Santiago de Chile.
Revista Virtual. 
Año 2
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 17.
12 de Mayo al
12 de Junio de 2000.

CUENTOS DE POTOTO

Por: Marcelo Borges

El bar del "Chiche" es un centro de reunión de parroquianos de todo pelo y señal; Y es entre todas las cosas la sede del "Vale Cuatro Truco Club" del que pototo González es fundador y socio vitalicio.

En una de las tantas mesas estaban dale y dale a las cartas él con sus amigos.

-Che Pototo, (dice uno de ellos) que joda con esto de las computadoras y el cambio de milenio.

-Si dice Pototo la verdá que están tan metidas en todo que te pueden complicar la vida sino tenés cuidado.

-Viste que hasta los vuelos suspendieron para ese día.

Pototo lo miró y quedó pensando por un instante si lo que sabía debía contarlo a sus amigos o no, pero pudo más lo raro del caso que la reserva del mismo.

-Usted no me va a cree (dijo Pototo) pero fue así como se lo voy a contar.

-Estuve haciendo una changa hace unos días en lo del tuerto Rivero...

-A sí (dijo otro) supe que tenía la casa alquilada a unos gringos.

-Así mismo dijo Pototo y usted sabe que venía lindo en el trabajo, ya estaba en los retoques, haciendo las mochetas de las ventanas.

Justo taba trabajando en una de ellas que daba a una pieza grande donde se reunían cinco o seis de estos gringos rodiados de una cantidad de papeles y computadoras.

Me acuerdo que era de tardecita, ya estaba por largar el laburo, cuando empecé a escuchar unos gritos y me acerqué a vichar...

-Se agarraron a las piñas (dijo uno)

-No dijo Pototo pero imagínese uste seis gringos grandes como árboles, discutiendo entre ellos, colorados como tomates, golpeando la mesa y desparramando los papeles.

-Pero¿ y que bicho les picó a estos?(Dijo uno.

Es lo que yo me pregunté (dijo Pototo), justo en el momento que llegaba el tuerto, que aparte de alquilarles la casa les hacía de cocinero y como además había estudiado ingles por correo, algo les entendía, tonce me explicó lo que pasaba.

-Me dijo que parece que el problema era que tenían un satélite con el que manejaban toda la aviación, al que había que cambiarle el sistema de computación por otro adaptado al Dos mil y lo más lindo que si no lo hacen antes de dos días hasta algún misil se puede disparar sólo.

-Bueno (dice Pototo) pero cuchame una cosa estos kia tienen más recursos que Magiver, ¿ no van a poder ir hasta allá y arreglarlo?

-Lo que pasa dice el tuerto es que no pueden volar por la joda esta de las computadoras y tienen miedo que les pase algo allá arriba, para mejor tienen que arreglarlo sí o sí sino chau Pinela reventamo a lo chinche.

-Pero mira que la complican estos gringos, dice Pototo y porqué justo tienen que venir aquí.

-Porque es el lugar (dice el tuerto) donde pasa más cerca el satélite, como a unos seis mil metro de la tierra y están estudiando la posibilidad de hacer contacto con él.

-En ese momento (dice Pototo) chapé todo lo que necesitaba saber, tenía poca mezcla en el balde, terminé la mocheta de la ventana, limpié todo y me guardé el cucharín en la cintura porque era ricién comprao y no quería perderlo.

Entré a la pieza donde estaban los gringos meta discutir entre ellos alrededor de una mesa redonda grande llena de papeles sueltos, más todos los que estaban desparramados por el piso.

Ni bien pasé la puerta che, dos gringos de ojos medio juntos me apretaron contra la paré, me manosiaron todito hablándome a los gritos, pero no les entendí nadita.

Yo les había terminau de decir que recontra por las dudas gringo jue perra, cuando entró el tuerto que había sentido el barullo y les dijo en el idioma de ellos.

No pasar nada amigou.

Ahí me soltaron, me acomodé la ropa y eché mano a la cintura.......

-Ah Pototo viejo y peludo nomás los iba a pelía a cuchillo (dijo un parroquiano)

- No que pelia ni que ocho cuarto(dijo Pototo), eché mano a la cintura y se me vinieron como moscas los disgraciau, pero se quedaron quietos enseguida, cuando vieron que era pa´acomodarme el cucharín que me había puesto en el cinto y con tanto manoseo se me había corrido pa´las partes nobles.

A todo esto el tuerto me presentó con el manda más de ellos, otro gringo grandote que pa´verlo entero tenías que pararte a cinco metros de él, porque de cerca no te daba la coyuntura del cogote pa´relojiarlo de arriba abajo. Me arrime a la mesa y el gringo se me acomodo al lau mostrándome una hoja como de un metro cuadrado llena de garabatos y números que terminaban en una flecha así--à .

De lo que me dijo no le entendí un pomo, como ya me había contado la historia el Tuerto, que ahora estaba parao delante mio, le hice la seña del dos de oro con las cejas preguntándole y ¿ ahora?

El tuerto se me acerco y me explico lo quel gringo hablaba.

¿Pero y cual era el problema? (preguntó un parroquiano)

-Ahora va a ver (dijo Pototo) Parece que estos tipos estuvieron tres días con sus noches tratando de sacar una fórmula para poder acercarse al satélite, todos esos números y letras que me mostró el gringo son parte de ella, lo que le faltaba era resolverla, por eso terminaba en esa flecha y sé peliaban entre ellos porque no podían sacar la solución.

Uste sabe (dice Pototo) que ni bien el tuerto me explicó eso en cuestión de segundos se me inundó la moyera de pensamientos, era como si tuviera una computadora adentro.

Cuando comprendí que ya tenía la solución, pensé en decírselas, pero pa´ no bajoniarlos y por respecto al trabajo ajeno hize como que leía la formula de principio a fin, cuando llegué a la flecha, agarré la lapicera, miré al gringo que me estaba mirando como con desesperación, lo miré más fijo como diciendo"papá te va a salvar" y al lado de la flecha le escribí tres palabras......

El gringo empezó a sudar más todavía, se le desencajó la cara y con la boca abierta como pa´ir al dentista lo miró al tuerto.

El tuerto sin hablarle le hizo un gesto con el ojo sano como diciendo dejalo nomás que este "gilberto" sabe.

¿ Pero y qué corno le escribió en la fórmula? (dijo el Parroquiano)

Usté sabe (dice Pototo) que yo no terminé la escuela, porque cuando en tercer año ya me había empezado a afeitar la maestra no quiso que fuera más, así que mi letra son garabatos, pero que pegaban con los ganchos de ellos, auque seguro que el gringo no los entendió.

¿Tonces? (dijo un parroquiano)

Dígame una cosa (dijo Pototo) usté cuando necesita algo que es difícil de conseguir a donde lo va a buscar, la solución se caía de maduro mi amigo, les puse al lau de la flecha --à Bar del Negrito.

A pero que había sido maula usté (dijo el Parroquiano)

Y bue uno tiene sus mañas, lo cierto es que de la casa de los gringos salimos pa´lo del negrito, bah, salimos...salí yo en la bicicleta y ellos en dos Jeep y una tanqueta armados hasta los dientes, no sé pa´que pero allá ellos.

En cuanto llegamos dejé la bicicleta contra el cordón de la vereda y antes de yo entrar se metieron los gringos de hoy pa´dentro, revisaron todito el boliche hasta debajo de la lechuza embalsamada por si encontraban algo raro.

Después hicieron seña pa´fuera y entraron los demás atrás mío.

Ni bien pisé el boliche miré a los gringos de pesau y les acomodé una mesa pa´que se sentaran y se dejaran de joder.

Me arrimé al mostrador y le dije al negrito, no les des bola a esta gente que están como obsesionau con que les pase algo.

Cuchame negro tengo que pedirte una gauchada, vos sabes que estos tipos tienen un problema con un satélite y yo agarré la changa pa´arreglarlo.

Vos te acordás de aquellas cuerdas de guitarra de tripa de chancho que le hice pa´l campionato de payada al manco Rebollo.

-Si me acuerdo (dice el Negro)

-Te acordás que hice alguno de más porque el manco es brutazo pa´tocar y las pasaba reventando.

-Si me acuerdo (dice el Negrito)

-Vos sabes que voy a precisar unos seis mil metros, igual aunque no tengas bordonas dame algunas primas y segundas que yo las entrevero.

-Bueno dejame ver que puedo juntar (y salió el Negro pal depósito)

Ah Negro (gritó Pototo)

-¿Qué? (dice el Negro volviendo)

-Cuchame yo no se como anda esta gente de plata, cualquier cosa anótamelas que cuando cobre la changa en lo del tuerto te las pago.

-Pero Pototo, (dice el Negro) como le vamos a cobrar si los chanchos los encontramos tirados y no nos costaron ni un peso.

-A sí y la mano de obra, vos porque no estuviste toda una tarde pa´cer ochomil metros de cuerda de guitarra con la tripa de los chanchos; mirá que nos es changa!!

Si, tenés razón algo hay que cobrarle.

-Cuchame otra cosita Negrito ya que estás con el lápiz, vamos a convidarlos a estos gringos con un tintillo, pero vendeme del barato, de ese de los bidones de plástico de remedio de las papas y que según vos lavaste bien de bien.

Se fue el negro pal fondo y yo quedé sirviendo el vino a los gringos, después me senté con ellos a tomar.

Como a la hora y media salió el Negrito con el rollo de cuerdas.

-Che Pototo te conseguí lo tuyo, mirá me falto medio metro pa´ los seis mil, pero te puse metro y medio de elástico para calzoncillo a ver si te remedea.

-Ta bien de bute Negro, no te hagás de problema que yo le viá buscar la vuelta.

La custión es que los gringo se remamaron y los tuve que sacar de a uno del boliche.

El que estaba más fresco, que era el chofer de la tanqueta, hizo pelota la mira del revolver queriendo abrir una botella de refresco pa´cortar el efecto del vino.

Así y todo salimos.

Vos sabés que el que manejaba la tanqueta dentro de la mamúa no perdía el tino y la revisó toda antes de arrancar.

Eso si hizo todo bien lo que en la oscuridad de la noche se equivocó de bidón y en vez de ponerle Gas Oil le zampó el del tinto al pobre aparato, después se subió y la hizo arrancar y arrancó.

Habrá movido medio metro y se trancó que no se movía ni pa´ tras ni pa´delante.

Después empezó a echar humo, el cañón se puso al rojo vivo hasta que se ablandó y quedó como la trompa de un elefante. Por allá el gringo se bajó con una calentura que volaba porque se había quedado a pata y los demás con la mamúa ni se acordaron de esperarlo.

Yo que también estaba bastante entonau me ofrecí pa´llevarlo porque conocía el camino.

A sí que como pude lo cargué en el maniyar de la bicicleta y arrancamos pa´lo del tuerto. Como a las dos horas llegamos que erramos un mazacote de barro porque cuanta cuneta y pozo se nos atravesó nos desparramábamos y nos habremos caído unas seiscientas veces antes de llegar a lo del tuerto...

Ya había salido el sol y yo andaba a la vuelta del fogón preparando el desayuno, les hice algo livianito como pa´asentar el estómago, medio costillar de cordero y una docena de huevos fritos al disco, eso sí con un tazón de café con vino caliente que fue lo que los revivió, vos sabes que quedaron de ojos duros lo jue hiena, como escuchando el himno.

El que yo traje en la bicicleta conversando después me contó que hacía horas que estaba despierto, pero hasta que no le eché el agua tibia en la cara no había podido abrir los ojos porque los tenía pegau con el barro de la noche anterior.

-Si ta´ todo macanudo (dice un parroquiano) pero hasta ahora no se sabe como iba a arreglar el satélite.

-Usté sabe (dijo Pototo) que lo mismo me dijo el gringo esa mañana.

¿Y?

-Bue ya va a ver, al satélite no se le podía llegar vía aérea porque las computadoras podrían fallar y el avión caerse, no quedaba otra que enlazarlo, bajarlo, arreglarlo y después mandarlo pa´arriba pa´que siga haciendo su laburo, ¿me sigue compañero?

-Sí señior(dijo el parroquiano)

-No le digo a usté abombau eso se lo dije al gringo.

-¿Y el gringo?

-Me siguió, con alguno que otra explicación del tuerto.

-El satélite iba a pasar a seis mil metros de la tierra en el punto donde estábamos nosotros.

Yo tenía cinco mil novecientos noventa y nueve metros y medio de cuerda más metro y medio de elástico pa´calzoncillo que el Negro me había conseguido, hasta ahí taba todo bien, el acento era enlazarlo llegando hasta allá arriba, cosa que ya tenía medio resuelto.

-¿A sí?

-Seguro porque cuando estábamos en el boliche del Negrito me encontré con el macaco Artola, cazador a monte y muy amigo del indio Guruyú, que también vive a monte a la orilla de un cañadon.

A él no le gustan las armas de fuego, es famoso porque es quieto pa´la onda y porque cruzó el río San José caminando.

-¿A pero es medio religioso, es hombre de caminar sobre las aguas?(dijo un parroquiano)

-No que religioso ni que ocho cuartos(dijo Pototo) el Indio en lo que salió fallau es que nunca aprendió a nadar y un día le salió una changa del otro lado del río y tenía que ir si o si porque andaba con una peladera vieja tora, pa´mejor la canoa se la había jugau al truco así que chapó la piedra más pesada que pudo levantar, una caña hueca larga que se puso en la boca y cruzó el río caminando pero por abajo el agua.

-Pero mirá que tenía mañas el indio (dijo un parroquiano)

-Y si (dijo Pototo), pero lo cierto es que esa mañana cayó al campamento de los gringos.

El plan era sencillo, hacíamos un lazo con las cuerdas atao a unas boliadoras que trajo el indio y con una onda se la tiramos al satélite pa´enlazarlo y bajarlo.

-La honda la teníamos que hacer potente. Así que desarmamos las ruedas del trator del ñato Gómez( que no usaba de hacía tiempo, porque con esta nueva ola de la produtividá y bajar los costos hacía el campo con bueyes) y con las gomas de las cámaras les hicimos los tiros a la gomera.

Taba todo pronto y el momento llegó, el sol ricien salía y parece adrede pero uno de los rayos apuntaba justo al satélite.

El gringo mirando con larga vistas dijo allá esta es aquel.

´Tonce el indio con la sobriedad que tiene esa gente desde sus antepasados pa cuando vacer algo importante, se arrimó a la honda que hicimos usando de horqueta dos eucaliptos altísimos y que estaban a unos tres metros uno de otro, enrollo la boleadora con la punta de la cuerda de tripa de chancho la colocó en el cuero de la gomera y la empezó a estirar hasta que los árboles empezaron arquearse, cerro un ojo, escupió pal costau la chica de tabaco y largó la goma.

Aquello salió pa´rriba a una velocidá imponente.

El indio se quedó mirando, el gringo la seguía con el larga vista y el rollo de cuerda se desenvolvía rapidísimo.

Segundos después paró de desenrollarse, quedando el carretel casi vacío, fue ahí que el indio dijo: ta´agarrau y el gringo que lo miraba con los prismáticos dijo que al lado del satélite había algo que se movía como si aleteara.

Cuando de a poco logramos bajarlo nos dimos cuenta que era el gallo de Doña Ramona que se había enredado en la cuerda y fue a jeder allá arriba.

Lo cierto es que el pobre animalito pasó meses antes de recuperar el habla y poder cacarear y de volar que ni le nombren.

Ya estaba el satélite en tierra, no era mas grande que una rueda de carro y lo pusimos a la sombra de un sauce pa´que los gringos lo pudieran arreglar cómodos.

Cuando lo tenían todo destripau, el gringo me mostro una plaqueta más o menos grande como un azulejo, blanca de un lado y del otro llena de enchufes y cablecitos.

Me dijo que con eso, ellos manejaban muchos misiles tierra aire y que aunque era tan chica costaba millón y medio de dólares.

-Que lo tiró no se privan de nada estos tipos (dijo uno)

Al otro día (sigue Pototo) ´taba todo armado y pronto pa´mandarlo de vuelta pa´arriba a la misma hora que lo habíamos bajau.

El gringo nos explicó que como la onda lo iba a mandar muy rápido el satélite se podía recalentar, así que pa´que esto no pasara lo envolvimos con bolsas de arpillera bien empapadas en agua, lo pusimo en la onda y el indio lo mandó pa´arriba.

Segundos más tarde ya estaba en órbita cumpliendo su función y nosotros pa´festejar nos comimos un asau que pa´que le cuento.

-Me imagino que les habrá cobrado bien la changa (dijo otro)

-Mire se lo cuento no me cree.

-¿Por?

-Porque me dio lastima que los echaran del laburo al gringo por no poder resolver el problema el solo y entonces dijimos que todo lo había hecho él.

-Pero uste es el rey de los abombau (dijo uno) no les cobro un peso y encima les arregló el satélite que maneja los misiles así nos hacen pelota en cualquier momento.

-Ah eso si que no, usté sabe que soy un hombre pacifico y que no me gusta las guerras.

¿Y entonces?

-La plaqueta aquella que me mostró el gringo se la afané y no se la pusimos nada al satélite.

-Menos mal por lo menos una bien se mandó pero se puede saber que hizo con esa plaqueta famosa.

-Ahora va a ver, (dijo Pototo)¿ usté se acuerda que yo tengo en casa un chancho blanco que tiene como veinte años porque nunca quise carnearlo y ahora es como de la familia?

-Si me acuerdo.

-Bue´la plaqueta se la pegue en la puertita del chiquero con el lado blanco pa´fuera y pa´que quedara más lindo escribí el nombre del chancho que se llama Cirilo.

-Usté sabe que todas las tardes cuando lo traigo del pastoreo antes de entrar al chiquero, el chancho la mira, después me mira a mi y mueve las orejas, animalito noble si parece que entendiera....

29/03/00

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