 2001), The Emigrants (London: The Harvill Press. 1996), Vertigo (London: The Harvill Press.200) y The Rings of Saturn (London: The Harvill Press. 2000).

3 Edward Said. Culture et Impèrialisme (Paris:Fayard et Le Monde Diplomatique. 2000),  Eric Cheifitz. The Poetics of Imperialism. Translation and Colonization from The Tempest to Tarzan (The University of Pennsylvania Press. 1997),  Harold Bloom. Shakespeare: The Invention of the Human ((Riverhead Books, 1998),  and George Steiner. Grammars of Creation (Yale University Press. 2001).

5 Rodrigo Quesada Monge. W.G.Sebald (1944-2001).


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