Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 1 
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 11.
12 de Noviembre
al 12 de Diciembre 
de 1999.

LA LOMBRIZ DE TIERRA

Ana Ester Sandoval Duhalde

Ana Ester Sandoval Duhalde

Un día...que el Caracol caminaba sobre la orilla del río, se cayó en un hoyo negro y profundo y profundo y bum, badabum... el Caracol rodó hasta el fondo y ahí descubrió para su gran sorpresa, un huevito redondito y muy chiquitito.

  • ¡Qué descuido! - se dijo el Caracol -. La señora Culebra debe haber perdido uno de sus huevitos. Es necesario que yo lo saque de este hoyo negro y profundo.

El Caracol se puso detrás del huevo y lo empujó tanto que logró sacarlo fuera del hoyo, a la luz del sol.

El Caracol fue rápidamente a anunciarle la noticia a la señora Culebra.

-¡Señora Culebra, señora Culebra, yo encontré uno de sus huevitos! -

La señora Culebra se enroscó de alegría. - ¿Dónde está? - dijo ella.

- Venga conmigo y yo se lo mostraré - le dijo el Caracol -. Y se encaminaron hacia la orilla del río.

Pero cuando llegaron al lugar, no estaba más el huevito. En su lugar estaba un extraño animalito que ellos nunca habían visto.

- ¿Qué es eso? - preguntó el Caracol. Pero la señora Culebra tampoco lo sabía. Ella no hacía más que abrir y cerrar los ojos de sorpresa, al ver al animalito.

- El no se parece a ningún animal que yo conozca - dijo el Caracol -. El tiene anillos en el cuerpo como el Ciempiés y por donde pasa va dejando un caminito de agua igual que la Babosa. ¡Qué cosa tan rara!

- ¿Quién eres tú? - le preguntó la señora Culebra al animalito.

- Yo no sé - contestó éste y se enterró en la tierra.

- ¿¡Has visto eso?! - preguntó asombrada la Culebra al Caracol - . Se entierra tan bien como una Oruga.

- ¡Qué pasa? - preguntó una voz detrás de ellos - . Levantaron la cabeza y era la señorita Oruga. Justo en ese momento el animalito salía de la tierra.

La señorita Oruga no cabía de su asombro al ver que el animalito hacía lo mismo que ella,y apuradamente le preguntó al extraño animal.

- ¿Eres tú de la familia de las Orugas?

- Yo no sé - respondió el animalito.

En eso llegaron el Ciempiés y la Babosa.

- ¡Qué ejemplar! - comentó el Ciempiés -. El tiene anillos en el cuerpo como los míos. Dime, eres tú de la familia de los Ciempiés?

- Yo no sé - respondió el animalito, dejando un caminito de agua en la tierra, mientras reptaba.

- ¡Qué hermoso! - se dijo a sí misma la Babosa, por su caminito de agua.

Finalmente como la tarde caía, los animalitos tenían que volver a sus casas para cenar. Se despidieron del animalito y partieron. El pobre se quedó completamente solo, no sabía a dónde ir y tampoco sabía quién era...

Muy triste se puso en marcha...reptando por el camino, mientras se preguntaba:

- ¡Quién seré yo?

- ¿Podrá alguien quererme?

- ¿Seré necesario?

El animalito reptó y reptó hasta perderse en el largo camino...

Al día siguiente, la señora Culebra, el Ciempiés, la señorita Oruga, la Babosa y el Caracol, no tenían más que un solo deseo, que era volver a la orilla del río con la esperanza de encontrar allí al pequeño y extraño animalito. Pero él no estaba y decidieron partir en la búsqueda de su amigo.

Cuando iban caminando...se encontraron con un gran Circo, que estaba cerca del camino. Al llegar a la puerta se dieron cuenta que no podían entrar. Un señor gordo estaba allí y gritaba muy fuerte, con su ronca voz:

- Entrada a diez pesos, entrada a diez pesos.

El Caracol tenía sólo dos monedas de un peso y algunos botones, la señora Culebra tenía tres alfileres de gancho, la Babosa una piedra, la señorita Oruga no tenía más que su pañuelo y el Ciempiés...no tenía nada de nada...Ellos no tenían dinero para pagar las entradas.

- Qué vamos a hacer? - decía la señora Culebra - ...Justo en ese momento...escucharon una divertida vocecita que decía:

- Déjenles entrar por favor, ellos son mis amigos.

Inmediatamente el señor gordo les dejó entrar a todos y ¡qué sorpresa!...¡Era el animalito del río!

El se encontraba sobre una gran mesa y estaba vestido con un magnífico traje a rayitas. Al lado de él había una hermosa caja de vidrio con tierras, planta y una encantadora semillita.

- ¿Cómo llegaste ahí? - le preguntó el Caracol al animalito, a lo que éste respondió:

  • El Director del Circo me encontró anoche reptando por el camino y se puso muy contento, porque me dijo que yo era una verdadera "Lombriz de Tierra" y que era el animalito más raro e interesante que había en el mundo. Me propuso entrar a su Circo y tener par mí solo una casita, que es esta cajita de vidrio con tierra y que él llama Terrario. En él hay suficiente tierra húmeda, hermosas plantas y mi amiga la semillita Pepa, quien me contó una hermosa historia sobre las Lombrices de Tierra.

- Pepa, cuéntanos la historia - replicaron los amitos de la Lombriz...

La semilla Pepa muy contenta les dijo:

- Escuchen atentamente para que nunca olviden lo que les voy a contar:

- "Las Lombrices de Tierra son muy necesarias para el hombre, sobre todo para nosotras, las semillas que él planta. Ellas reptan bajo la tierra haciendo túneles muy largos, los que dejan que entre aire a ella y que el agua corra mejor por debajo. Sin su ayuda sería muy difícil que nosotras creciéramos tan bien como ahora. Si no sirvieran para nada, Dios no las habría creado..."

Todos los animalitos saltaron de alegría al escuchar este pequeño relato, porque la Lombriz de Tierra ya podía estar tranquila, ella sabía quién era, todos la querían y además sabía que era necesaria.

Todos los amigos de la Lombriz, junto al Director del Circo, hicieron un gran cartel que pegaron bajo el mesón y éste decía:

- ¡Ella tiene piel suave y brillante!

- ¡Ella no tiene ojos!

- ¡Ella es formidable!

- ¡Mírenla! - dijo el Ciempiés, con orgullo -. Ella tiene anillos en el cuerpo como los míos.

- ¡Sí!, y se entierra como yo - dijo la Oruga.

- Ella salió de un huevito chiquitito, igual que mis hijos, aunque mis huevos son más grandes - dijo la señora Culebra.

La Babosa que era tímida, estaba muy felíz porque la Lombriz hacía el mismo caminito de agua que ella hacía.

El Caracol estaba dichoso y orgulloso de haber sido el descubridor del huevito de Lombriz de Tierra, que estaba en el fondo de un hoyo negro y profundo.

La Lombriz estaba muy pero muy contenta, porque ella se parece en alguna cosa a todos los otros animalitos que ya eran sus amigos.

Y así continuó la vida y cada vez iban más animales al Circo a visitar a la Lombriz de Tierra, que también se hizo amiga de todos los niños y adultos del mundo...

 

Lo dediqué a mi hijo Nicholas antes de venir al mundo y que hoy tiene 13 hermosos años. Hoy con alegría...junto a mi Lombriz de Tierra dedicamos estas líneas a todos aquellos que en algún momento de sus vidas se sintieron solos y necesitaron una palabra, sólo una palabra para ver la luz de un nuevo camino...

Si quieres conocer más del autor: isi@directo.cl


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