Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 36.
12 de Diciembre al
12 de Enero de 2001.

LOS PRIMEROS PASOS

       A Daniela, en cuyo gusto por la vida me sumerjo a diaro

Pintura de AVIVA SAWICKIHUMBERTO YANNINI MEJENES

No  recuerdo los momentos en los que alcancé la altura a la que niño puede aspirar, emulando a los adultos que no tenían problema alguno en transportarse de un lugar a otro, y de cuya boca salían las palabras que solían ponerle nombre a las cosas. Estos tiempos, que se han perdido por el laberinto infinito de la memoria, hicieron del simple hecho de caminar un mecanismo autónomo,  como una lección de física elemental que habrá de acompañarme hasta los últimos halos de vida. No recuerdo tampoco los accidentes propios de la niñez, cuando mis padres iban en mi auxilio y me rescataban del suelo, cuya inacabable extensión me invitaba a explorarlo con mis torpes e incipientes pasos.

Recuerdo, con una difusa claridad, que era depositado en mitad de un corral de madera cuyos barrotes me impedían salirme de su perímetro, donde urdía unos juegos que la fantasía me prodigaba a manos llenas hasta que el sueño me atrapaba en franca complicidad con el biberón. Entonces, mi madre realizaba el pequeño milagro de hacerme despertar en mi cuna, arrullado por las canciones de Cri-Cri que flotaban en mis oídos  con la nitidez que otorga la más tierna infancia. En ocasiones, en lo más profundo de la noche, me Pintura de AVIVA SAWICKIcubría el irracional miedo de sentir miedo, pero siempre estaba ahí esa mujer que velaba mis sueños, atenta a los peligros que rondaban mi cuna, quien me tomaba en sus brazos y me daba la seguridad que derrotaríamos a los espectros que cobraban vida en las noches de tormenta, arropándome con su inconmensurable amor que tenía la virtud de conciliarme con el sueño.

Me tocó en suerte un ángel de la guarda que conocía a la perfección el universo de los niños, como si él fuera un niño viejo. Solía jugar conmigo en los momentos más insospechados, y en ocasiones me llevó de la mano a unos territorios que sólo pueden existir en la imaginación, pero que bajo su tutela, resultaban ser unos lugares mágicos donde pude conocer a tres de mis abuelitos que se habían ido solos, uno a uno, por ese camino que te lleva indefectiblemente al cielo. También gustaba de hacerme bromas cuando el entorno me era adverso, y así pude advertir la tozudez con que los adultos se manejaban en determinadas situaciones donde el volumen de la voz parecía ser la tónica mientras que las circunstancias que daban lugar a los hechos quedaban al alcance de la razón. Un día triste día de otoño me anunció que partiría a otras latitudes para cumplir Pintura de AVIVA SAWICKIsu ancestral misión de proteger a los niños que precisaban su ayuda, y prometió volver para quedarse para siempre conmigo. Y desde entonces se anquilosó en mi conciencia.

Por esos tiempos me hice amigo de las hormigas. Ellas tenían la capacidad de sobrevivir pese al ataque sistemático de mi madre, quien les echaba puñetadas de cal viva en la puerta de su casa, y tenían, también, la capacidad de construir unos caminos subterráneos que facilitaban la evacuación cuando ello sucedía. Nuestro punto de encuentro solía llevarse a efecto cuando ellas marchaban en fila india hacia algún botín que habría de atemperar el hambre colectiva que sufrían perennemente. En más de una ocasión, a espaldas de mi madre, ellas pasaron por encima de mí cuando me encontraba gateando por el suelo. Y fue allí cuando empezamos a cambiar las primeras impresiones que a la postre nos llevarían a firmar un armisticio. Tiempo después, las hormigas se mudaron de casa conforme la mezcla y el concreto fueron cerrándoles todas las salidas.

Pintura de AVIVA SAWICKIPoco a poco fui descubriendo el mundo. Conocí los circos itinerantes que lo mismo traían leones que payasos, enanitos que me producían temor y acróbatas que me hacían surcar los aires con ellos sin malla de protección. Adquirí paulatinamente los conocimientos que me hicieron entender algunos de los misterios que entraña la vida, al tiempo que conocí de cerca el mar y pude ver el momento crucial en que se besa con la luna. Y en la medida en que descubría las cosas, tuve también el súbito conocimiento de la envidia y el odio, cuyos alcances sobrepasaban mi capacidad de entendimiento, y supe entonces que era un pequeño gladiador que tendría que vérmelas con toda suerte de depredadores que habitan sobre la faz de la tierra.

Será por eso que ahora que veo a Daniela pugnar por alcanzar el mundo de los adultos, no puedo sino sentirme culpable por no ofrecerle un mundo mejor al que tuve, donde la selva empezaba en la acera de enfrente, los gnomos podían ser fácilmente vistos en cualquier lugar, el arcoiris salía a voluntad de uno, los tesoros eran encontrados sin que mediara mapa alguno, y el amor se encontraba agazapado en cualquier esquina, listo para iniciar su labor coloreadora en cuanto un ser, una pareja, un hogar así lo requirieran.


Las pinturas son de AVIVA SAWICKI si quieres comunicarte con ella puedes hacerlo a: vivi@grupoteam.cl

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