Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 34.
12 de Octubre al
12 de Noviembre de 2001.

 

LA ENSEÑANZA DEL SAMURAI

Desde Chile, Gonzalo León

Un amigo me dijo unos días antes del ataque a las Torres Gemelas que si un samurai se encontraba con un monje budista no le quedaba otra alternativa que cortarle la cabeza. Era una metáfora entre lo pragmático -el que hace, samurai- y lo espiritual -el que contempla, monje. Lo pragmático, o lo material, siempre termina por asesinar lo espiritual. Y en eso estábamos, con un samurai que había fijado residencia en Nueva York y Washington DC y que blandía la espada del más voraz consumismo por todo el mundo. Pero para no parecer tan materialistas los norteamericanos inventaron cual cuento infantil Once upon a time un sueño, que consistía en la posibilidad cierta que cualquiera podría hacer realidad sus sueños. O sea, un sueño real. Extraña paradoja.

Por otra parte, este sueño en algunas partes del mundo como Cuba, China, Corea del Norte, Afganistán, Irán, y hasta Irak, era visto como una verdadera pesadilla. Esos países, sí tenían verdaderos sueños, encarnados en -para los del Mundo Occidental- trasnochadas ideologías o religiones catalogadas por este mismo Mundo Occidental como fundamentalistas. Pero estos países tuvieron conflictos o los generaron, y ahí Estados Unidos estuvo para enseñar a pelear contra "El Comunismo" en alas de una supuesta FREEDOM que sólo los mismos norteamericanos son capaces de entender.

Afganistán entró en guerra a finales de la década del 70 con la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y George Bush padre, director de la CIA en ese entonces, entrena a un idealista joven saudí, su nombre Osama Bin Laden, quien regresa a Afganistán, y es apoyado militar y económicamente por los Estados Unidos durante casi una década.

En otro lado del planeta pero mucho antes, la misma agencia crea la Escuela de las Américas en Panamá, en donde se enseña técnicas de tortura aprendidas en la Guerra de Vietnam. En Latinoamérica, la política exterior de los Estados Unidos golpea fuerte: derriba gobiernos y levanta dictaduras militares que asesinan a casi 50 mil personas y torturan a un número indeterminado pero que ciertamente supera el cuarto de millón (pues sólo en Chile se torturaron 80 mil personas). La obvia excusa era la Guerra Fría. Había que mantener los equilibrios a toda costa, pues Estados Unidos no se podía dar el lujo nuevamente que unos misiles soviéticos los apuntaran desde una pequeña isla caribeña pero demasiado cercana, demasiado...

Estados Unidos enseñó y entrenó a mucha gente, la mayoría militares. Por eso no es extraño imaginar que uno o dos de ellos hayan marchado con colores tan propios que incluso abrazaron causas fundamentalistas. El resultado fue que estos monjes budistas ahora miraban al samurai con horror y asco al ver cómo este mundo globalizado despreciaba cualquier utopía, cualquier religión, cualquier cuestión ética o moral, pues en los negocios no existe la ética. Bin Laden no se transformó en enemigo de Estados Unidos de un día para otro, tampoco fue un asunto personal. Bin Laden creía en ideales superiores, en la causa de nada menos que una Guerra Santa hacia toda la decadencia de Occidente, que amenazaban por eliminar sus costumbres, sus creencias. Mientras el mundo se hacía más globalizado, las costumbres en estos países fundamentalistas eran más rígidas, y para Occidente más retrógradas.

Puede sonar fuerte, pero el ataque contra las Torres Gemelas sólo fue la lección aprendida de un monje budista que miraba cómo el samurai se le acercaba con una espada a cortarle la cabeza. Si este bombardeo hubiese caído sobre una ciudad árabe fundamentalista no hubiera provocado el impacto a nivel mediático que este hecho ha causado en los últimos días en todo el mundo. Como dijo Saddam Hussein, otro líder asiático apoyado por Gringolandia (para la Guerra contra Irán): "Estados Unidos ha cosechado espinas." Y si Dios hablara, sólo él podría predecir su número, que para tranquilidad de algunos abarca todo el mundo.

Si desea escribir a Gonzalo León puede hacerlo a: gozalo@ctcinternet.cl


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