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MÓNIKA GRYGIER y LA INDETERMINACIÓN DEL ESPACIO
por Francisco Arroyo
Al hablar de la autora polaca Mónika Grygier tenemos que hablar irremediablemente de abstracción y constructivismo por cuanto el desarrollo de elementos o formas no objetivas creadas conforman un espacio desestructurado a la par que inconcluso definido por la materia inorgánica, la cual intenta reproducir en su pintura.
La similitud con lo arquitectónico, con lo meramente urbano es bien patente. La simulación de un contexto metropolitano regido por el quehacer diario establece el conjunto compositivo en el cual lo asimilado se transforma en concepto abstracto y en indeterminación formal, lo que conlleva una representación a vista de pájaro, una sensación de plano que no hace por más que reflejar el sentimiento acaecido en un instante concreto.
Dicha indeterminación viene regida por la reafirmación de un todo compacto que goza de cierto movimiento en alguna de las piezas en las cuales se comienza a desarrollar el sentido de curvatura para mayor aseveración de dicho desplazamiento.
El espectador intenta esmerarse en la búsqueda de un centro representativo que le ayude a tomar para sí el concepto, que ensamble en su mente las múltiples piezas de puzzle que conforman el desarrollo plástico para así confeccionar una totalidad, una base explicativa de lo que la autora pretende transmitir.
Lo alegórico no hay duda de que se asienta de manera principal en el trabajo, que domina el entorno acaparando formaciones de difícil estructuración con el fin ultimo de crear un “todo”, de hacer que lo “más” y lo “menos” sean imprescindibles en un contexto cuyo fondo viene marcado mas por la tonalidad que por el tamaño, en el que dicho tratamiento del color incide como característica básica en la promulgación de elementos susceptibles de ser destacados.