Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 3
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 26.
12 de Febrero al
12 de Marzo de 2001.

ANOTHER CHANCE:
POSTAL DE COOL NEW SHORK

Por Roberto Castillo

Si te digo cool new shork vos me entendés, eso fue lo que me dijiste. Eso fue lo último y colgaste. Rubito, aunque no andés de terciopelo negro uno se imagina mierda cuando hablás porque pronunciás así como vos no más, cool new shork decís y ahí te aparecés con la voz, como si te viera, de terciopelo negro, cómo te atrevés. Así pasa con vos, con vos yo me lo veo el largometraje a la menor excusa, me lo veo entero. A la que una se descuida sacás como pistolita esa sonrisa. La manejás pasando el chicle por todos lados de tu boca, como si la afilaras la sonrisa mortal que tenés, antes de soltar el balazo.

Cool new shork, eso fue lo último que dije. Yo sé que vos me vas a entender, y te vas a acordar de la lluvia pegándote en la cara cuando me oías, y de la luz naranja en el asfalto mojado y de las gomas seseando en los charcos, los taxis amarillos ocupados acarreando gente toda con la facha verdosa y solitaria y yo que te digo como si fuera tu eco cool new shork.

Cool new shork, imaginame vos y ahí estoy exhalando vapor en la noche como potrillo, pegada a la puerta del club apenas abren, a las nueve de la noche como pendejo. Porque ese fogonazo de luz que sacás con tu risa, rubito, lo mandás por teléfono como si nada. No te cuesta nada matarme por teléfono mientras te tapás la oreja volteando un poco la cara hacia el hombro de terciopelo y así cuando te oigo esa voz es mi hombro el que se imagina ser caricia para vos. Aunque no te vea cómo te secás las gotas de lluvia de la mejilla y hasta me quedo con el convencimiento de que vas a estar allí a las nueve de la noche apenas abra el club, y allí te voy a estar esperando yo, feliz.

Y a eso de las nueve y media todavía no me inquieta nada: encuentro el lugar. Muy cool new shork tal como lo decís vos, lo veo el club y te entiendo. Después de un par de vueltas en la lluvia y los truenos lo encuentro. Lindo el neón pegando en el pavimento, linda la oscuridad y sobre todo lindo, medio tristón pero lindo igual eso de que la calle vaya
a dar al río. Ahora me doy cuenta de que hay algo lindo escondiéndose en esta noche negra con orillas color fucsia húmedo todo igual que yo. Una noche de terciopelo mojado pero jamás te lo iba a decir. Lindo todo pero no estás. Es como un consuelo sabés ver que calle abajo corre un río y que la lluvia cae encima del agua negra del río como si el río fuera otra calle más de asfalto negro. El nombre del club es el que vos me dijiste pero con un letrero afuera que dice que es otro lugar. Suficiente como para inquietarse un poco más. Así sos vos te gusta confundirme. Así es la cosa en new shork, decís vos.

Cuando dan las diez y pico vos no te apareciste todavía. Hay en qué entretenerse siempre, vos me conocés bien y yo me pego a la pared como mosca en descanso y me hago así las manos para calentarlas. La techno dándole al ritmo justo de mi corazón de puto bam bambám bam bambám bancate ese defecto, corazón de los que bailan solos reviento una sonrisita aquí y allá con mis perlas y así me olvido se pasa el frío qué tanto mal va a hacer regalar sonrisitas a lo zonzo y le regalo una a ése, y le gusta y me hace ojitos, boludo, pero se parece un poco a vos, el vodka como agua oxigenada, a lo gringo puto, con espuma, esto se está llenando de gente y de gritos.

Para elegir a Miss Rubia Universal se juntan las delegaciones de todas las rubias del mundo en el estadio Maracaná. Quedan tres finalistas, la rubia americana, la rubia argentina y la rubia brasileña, y la prueba más difícil del concurso. Sale la primera concursante, la rubia americana. ¿Cuánto es dos más dos? La americana se queda pensando, se ríe mirando al público, doscientas mil rubias contienen la respiración, nadie le ayuda. La americana contesta, agitando el pelo, precioso el pelo Pantene: ¿tres? El maestro de ceremonias da la respuesta: ¡No, dos más dos son cuatro! Y el público solidario dice ooooh, y exige: another chance, another chance, another chance! Y le dan otra oportunidad: dos más dos son dos, y el Maracaná de rubias dice uuuuuuh.

El negro de la entrada se pone a empujar locos, mejor me paso el rato escuchando estas pavadas y mirándole la espalda al negrote la humedad que se le condensa en la nuca brillante y se cae a gotitas cuello abajo algunos pasan y otros no. No me preocupo por vos porque vos pasás por puerta que se te ponga por delante y las gotitas saladas por el cuello
paran en la cadena de oro y no llegás y no llegás nunca. Toda esta noche cabe en la postal que te voy a escribir algún día cuando nos riamos de los desencuentros en cool new shork Aquí en este hoyo de mierda te esperé toda la noche, rubio, así te la voy escribir esta noche.

Mientras tanto lo dejo escrito como constancia en la pared del baño, jineteando encima del retrete que se rebalsa, cool new shork, te lo escribo en castellano para vos. El pis me mancha la falda y me acaricia los muslos como una lengua de serpiente y todo por dejar tu nombre marcado a esa pared de baño cool. Entra ése igual a vos hablando en inglés pero yo nada ni mierda le entiendo porque habla rápido pero nada por joder y por caliente le aguanto la lengua suave por los labios porque es igual a vos el mismo porte el sabor los dientes suaves la boca con sabores la sonrisa de muñeco tan tuya casi como estar con vos por medio segundo casi como tu terciopelo negro pero nada más hasta que me la toca como siempre me pasa, que me la encuentran. Dura la pared del baño fría y dura en el lomo y me
hace mierda la oreja con la bofetada ése que es igualito a vos. Por eso me tengo que marchar a tomar aire, el negro advierte que no me garantiza nada y quién sabe si a la vuelta me deja entrar de nuevo y me mira como que no quiere el labio partido. Yo sé que sí me va a dejar entrar de vuelta porque esta noche está hecha a mi medida para esperarte aunque sea así con la jeta hecha mierda por dentro y el escote rajado y los oídos zumbando de puro odio.

La que la cuenta es rubia y brasileña linda nena. Agita el pelo como el Maracaná un mar de rubias y le toca a la argentina la pregunta cabrona, a ver Miss Rubia Argentina, cuántos son cinco más cinco. Doscientas mil cabezas rubias piensan y se agitan y reclaman y gesticulan que no puede ser pero la argentina se ve canchera, agita el pelo y dice: cinco más cinco son seis. La solidaridad de las rubias es conmovedora: ¡another chance another chance another chance! y la argentina ahora sí que va a dar la respuesta correcta: cinco más cinco son siete. Y el Maracaná derubias, uuuuuuuuuuuh.

Sigue lloviendo, rubito, lo que te pierdes de no verme ahora en la lluvia fresca de la cool new shork, terciopelo mojado y tibio, las gotas de cristal que humedecen este escote que sueña con tu atrevimiento de niño mimado. Y yo guiándote en silencio pasándote las manos por el pelo mientras tu boca ya sabés para qué lo digo si vos lo sabés tan bien, si lo sabés tan bien.

Y le toca a la brasileña, la rubia de local, si contesta bien gana tudo, es linda, de un rubio nórdico, paulista como la que cuenta, el maestro de ceremonias abre el sobre con la pregunta fatal: cuánto es uno más uno, y la pobre rubita brasileña sonríe, y se acerca al micrófono y ni la piensa y dice uno más uno son  dos. El Maracaná de rubias dice uuuuuuh
y luego el rumor que se hace grito: another chance, another chance, another chance...

Pero no llegás, y todo lo que era lindo se hace triste y todo lo tibio se vuelve hielo, y la luz mortecina, y la piel hecha toda puntitos, entumida. Salgo a dar unas vueltas por la manzana, pero el río que pasa oscuro y brillante me da miedo, y creo que mejor vuelvo a esperarte adentro, sacudiendo el pelo a la luz de los faroles. Ya no me duele la cara. Mi pelo rubio como el tuyo, pero en falsetto, como decís vos, recién cortado, lindo, casi blanco, brilla en la oscuridad. Y esa es la señal, porque veo tus faros que me pestañean, la sonrisa de muñeco en pasarela que te estalla en los dientes, vas bajando el vidrio y yo te entiendo, te la sigo, te entiendo el juego, rubito, y me acerco porque toda la noche nos hemos estado buscando y ahora que me encontrás entiendo que tenía que estar aquí en esta vereda cool y fría de new shork, acercándome a tu coche, terciopelo mojado como te gusta a vos, linda y fuerte como te gusta a vos, cimbrera rubiverde bella caliente en la neblina y la llovizna, y vos bajás el cristal y el brillo azul del metal es lo último que veo, y tus ojos son
lo último que veo, el destello del balazo en tus ojos y la sangre tibia que me empapa el terciopelo en la vereda de cruel new shork la sangre mía que me abriga y me consuela, rubio, para que te acordés de qué mierda hablo te digo lo que vos mismo dijiste, cool new shork, eso fue lo último que te dije, y yo sé que vos me vas a entender y te vas a acordar de la lluvia pegándote en la cara y de las luces azules en el asfalto mojado y de las gomas seseando en los charcos de mi agua negra. Another chance, another chance, another chance.


Roberto Castillo, novelista y cuentista chileno, Ph.D en literatura de Harvard,
profesor de literatura radicado en Pennsylvania. Autor de la novela Muriendo por la dulce patria mía (Planeta, 1998).

Si quieres comunicarte con Roberto Castillo puedes hacerlo a rcastill@haverford.edu

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