YO NO FUI A ESA ESCUELA DE CATCHERS
Lenguaje y conversación
más que educación
cuantas veces al día fallamos en comunicar nuestras ideas
El matrimonio, el buen trabajo, los equipos de "beis", son ejemplo de estructuras que para ser eficientes y exitosas dependen de señales, símbolos, códigos y lenguajes. Si el manejo de los códigos es claro y transparente, se consigue un mejor trabajo o relación amorosa, inclusive la suma de éxitos de comunicación da como resultado una mejor calidad de vida – una consciencia –. Estamos llenos de signos y su orden correcto es imprescindible para que funcionen. Cualquier dislexia se convierte en ruido y basura. A mayor codificación es crítica la capacidad de lectura. Cuando la comunicación falla y las personas son indiferentes al mensaje cualquier estructura por mejor planeada que esté se cae sin remedio; los factores determinantes por la falla en la transmisión de un mensaje son generalmente: la conversación era con otro y el mensaje no le pertenece; puede haber un problema físico, el receptor puede ser ciego o sordo; por algún error de construcción de gramática o sintaxis el mensaje es basura o ruido, como en el caso de las computadoras GI-GO (garbage in, garbage out) - no importa que los signos sean los correctos, sólo se necesita una mínima falla en el orden o en el espacio para que sean nada, o sea, comunicación chatarra; también a veces me gusta especular que otra posibilidad en la falta de entendimiento de señales podría ser que es otra escuela de catchers, por qué no y, por ende su código de palmadas en el codo es sólo para un pitcher que no soy yo – sobre todo, porque en realidad no soy pitcher –; otro pensamiento que cruza mi mente, también posible, es la existencia de la magia y el encantamiento, el conocimiento secreto, los códigos que deben de ser de los iniciados para que no caigan en las manos equivocadas; La masificación de mensajes nos inunda de palabras a tal grado que ya no se pueden reconocer, la apariencia externa de los signos es la misma, el diluvio hace que se vea igual la basura que las señales genuinas de catchers para robarse la segunda base.
La palabra conserva su poder y usada correctamente el encantamiento todavía puede convertir el plomo en oro, sin embargo la palabra está perdida; cuando se pierde la palabra de la palabra de honor se pierde todo lo que colgaba de ahí. La tribu se convierte en esa secta de la película "Bajo el planeta de los simios" que adoraban como tótem a una bomba atómica.
Los compradores de símbolos, dueños del dinero, los grandes guerreros del Norte o su subnivel los dueños del poder, desafortunadamente no saben mucho de símbolos – mucho tiene que ver porque se los han robado – y, prefieren el bombardeo a la razón, el resultado en general es que repiten sesenta y dos mil veces su mentira para hacer pasar a Truman como un héroe. Según Huxley en "Un Mundo Feliz o Brave New World", sesenta y dos mil veces es la cantidad de repeticiones para hacer una verdad.
En la mayoría de los casos, un mensaje en el orden equivocado de escritura o en el orden equivocado de lectura el resultado es ruido, es obvio que no se deben de usar los encantos para convertir ranas en príncipes como marcas de medias, señales de cómo robarse la segunda en vez de amor y paz y Coca Cola en vez de agua. Hay que considerar el exceso de repetición, la ignorancia del lenguaje, la competencia por la atención del mismo individuo. Fragmentación como la parte estructural para que nada sea verdad ni mentira, para que nada se entienda como contrato o promesa. Hay que hacer perdedizo el entendimiento, hay que usar elementos fragmentados que causen una reacción tipo reflejo.
Creando la fachada de una estructura que no tiene cimientos. Los pobres consumidores, receptores voluntarios e involuntarios o pseudolectores de símbolos viven aturdidos debido a que un sentido común muy en lo profundo de su ser les dice que algo anda mal, pero ninguno está muy seguro de qué. Nuestra alma ha sido rematada en una de las más extrañas "preventas" de la historia. Un proceso de bloqueó intencional de los espacios mentales destinados a las palabras sagradas. Cuando se pierde el sentido de la palabra, se pierde la capacidad de construcción de pensamiento, comprensión y reflexión.
Elevando el problema a nivel de identidad e interacción humana personal, global o nacional nos queda el redefinir del porque somos tribu, la única función u objetivo de formar una sociedad, un equipo de fut o gobierno es por la seguridad que el conjunto le puede dar al individuo, esa seguridad se da a partir de un concepto de identidad y de pertenencia que se debe de poder comunicar tanto al exterior como al interior. El Tibet pudiera ser un ejemplo de un país que no pudo comunicar hacia el exterior (USA) su necesidad de existir. Un equipo de beisbol sin nombre y sin uniforme es igual que un gobierno que no proteje a sus ciudadanos, es decir, no tiene razón de existir. Lo mismo sucede en una relación personal de pareja, no pueden existir dos personas que no pueden hablarse entre sí (sin que exista un sistema de comunicación alterno), su existencia depende del equilibrio de poderse comunicar para definir su expectativa y su éxito. Es increíble como más y más funciones de agrupación y convocatoria dependen directamente de esta premisa, de su proyecto de identidad "real". Esa línea punteada imaginaria llamada frontera no existe más que de una manera potencial y no virtual. El terreno sobre el que está un país es en realidad un gran lote valdío, las líneas entre las bases no están pintadas y tres dedos hacia abajo o dos palmadas en el antebrazo después de acomodarse la gorra es un ritual que sólo excita a las aves perdidas que por algún accidente viven en el estadio de futbol.
En el caso de México la pérdida de la mitad de nuestro territorio y Texas se dio exactamente por la misma ecuación: un estado ineficaz y temeroso, incapaz de apagar un incendio, arrestar a un subcomandante o, controlar la contaminación. Mismo estado que jamás va a poder arrestar a un hampón narco, evitar un ataque atómico, una invasión de vikingos o mucho menos educar una niña en Oaxaca.
Ayer mi sueño fue cómo todos nos volvíamos rosetas de maíz y todo México olía a mantequilla.
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