Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Novela

Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo
XLV

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

Por Jesús I. Callejas
 

GALERIA

Ramiro, incansable sibarita, me ha invitado a la más reciente exhibición de un viejo amigo: un tipo melenudo, bohemio trasnochado. Con tal que no haya una de esas instalaciones me doy por satisfecho; sólo quiero salir a refrescarme un rato. Hay menos tumulto… y mejor vino y entremeses. Vamos pues. Envidio la jodedora ironía de Ramiro. Ahí llegan tres conocidos suyos: jamona con la cabeza enredada en trapos similares a toallas y mirada sultanesca -Te presento a la mejor escultora que hay en la actualidad-; gigante melenudo de dique torcido por labios -Excelente poeta-; y esmirriado mecenas con apéndice nasal de tucán y frente sudorosamente helada -Un hombre de infalible olfato para el talento-,hacia acá tendiendo manos que evado -recordé el remiso comportamiento de Amelia- diciendo Hola y largándome en busca de agua mineral con mucho hielo. Los recuerdo de mis viejos tiempos de tertulia y galerías, pero mucha gente me ha olvidado.

Escáner Cultural nº: 
208
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo
XLIV

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

Por Jesús I. Callejas

INTERROGATORIO

Escáner Cultural nº: 
207
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo
XLIII

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

Por Jesús I. Callejas

EL ESCÁNDALO

Amelia ha formado ante mi puerta un alboroto tal que atrajo, inclusive, a los inquilinos de otros pisos porque decidí finalizar nuestra relación, a raíz de un incidente en el Museo de Arte Moderno. Excluyendo par de cuadros, una mierda de museo, por cierto… Pasé días fraguando en dónde llevar a cabo la operación ya que la chica es impredecible: Si lo hago en el lobby del edificio pudiera formar un alboroto y acusarme de atacarla ante falsos testigos -mi reputación de presuntuoso los haría tomar, sin vacilaciones, partido por ella-; si ocurre en su departamento puedo ser culpado de invasión; de ser en el mío y se violenta, como creo, tendría que sacarla a rastras, lo cual provocaría una pugna física.

No pude encontrar mejor solución: la controlada sala de visitas de la clínica mental cuando le sobrevino la última crisis depresiva. Terreno neutral. Si le entra un arrebato le meten alguna píldora extra o una inyección y la controlan enseguida. Amelia, no va más; se acabó… ¿Qué? Lo nuestro. ¿Lo nuestro? Sí, lo nuestro; porque algo tenemos, ¿o no? La mirada me atraviesa y parece quemar la pared con la foto del empleado mensual a mi espalda.

Escáner Cultural nº: 
206
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo
XLII

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau
 

Por Jesús I. Callejas

CICLOS

Me sofoca esta mujercita persiguiéndome a todas horas, pero más me alarma haber descubierto los puntos que se calza: es una criatura que bajo inesperada presión puede mostrar sin ambages un temperamento peligrosamente explosivo. Cierto que almaceno tanques de violencia, pero me empeño arduo tratando de evitar el caos que su derroche provocaría, y las personas como Amelia me alteran en tal medida que tarde o temprano acabo detestándolas porque lo único que consiguen es atentar contras mis esfuerzos.

Amelia es una terrorista emocional. La acompañé a la cita con su psiquiatra, aballenado y sonriente doctor con brochazos de tinta mal aplicados a su personalidad en constante ebullición, y la jodida se puso a discutir con una vieja medio loca, de generosos vidrios por lentes, que no paraba de hablar dando pequeños gritos ante la pasividad de la recepcionista. ¿Estaría aquella flacucha criatura “en nota” al estilo de la secretaria de mi psiquiatra? Al fin dejé la revista deportiva -llegó nerviosa a mis manos- sobre la mesilla, me salí en medio de la discusión que se formó cuando la otra respondió casi frenética provocando que Amelia alzara la voz aún más y me senté en el portal de la consulta por media hora.

Escáner Cultural nº: 
205
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo
XLI

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau


Por Jesús I. Callejas

TRAGEDIA

Casona formada por frases y peores párrafos al final de calle adoquinada. Estructura de dos plantas al estilo de una ensalada de Gaudí con mónadas por ventanas ciegas y mudas; músculo, u órgano que se contrae y dispersa balanceando la polvareda erigida cortinaje. Madre e hijo ombligados mediante manguera-pene que los hace ondular: astronautas oclusivos. Ella baja circulares escaleras chocando contras las paredes empapeladas de distorsiones florales, mientras él desayuna atornillado a la mesa para no cometer erupción en la techumbre.

El caserón asemeja sótano de encuadernado mamífero. Inclusive, ciertos -aunque falaces- muebles empotrados en losetas claras son grandes mamas capaces de alimentar paladares sin rasgo púdico alguno. Hijo que arranca un trozo de queso en la muralla sustentadora de cocina, exprime un adminículo del que brota leche vertida en los jarros y unta de mantequilla, extraída de bamboleante solado de baldosas. Una tostada deja resbalar cielorraso en plato. Brevemente enredada en la pista umbilical la madre abre una nevera de la que escapan mariposas miles portando ropajes nunca vistos. Son tantas, tantísimas, que oscurecen la mañana provocando que el hijo encienda potentes focos: Hay que desmenuzar lepidópteros, cubriendo negritud y logrando que en la nevera dos mil orugas huérfanas se derritan sin credenciales de burbujas.

Escáner Cultural nº: 
204
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo
XL

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

Por Jesús I. Callejas
 

JULIA Y ROSARIO

Despierto de una pesadilla persecutoria al sonido del intercomunicador. Julia y Rosario están abajo esperando que el puente levadizo las sustraiga del foso rodeando este disfuncional potrero. El pijama sigue sobre mí, aunque aparezco nítido cuando atraviesan el dintel ardiente. Rosario es algo más alta que Julia, y que yo: ¿"Embriagado"?; y se encarga del café. Confío en ellas; no poco para un bipolar recortado según los patrones de la paranoia viandante. Siéntate aquí, Julia; déjame observarte bajo la reflexión solar: Uhm; Capua reincide al adjudicarte tintes y el tipo sigue allá afuera. Desde hace días pospongo ditirambos de fertilidad.

Julia asiente sin saber de qué hablo: Tengo que decirte, y no lo supongas un ataque, que estuvo mal haberle arruinado; jodido en realidad, y disculpa la palabra, el cumpleaños a mamá; ésa conducta es impropia de una persona como tú. Como yo… ¿Qué significa eso? No te hagas el tonto… No siento el menor síntoma de molestia por sus palabras. Rosario se inclina atenta desde la cocina con la cafetera a medio cerrar: Por favor, Julia, no es tan grave; cuánta exageración. Además, para lidiar con ese par de idiotas hermanos nuestros y, para colmo, con tía Josefa, hay que estar intoxicado.

Escáner Cultural nº: 
203
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.

Capítulo XXXIX

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

Por Jesús I. Callejas


CELEBRACIÓN

Fanfarrias. El cumpleaños materno. Rosario, y en especial Julia, que ya me ha confirmado lo de su padecimiento, solicitan encarecidamente que asista "para complacerla". Bien, a forrarme de paciencia y acudir apastillado a esa celebración que poco se diferencia de las restantes. Mejor no invitar a Amelia. Profiláctico que parientes y amigos no se mezclen entre ellos, sino que permanezcan aislados cuales burbujas, contrario a los átomos de Epicuro descritos en su astracanada en la que, provistos de libre albedrío, pueden desviarse para no chocar unos contra otros. Entrego el regalo a mamá: un chal de diseño oriental que, eufórica, le muestra a todos.

Tía Josefa, buitre de salón -una vieja narizona forrada de negro; Bernarda Alba de vodevil-, asiente desdeñosa. Desde allá se acercan en bandeja de muestrario las señas de Alberto y Marta, pero nadie les presta atención y los sarcasmos quedan en su intento. Marta sirve una ronda de vermut y -no extraño, ya que planea para nuestra madre una celebración tranquila- dice al pasar junto a mí con aires de bruja condescendiente: No te ofrezco porque supongo que estás medicado. Apenas la miro: Lo estoy, pero te agradezco igual. La velada promete transcurrir sin contratiempos. Además, se han juntado para tan especial ocasión, todos los sobrinos: Esteban y Luis, hijos de Alberto, los apodados digitales, o clones, por su extraña carencia de expresiones; Adriana, de Julia; y Olga e Hilda, las de Rosario.

Escáner Cultural nº: 
202
Invitado


NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XXXVIII

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

 

Por Jesús I. Callejas

FRIVOLIDAD Y DRAMA
 

Rosario me ha llamado preocupada; nunca pierde el control, y me alegro. Es la única de esta familia que no me intranquiliza, pero últimamente sus llamadas como que anuncian pronósticos macabros: Debemos hablar personalmente. Sabes que no deseo interrumpir tus actividades, pero… ¿puedo verte ahora? Ninguna actividad interrumpes; sigo en la cama; lente apuntado a la mejilla interior de la techumbre. No tienes que hacerte la irónica. La imagino sonriendo en la distancia. ¿Qué sucede? Luego te digo; pero trata de no entrar en pánico. Trataré. Te veo, entonces; y dale vacaciones a tu paranoia.

En tanto Rosario atraviesa la avenida central -no lejos- inicio los preparativos de un breve manifiesto, con boceto incluido, acerca de mi Nueva Liga Monárquica, que pudiera ser un reciclaje, o jodedora variante, de la república platónica conmigo como único miembro… El plan es imprimir mil tarjetas de presentación con este nombre, número de teléfono y correo electrónico para mostrarle mi desdén a los palurdos de Bajagracia.

Rosario se acomoda, aferra la taza de café que ya la espera, trenza piernas y expulsa: A Julia le han detectado un tumor en un seno. Sudoroso en torso, labios ácidamente expugnables, me exalto: ¡No me digas en cuál! Pero, ¿es que nunca vamos a tener tranquilidad en esta puta vida? Rosario bebe impertérrita; sus ojos no mienten. Al fin expele: Sería estúpido que te recomendara tomarlo con calma; además, mejor que lo sepas por mí, ¿cierto? Sí; ¿está confirmado? Porque, Julia es también propensa a la hipocondría.

Escáner Cultural nº: 
201
Invitado

 

 

 

 

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XX
XVII

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau


Por Jesús I. Callejas


EL OTRO

¡Frente a frente! El tipo que avanzaba hacia el edificio y parecía nunca llegar está sentado en la butaca observándome de tal rojiza forma que se me erizan los hilos de los brazos y un ramalazo me sacude el Partenón de vértebras. Me ha provocado un susto del carajo verlo ahí, con su esmoquin negro y manos pálidas sobre los antebrazos del mueble regordete. Emergía del baño en mis viejos pantalones cuando percibí la silueta erguida formando L perfecta y enseguida su mirada antigua, agotada de un amarillo más solar que tísico, su monstruosamente amuecada sonrisa, los aplastados cabellos de sulfuro. Sin mover un músculo, estúpidamente dudoso, intento apelar en impecable sigilo al desenlace de la ventana… Nada, el camino se presenta limpio, aunque con una diferencia: aparenta avanzar en avenidas hacia el edificio con ademanes de breoso oleaje, originando en el sucio diamante de mi pecho las más grotescas taquicardias.

Pestañeo sigiloso tras percibir la mirada clavada sobre ambos ojos a la vez, o sobre mi frente; no lo sé. No puedo descifrar hacia dónde se enfoca. Tras la ventana se percibe ahora la silueta usual caminando en dirección al edificio y la respiración acompasada del hombre apunta a mis párpados. De pronto suelto un grito ronco y espero en guardia. Nada. ¿Un extraño caso de bilocación?, me pregunto tratando de disimular el temor ridículo. Su desconcertante sonrisa se suma a la mirada y al hálito infernal en lo que pierdo el equilibrio y me voy en tropezones yendo a parar contra un estante y aporreándome la pierna derecha. El tipo es como una estatua y al caminar yo de un lado a otro las canicas siguiéndome son lo único que se mueven en su pulcra pero, no obstante, repugnante carrocería ósea que se antoja de metal pulido. Me amparo en el sofá lejano: ¿Quién eres? ¿Demonio…vampiro… robot asesino… bugarrón sideral, extraterrestre? La sonrisa permanece cruelmente tallada en el blanquecino rostro, la mirada pretende anuncio de oasis no festivo.

 

Escáner Cultural nº: 
200
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.

Capítulo XXXVI

 

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,

sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

 

Por Jesús I. Callejas


AMOR

 

Sucedió. Desperté junto a Amelia. Sí, porque de veras intenté "poner de mi parte". Primera mujer con la que amanezco en más de una década. Amelia, valquiria sobre mí; frágil Pegaso de espuma y harina que soy. ¡Así, así, Amelia! Me cansa menos y el disfrute es superior. Murmura: Me has convocado y aquí estoy para ti. El terror se me enreda en las arterias: ¿Cuándo te convoqué? Jamás te había visto antes. Intenta recordar; esfuerza en algo tu desidiosa memoria, grita la mirada inflexible.

Amelia carga poco más de treinta años, pero durante el coito su rostro cambia de velos con premura cegadora. Milagrosa píldora eréctil; pude desempeñar con éxito mi cometido en estos tiempos en que no se me paran ni las cejas, aunque cohabitar se convierte una vez más en penumbroso prospecto de lotería. Desperté junto a Amelia. Ahí yace, mansamente dormida; yo a su lado mirando los jeroglíficos en la capilla que anuncian el derrumbe, sin saber cuándo y cómo levantarme en pos de mi acogedora habitación a escasos pasos de esa puerta. Qué enredo si esta mujer quedara embarazada. Un engendro producto de un bipolar y una esquizofrénica. No le valió ocultarlo misteriosamente. Lo adiviné enseguida: Amelia es esquizofrénica. No se requiere estar diplomado en el rebuscado estudio de los trastornos mentales para saberlo.

Antes de yacer me dijo: Permíteme asearme primero, y, bajo pretextos de sofocación -quién sabe cuál ya que la frialdad del aire acondicionado estaba a punto de soltar los pulmones-, se dio una ducha completamente vestida, se sentó por diez minutos chorreando en trance sobre una esquina de la cama, y sin aviso, se desnudó, extendiendo su cuerpo salpicado de gotas, cosmonautas en superficie coralina, sobre la estrechez mullida musitando no sé qué de "cuidado con los ruidos; hay micrófonos en la habitación." Yo con los radares espaciales, Amelia con los micrófonos. Pero sé que estoy jodido y que mi paranoia puede ser un truco de la mente; su personalidad está más fraccionada que la mía. Logró engancharme sin licor o baratas seducciones. Atmósfera, empatía, afecto.

Escáner Cultural nº: 
199
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XX
XV

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau


Por Jesús I. Callejas

EL MUNDO

Canal público. La Segunda Guerra Mundial, los Derechos Civiles en todas partes, un chef canturreando desafinadas arias. Celtas contra romanos, romanos contra sajones, sajones contra vikingos, sajones contra normandos, los del Medio Oriente masacrándose entre ellos. Me cambio la ropa... ¡Un tirón en el brazo derecho! Tras cada invisible puerta hay un álbum podrido. Sí, me gustan y tranquilizan las bondades del consumo: cafetera, licuadora, tostadora, arrocera, abrelatas. No culpabilidad por gustar del confort; los que furibundamente critican el consumo son sus mejores usuarios. No es mi prioridad (¿tengo alguna?), pero no hay motivo valedero para rechazar ciertas ventajas. A veces me soy menos cobarde que prudente... menos oportunista. Bajo perfil y alta funcionalidad debe ser el lema. No hay que hacerse notar mucho, no destacar demasiado… por el momento... Cuidado con el estornudo sideral.

Escáner Cultural nº: 
198
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XX
XIV


Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

Por Jesús I. Callejas

HASTIO

Las mujeres son fuertes en carácter, débiles en la razón. El corazón, antiguo héroe amurallado. Sty hst ls cjns d tnt mrd. L cltr ctl s n frs prtc plnd cn sgls d ntcpcn. Los relojes marcan las doce de la noche. Otro documental. ¿Qué se supone debo decir acá? Miles de mensajes arriban al tope del entendimiento -no mucho- para más abrumarlo entre frijoles tísicos. Vivir sin prisa antes los abusos que el furor consuma a costa de los sufridos. Ciudades de ancianos que se pudren soltando piezas, niños que tienen por juguete su cuerpo desgajado, hombres y mujeres que se ayuntan para no sucumbir al odio. Moralista otra vez. Ja, ja, y considerando que no creo en el libre albedrío… Cansada góndola, pantalla en blanco. Llevo meses sin sentarme en la bicicleta; ¿qué sentido tuvo comprar un artefacto que no uso? Sin embargo, me gusta verla llenar otro espacio de este lugar que se comprime en sí mismo dando porción de implosivo regocijo sin requerirme la compañía de los otros. Me tranquiliza saber que permanece ahí, aunque esta mañana la percibí desplazada ligeramente de su sitio, que puedo disponer de ella sin rigor, a pesar del denso óbolo decretado necesario. Alguien la movió… He hecho lo contrario a lo recomendado por el psicólogo: reducir las acciones físicas. Reducir las acciones físicas en un mundo físico es altamente peligroso, sin embargo, necesito constante justificación dimensional. ¿Participamos de mundo físico? Deseos de un mazapán. ¿Dónde conseguirlo?

 

Ingredientes para un sanalotodo: Urticaria dórica, calentura oficinista, apio sortilegio, expedientes inertes. Bátase bien en chorro de orine propio y, con hielo, bébase sin respiro. Consigo el mazapán en una cafetería, entre montaña de mazapanes, pero... la gran interrogante: ¿Cómo saber cuál de ellos me corresponde? ¡Cómete el mazapán, cualquiera, y no jodas más! La depresión me aleja de la computadora. Por fin se mudó el solterón tío Eduardo, único hermano sobreviviente de mi padre, a la casita en el fondo de la propiedad; la mismo que ocupé durante algunos años. El tío se mantuvo rechazando esa proposición formulada por papá, pero se decidió, supongo, acosado por la soledad tras enviudar de una señora hacendosa, callada, de quien nunca se supo demasiado, excepto que era costurera provinciana. Del tío me altera con burlesco nerviosismo su capacidad para el más impío desorden, perfectamente agravada por arterioesclerosis creciente. Vivía sepultado en un estudio con sus aficiones: pintura, camisas y periódicos. Increíble que sin preparación académica pueda ejecutar buenos retratos y paisajes.

Escáner Cultural nº: 
197
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XX
XIII

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau


Por Jesús I. Callejas

CENOBITA

Lamentablemente, ¿todavía?, no encuentro una mujer que ande obcecada con el cine silente, con los maravillosos filmes italianos y japoneses (sigo con la obsesión del esteticismo asiático) de los 60, muchos de los cuales tuve la fortuna de ver cuando su estreno… Galletas y caviar rojo, pero el entusiasmo decreció en inversa proporción con el estridente tráfico. Hasta cruzar la calle se me ha hecho un problema. Seguí en la mañana con las usuales tostadas de trigo y el café descafeinado que la mosca degustaba. ¿Encontraría domicilio sin agobiar los tímpanos de los demás? Recuerdo la ilusión con que recibí de mis padres un pequeño pez carpa dorada (Goldfish) poco después de anticipar frente al pastel de cumpleaños las iniquidades que esperan al humano: La vida es una mierda. Pero, ¿qué le pasa a este muchacho? ¿A qué viene esto? Algo anda está mal con él…Sólo está nervioso. No llores, hijito. Es tu cumpleaños. Mira qué hermoso pastel te hemos traído… Y los juguetes.

Escáner Cultural nº: 
196
Invitado

 

NOVELA: YO BIPOLAR.

Capítulo XXXII

 

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,

sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

 

Por Jesús I. Callejas

AMELIA

Deceso en el edificio. Antier partió para siempre el vecino bastoneante. Vaya tumulto formado por la ambulancia a la llamada de un amigo con el que diariamente jugaba dominó en el pequeño jardín, no precisamente zen. Según dijeron lo ayudaron a subir porque estaba agitado por la taquicardia; el hombre se derrumbó en la puerta.

¿Cómo ocurrirá en mi caso?, me pregunto viendo pasar la camilla con el tieso. Quizás me pudra acá -en caso de que no me atropelle un vehículo u ocurra diferente- el hedor provocará derribo de nogales; o viajaré faraónico con videos y libros una vez crujiente el viejo cascarón de carne. Tal vez no viaje a sitio alguno, tal vez me consuma con los poros... o los porros (no estaría mal "expandir la conciencia" mientras se diluye). Pero debo reiterarlo: La droga debe ser privativa de individuos exquisitos, pues si un cretino, un zafio, se enreda con ellas esto se convierte en una diarrea imparable… Ya lo está.

Escáner Cultural nº: 
195
Invitado

NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XXXI

 

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,

sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

Nicolás Boileau

Por Jesús I. Callejas


EL PADRE

Un hombre sin hijos es como un árbol sin frutos. Altisonante afirmación de mi padre. Papá era cordial, bonachón; aunque nada tonto, pues tenía un sólido bagaje en los trances de la supervivencia. Me gustaba hablar con él y escuchar, cuando estábamos a solas, lo que a nadie le comentaba (o eso decía): Cuando abordes a una mujer tienes que mantenerla entretenida, hablar sin darle tregua. Después se encargan de hablar de sobra por ellas y por uno mismo, pero al comienzo es como te digo. Un tipo vacilante está perdido, lo consideran un idiota.

Escáner Cultural nº: 
194