Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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GASTON UGALDE Y « LA MORAL DEL OBTURADOR »

 
 
 

Hace unos días, en esta ciudad imposible que corta el aire, enclavada en un lugar igualmente imposible, conocí al artista que realizó las imágenes que hacen parte de la serie “Cicatrices” (1998), y que gracias a la generosidad del arquitecto Carlos Villagomez, ahora compartimos con los lectores de Escaner Cultural. Gaston Ugalde es uno de los artistas más importantes de Bolivia. Nos conocimos antes de una de las inauguraciones de la V bienal Internacional SIART, frente al Espacio Simón I. Patiño. Hablamos muy poco pues la idea era compartir un buen plato de sopa china y una cerveza, en compañia de sus amigos. Su risa que se esconde detrás de unlook de mosquetero, deja entrever un personaje sin remordimientos. Su caracter irreverente le ha llevado a realizar obras como el retrato del Che y el de Bolivar, en hoja de coca. Retratos que han caído en manos de los mandatarios boliviano, venezolano y cubano entre otros. Esa misma irreverencia, hace unos años le llevó a fotografiar uno de los destinos del cuerpo humano: la vejez. Echemos pues un vistazo crítico a esa serie fotográfica que sin duda se ha convertido en un referente del arte latinoamericano.

 

 

Gaston Ugalde. Cicatrices (1998)
 
 

Pocas veces el lente de una cámara nos había dado la posibilidad de observar al cuerpo en la crudeza de su destino. Esos cuerpos “nos recuerdan lo que llegaremos quizá a ser”, decía Carlos Villagomez en su conferencia “La moral del obturador”, presentada hace unos días en la mesa redonda “la violencia en el arte”, en la cual participé como ponente. Las fotos de Ugalde sin duda alguna se inscriben dentro de una tradición que dejan de lado toda moral. El fotografo indaga - en esos cuerpos de ancianos -, el rastro del tiempo haciendo de la belleza un verdadero cuestionamiento. Los ideales de belleza se ven aquí trastornados, acorralados frente a la decrepitud. Esos “cuerpos luminosos” por emplear la famosa expresión de nuestro colega Ramiro Camelo, nos llevan al extremo de reconsiderar nuestro presente y a pensar sobre la condición humana. Esas fotos nos interrogan sobre lo que es el futuro y lo que es el presente. Es más, parecen gritarnos a la cara: “No te das cuenta que el tiempo es implacable?”. Vemos en esa serie varias ancianas que esconden sus rostros, pero nos dejan ver sus arrugas, las cuales forman una geografía bastante particular, donde cada arruga deviene una cincatriz imborrable, testimonio de los años que se fueron y que persisten en ser huella imborrable en la memoria de la carne. Las fotos de Ugalde, nos revelan un estado del cuerpo que pronto será fotogénico, según lo hemos explicado en nuestro texto sobre la fotogénesis y el deslizamiento del sujeto. Es decir que esos cuerpos se convertiran en una cosa inerte muy pronto. Quizá ahí radica la fuerza estética de estas imágenes: esas fotos nos develan el enigma oculto de la existencia misma.

 

 
Gaston Ugalde.Cicatrices (1998)
 
 

Una de esas fotos nos recuerdan el cuadro “El origen del mundo” de Courbet; no propiamente por lo representado sino porque, como ya lo habíamos enunciado hace unos años, esa imagen tiene la facultad de desnudar la mirada. Tal desnudamiento viene de la mano con la imposibilidad de mirar fijamente la imagen. Freud decía: “a la mirada del sexo hasta el mismo demonio sale corriendo”. Una prótesis urinaria reduce todo placer sexual a lo excesivamente pornográfico, en el sentido en que Baudrillard lo entiende: la exaservación del detalle, donde queda excluida toda posibilidad placentera y donde le goce ha sido deterrado por la compasión.

 

 
Gaston Ugalde. Cicatrices (1998)
 
 

Las fotos de Gaston Ugalde, nos hablan de ese enigma de carne y hueso que es el cuerpo; un enigma que se nos revela con la contundencia implacable del destino. La fotografía una vez más es esa pequeña muerte en el tiempo. De ahí se desprende el caracter fofogénico del cuerpo. De otra parte, esas imágenes nos recuerdan las pinturas de Rivera y de Caravaggio, donde las figuras surgen de una oscuridad profunda. El referente al tenebrismo europeo es importante teniendo en cuenta que la fotografía generalmente se ve envmarcada dentro una escenografía. Al situar esos cuerpos en esa profunda oscuridad, Ugalde deja surgir el misterio sin necesidad de recurrir a la narratividad del decoro. Así esta serie se convierten en un verdadero testimonio que exalta la vida pese a ese caracter necrológico de la fotografía.

Estos cuerpos, que exaltan los accidentes de la carne, no ha sido modificados, operados ni transformados radicalmente en un quirofano. Quizá ahí radica su belleza. Esos cuerpos no han sido "fotoshopiados" como diría nuestra colega y amiga Paula Sibilia, negándose a ser cuerpos "postorgánicos". Al contrario es la organicidad la que es exaltada al máximo como recordándonos que la belleza aún tiene un refugio en los accidentes de la carne que solamente se pueden borrar en fotoshop y en un quirófano. En suma las fotos de Ugalde, son un cuestionamiento a la belleza condicionada por los medios.
 

 

Ricardo Arcos-Palma

La Paz, octubre 2007. 

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