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ARTE, CARNE Y LITERATURA
Texto: Carlos Yusti
Descubrí primero mi deseo de ser escritor que mi sexualidad. Tenía diecisiete años cuando alguna prostituta de un lamentoso lenocinio de la Zona Sur Valenciana me enseñó de qué iba el sexo. La cosa más que placentera estuvo algo enlaberintinada, pero desde ese momento quedé enmujerado, vaginizado y enredado en ese aroma de metal dulce que exhalan los cuerpos femeninos. Como digo esa prosti me llevó al puerto seguro del deseo hecho carne, pero para ese momento ya me había leído una treintena de clásicos, todo Julio Verne, la "Paideia" de Wener Jaeger, a Moro, San Agustín, Voltaire y había garrapateado mis primeros ensayos y poemas.
Luego de mi primera experiencia porno quise enterarme más del asunto. La lectura de algunos clásicos del erotismo me llevó a considerar que entre pornografía y erotismo existe una línea muy delgada, pero ambas, tanto en la vida como en la literatura, se entremezclan y a veces es bastante complejo establecer diferencias claras y precisas.