Responder al comentario
RESTAURANT CHILE DE JOSÉ ANGEL CUEVAS
Desde Chile, Raúl Hernández
"Seguir junto al Mapocho pensando en un programa de vida".
Existe un momento en que llevamos el libro peligroso dentro de los bolsillos de la chaqueta, paseando por las plazas de invierno, seco de boca y nublado. Nos adentramos a un Restaurant Chile que da el detalle de la boleta del bar. Los alcohólicos bajan riendo desde las escaleras, una nueva luna se asemeja a los focos de los automóviles.
Incrustado dentro de especiales de radio y rock de viejos crack que saben venir al tiempo de los goles y las noticias. Este vaivén sonoro de los megáfonos democráticos financieros, no nos gusta. Vamos corriendo por las delgadas barandas del entusiasmo matutino.
El ex poeta entonces fuma en el bar con una malta morenita en los comedores, un calendario de Valparaíso, las antiguas carreras de la locura. Todos estamos cruzando la Alameda a las 3 de la mañana, "nadie está tan solo como para no tener siempre a sus grandes amigos". Los perros, a nosotros, no nos ladran. Hablan del camino, de lo que viene más allá. Son compadres de la fuente de soda, del pool y los basureros. Amigos del trasnoche quieto y simultáneo. Un silbido desde afuera de la casa.